jueves, 30 de noviembre de 2023

Gallegos entre la selva y el llano

 



Como todos los venezolanos descubrí a Gallegos en el colegio, pero cuando uno calienta pupitres en un aula a esa edad, no tiene la más mínima consciencia para digerir la monumentalidad de la obra “galleguiana”, siempre terminas por escuchar el cuento de los compañeros de clase o buscar el resumen porque “no te dio tiempo de leer esa novela tan larga”. Hay que admitirlo: en la adolescencia la mente está en otras cosas que distan mucho de una lucha entre la barbarie y la civilización, y de una señora que era como “marimacha” y se devoraba a los hombres. 

Más adelante, avanzados los años ochenta, descubrí embelesado frente a la pantalla del televisor una maravilla de cortometrajes que recreaban los cuentos del autor en un llamado: “Ciclo de Oro de Rómulo Gallegos” transmitidos por Radio Caracas Televisión (RCTV), en donde todas las estrellas del momento se transformaban en los personajes de esos relatos y fue ahí que entendí que este autor era realmente importante.

Pero no fue sino hasta principio la década de los noventa y cuando daba mis primeros pasos en el teatro que definitivamente me sedujo el influjo “Galleguiano”, cuando vi la adaptación teatral de su cuento “La hora menguada” escrita por mi maestro César Rojas y dirigida por Daniel Uribe, en el Centro de Directores para el Nuevo Teatro (CDNT) institución en donde me formaba como actor. Ver a Nazareth Gil (Amelia) y Norma Fernández (Enriqueta) enfrentarse por la traición filial y esperar a que Gustavo Adolfo volviese, me produjo la convicción que yo quería hacer eso como ellos lo hacían y fue tal mi impacto que años después cuando ya fundé mi agrupación Teatral Delphos, lo primero que me atreví a dirigir fue ese mismo texto, respaldado por César y dos maravillosas actrices Nattalie Cortéz e Iralí López en el CELARG por cierto, recinto cultural que se alza donde fue la casa de Rómulo Gallegos.

Desde ese momento mi vida artística estuvo y sigue estando ligada a Gallegos, luego del éxito de ese montaje, adaptamos otros tantos cuentos que tuve la dicha de dirigir con los grupos de actores que se iban graduando en nuestros talleres en el mismo recinto, así hicimos durante cuatro años y tres temporadas: Los inmigrantes, El paréntesis, El análisis y la lectura dramatizada de “Los Ídolos” pieza teatral de Gallegos, que no se había escenificado nunca. Fueron años intensos en donde él nos condujo de su mano, nos invitó a descubrir sus personajes y paisajes. Sus preocupaciones como creador y esos mundos tan venezolanos que cobraron aun mas sentido cuando se celebró los 120 años de su nacimiento y tuve la oportunidad de pertenecer al equipo de investigadores que levantó toda la curaduría de una gran exposición en su honor. Ahí definitivamente me sentí “Gallególogo” por los privilegiados ratos que pasé junto a su hija Sonia Gallegos, desenterrando cual arqueólogo: cuentos, historias, anécdotas y viendo cómo ella desaparecía por el pasillo interno de su casa rumbo a las habitaciones y cada vez sacaba algún objeto más insólito que otro pertenecientes a su padre, hasta llegar a tener en mis manos su libreta de apuntes para escribir “Canaima”. Como colofón hace poco me encargaron una adaptación teatral de su “Doña Bárbara” que logré concretar junto a jóvenes escritores que me acompañaron en esta empresa, aun por ver luz escénica. 

Como ven Rómulo Gallegos ha sido sin querer un referente artístico a lo largo de mi vida y es por eso que hoy que la agrupación Rajatabla estrena “Gallegos, selva, llano y palabra, no puedo hacerme la vista gorda con este espectáculo que además escribe uno de mis más grandes afectos: la dramaturga Yoyiana Ahumada.

Alejado ya de la bruma emocional que como ven me produce este escritor, trataré de ser lo más preciso para contarles mi experiencia. Se trata de un montaje multimedia en donde narrativa, teatro, música y audiovisuales se ponen de manifiesto para hacer posible la pulsión poética del autor y tratar de recoger en poco más de una hora el espíritu del escritor.

Esta vuelta a Gallegos, surge por la iniciativa de la Editorial Sarrapia, quienes se han propuesto a reditar dos de sus títulos emblemáticos: “Doña Bárbara” y “Canaima”, por ello es que el tránsito escénico se hace a través de los personajes y tramas de estas dos novelas.

La dramaturgia, inteligentemente teje redes entre momentos biográficos del autor, su pensamiento político, intelectual, su amor por la educación y su país, acompañado de su amada e inseparable Teotiste; a la vez que combina extractos de las situaciones más contundentes de las dos novelas, aunque se concentra mucho más en la “Cacica del Arauca” que en las aventuras de Marcos Vargas en la selva venezolana ¿Decisión? ¿Tiempos escénicos o tramas más atractiva? No lo sabemos.  

Con audacia “Pirandelliana” en el clímax del espectáculo, la dramaturgia enfrenta a los personajes con su autor, quienes lo atormentan y dialogan con él exigiéndole palabras y situaciones que para ellos suenan justas.

Desde la dirección y puesta en escena de este tipo de montajes que transitan por la obra narrativa de un autor, es muy tentador caer en lugares comunes y volver sobre lo ya dicho acerca del mismo. Esto no lo ocurre a Marisol Martínez quien sagazmente loga entregar una propuesta dinámica colocando la esencia de lo que es Gallegos pero integrando lenguajes audiovisuales y musicales que le permite realizar las transiciones y crear las hermosas atmósferas y contundentes cuadros del imaginario del autor. Acompañda de una cuidada y extraordinaria dirección de arte (Graciela Matínez -vestuario- Oscar Salomón -Escenografía- David Blanco -Iluminación).

Tomando como centro el escritorio y máquina de escribir donde Gallegos dio vida a sus caracteres, Martínez logra conducirnos a las entrañas del pensamiento del creador para que de él surjan los fantasmas y cobren vida en la escena, cuenten sus dramas y nos devuelvan envuelta en poesía esta idiosincrasia nacional hoy tan maltratada.

Jesús Das Merces, Rebeca Herrera, Luis Palmero, José Gregorio Martínez, Jessica Arminio, Margareth Aliendres y la bailarina Natasha Cádiz, son el elenco encargado de dar vida a los distintos personajes convocados para este collage costumbrista en donde podemos ver desfilar a Doña Bárbara, Marisela, Santos Luzardo, Marisela, Juan Primito, Mr. Danger, Aracelis, Maigualida, Marcos, entre otros. Aunque con distintos niveles de interpretación, los artistas logran convincentes transiciones entre los múltiples personajes que les toca representar, a nuestro juicio a veces lo técnico prioriza lo actoral y es delicado para el ritmo del espectáculo cuando no todo está a punto. Sin duda destacan Margareth Aliendres en su Bárbara, personaje que ya había trabajado en una reciente puesta de microteatral y que ahora se crece con los recursos estéticos usados; José Gregorio Martínez dúctil en todos los personajes que asume demuestra una vez más su sapiencia escénica y Natasha Cádiz que deslumbra con su talento corporal.  

En síntesis, “Gallegos, selva, llano y palabra”, es un redondo espectáculo de cuidada producción y alta factura que debería rodar por todos los rincones del país para mostrar la esencia de uno de nuestros más importantes hombres de letras e invitar a re-visitar su obra, volver a sus imágenes, olores, sabores, paisajes pero sobre todo escuchar lo que hay debajo de sus historias, el dolor de un país que hoy más que nunca necesita poner en la palestra ¿Quiénes somos? Y de dónde venimos. Olvidar nos condena a repetir los errores.   

@luisalbertor           


jueves, 17 de agosto de 2023

Coser la nostalgia

 



El pasado viernes 11 de agosto, se estrenó el más reciente montaje de la agrupación Deus Ex Machina, en La Caja de Fósforos de Colinas de Bello Monte, espectáculo que corona los primeros 10 años de este colectivo teatral venezolano y a la vez también la primera década de la sala. Se trata de un monólogo escrito y dirigido por Elvis Chaveinte, protagonizado por Rossana Hernández: Un vestido para Doris Wells es su título.

Coqueteando con la autobiografía, inteligentemente, Chaveinte echa mano de una historia familiar, la de su abuela, inmigrante española que llega a Venezuela huyendo de la postguerra para instalarse en la ciudad de Caracas y trabajar primero como cocinera, para luego dedicarse a su pasión real: la costura. Así se convierte en reconocida sastra y dedica muchos años de su profesión laborando en el extinto canal pionero de la TV venezolana Radio Caracas Televisión (RCTV) y es ahí donde confluyen las protagonistas del relato, cuando la primera actriz Doris Wells le encarga un vestido a Mary, la modista en cuestión, para una gala de entrega de los recordados Premios Ronda de la música nacional.

El detonante y quien cuenta la historia, es una actriz, que en medio de la pandemia que padecemos desde 2020 y estando en el apartamento que antes ocupó Mary, intenta distraerse y monetizar sus actuaciones a través de una transmisión en vivo a sus seguidores. A partir de esa circunstancia, descubre el libreto de la obra y se fusionan de manera magistral, presente y pasado reales, con el tiempo de ficción a través de los personajes que hicieron famosa a la Dama de la Televisión y que se encuentran navegando en el inconsciente colectivo de todo venezolano que haya vivido las décadas de los 70’s y 80’s del siglo pasado. 



Creemos que uno de los logros de este texto es que pone a dialogar esas tres temporalidades amén de disparar el botón de la nostalgia y el recuerdo que sin lugar a duda inmediatamente identifica al espectador.

Enriqueta, la hermana traicionada del cuento de Rómulo Gallegos La hora menguada, momento estelar de nuestra pantalla chica que logró unir a las divas más queridas: Doris y Marina Baura, además de ser su última aparición en la televisión representó un icono, a igual que su legendaria Isabel Blanco en la telenovela La fiera y su poderosa Pilar de La señora de Cárdenas son los personajes en los que esta actriz se transfigura para contarnos con una hermosa capacidad de transformación la historia de dos mujeres que amaron un mismo mundo (la televisión) y supieron hacer de él su forma de vida.

Rossana Hernández nos lleva de la mano de una forma sutil pero contundente, ofreciéndonos una interpretación plena de verdad, organicidad pero sobre todo con una sinceridad cargada de matices que invita al recuerdo borroso de una época en la que como dice el refrán: “éramos felices y no lo sabíamos” tanto la puesta en escena de Chaveinte (Dinámica, sorpresiva y correcta) como su texto, junto a la interpretación de Hernández, no solamente se queda en la nostalgia de una simple anécdota de la vida real, si no que traspasa a la reflexión al confrontarnos con la época de oro de la televisión venezolana que también nos recuerda cuánto nos han quitado y cuánto dolor dejan esos recuerdos. Inevitable llegar a conmoverse hasta las lágrimas.



Si usted que me lee quiere darse un verdadero premio a sus sentidos, no se pierda este extraordinario trabajo que se presenta en La Caja de Fósforos (Concha Acústica de Bello Monte) Los viernes a las 6:30 pm. Sábados y domingos 4pm. Solo restan 6 funciones.   

@luisalbertor 

viernes, 11 de agosto de 2023

Ejercicios finales del Taller de Crítica Teatral

Textos escritos como ejercicio final del Taller de Crítica Teatral, facilitado por Joaquin Lugo, en la XX Edición del Festival Teatral de Autor.


Prohibido recordar
por Oriana Chirinos

Recordar, del latín recordis, volver a pasar por el corazón. Sobre esta premisa se construye Humanos: un juicio de medianoche, obra escrita y dirigida por Patricia Castillo, presentada el pasado mes de julio para la Segunda Edición del Festival Arlequín, en la Sala Plural del Trasnocho Cultural.

Humanos... se desarrolla en un mundo post apocalíptico, donde las personas han sido despojadas de sus nombres, los cuales han sido suplantados con una impersonal letra. Además, la dieta diaria incluye numerosas pastillas que les impide cometer el mayor de los crímenes de esa sociedad: recordar.

En este escenario silencioso y opresor encontramos el contraste de una historia contada con canciones, interpretadas por los actores, en vivo. Unas originales de Levy Rossell y otras originales de Castillo y del director musical y actor de la obra, Mario Becerra.

Al respecto, la directora expresó:
“Esto comienza siguiendo el trabajo y la investigación que dejó el maestro Levy Rossell, que fue el pionero del teatro musical en Venezuela, y también uno de los primeros exponentes del teatro experimental. Así que la tesis, básicamente, era cómo tomar los principios creativos de Levy y hacer un montaje, viendo, por lo menos, su metodología del teatro con canciones”.
Asimismo, sobre el teatro experimental, el montaje se vale del teatro físico para ilustrar las situaciones que ocurren en la trama, escenas tan entrañables como el recuerdo de la primera mascota y otras tan grotescas como escenas de guerra llenas de cuerpos sin forma.

Junto a las canciones y el trabajo corporal, basado también en principios grotowskianos y brechtianos propios de la formación actoral del elenco, la creación colectiva jugó un papel fundamental en el ensamble del texto, ya que fueron las vivencias personales de cada interprete las que construyeron la historia.

El texto está dividido en cuadros no lineales, que ofrecen al público, poco a poco, la historia del alfabeto de personajes y van dando pistas sobre el día a día en un ambiente represor, liderado por un dictador que decide cada medida a tomar, a conveniencia.

Este espacio minimalista y controlado se refleja en un vestuario de paleta industrial: un uniforme de pantalones de vestir grises, marrones o azul marino y camisas verde militar, beige o azul claro, acompañado de zapatos o botas negras, peinados pulcros sin un cabello suelto y una cara desprovista de maquillaje.

La estética de colores neutrales enmarca los muchos matices de la interpretación de un grupo de 8 actores que se doblan y desdoblan, cantan y bailan para dinamizar un viaje que contiene algo íntimo de cada uno. Un trabajo desarrollado en cuatro años que refleja, claramente, la compenetración de un elenco que confía uno en el otro y donde esta confianza da paso a la vulnerabilidad y el juego necesario para realizar la pieza.

En este juego, la vida monónota de Humanos... se ve interrumpida por los recuerdos espontáneos de X, hasta que H la confronta y le reclama su descuido. Luego, X comparte su hallazgo con Z, quien, aunque teme este descubrimiento en un principio, decide seguirle la corriente del recuerdo, con ayuda de la imaginación.

Al entrar el médico L, éste se ve agobiado por una situación sin precedentes y por la crisis de Y, a las que solo puede responder recetando más pastillas, medida que será insuficiente y que no evitará que todos terminen cometiendo el crimen mayor. Para resolver el problema y enseñar una lección, el líder Q y su secretaria U, declaran un juicio de medianoche que termina señalando, al azar, a Ñ como el objeto de castigo.

La obra expone escenarios comunes de nuestra sociedad, como el inolvidable cuadro de una oficina de trámites, donde se exigen sellos que nadie pone y los regalos van incluidos en pagos de aranceles exorbitantes. También, con una mezcla de humor negro y drama, invita a la reflexión de nuestro entorno y las decisiones que nos llevaron allí. ¿Es nuestra vida resultado de un andar consciente o navegamos en ella arrastrados por la corriente?

Humanos: un juicio de medianoche aborda la represión de la esperanza y las pasiones humanas que nos hacen quienes somos, ofreciéndonos dos caminos: sucumbir a la presión o sublevarnos de una existencia sin propósito ni corazón.

Al final, esta obra es, como dice su directora: "de humanos, para humanos".

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¿Cuándo será la vez de la bestia?
por Crisbel Varela

Rutinas condenatorias que por momentos nos hacen olvidar que la vida tiene un poquito de sentido en esas pequeñas cosas que ignoramos viendo el reloj, que nos transforman en bestias olvidando que tenemos una razón de ser. Una que no tiene que ver con el dinero o las cosas materiales, sino eso que nos llena el alma.

¿Cuándo será la vez de la bestia? Ese momento en que salgamos de la rutina para ver qué somos y cómo nos sentimos realmente.

¿Cuándo llegará el momento de dejar salir a la bestia? Admitir que hay algo en nuestro interior que no nos deja dormir, que nos mantiene pensantes.

Pareciera que la rutina nos llevara siempre al mismo lugar: La bestia.
“Todos observan a la bestia caminar al trabajo, con un fulgor que reduce su caminar lento, pesado y sin sentido. Necesita soledad para permanecer tranquilo en su pantano, pero no hay oportunidad para la bestia, pues el tiempo le falta, le sobra el trabajo”.
Como si estuviera describiendo a nuestra sociedad actual, Andreina Polidor escribió sobre Traspunte, un hombre que vive en una rutina condenatoria, una vida que no es vida, hasta que un día algo sucede. Esos pensamientos que acompañan a cada quien en su soledad lo transforman.

Leomar Aponte interpretó a Traspunte en La vez de la bestia, una historia donde la fantasía lo llevará a la vida de Makaria y Melione, las hijas del Dios Hades y Perséfone, a quienes el actor también les dio vida.
“Ellas están encerradas en el infierno deseando salir de allí y encontrarse con su bestia, abandonar lo que son, ese vagar constante de la muerte”.
La vez de la bestia es la última obra del Teatro de la Penumbra, escrita y dirigida por Andreina Polidor. La pieza se presentó del 14 al 23 de julio en los espacios del Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas.

La directora escribió la obra hace casi dos años, después de presentar Ana y la muerte y siguiendo la línea que lleva el Teatro de la Penumbra, estrenaron una pieza que traslada al público a una oscuridad poética que se caracteriza por la reflexión de una forma abstracta.

Al principio, habían más o menos seis personajes y, finalmente, la última versión terminó siendo un monólogo, aunque el texto indica que lo pueden montar tres actores o menos.

Esta pieza solo dura 35 minutos en los que la actuación está cargada de un teatro físico lleno de instantes que te pueden llevar de un estado emocional a otro al empatizar con el personaje, que está inmerso además en una cueva que no es más que la metafora de su interior, que es un hogar en el que todo es a blanco y negro, caracterizando en el montaje el movimiento artístico expresionista para distorsionar la realidad como lo hace Traspunte en esos pensamientos profundos.

El maquillaje de la bestia, también a blanco y negro, le dio un tono caricaturesco al personaje en escena. Lo que combina con su vestuario que a la vez hace juego con la escenografía cubierta por luces que van desde colores como verde a rojo y azul, creando un ambiente agresivo e invasivo para el espectador junto a la música original de Vitamin Song, generando la sensación de estar en una cueva desde que llegas a la sala y debes entrar agachado al lugar de la presentación.

La pieza es una producción general del Teatro de la Penumbra, la artística de Luisa Tovar; el diseño de iluminación es de Víctor Villavicencio; maquillaje de Rossybell González; escenografía de Luisa Tovar, Giuliano Salvatore, José Alberto Briceño y Rossybell Gonzalez; voces en off de Bethania Yánez y Sain-ma Rada; diseño gráfico de Nayibe Pernía; fotografía de Giuliano Salvatore y la prensa por El Piso Cultural.

Sobre la agrupación

El Teatro de la Penumbra es una agrupación que tiene 15 años de trayectoria y que se enfoca en lo postdramático, el distanciamiento, la danza, el Teatro de la crueldad, y el trabajo psico-físico del actor. El año pasado ganaron diversos premios de la Fundación Isaac Chocrón gracias a su pieza This is Salem.

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Cuando la nada lo dice todo
por Gleybert Asencio

E 'Ultreja (1927), es un texto de Arturo Uslar Pietri, llevado a las tablas por Guillermo Díaz Yuma, que se presentó en el Centro TET durante dos fines de semana, culminando el 16 de Julio del 2023.

Una pieza que busca dialogar con la eternidad, cómo es la vida cuando no se conoce la muerte, una estancia en la que sus tres protagonistas debaten sobre la existencia de Dios y de cómo sería el toparse con la divinidad.

E 'Ultreja fue escrita en un contexto narrativo de lo onírico, surrealista y con una dialéctica de lo dogmático. La pieza invita al espectador a reflexionar, a despegarse del concepto mismo del aquí y del ahora.

Su puesta en escena, corta y concisa te deja con un buen sabor de boca. El trío de actores lleva a cabalidad un texto denso, pero digerible. Con el gesto, la risa y la virtud, los tres protagonistas de esta narrativa pasean al espectador por un espectáculo lleno de cantos "a cappella", luciendo como uno de los platos fuertes que posee la muestra.

Cada actor desdibuja y cuestiona su nombre y su razón de ser, entablando un diálogo que inevitablemente cala en cada uno de los presentes. Bien sea por asombro o confusión.

Treinta minutos bastan para lograr dejarse llevar por una ambientación que invita a la nada, a lo eterno y al sin sentido, al limbo que todos pensamos y dibujamos en nuestros peores sueños, una ausencia de elementos que más allá que restar suma a la magnitud de lo escrito en su momento por Arturo Uslar Pietri.

La distribución de los actores en escena logró cumplir con la simbología de la divina trinidad, el movimiento en triadas, equilibrado, desafiando el vacío de la tarima y justificando que la nada es parte de su existencia misma.

La iluminación cálida y amarillenta es el escenario, es el vestuario, es la vida de la obra, sus matices son la excusa perfecta para ambientar la nada. Acá se respeta la máxima del diseño moderno a mi parecer, donde poco, dice mucho y hasta más.

E 'Ultreja, una pieza obligatoria para aquellos que amamos los fuertes cuestionamientos dogmáticos, una obra que paga su boleto con la mejor de las divisas, el disfrutar el aquí y el ahora.

Esto en mi humilde opinión, aunque como diría mi santa madre, de humilde no tiene nada.

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La vagina habló en Caracas...
Por Junior Molina

El pasado jueves 27 de Julio del 2023, por primera vez en el Teatro Chacaito, pudimos disfrutar del monólogo que ha causado furor y sensación en todas la ciudades de Venezuela en las que se ha presentado, La vagina en huelga, protagonizado por la valenciana Mariam Manzanares, su escritora, directora y productora.

La vagina en huelga cuenta la vida de Virginia Castidad, una mujer recatada, moralista y de valores sólidos, quien descubre en su adolescencia que posee una "vagina parlante" que se hace llamar "Totis" y que además tiene personalidad y deseos propios, totalmente contrarios a los de Virginia.

Todo se complica cuando Virginia desea comprometerse con un buen hombre y llegar virgen al matrimonio, y su vagina parlante desea experimentar, bajo sus propios términos, hasta el punto de ponerse en huelga.

Con un nombre llamativo y bajo el slogan de: "Si tu vagina hablara, ¿qué diría?" transcurre este monólogo feminista en clave, cuyo tema central es la exaltación de la mujer y la aceptación de su sexualidad en los tiempos modernos. Con situaciones muy reales con el que cualquier mujer se puede identificar, y hombres también, presenta la eterna pregunta: ¿Qué es lo moralmente correcto? Lo que la sociedad espera de la mujer, ¿abarca hasta el sexo? La moralidad no debe definirse por lo que se cree que debe ser. Su mensaje es claro: "Aceptáte como mujer, tu sexualidad forma parte de ti también. No debes avergonzarte".

Mariam Manzanares, proveniente de la ciudad de Valencia, cuya notoriedad va en aumento, es la escritora, directora y protagonista que deja todo en escena al representar dos personajes: Virginia Castidad y "Totis", cuyos cambios se realizan mediante efectos de luces y rayos. Demuestra su pericia sobre las tablas y dominio del público que sólo da la experiencia, con una puesta en escena sencilla, vestuario acorde con ambos personajes, cuyo color predominante es el rojo pasión y el gris. Teniendo en cuenta que no tiene formación teatral de profesión, entrega un proyecto personal, mordaz y de humor inteligente que muchos pudieran tildar de "popular" o "comercial", y lo hace de manera elegante, que nunca cae en lo vulgar o gráfico, notándose el esfuerzo y el trabajo que hay detrás, siempre empatizando con el público, sobre todo con el femenino, pero nunca invalidando a los hombres. Y tiene un norte claro: Enrumbarse a la excelencia y subir siempre el nivel del espectáculo.

Por ahora fue su única presentación en Caracas, pero no creo que sea la última, ya que estuvo casi a sala llena, teniendo en cuenta que es un talento foráneo poco conocido en la capita. Para otras fechas pueden seguir su cuenta de IG @lavaginaenhuelga y desde Contraacto Producciones le auguramos muchos éxitos.

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¿Buen teatro en quince minutos?
por Lissette Van der Biest


El pasado miércoles 02 de agosto, asistí a la nueva temporada de Micro Teatral Caracas, que tiene lugar en los espacios de Urban Cuplé del CCCT desde el 21 de julio al 13 de agosto. En esta ocasión, pude disfrutar de quince minutos de fabuloso teatro, una experiencia que hacía tiempo no experimentaba. La pieza que capturó mi atención fue Auto da fe, escrita por Tennessee Williams, dirigida por Nair Borges y producida por José Abreu.

Aunque tenía algunas dudas al escoger las obras de esa noche, especialmente porque no suelo ser aficionada al micro teatro y a los temas que suele abordar, me llamó la atención la temática diferente de esta obra en comparación con la mayoría de la cartelera, que tiende a ser de comedia poco pulida, en mi opinión, así que decidí apostar por ella.

Auto da fe, a pesar de ser un texto corto, resultó ser uno de los más intensos escritos por el dramaturgo norteamericano. La obra narra la tragedia que ocurre después del encuentro fortuito de una fotografía obscena.

Destacaron las brillantes actuaciones de dos jóvenes y talentosos actores: Mardeleba Sulbarán, quien representó magistralmente a la madre castradora, fanática religiosa y moralista de Eloi (Kevin Génova), un joven cartero con aparentes deseos homosexuales reprimidos. La historia se desencadena después de que Eloi encuentra una fotografía de dos hombres desnudos mientras seleccionaba las cartas en el correo, lo que desató sus tormentosos deseos ocultos y los condujo a una tragedia inevitable.

La puesta en escena fue impecable. Tanto Mardeleba como Kevin lograron sumergirnos en su mundo con interpretaciones poderosas y auténticas. Mardeleba transmitió a la perfección la rigidez y los traumas de su personaje, mientras que Kevin expresó la angustia de Eloi con tanta destreza que nos contagió sus emociones y nos mantuvo en vilo, sin saber cuál sería el desenlace.

La estética de la pieza también fue cuidadosamente trabajada. La escenografía meticulosa nos transportó a una casona de New Orleans en los años cuarenta, con el uso acertado de colores oscuros en una combinación triste de grises, negros y marrones. Además, el vestuario y maquillaje apropiado contribuyeron a la representación magistral del teatro realista. La iluminación se mantuvo sutil, ya que el texto maravilloso, la dirección impecable y las actuaciones magníficas no necesitaban más adornos.

La fidelidad al texto original fue notoria, lo cual, desde mi perspectiva, también contribuyó al éxito de la puesta en escena. El resultado fue como disfrutar de un postre exquisito en el que cada ingrediente se complementa perfectamente para crear el máximo placer: el disfrute teatral.

En resumen, tanto la dirección, la producción, como la caracterización de los personajes merecen una calificación perfecta, un veinte sobre veinte. Por eso, sin ninguna duda, los invito a vivir esta experiencia de buen teatro en quince minutos.

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Las Misias… ¿Un sainete cargado sel siglo pasado?
por Ramón Suárez Arab

El viernes 04 de agosto se estrenó en Teatrex El Bosque Las Misias, pieza de Wilfredo Tortosa, dirigida por Israel Blanco, con las actuaciones del primer actor Nelson Lehmann, Victorino Leal, Gherfrans Sánchez, José Rodríguez y Alan Suarez.

Una madre, sus cuatro hijas y el difunto esposo de una de las hijas, son las piezas de esta obra humorística, donde nos cuentan la historia de Yonnaykel Toro, quien falleció dejando entrever su carácter de mujeriego. La historia se desarrolla en el velorio donde, además del elenco, se cuenta con la participación del público quienes figuran a lo largo de toda la puesta.

Las Misias está sugerido como un nuevo sainete venezolano, tiene un tono burlesco y expone temas populares mostrando las costumbres y caricaturiza muchos aspectos de nuestra sociedad, recurriendo para ello a la exageración de los conflictos, siempre echando mano a lo cómico.

La puesta en escena procura dar una sensación inmersiva del funeral, donde en forma muy divertida se inicia fuera de la sala convirtiendo al público en parte del cortejo fúnebre rompiendo la cuarta pared y siendo protagonistas de la historia.
La puesta en escena es correcta en la recreación de una sala funeraria, donde la participación de parte del público hace creíble la concurrencia a la capilla ardiente. Las exageradas actitudes de las hermanas y el fuerte rigor de la madre generan situaciones graciosas que el público celebra, especialmente durante la primera mitad de la obra. La variedad de música utilizada y números coreográficos imperfectos, intencionalmente, parecieran superar y desvanecer el presunto clima de dolor que se debe vivir en el recinto. En algunos momentos se reiteran algunos chistes que dejan de impactar por la recurrencia, juegos de luces repetitivos y en algunos momentos una sensación de desorden en la escena que resta la impecabilidad de lo que se muestra. El aspecto fundamental donde todas las hermanas fueron mujeres del difunto y que debería explotar algo del conflicto, se diluye en la intermitencia de chistes y recriminaciones. Pudiera haberse desarrollado más, pero la intención de la puesta es divertir y por tanto se diluye.

Los personajes: María Sacrificio (la suegra) (Nelson Lehmann), impecable, con gran donaire y muy gracioso en su actuación, especialmente porque este personaje fundamental, tiene momentos donde respira y esto permite disfrutar sus acciones al reiniciar la avalancha de situaciones que genera. María Resignación (la Viuda) Gherfrans Sánchez y María Martirio (Carlos Rodríguez) unas de las cuñadas, con gran trabajo físico que denota la preparación que tuvieron, son muy parecidas en la actitud y en su vestuario y cabello. Pudieron haberse diferenciado un poco más, no así María Suplicio (Alan Suarez) con su media lengua y acento maracucho, distrae y alegra, pero a veces confunde un poco la comprensión del parlamento. Mención especial merece el personaje de María Tormento (Victorino Leal) quien mantiene la línea jocosa, inclusive sin decir parlamentos, arrancando aplausos del público en un breve monologo en su actuación.

Las Misias cumple con las características del sainete (pieza teatral con temas jocosos tocando aspectos de carácter popular), pero un alto porcentaje de los chistes y situaciones recreadas, evocan información, marcas, comerciales, cantantes del siglo pasado, anterior a los noventa, por lo que no todo el público podrá entender lo gracioso de los planteamientos. Las Misias es una obra para divertirse y procura en su interacción directa con el público, una propuesta diferente que es muy atractiva por lo particular de esa situación.

domingo, 2 de julio de 2023

Los Emigrantes, volvieron a su patria.




                                                                                              Foto: @leonorafoto


El pasado mes de junio en el Espacio Plural del Trasnocho Cultural, pudimos disfrutar de la puesta en escena de la pieza teatral Emigrantes, llevada a cabo por los integrantes del Grupo Emergente de Caracas (radicados ahora en México hace ocho años) Quienes decidieron traer a su terruño una de sus piezas más exitosas en suelo Azteca y así conmemorar quince años de trabajo sobre las tablas.

Desde finales del siglo pasado, el venezolano se transformó en inmigrante. Extrañamente una tierra llena de bondades y riquezas se sumió en el cambio político y social que la llevó al debacle económico y un gran número de sus habitantes decidieron partir y buscar mejores horizontes donde prosperar; hoy en día después de más de 20 años los venezolanos suman cerca de siete millones de personas que se han refugiado en varios países del mundo, sumando uno de los grupos de mayor movilidad hacia otras latitudes.

Hablar del exilio en el exilio, no debe ser tarea fácil, pero sí necesaria y por lo tanto los actores: Jesús Delgado y Sebastián Torres decidieron cobijarse bajo las letras del dramaturgo polaco Slawomir Mrozek (1930-2013), quien en los años setenta del siglo pasado, escribió este diálogo entre dos hombres (un intelectual-político y un obrero) de la misma nacionalidad que coinciden en una habitación de alguna urbe extraña a ellos, muy lejos de su patria natal y realizan una revisión de sus posturas, ideologías, filosofías de vida, pero sobre todo de sus dolores.



Delgado es acompañado en la dirección de este nuevo montaje por el maestro venezolano Dimas González también inmigrante (Actualmente reside en España) logran una puesta en escena eficaz, sencilla y sin espectacularidad que da la supremacía al texto y a las interpretaciones y se preocupan por despojar de artificios a la escena para lograr la conmoción en el espectador y que el mensaje llegue.

Sin duda un mensaje que golpea fuerte dentro y fuera del país, estos hombres inmersos en sus posturas contrarias tratando de sobrevivir el desarraigo son un espejo de muchas familias desarticuladas que hoy en día sólo pueden encontrarse a través de la tecnología en frías pantallas que tratan de hacer menos dolorosa la distancia física.

Emigrantes, del Grupo Emergente (de Caracas) representa el llamado de atención y denuncia a la enajenación del sistema que trata de aprehender cada vez a más gente en la difícil tarea de tratar de vivir mejor contra viento y marea, aunque para ello tengamos que sacrificar: afectos, familia, trabajos, salud, estudios, y hasta muchas veces la dignidad.

Pese a las distancias geográficas este espectáculo presentado en Caracas, nos deja un aire de nostalgia y conmoción, sin duda a los que estamos aquí y a los que lo puedan ver fuera. Sin embargo, queda el bálsamo de saber que también podemos exportar extraordinarios teatristas que demuestran allende nuestras fronteras que al teatro venezolano le sobra talento y se puede medir en cualquier escenario internacional con una calidad máxima.  

@luisalbertor.


sábado, 28 de enero de 2023

El melodrama de La Monstrua.


                                                   Fotografía: Pablo Bayley @pablobayley 

El pasado jueves 19 de enero en los espacios del Centro Cultural BOD en Caracas, se realizó el estreno del monólogo La monstrua, original del dramaturgo uruguayo Ariel Mastandrea, protagonizado por la reconocida actriz Gledys Ibarra, bajo la dirección de Rossana Hernández y la producción de Carolina Rincón, quien con este espectáculo inaugura un nuevo proyecto teatral llamado: Productora de sueños.  

La obra cuenta la historia de Cornelia De Longue, una mujer que ha crecido en el circo Las ilusiones, donde realiza el número de la mujer barbuda, por lo tanto, considerada como un fenómeno y expuesta a la vista del público como algo extraordinario. Por su condición “anormal”, Cornelia es exhibida para que sean “los normales” quienes colmen la arena del circo y se diviertan al observar “eso” que no tiene explicación, a esa “olvidada de Dios” como ella misma se califica al iniciar su presentación.

Varios planteamientos filosóficos se proponen en este “Unipersonal patético”, como la califica su autor. Se trata de un texto profundamente reflexivo, donde se trata de transitar, a través de la ironía y el humor negro, los caminos de la forma en cómo miramos la otredad y cómo las sociedades han establecido parámetros y reglas que causan la discriminación y la violencia. Además de revisar los problemas ontológicos de La estética y lo bello ¿Qué es lo bello? ¿Quién determina lo feo y lo bello? Mastandrea ayuda a que las sombras del ser humano se pongan de manifiesto.

A través de la narración de su historia, Cornelia va desvelando su cruel vida y cómo la ha transitado. Tratar de entender qué le sucede, por qué ser diferente a la mayoría no le ha impedido sentir como todos a pesar de su aspecto exterior, hábilmente el autor nos conduce a la identificación con la protagonista y su dolor, por lo que se convierte en la heroína de su drama.

                                                   Fotografía: Pablo Bayley @pablobayley

El autor, utiliza la estructura melodramática en donde asistimos a conocer la historia de un personaje que tiene que librar la batalla de sus oponentes quienes sin piedad le han causado un terrible daño moral y físico por su condición, lo que la hace (como en el melodrama clásico) tomar el camino de la venganza para reivindicarse y es ahí donde inmediatamente hace conexión para permitir la catarsis junto al espectador, ya que éste, al sentir la compasión por ella inmediatamente la redime y la coloca en su sitial de heroína.

Peligrosa interrogante la que el dramaturgo nos propone: ¿La venganza ejecutada por nuestras propias manos es la forma de encontrar la justicia? Es aquí entonces, donde sentimos que la condición física de Cornelia, poco importa, ya que la ejecución de la traición de la que es objeto, la realizan los personajes referenciales, no por su circunstancia de monstrua, si no por la ambición. Su resolución final nos ubica claramente en una postura que recuerda a El conde de Montecristo, novela que ha inspirado los mayores melodramas del mundo: “¡En toda historia hay siempre un lugar para la venganza, que es lo mejor que le puede pasar a la justicia!” afirma Cornelia hacia el final de la obra.

Este particular es una decisión que toma el autor, como todo escritor, es su forma de contar la historia de “los diferentes”, sin embargo, esa denuncia, posición crítica, llamado de atención, acerca de la tolerancia, el respeto y la aceptación, a nuestro parecer, queda un tanto desdibujada empujándonos a presenciar una historia de venganza a un amor traicionado. Correcto o no es una decisión dramatúrgica.  Entonces, ¿la monstrua es “monstruosa” por su aspecto o por su acción? Duda que dejamos sobre la mesa para que el espectador decida, a fin de cuentas, es él quien tiene la última palabra.    

La Monstrua venezolana

El anuncio de uno de los primeros estrenos del año nos trajo el reencuentro con una actriz idolatrada por el público venezolano y quien se ha ganado a pulso su sitial de primera actriz en sus innumerables interpretaciones en la televisión, cine y teatro. Quien además después de siete años viviendo en Inglaterra, decide estrenar su primer monólogo en su suelo materno. Coincidencias felices, una de nuestras más sagaces productoras, Carolina Rincón, crea su propia compañía productora y quien además también estuvo alejada de nuestras tablas y convoca a dirigir a una de las directoras venezolana que más ha resaltado en los últimos años con sus audaces propuestas, Rossana Hernández. Tres fuertes pilares sostienen este espectáculo que profesionalmente han ganado su prestigio en nuestro mundo cultural.

La propuesta de Hernández, refuerza la teoría del autor. Decide concentrarse en la historia y la narración de las circunstancias de la protagonista, apoyada en una acertada estética de creación de atmósferas a partir de la impecable iluminación de José Jiménez. Difícil tarea es la que enfrenta por el espacio escénico en el que decidió realizar la puesta (Auditorio de conciertos del Centro Cultural BOD), ya que es una sala en donde el espectador se ubica frontalmente de ambos lados del escenario (En forma de “V”) lo que dificulta la frontalidad del espectáculo reto técnico que compromete de sobremanera el diseño espacial del montaje.

                                                   Fotografía: Pablo Bayley @pablobayley

No hay énfasis en lo grotesco y esperpéntico del personaje, es una decisión, válida. Hay acento en la dirección actoral y en el correcto decir del texto para entender la historia. Apoyada en la veteranía de su actriz, Hernández busca resaltar los momentos más sublimes y dramáticos que tiene el texto y les saca provecho creando sutiles fotogramas que impactan el ojo del espectador. Apegada a un hiperrealismo escénico que se aleja de lo oscuro y patético que pudiera sugerir el texto. Y así lo trabaja con su actriz.

Por su parte, Ibarra comprende la dimensión del personaje, apuntala el mensaje filosófico del autor, entra de puntillas en el drama, se sumerge y fluye en el texto con seguridad y aplomo, hace que la historia llegue al público que se compadece de su heroína, la entienda y la acompañe en su monstruosa acción. Sin artilugios, ni espectacularidad, a veces tímida y cuidadosa, va de la mano de su directora y se deja llevar.

Una impecable producción de Carolina Rincón respalda las decisiones de la dirección, en donde todos los elementos estéticos confluyen para reforzar la anécdota que el espectáculo quiere llevar a la platea.

En síntesis, La monstrua  convoca a desatar las dudas y confrontar filosóficamente a un espectador que vive una época en donde la fachada es lo más importante y la aprobación de la exposición personal es lo que cuenta, dejando de lado la verdadera esencia de eso que llamamos “ser”. Justifiquemos o no las resoluciones a las que apela el personaje para su redención. Particularmente sentimos que hay una dificultad suprema en manejar este tipo de caracteres patéticos y creemos que llevarlos hasta las últimas consecuencias de su desgracia sería una forma escénica de reforzar el discurso, en contraposición al melodrama propuesto por el dramaturgo. Lo terriblemente feo y grotesco puede ser lo más bello y sublime.

Luis Alberto Rosas A. 

@luisalbertor