miércoles, 27 de febrero de 2013

UNA TARDE FASTIDIOSA

Dentro de la programación que ha venido exhibiendo el Festival de Teatro de Caracas 2013, se presentó a nivel de estreno, Una tarde poco fastidiosa; pieza de uno de los autores más relevantes del siglo XX y parte del XXI como lo fue, Rodolfo Santana (1944-2012). Propuesta escénica asumida por el grupo Séptimo Piso con dirección de Dairo Piñeres y producción de Fundarte. Trabajo que levantó el telón de esta fiesta del teatro el pasado sábado 23 de febrero en el Teatro Nacional. Una tarde poco fastidiosa es una pieza lacerante por su fuerte carga de crítica social, en especial, sobre la violencia que atenaza a la juventud actual. Drama crudo e incisivo porque la mirada del autor entró en el meollo de una psicopatología que hace metástasis en el cuerpo social contemporáneo. Cuando la juventud pierde sus valores, cuando es asaltada por la gravidez del no - norte como humano, pues solo le queda entregarse a devastar al prójimo de forma brutal e inmisericorde. Una juventud que con escasas consideraciones y con solo excusa o diversión amenaza con violencia a la vez es porque esta última tiene putrefactos síntomas en sus valores. Jóvenes que adolecen de humanidad con la sociedad que, al parecer les ignora o sencillamente los descubre cuando convierten sus vidas anodinas en algo terrible al masacran a compañeros de clase junto con sus profesores en una orgiástica senda de muerte. La perspicacia y hasta la intuición de un autor cuando escribe un drama es saber percibir e, incluso, otear las variables que expone el cuerpo social de su época, sean estos morales, filosóficos, religiosos, éticos, políticos, sociales, económicos o culturales. Si logra vislumbrarlos y activar mecanismos de advertencia logrará ser un autor de compromiso, un creador que sabe radiografiar su tiempo y hasta colocar el dedo en la llaga de las descomposiciones que traen nefastas consecuencias al ser individual o al colectivo. Con Una tarde poco fastidiosa Santana sitúa a tres perturbados jóvenes que, humillados por su entorno, deciden tomar sádica venganza contra todo aquel que los han maltratado. Violencia infinita; Retaliación sin límite; Crudeza descarnada de una sociedad purulenta que eclosiona con odio desmedido. Trama que dentro de su sencillez esconde algo perturbador que atenaza el morbo oculto de un tiempo que no tiene respuestas a este respecto. Pieza que mereció contar con una lectura menos efectista por parte de la puesta en escena ya que su recepción es empalagosa y hasta deformada desde lo visual porque apela sin ilación de fondo el efecto por el efecto. La ausencia de actores sólidos no ayudó a decantar lo que el autor expuso tras sus diálogos; salvo la respuesta de Fedra López, quien conformó un papel denso, destaca. Montaje redundante y exagerado para lo que yo una vez hablé con el propio autor. Desmedido desde la conceptualización hasta por la propia concepción de los diseñadores que plantearon elementos no verbales con objeto de formalizase como espectáculo que a la larga debió ser menos ostentoso. El uso de lo audiovisual fue totalmente desaprovechado dentro de una aparatosa escenografía; fue el sobre imponer capa sobre capa de significantes que saturó el todo, en especial lo que importaba: la trama y los diálogos. Espacio saturado y hasta desaprovechado que envuelto en tono dark y en atmósfera decadente buscó sin lograrlo un ritmo escénico que no convenció ni en forma y ni en fondo.
Carlos E. Herrera

1 comentario:

  1. Excelente crítica. Disculpa mi ignorancia pero desconozco la terminología que usas con la expresión "ven" en la línea: violencia a la ven es porque esta última tiene putrefactos síntomas en sus valores; y

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