domingo, 29 de junio de 2014

El silencio tiene memoria

Lo estrenaron en la UCAB y ahora lo muestran en Santa Fé
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit


Por ahora seguirán presentándose en el Teatro Santa Fe los viernes y esperan viajar  a Miami durante el venidero octubre. Esos son los planes de Virginia Aponte y su AGOteatro, la veinteañera agrupación profesional de exalumnos de la Universidad Católica Andrés Bello, quienes insisten en mostrar un  espectáculo, bien actuado y de amargo rotulo  poético. Este Memoria  del silencio es vital e importante para el ahora de Venezuela y América entera, porque replantea un descarnado análisis desde la  razón, la sinrazón  y los sentimientos de las existencias de quienes viven o vivieron el proceso revolucionario de Cuba, iniciado aquel 1 de enero de 1959.

Memoria del silencio es el testimonio de las hermanas Lauri y Menchu, separadas por la revolución. Una, a los 18 años, va a Estados Unidos para seguir a su amado Robertico, y la otra se queda en La Habana por estar con su adorado Lázaro. Después de 40 años, cuando ya no tienen a sus caballeros,  se  reúnen y materializan sus historias vividas desde experiencias tan distintas que podrían parecer irreconciliables. Tal reencuentro les permite soltar fantasmas  creados durante cuatro décadas de silencios y martirios, y es así cuando se preguntan si conocieron la felicidad, o si todos fueron sueños o espejismos fugaces. Y cuando despiertan  deben proseguir su ruta hacia la salida, tras admitir que fue engaño o equivocación, pero al menos vivieron y conocieron ramalazos del amor. ¡Existencialismo a la cubana!
 
Memorias del silencio es una estrujante versión, adelantada por Virginia, de la novela homónima de  Uva de Aragón sobre hechos que ella vivió y sufrió, quien además la puso en escena para que la encarnaran Soraya Siverio, Lucrecia Baldasarre, Carlos Domínguez y Unai Amenabar, todos patéticamente entregados a sus pensados y sentidos roles humanos.
 
Hacía muchos años que no veíamos correr lágrimas de verdad ni contemplábamos el húmedo sudor de cuatro seres, empeñados  en enseñar con sus personajes dos amargas historias de soledades y desatinos, donde la realidad solo se recupera en pocos momentos: cuando devoran sendos helados de chocolate en platillos metálicos, o bailan los cálidos ritmos cubanos.


Con Memorias del silencio continúa Virginia Aponte suscitando y proponiendo urgentes reflexiones sobre temas trascendentales para la comunidad caraqueña, como son la necesidad del encuentro y el afecto. Ninguna otra artista adelanta tal proeza y Venezuela se dará cuenta de tan valiosa acción cultural cuando sus artífices se marchen a otros destinos. Ella (llegó de La Habana hace unos 50 años) no se muda ni deserta todavía. Y menos ahora que ha producido y exhibido este espectáculo, que no es exaltación ni anatema, sino dolorosos y lacrimógenos testimonios de dos hembras que se descubren abusadas y solitarias. Hay millones de féminas quienes  se preguntan el por qué y el para qué de tantos desatinos con  ellas y sus familias por ideologías que aún son irreconciliables.

No es un juego

Por Carlos Herrera
@cehs1957
@avencrit
En la dinámica de los distintos proyectos escénicos que se concretan por los grupos preocupados del teatro infantil es raro percibir su inclinación a tocar los llamados temas tabú. Esta clase de temas abordan situaciones, tocan asuntos sobre aspectos relacionados con las problemáticas del niño, púber o del adolescente que estén acordes a lo que bien se esgrime calladamente en el seno familiar como se sabe pero no se discute; incluso, a lo largo de los años, tópicos como el abordaje sobre el amplio abanico de lo sexual, el abandono de los progenitores, las secuelas que se genera con el divorcio de los padres, el maltrato o el desinterés por lo que son los intereses de la niña, niño o adolescente, es dejado de lado porque aun la dramaturgia nacional no tiene auténticos dolientes capaces de construir fábulas que deban ser escenificadas por grupos teatrales comprometidos y responsables que vean que las tablas no es solo cuestión de evasión o entretenimiento para el núcleo familiar a la hora de asistir a tal o cual espectáculos los fines de semana. Incluso, si el tema es áspero o difícil de explicar por el adulto al niño, ello termina por convertirse en socio cómplice para seguir manteniendo cierta clase de paradigma en cuanto a lo que, desde la escena se desea conseguir más allá de un simple momento educativo o de solaz.

El tema de tabú sociológicamente hablando, es un tipo de trama que por sus cuatro costados debe y merece contar con una dramaturgia seria como respetuosa; merece tener grupos, directores y actores capaces de saberla trabajar y exhibir sin rayar en lo superfluo o lo banal; es un tipo de teatro que en pleno s. XXI aun está en pañales aun cuando aspectos y elementos como la violencia superan con creces, parte de las tramas que más de las veces uno como espectador percibe tras algunas historias orientadas a ser aprehendidas por el niño espectador. Es preferible edulcorarlas, tergiversarlas o manipularlas desde otras perspectivas que afrontar el asunto con la seriedad que amerita. El tema tabú dentro del teatro para niños, hoy por hoy, parece exponer la ineficacia de nuestros autores y creadores de la escena como un asunto que se debe seguir postergando incluso, porque ello tampoco es lucrativo en materia de atraer de forma consciente a un espectador con capacidad de considerar que esos asuntos no le habrán de interesar. Evadir el tema tabú u relegarlo a unos pocos atrevidos es la respuesta que en estos años uno como hombre preocupado por ver un mejor teatro para niños y niñas ha ido constatando.

El pasado domingo en la sede del Teatro La Colmenita Bolivariana situada en Maripérez, la articulación de coproducción dada entre Teatro El Chichón y Producciones Cacique, nos proporcionó uno de estos temas que deberían estar siendo tocados de forma más diversificada en los teatros del país. Me refiero al estreno de "No es un juego", texto teatral de la autora Carmen Milagros Oseches Dam quien asumió con coraje "la realidad que viven a diario nuestros niños, niñas y adolescentes a causa del maltrato infantil, la incomunicación entre padres e hijos y la influencia de los vídeos en el comportamiento cotidiano". Con una puesta en escena sincera, desprolija de efectismos, con una actitud plena de contar y mostrar las reglas del teatro y con asertivo idea de los sus actores (Yuvanoska Rodríguez y César Güariman) debían conferirle al paso de las etapas de niño/púber/adolescente tenían que otorgarle a sus personajes, hizo que la dirección de Eliezer Paredes tuviese mucho que decirnos y que confrontar más allá del simple espectáculo que más de las veces uno verifica en otras salas de la capital.

Trabajo digno desde la verdad física y la articulación de que decir y cómo decirlo sea bien en lo dialógico o las acciones lúdicas por parte de los jóvenes histriones que encarnaron a personajes que sabemos existen, por la pulcritud de un montaje alejado de lo anestésico sensorial y enfocar que hay valores pedagógicos y morales que se deben construir ante el ojo del espectador, sumando la experiencia de la producción de dos colectivos que, por lo menos aspiran cambiar los desgastados paradigmas de temas y asuntos de un teatro infantil aun fuertemente tejido por los paradigmas de princesas, dragones, monstruos o, desgastados maléficos. Es un teatro consciente como necesario. ¡Ello no tiene precio!

“No es un juego” más allá de hadas, princesas y dragones.


Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit

 

El 28 de junio de 2014, Día Nacional del Teatro, es un día de celebración para todos los que decidimos dedicarnos a este noble arte en Venezuela, y la mejor manera de celebrarlo es ir a ver teatro; esta vez escogí ver un montaje para niños y adolescentes del histórico grupo El Chichón en coproducción con una naciente agrupación Cacique producciones, NO ES UN JUEGO escrita por  Carmen Oseches y bajo la dirección de Eliecer Paredes; pieza que se inscribe dentro de lo que hemos llamado teatro tabú, el cual contempla aquellas temas y contenidos que casi nunca son tocados dentro de  los montajes para niños; en esta ocasión el trabajo está estructurado en tres partes o en tres premisas; la primera, la violencia física contra los niños; la segunda ,la violencia causada por los videos juegos y la tercera, el exceso de libertad que algunos otorgan a sus hijos, convirtiéndose, así,  en sus amigos para abandonar sus roles de padres.

La puesta en escena minimalista en una ambientación totalmente blanca cumple el objetivo de neutralizar cualquier referencia  espacio temporal, lo que permite hacer los cambios que requieren cada historia, las cuales fueron desarrolladas a cabalidad. Es una dirección limpia, elegante, precisa que dimensiona el texto en la justa medida de su contenido. La iluminación y la musicalización trabajan en función del montaje.

Las interpretaciones de los jóvenes actores Yuvanoska Rodríguez y César Guarimán muy precisas y bien proyectadas. Sólo una acotación a Guarimán, debe cuidar la proyección de voz, que a veces se perdía el diálogo porque no se escuchaba; sin embargo, sus creaciones de personajes fueron atinadas.

El grupo Chichón brinda la oportunidad a las nuevas generaciones de mostrar sus trabajos, algo por lo cual los felicito, además de que estos jóvenes han empezado con buen pie y nos muestran un teatro para niños y adolescentes que va más allá de hadas, princesas y dragones para abordar la realidad con un significante estético y creativo.

Recomiendo altamente este pieza NO ES UN JUEGO porque es un creación interesante, inteligente y divertida amén que nos enseña una realidad que debe ser cambiada.

domingo, 22 de junio de 2014

Cuando el día viene mudo

Por Carlos Herrera
@cehs1957
@avencrit

Creo que, a la fecha, la dramaturgia del escritor y director teatral peruano Diego La Hoz (Perú; Lima, 1971) o ha sido poco o nunca escenificada en las tablas caraqueñas. Autor contemporáneo, que persigue hurgar tras la concreción de sus obras teatrales (Paréntesis, Fe de ratas; Los funerales de Doña Arcadia o la pieza infantil, Un príncipe para tres princesas) desde un acercamiento en torno a los asuntos relativos al ser y su relación con su mundo interior o ir delineando una temática que tienda a crear vasos comunicantes al tiempo social de su país y por ende, del latinoamericano.

En esta oportunidad, La Hoz ha contado con el esfuerzo creativo y artístico del director y también dramaturgo, Jan Thomas Mora Rujano, quien al frente del Grupo JAVAR (Jóvenes Actores de Vargas) nos expone a un colectivo artístico que ha venido contando en su haber, con unos inocultables trece años de actividad (fundado en Mayo del 2000) y cuyas directrices que sostienen su accionar artístico ha estado fundamentado dentro del territorio de la: “formación, investigación, promoción y difusión del hecho teatral”. Han estado allí, efectuando una labor callada pero al mismo tiempo, perseverante la cual siento debe expuesta al lector porque son artistas preocupados porque la escena local y regional del país tenga otras voces distintos a los que configuran la perspectiva del denominado arte profesional consolidado.

     Para un director / autor como Jan Thomas Mora, asumir desde el año 2010, con el estreno de la pieza de La Hoz, Cuando el día se nos viene mudo (2006) a otro creador latinoamericano poseedor de su propio talante y perspectiva de lo que desde su visual debe ser expresado al espectador de este siglo. Jan Thomas Mora sin egoísmos y de forma loable establece una comunicación y un vínculo entre visuales escénicas binacionales que siempre favorece la divulgación de países hermanos. También se plausible el hecho que para el director del grupo JAVAR haya sido positivo el haber depuesto temporalmente la prosecución de sus objetivos como autor/director y asumir el reto de escenificar a otro creador cuya obra merece contar con el encuentro de otros públicos.

    La propuesta de escenificación que ofreció fue sintética como austera de efectismos; fue centrada en la labor del actor como eje para construir el universo de sus situaciones dramáticas: el encuentro de un dos jóvenes llamados Pablo y Sebastián que al pasar una noche, colocan entre ellos la evocación de una niñez que les ha unido en amistad sino los enredijos de sentimientos y una pasión acallada. Por ende, la dirección enfatiza más que componer una parafernalia que sobresaturase lo discursivo, prefirió darle hasta fuese la capacidad compositiva de estos histriones, buscar elementos de verdad orgánica para que los parlamentos tuviesen un asidero fluido como pleno de credibilidad. La planta de movimientos la armó conjugando tanto al inició como en el desarrollo de la trama con un hilo coreográfico a fin de generar poesía cierta poesía de las cosas que no se dicen pero que si se desean, anhelan o hace que adquiera significado esencial para su futuro devenir como seres que se sostienen en la realidad del ojo social.

    Las actuaciones ofrecidas por Gabriel Sulbarán y Elmer E. Pinto sin muchas pretensiones lograron ser creíbles, bien sostenidas y con una capacidad de conocerse el uno en el otro. Francos, dispuestos y perceptivos lograron componer sus personajes de manera sustantiva y aferrándose dentro de lo que les era permitido, a sus fortalezas y debilidades técnicas pero siempre atentas a que sea el espectador quien les evalúe al final de la representación. Un trabajo sincero y comprometido.

    Con la reposición de Cuando el día viene mudo en el Teatro Principal bajo la programación del Circuito Teatral de Caracas nos hace ver la energía y tesón de un grupo por estar en franca sintonía con el tiempo actual. Es una propuesta que, muy bien debe continuar en temporada.

Andy Ramírez y Abdón Villamizar

"Bingo" de Román Chalbaud prosigue en la escena venezolana
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit

Los personajes teatrales son eternos en los escenarios. Y los seres humanos pueden  aspirar a esa inmortalidad, atribuida a los dioses, cuando un escritor los materializa en sus obras. Eso lo enseñó Isaac Chocrón Serfati cuando apuntaló la fundación de la Escuela de Artes de la UCV, en 1978.

Román Chalbaud lo ha demostrado con Bingo y así rescató para la eternidad a un inmigrante venezolano. Y yo lo hice con otro trashumante criollo en El fantasma de Bonnie. Ellos realizaron en Nueva York sus ciclos vitales y ahora desde la escena predican sus luchas por la libertad y el amor.

Las fantásticas sagas de los habitantes neoyorquinos inspiraron a Chalbaud, en los años 80, y es desde el pasado 26 de abril que Bingo convoca a los caraqueños  con el espectáculo creado por Costa Palamides.  No pretende dar recetas para aprender a vivir. Plasma una ficción ambientada en un apartamento, durante un día invernal, y centrada en latinoamericanos, dispuestos a divertirse jugando al bingo y para ello contratan a un misterioso visitante: el venezolano  Andy Ramírez (encarnado magistralmente por Ludwig Pineda).
 
Lo que ocurre deja sin aliento al público porque cada uno de esos seres, crea  una densa atmosfera erótica, no solo visual y verbal, sino que suscitan interrogantes porque quieren conocer más y más de todos ellos, sobre sus orígenes y sus etapas anteriores. Chalbaud rompe lanzas y reitera, por intermedio de esos personajes como la andropausia  y la menopausia no asesinan el instinto sexual, el cual es tan  fuerte como el instinto de la sobrevivencia, y  que todos ellos usan como elixir para una juventud momentánea y mantenerse activos.
 
Otra faceta de la pieza es el lenguaje utilizado: el cual va de lo agresivo a lo amoroso, porque todos ellos demandan afecto y ayuda para sobrevivir. Y no podía faltar una denuncia política: la miserable explotación a que es sometido el inmigrante, quien tiene  que hacer de payaso para subsistir o recibir una cama o un pan como recompensa.
 
Este Bingo, que es una pieza cosmopolita, quizás la mejor obra que Chalbaud ha escrito, seguirá muchas semanas en cartelera.
 
Nosotros en la metrópolis neoyorquina,  durante los 80, conocimos al  tachirense dramaturgo y director teatral Abdón Villamizar, quien murió en la mañana del 27 de mayo de 2014, tras vivir ahí  los últimos 52  años  de  su  ruta existencial, pero no él pudo verse en el montaje de El fantasma de Bonnie, estrenado en 2011 por el director Dante Gil en la Sala Rajatabla y después mostrado en España y otros países con las actuaciones de Ulises Acosta y Henry Pantoja.Participo en el Primer  Festival de Teatro de Caracas, organizado por Fundarte.
 
Nuestro Abdón mora en un apartamento caraqueño donde es visitado por un discapacitado, en silla de ruedas, quien lo acosa a preguntas porque necesita hacer una tesis sobre Carlos Giménez y graduarse en Unearte. Eso no es más que un pretexto del visitante Anthony para conocer al  veterano escritor y profesor, quien alista un viaje sin destino para huir de sus fantasmas,  como el de su doberman Bonnie que lo acompaña hace años. 

En la sala Rajatabla se materializó tal interesada amistad entre los solitarios seres quienes aceptan conocerse y probar si pueden compartir sus cargas existenciales hasta que el hastío o la vida los vuelva a desunir.

jueves, 19 de junio de 2014

El teatro también es rosa

Por Joaquín Lugo
@joaquinlugo
@avencrit


En la Sala Experimental del CELARG, se está celebrando por primera vez en Venezuela el Festival de Teatro Rosa “Estamos aquí”. Este evento, organizado por Elvis Romero y Bruno Mateo, tiene como intención reunir una muestra de montajes que abordan la temática de la diversidad sexual para así reivindicar a la llamada comunidad LGBTI del país. Además, incluye exposiciones, conferencias y lecturas dramatizadas.

El festival es algo novedoso en un país profundamente machista y que ve la diversidad sexual con una carga de prejuicios. Al diferente se le percibe mejor a través de los chistes que solo reflejan un estereotipo. Para muestra, están las expresiones homofóbicas de varios representantes del gobierno nacional y que han recibido el rechazo de una serie de organizaciones.

Dentro de la muestra, tuve la oportunidad de apreciar el monólogo: Un hombre, cuatro estaciones, dramaturgia y actuación del cubano Luis Carlos Boffill y dirección de José Manuel Peña, quien falleció antes del estreno de la primera temporada de la pieza.

Ernesto relata la historia de Miguel Ruiz, homosexual, que se crio desde muy pequeño a su lado en La Habana. Miguel tuvo que transitar una vida de desprecio, humillación y frustraciones debido a su sexualidad, sin embargo esta condición no evitó que Ernesto se hiciera su amigo y lo comprendiera desde su heterosexualidad y desde el ideal machista presente en la mayoría de las sociedades latinoamericanas. Con este argumento, Boffill crea un texto que mantiene la estructura clásica del monólogo. La pieza es una confesión de Ernesto a los espectadores mientras relata la vida de Miguel.

La puesta en escena creada por Peña es sencilla pero precisa. Se concentra en la historia que se cuenta con la recreación de algunas situaciones para dar mayor fuerza al drama. Los elementos escenográficos son los mínimos, aunque un mueble es el mayor punto de concentración. La trama se desarrolla con buen ritmo e intensidad. El público es conducido por las vidas de Ernesto y de Miguel dejando a cada uno la capacidad de juzgar e interpretar los sucesos. El único aspecto discordante es la iluminación que no abarcaba todos los espacios del escenario y no cubría el mueble cuando éste se iluminaba directamente. A veces, la premura de un festival, que exige el montaje y desmontaje de cada espectáculo, conlleva a estos fallos.

Sin embargo, la actuación de Boffill llena el escenario con veracidad e intensidad. Cada situación relatada es vivida sobre la escena con cuerpo y voz.

Queda de nuestra parte seguir viviendo con prejuicios o respetar y comprender al otro en sus diferencias e ideas.

Bohemios y compadres

Por Joaquín Lugo
@joaquinlugo
@avencrit


El Espacio Plural del Trasnocho Cultural posee una oferta atractiva. En el horario vespertino, Encuadre Teatral y NM Producciones presentan Postales de bohemia, producción general de Norma Monasterios, dramaturgia y dirección de Katty Rubesz.

Seis personajes icónicos de la bohemia latinoamericana del siglo XX coinciden en una plaza. Pita Amor, poetisa mexicana, Ana Jacinta Crespo “Ninón”, primera humorista gráfica de Venezuela, Francisco Delfín Pacheco, pionero de la música cañonera, y Rafael Michelena Fortoul “Chicarrita, poeta gastronómico larense, son reunidos por Conny Méndez, artista venezolana, polifacética y creyente de la metafísica cristiana. Con este grupo de personalidades, Rubesz crea una serie de escenas que sirven para descifrar sus virtudes y defectos. Comedia, amor y, sobre todo, música ocurren en el escenario para mostrarnos una parte de lo que somos como continente y como país.

El trabajo actoral con apoyo del canto están bien logrado. Marisol Matheus como Pita, Norma Monasterios como Conny, Claudia Nieto como Ninón, Jesús Hernández como Chicharrita y Jean Manuel Pérez como Francisco capturan la esencia de cada rol, acompañados cabalmente por Mery Rosales como Ruperta. Una iluminación precisa para marcar los cambios, un vestuario que maneja apropiadamente el símbolo de cada carácter y la encomiable dirección musical de Rafael Pérez Muñoz complementan esta propuesta que permite minarnos con esperanza frente a la crisis que vivimos.

En el horario nocturno, Jota creativa presenta Compadres, texto de Javier Vidal, producción de Samuel Hurtado y dirección de Julie Restifo. La pieza muestra la relación entre Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez desde el movimiento de Aclamación del primero cuando vuelve a la presidencia de Venezuela y la traición del segundo cuando asume el poder aprovechando que Castro está de viaje en el exterior. La relación entre los “compadres” es el eje central del texto para mostrar una Venezuela dominada por las ansias personales, el egocentrismo y la ignorancia.

Una ambientación correcta en el estilo de la época, acompañada de un diseño de vestuario excepcional, forman parte de una puesta en escena bien conducida. Las actuaciones de Juan Carlos Gardié como Castro y Antonio Delli como Gómez son veraces en el manejo corporal y el matiz vocal de los “gochos”, secundados por la labor cabal de Jan Vidal como Eleazar López Contreras y Laura Gardié como la “Ninfa”.

Las situaciones del montaje se me hacen muy parecidas a la actualidad. El país no ha cambiado o los venezolanos tropezamos siempre con la misma piedra. Para pensar.

lunes, 9 de junio de 2014

A la valenciana

Por Carlos Herrera
@cehs1957
@avencrit

En concordancia con uno de los lineamientos que determinan la actual programación del CELARG sustentado en la posibilidad que: “La diversidad”, entendida como oda a las minorías que conforman la sociedad en la que vivimos. Puede comprender a distintos sectores de la sociedad en cuanto a temática y a protagonismo, tales como personas en situación de discapacidad (motora, visual, intelectual), afrovenezolanidad, feminismo frente a machismo, sexodiversidad, tercera edad, infancia abandonada, razas, credos, culturas, continentes, entre otros”.

Con ello se permite una serie de miradas en torno a cómo “valorar y considerar sin tabúes, como “la diversidad ha impactado en el siglo XXI” y está siendo capaz de provocar “una sociedad de inclusión, más amplia, más equitativa”. Así dentro del bimestre junio / julio del 2014 se está verificando como un nutrido grupo de colectivos provenientes tanto de la región capital como de las capitales de estado y con luz verde para exhibirse sin restricciones dentro deI I Festival de Teatro Rosa que organizó el CELARG

En sí, son variadas las agrupaciones que, a través de sus esfuerzos artísticos, estéticos y conceptuales han venido ofreciendo al público, miradas, tramas, asuntos, situaciones y conflictos que atañen al universo de la diversidad sexual, en especial, a los que toca la temática sexo diversa con el firme propósito de hacer valer “una manera de reivindicación de los derechos de la comunidad LGBTI del país” dentro del actual tiempo de cambio que experimenta la sociedad venezolana del s. XXI.

Uno de estos grupos que logré cotejar fue a Ceniza Teatro proveniente de la ciudad de Valencia (Edo. Carabobo); colectivo que manifiesta haber surgido alrededor del año 2010 “como respuesta a un trabajo académico que después toma fuerza para aventurarse dentro de la movida teatral carabobeña” busca articularse dentro de la necesidad de ofrecer mecanismos que brinden con sus trabajos una alternativa al espectador de su región. Su propuesta escénica presentada en el marco del Festival Rosa fue intitulada A la valenciana la cual fue expuesta por medio de las actuaciones de una joven plantilla actoral conformada por Yudith Curpa, Ángel Figueroa, Leonor Luque, Camille Sevilla, Jinely Alvarado, Andry Robles, Jogreher Vargas y Yean Luis Castillo bajo la actuación , dirección y adaptación efectuada por Jogreher Vargas del texto original escrito Steve Galucci buscando hacerla pertinente a lo que puede ser parte de la realidad del contexto socio moral que aún subyace como valores y conductas familiares de la región centro occidental del país.

El asunto de la verdad que debe afrontar un joven homosexual al tratar de salir del closet y asumirse con plenitud de derechos sociales e individuales ante la cerrada ortodoxia de una sociedad dominada por desvencijadas perspectivas morales sobre el tema sexual, tiene aun cosas que decirnos sobre nuestras heterogéneas maneras de ver al ser con tendencias sexuales distintas a lo que la “mayoría social” cree que es. Pieza denuncia, propuesta que trabajada dentro de los límites de una fórmula de grupo emergente con ganas de exhibir tenor de calidad tanto en lo expositivo de la producción como en el esfuerzo histriónico, tratan de hacer lo suyo en estos espinosos asuntos temáticos.

A la Valenciana fue pues, un trabajo sincero, que tenía sus problemas en cuanto a la capacidad de su plantilla histriónica de ser uniforme en ritmo, intención, fuerza compositiva y manejo técnico de lo que debe ser la verdad de cada personaje; sin embargo, en ellos, hay ganas y una imperiosa necesidad de constituir con este trabajo escénico, un elemento significativo de comunicación con el público y de ahí, les valoro. La dirección deberá ser más asertiva en seguir trabajando la cohesión interna de este proyecto porque el tema asumido tiene plena vigencia para lo que es la cosmovisión moralista de una sociedad como la carabobeña. Creo que sin entrar en detalles más minuciosos sobre que faltó o que se quedó en el camino esta agrupación empieza a transitar Ceniza Teatro deberá seguírsele y apoyársele para que sigan reforzando la dinámica teatral de las regiones.

domingo, 1 de junio de 2014

¡Justicia para Rafael Bolívar Coronado!

José Gregorio Martínez en el complejo rolde Rafael Bolivar Coronado
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit

El venezolano Rafael Bolívar Coronado (1884/1924)  no ha sido reivindicado honestamente por sus coterráneos. No ha tenido suficientes amigos ni urticantes intelectuales investigadores quienes subrayen qué hizo y como lo logró, porque, además, sí encontró múltiples obstáculos y hasta tuvo unos cuantos comportamientos ilícitos. Le ha  faltado, pues, su Heródoto o su Sófocles o quizás un sagaz Pericles para que en este incierto siglo XXI disfrutáramos su saga y sacáramos conclusiones, porque es un personaje digno de estudio, no solo porque escribió la letra de la canción folclórica Alma llanera, la cual cumple 100 años de su estreno, dentro de la zarzuela homónima, con la partitura que le hizo el director Pedro Elías Gutiérrez.

No obstante, los escritores Carlos Yusti, Oldman Botello y Rafael Ramón Castellanos rompen  audaces lanzas por este personaje y echan algunas luces sobre su pasado y su obra, que sí la tiene. Todo esto incluso ha servido para que la dramaturga Lupe (Thais Guadalupe) Gehrenbeck (Caracas,1957) se atreva a escribir la pieza  Bolívar Coronado, la cual hizo breve temporada en el teatro Principal, dentro del Circuito de Fundarte; producida por el Gimnasio de Actores y la directora Matilde Corral, apuntalada en las depuradas actuaciones de José Gregorio Martínez, María Alejandra Rojas, Teo Gutiérrez, Saul Mendoza, Ana Lucia Salamanca, Saúl Mendoza, Andreína Salazar, Jorge Roig y Melba González.
 
 
La pieza de Gehrenbeck se queda corta ante el audaz periplo del aragüeño Rafael Bolívar Coronado, quien se ganó una beca de El Benemérito para estudiar  en Europa y después terminó perseguido en España por los secuaces y los cónsules del dictador, por lo cual tuvo que emplearse con otros venezolanos, famosos como Rufino Blanco Fombona y hasta el mismo Andrés Eloy Blanco.
 
Gehrenbeck se fascinó tanto por los lances amorosos o   licenciosos del poeta truhan, como lo llama Yusti, y no lo saca de su cama o el catre del amor. No muestra sino que relata sus habilidades para plagiar  las obras de otros escritores y venderlas como suyas para sobrevivir y mantener sus damiselas. En fin un trabajador a carta cabal, quien firmaba lo que producía  el talento de otros destacados autores, algo que ahora es una pandemia entre la intelectualidad criolla contemporánea.
 
En síntesis, este texto Bolívar Coronado no está bien elaborado: falla su carpintería teatral y carece de poesía. Aquí  falló Gehrenbeck, cuya capacidad de trabajo e inteligencia ha demostrado en otras obras, la mayoría de las cuales han tenido largas y exitosas temporadas en distintas salas caraqueñas.  Su teatro incursiona en lo orgánico de lo aparentemente cotidiano o sin importancia; pleno de suspicacia femenina descubre profundidades insospechadas. En sus otros textos el humor siempre está presente, como ocurrencia inevitable.


¡Por ahora, el cuasi mítico Rafael Bolívar Coronado espera justicia!