jueves, 28 de febrero de 2013

"Hippos-Equino"

Wilfredo Tortosa y su agrupación Kabré Teatro tomaron el reto de adaptarla y llevarla a escena en la sala Rajatabla los días 23 y 24 de febrero con resultados que pueden considerarse a medio camino entre intención y concreción.



La eterna disyuntiva entre lo normal y lo que no lo es, entre los preceptos sociales y los anhelos individuales, ¿qué es lo sano? ¿Quién realmente está enfermo: el individuo entregado con fervor a una pasión propia o la sociedad castradora que se obliga a un deber ser? De estas consideraciones va “Equus” pieza original del británico Peter Shaffer estrenada originalmente en Londres en 1973, galardonada con el Premio Tony a mejor obra en 1975, y cuya temporada en Broadway llegó a tener como protagonistas a Anthony Hopkins y Peter Firth. 


A un consultorio psiquiátrico llega el caso de un adolescente al que una extraña obsesión por los caballos lo lleva a cometer un acto de brutalidad indecible. Detrás de su crimen, una personalidad perturbada lucha por surgir entre los escombros de una crianza signada por el fanatismo religioso y las apariencias morales. Se trata en esencia de un oscuro drama en el que el autor cuestiona como la sociedad moderna ha destruido nuestra habilidad de sentir pasiones, en una historia detectivesca con elementos del psicoanálisis. 

Wilfredo Tortosa y su agrupación Kabré Teatro tomaron el reto de adaptarla y llevarla a escena en la sala Rajatabla los días 23 y 24 de febrero con resultados que pueden considerarse a medio camino entre intención y concreción. La puesta en escena alude a un evidente abrazo entre matices de lenguaje cinematográfico y teatral. Se desarrolló básicamente sobre una plataforma giratoria central que, impulsada por actores fuera de escena, cambiaban las perspectivas, alejando, acercando o modificando el punto de vista del espectador, y también ilustrando los cambios de espacio y tiempo. La representación de los caballos con actores usando cascos de aluminio que imitan la cabeza del animal resultó visual e interpretativamente atractiva. 

Pero los aciertos logrados en proposición escénica, se vieron erosionados por elementos estéticos discordantes y actuaciones deshilvanadas. El vestuario, por ejemplo, no parece responder a la concepción alguna y pierde su significado expresivo. La iluminación, por su parte, logra su cometido y ambienta con satisfacción. Yurahi Castro en el papel de la psiquiatra -personaje conductor de la trama- no alcanza a construir una mínima cuota de personaje, incomprensible, no se asoma siquiera a la ingente duda de la doctora frente a la mediocridad de su propia vida y la libertad pasional del joven infractor, y que en esencia es el núcleo de la obra. El texto lo vocifera mecánicamente y con constantes trastabilleos. Hiram Gaviria y Nadeimi Armao, muestran fuerza y potencial pero requieren guiatura. Resalta sí, el esfuerzo del joven Alirio Valero por alcanzar el espesor psicótico del adolescente. La obra se muestra más como un trabajo en proceso que como un producto final. Necesita conexión entre los distintos elementos. Con empuje sostenido podría resultar en un drama psicológico exultante. 

Walter De Andrade 
Columna publicada en el diario Ciudad CCS el 28/02/2013

Festival de Teatro de Caracas 2013: una nueva edición, una nueva oportunidad.



Teatros recién inaugurados o remodelados como el “Simón Rodríguez”, “La Colmenita” (antiguo Tilingo), y la sala del antiguo cine Parque Central, se suman a la lista de nuevas infraestructuras. 

Caracas es nuevamente epicentro de la actividad escénica nacional con una nueva edición, la segunda, del Festival de Teatro de Caracas 2013, que desde el pasado 22 de febrero y hasta el próximo 10 de marzo tomará salas, espacios abiertos, recintos académicos y comunidades de toda la región capital. Con el lanzamiento de este festival en el 2011, organizado por la Alcaldía del Municipio Libertador a través FUNDARTE, asistimos no sólo a la retoma de un espacio clamado por el sector teatral, sino también a un reimpulso cuyo alcance traspasó los escenarios. Se recuperaron e incorporaron edificios teatrales que, luego de culminado el evento mantuvieron una programación continua, hecho aplaudido por tirios y troyanos. En aquella primera edición, se reunieron 80 grupos provenientes de todo el país en unas 160 funciones y más de 100 actividades académicas, previstas en un circuito de 13 salas, 08 espacios públicos y 30 espacios comunitarios. Realmente fue un gran banquete teatral del que participaron más de 700.000 comensales. 

Pero este inventario hubiese sido sólo un número anecdótico si la iniciativa no hubiera ido más allá del aplauso inicial. Uno de los temores pululante en aquél momento, bien fundado además por nuestra innegable historia de arrancar proyectos “maravillosos” haciendo de la primera piedra siempre “un momento histórico”, para dejarlos morir luego; era que el FTC 2011 no fuese cántico para una solo baile, y que su permanencia en el tiempo, en un acuerdo unánime, no sólo era deseable sino necesaria, para el teatro, para los que hacemos teatro, y para los que asisten al teatro. 

Para esta segunda edición se mantiene la pluralidad, convocando a grupos de diversas tendencias, apertura ésta por demás ejemplarizante y aleccionadora. Sus dimensiones y alcances aumentan: 120 compañías ofrecerán unas 250 funciones en 27 salas y 48 espacios comunitarios, en los que además se celebrarán actividades académicas, funciones de calle, foros críticos, talleres, exposiciones, conciertos. Teatros recién inaugurados o remodelados como el “Simón Rodríguez”, “La Colmenita” (antiguo Tilingo), y la sala del antiguo cine Parque Central, se suman a la lista de nuevas infraestructuras. 

Aplaudimos a la gente de FUNDARTE por retomar esta fiesta, y seguimos haciendo votos para que no se diluya en el tiempo. “Ver para creer” es el slogan de esta edición, y sí, seguiremos creyendo, ¡mientras veamos! 

Walter De Andrade
Columna publicada en el diario El Nuevo País el 26/02/2013

¿Diversos?

La resistencia ante lo diferente tiene en el ser humano implicaciones fatídicas. De ese rechazo, que no es otra cosa que miedo, se han originado aniquilaciones, genocidios, guerras, homofobia, xenofobia, maltratos y más, de una larga lista negra de atrocidades. Tan voraz como ridícula, esta realidad es abordada en la pieza “¿Diversos?” una producción del Taller Nacional Juvenil de Venezuela, co- dirigida por Jorge Cogollo y Costa Palamides y cuyas funciones tuvieron lugar en la sala Doris Wells de la Casa del Artista los días 23 y 24 de febrero en el marco del Festival de Teatro de Caracas 2013.

 La propuesta reúne en un mismo espectáculo dos textos: “El Manchado” de Ariel Barchilón y “Océano interior” de Walter Sánchez, ambos dramaturgos argentinos. En “El Manchado” se narra el encuentro de un hombre que acude a una repartición de empleos con el filtro de un sistema autoritario en el rostro de dos funcionarias. El hombre (interpretado por Larry Castellanos) aparece como un clown, como un ser único, de distinto semblante, nariz roja, ropas anchas, hablar calmoso, en contraste con el perfecto uniforme militar planchado de las funcionarias que le reciben. No pasa el filtro, tiene una mancha, y debe ser sometido al “tratamiento”. “El poder autoritario puede construir o destruir identidades, cuerpos” reza parte del texto de la obra, y allí se resume la historia, que reflexiona y denuncia con un humor que llega a conmover. Las funcionarias (Lismar Ramírez y Vanessa Morr) luchan por quitarle “la mancha”, insertarlo al deber ser, a lo aceptado, a la sociedad bien delimitada; pero por momentos dejan asomar vestigios de su libertad reprimida. La dirección del joven Cogollo acude con certero manejo a los simbolismos, juega con imágenes y metáforas que resultan incisivas. El elenco responde y comprende la teatralidad de la propuesta y así lo transmite. 

En “Océano interior” la experimentada dirección de Costa Palamides asume la historia de María José, o José María, según quién sea su interlocutor. Él, ella, acude a una mesa de votación y debe convencer, enfrentar a los presentes a la realidad de que podemos ser uno y miles, que nuestra identidad no reposa en un simple documento. Acá el elenco conformado por Theylor Plaza, Argenis Ciriaco, Sergio Briceño y Vanessa Morr recrea satisfactoriamente el conflicto planteado con un hieratismo que sacude humor, reflexión y postura.

Para finalizar la puesta los actores rompen su “máscara” y se presentan diciendo qué los hace diferentes y únicos como seres humanos, ofrecen el escenario y los espectadores responden, se suman y hacen lo propio. La comunión es inmediata e inevitable. El mensaje ha llegado. 

Walter De Andrade
Especial para el Festival de Teatro de Caracas 2013
26/02/2013

El acompañante

María Teresa Haiek/Domingo Balducci

Por Bruno Mateo

 El 6 de noviembre fallece Isaac Chocrón, uno de los dramaturgos de las llamada “vacas sagradas” del teatro venezolano dejando entre los venezolanos obras que nos hablan de microcosmos particulares tales como La revolución  (1971), La máxima felicidad (1975), Los navegaos (2006) y El acompañante (1978), ésta última dentro del II Festival de teatro organizado por Fundarte, producción de AMARCORTeatro en manos de Israel Blanco  con las actuaciones de María Teresa Haiek y Domingo Balducci y dirección de Daniel Mago, la cual se llevó a  cabo en la Sala Doris Wells. Casa del artista. Los días 26 y 27  de febrero de 2013

Del texto de “El acompañante” puedo decir que es un fascinante juego en donde Chocrón nos enseña la manera como escribe su propio texto, es lo que se llama en el lenguaje, función metalingüística, los personajes de Estela Ramírez y José Lara son epítomes de la dramaturgia “Chocroniana”, personajes cuyas vidas no son lo que aparentan, esconden las miserias de su existencia. Los diálogos almibarados de Estela ocultan, como sus vestidos, pelucas, pestañas y tetas postizas la cruel soledad de ella; al igual que  detrás de la  aparente castidad de José hay un monstruo que quiere morir para escapar de su propia realidad. En esa casa oscura con aire acondicionado central en Maracaibo pasa algo deliciosamente sórdido.
Los actores entran en contacto inmediatamente con el texto,  su manera de hablar nos hace olvidar que estamos viendo teatro. Pareciera que viéramos a través de un huequito de la pared lo que sucede allí adentro, incluso cuando nos hablan directamente para exponer sus circunstancias. Pasan de un estado de ánimo a otro, de una situación dramática a otra de forma sutil, trabajan muy bien con los elementos.  Es recomendable para quienes se forman en actuación. El diálogo de ambos personajes, acompasados por las más famosas arias operáticas y la voz de todos los tiempos María Callas, son extremadamente inteligentes. Denotan algo conciso, pero connotan lo contrario; es por ello que esta pieza requiere de dos actores que sepan leer entre líneas y María Teresa Haiek nos muestra su manejo de la técnica actoral  en esta pieza y Balducci logra en sui interpretación imprimirle un lado ambiguo a “Lara” bastante singular. Ambos logran acertadamente sus personajes.

El montaje es una metáfora de la vida sinsentido, dos personajes que esconden algo, dos personajes solos en un mundo que parece no corresponderles. Una realidad que se necesita de un acompañante para vivirla.


@bruno_mateo

miércoles, 27 de febrero de 2013

UNA TARDE FASTIDIOSA

Dentro de la programación que ha venido exhibiendo el Festival de Teatro de Caracas 2013, se presentó a nivel de estreno, Una tarde poco fastidiosa; pieza de uno de los autores más relevantes del siglo XX y parte del XXI como lo fue, Rodolfo Santana (1944-2012). Propuesta escénica asumida por el grupo Séptimo Piso con dirección de Dairo Piñeres y producción de Fundarte. Trabajo que levantó el telón de esta fiesta del teatro el pasado sábado 23 de febrero en el Teatro Nacional. Una tarde poco fastidiosa es una pieza lacerante por su fuerte carga de crítica social, en especial, sobre la violencia que atenaza a la juventud actual. Drama crudo e incisivo porque la mirada del autor entró en el meollo de una psicopatología que hace metástasis en el cuerpo social contemporáneo. Cuando la juventud pierde sus valores, cuando es asaltada por la gravidez del no - norte como humano, pues solo le queda entregarse a devastar al prójimo de forma brutal e inmisericorde. Una juventud que con escasas consideraciones y con solo excusa o diversión amenaza con violencia a la vez es porque esta última tiene putrefactos síntomas en sus valores. Jóvenes que adolecen de humanidad con la sociedad que, al parecer les ignora o sencillamente los descubre cuando convierten sus vidas anodinas en algo terrible al masacran a compañeros de clase junto con sus profesores en una orgiástica senda de muerte. La perspicacia y hasta la intuición de un autor cuando escribe un drama es saber percibir e, incluso, otear las variables que expone el cuerpo social de su época, sean estos morales, filosóficos, religiosos, éticos, políticos, sociales, económicos o culturales. Si logra vislumbrarlos y activar mecanismos de advertencia logrará ser un autor de compromiso, un creador que sabe radiografiar su tiempo y hasta colocar el dedo en la llaga de las descomposiciones que traen nefastas consecuencias al ser individual o al colectivo. Con Una tarde poco fastidiosa Santana sitúa a tres perturbados jóvenes que, humillados por su entorno, deciden tomar sádica venganza contra todo aquel que los han maltratado. Violencia infinita; Retaliación sin límite; Crudeza descarnada de una sociedad purulenta que eclosiona con odio desmedido. Trama que dentro de su sencillez esconde algo perturbador que atenaza el morbo oculto de un tiempo que no tiene respuestas a este respecto. Pieza que mereció contar con una lectura menos efectista por parte de la puesta en escena ya que su recepción es empalagosa y hasta deformada desde lo visual porque apela sin ilación de fondo el efecto por el efecto. La ausencia de actores sólidos no ayudó a decantar lo que el autor expuso tras sus diálogos; salvo la respuesta de Fedra López, quien conformó un papel denso, destaca. Montaje redundante y exagerado para lo que yo una vez hablé con el propio autor. Desmedido desde la conceptualización hasta por la propia concepción de los diseñadores que plantearon elementos no verbales con objeto de formalizase como espectáculo que a la larga debió ser menos ostentoso. El uso de lo audiovisual fue totalmente desaprovechado dentro de una aparatosa escenografía; fue el sobre imponer capa sobre capa de significantes que saturó el todo, en especial lo que importaba: la trama y los diálogos. Espacio saturado y hasta desaprovechado que envuelto en tono dark y en atmósfera decadente buscó sin lograrlo un ritmo escénico que no convenció ni en forma y ni en fondo.
Carlos E. Herrera

martes, 26 de febrero de 2013

Séptimo piso nos dio “Una tarde un poco fastidiosa” de Santana.


Por Bruno Mateo

El pasado octubre del 2012 fallece el dramaturgo venezolano Rodolfo Santana, que ha escrito obras como “El animador” (1972), “La empresa perdona un momento de locura” (1974) y “Mirando al tendido” (1987) éste último título sirve para darle nombre a una colección de la Editorial de Fundarte. El prolífico  escritor no podía dejar de estar presente  en este II Festival de teatro de Caracas, por ello, la Alcaldía de Libertador a través del Grupo de teatro Séptimo piso monta “Una tarde poco fastidiosa” escrita en el 2011 que junto a “Ocho piezas de teatro Breve” se convierten en sus últimas piezas escritas.

“Una tarde poco fastidiosa” se estrena el sábado 23/02/2013 en el emblemático teatro Nacional bajo la dirección de Dairo Piñeres con los  jóvenes actores Juan Pablo García,  Greison Medina,  Moisés Berroterán  y  las actuaciones de Fedra López y Luis Carlos Boffill. La historia es cruel como lo es la realidad actual de los adolescentes. Santana usa los casos recientes de jóvenes sociópatas de los Estados Unidos para enseñarnos lo descompuesta que está la juventud.
Al entrar en el teatro nos impresiona la dimensión de la escenografía. Una gigantesca silla a la izquierda, una mesa enorme  con una caída en forma de alero a la derecha con un poster de Greta Garbo por detrás. Al fondo, unas escaleras que suben a una recámara que sirve a la vez de pantalla. La iluminación logra las atmósferas que requiere lo grotesco del texto. Lamentablemente, el ritmo se hizo lento y el montaje pesado.

La estética del montaje puede resultar muy atractiva para los que gustan de lo gótico, sin embargo, esto no fue suficiente para elevar el nivel de la pieza, a pesar de que una buena parte del público la  ovacionó  de pie al final. La dirección de Piñeres apela a los signos visuales del cine. El recurso de la grabación con video cámara   resulta interesante.

Puedo concluir diciendo  que el montaje logra estremecernos por lo cruel de la historia y lo impactante de la puesta, pero no del total  las actuaciones, salvo las actuaciones destacables de Fedra López con su personaje de madre dipsómana y Luis Carlos Boffill del pedófilo ex convicto. 

Correo-e:ciudadescrita1@gmail.com

@bruno_mateo

lunes, 25 de febrero de 2013

La Princesa caprichosa



Por Bruno Mateo

 
La narración oral es un arte ancestral perteneciente a  todas las culturas humanas. Es la acción y efecto de narrar. Es la transmisión directa de historias a través del habla. En la actualidad la comunicación  se relaciona con los medios de comunicación. Vivimos en la Sociedad de la web 2.0 y ese contacto inmediato de la calidez de las palabras contando cuentos ahora se ve intervenido  por las herramientas tecnológicas de la comunicación  como el celular y las computadoras.

A esa narración es a la que apunta “La Princesa caprichosa” de la Compañía experimental teatro ambulante Cometa Cantaura cuyo premisa es la de una princesa malcriada que se antoja de cualquier cosa y  su padre y Corte giran alrededor de sus peticiones un tanto estrafalarias. Todo esto no los cuenta un niño de aproximadamente 9 años a manera de un juglar del medioevo.

El montaje se realizó dentro del II Festival de teatro de Caracas en el Teatro La Colmenita de la av. Andrés Bello el día sábado 24/02/2013 con un aforo repleto y guiados amablemente por el personal de Fundarte y de la Jefatura del Gobierno del Distrito Capital. El trabajo de Cometa usa tres elementos básicos para su ejecución, la narración oral, el teatro y los títeres. Los tres elementos se conjugaron sin ninguna dificultad. Lo que hizo que los pequeños se engancharan con la historia. El ritmo de la pieza es progresivo hasta llegar a buen término. Los actores son creíbles. Aunque la actriz que interpreta la Doncella logra ciertos momentos que sobresalen del conjunto actoral. La manipulación de los títeres fue cuidadosa. Es interesante ver como los grupos de la Provincia usan el elemento del muñeco en sus montajes como una herramienta teatral, realidad ajena a la caraqueña. El niño que interpreta al juglar es desenvuelto. Se nota su buena preparación. En cuanto a la puesta en escena debo decir que hubo un fallo en la iluminación. En reiteradas ocasiones, los títeres actores quedaban en penumbras o la luz se encendía cuando no debía hacerlo. Todo es básico. El espacio vacío de elementos. Se apela al recurso de la persecución, algo que encanta a los niños.

Me detengo en la dramaturgia, yo invito a los grupos de teatro para niños que dejen atrás las historias de Princesas, duendes y dragones y traten de indagar en la imaginería venezolana, es hora de transmitir la identidad nacional a los más pequeños. Les aseguro que encontrarán cuentos tan o más ricos que los del medioevo europeo.


@bruno_mateo

Lope de Aguirre, un psicópata con razón.


El Teatro Estable de Muñecos Tempo, trajo como equipaje a esta II edición del festival de Teatro de Caracas, una pieza de teatro histórico denominada: La colección del peregrino, tragedia sórdida en ocho partes obra original de Daniel Di Mauro que narra las vicisitudes del Tirano Aguirre en suelo americano.

Protagonizada por el primer actor Aníbal Grunn y dirigida por Carlos Arroyo, el espectáculo muestra en hora y media los últimos días de la vida de este colonizador español y el tránsito de su venganza en contra del rey. Según la historia, Lope de Aguirre representaría el primer grito de desconocimiento de la corona al separarse de las filas españolas y querer por todos los medios asesinar al rey y colocarlo en la macabra colección de cabezas que iba agrupando a medida que transitaba por los pueblos americanos. “Lope de Aguirre, natural de España, llega a América a mediados del siglo XVI, dispuesto a conquistar un “Nuevo Mundo” en nombre del Rey y la Corona. Al poco tiempo decide entrar al negocio de la venta de plata, razón por la cual es acusado de violación a las leyes de encomiendas y sentenciado a cien latigazos en plaza pública. Este acontecimiento trastorna la mente de Lope y decide vengarse del juez que lo sentenció, asesinándolo. Es condenado a muerte y se convierte así en un peregrino que huye” (Tomado del programa de mano de la obra)

La lectura escénica de Carlos Arroyo concreta un espectáculo de alta factura estética y teatral, se concentra en su protagonista y no es defraudado por su actor Aníbal Grunn, quien construye un complejo personaje oscuro, psicópata que raya en la demencia por su sed de venganza, demostrándonos una vez más por qué es calificado como uno de nuestros primeros actores. El resto del elenco lo acompaña y logran amalgamarse en actuaciones convincentes en las que destaca Karelis Zalazar como Elvira, hija del tirano y también asesinada por éste.

La armonía de elementos estéticos es la otra gran protagonista de esta pieza, gracias al diseño de vestuario, utilería y escenográfico de Rafael Sequera y la iluminación de Kelynson Berríos, se logra una particular atmósfera que nos traslada a las aventuras del legendario tirano. Quizás el acierto de la dirección llega a su cúspide al combinar las actuaciones con los muñecos y títeres (esencia de esta agrupación fundada por el Maestro Eduardo Di Mauro) pero que al enfrentarse a una puesta de teatro histórico como ésta, aporta dinamismo y síntesis a la historia.

En síntesis lo que se podría suponer como un teatro aburrido y falto de interés por su carácter histórico, se constituye en un poético e impactante espectáculo que cuenta la tragedia de un personaje olvidado por su crueldad, pero que con este texto logra ser reivindicado al presentarnos al Lope de Aguirre de carne y hueso con sus razones y padecimientos y sus obsesiones. 

L. A. R.
@rosasla
Caracas, 25/02/2013

domingo, 24 de febrero de 2013

FTC-2013: EL ÚLTIMO AMANTE

Ya levantó telón la II edición del Festival de Teatro de Caracas 2013. Con buena vibra y con plenos de salas que realmente han empezado a romper con las cifras y estadísticas alcanzado en su etapa del año 2011. Aforos de apertura formal con índices notorios, emanación de solidarios comentarios de público y artistas, realización de comunitarios con asombrosa participación de público, notorios saldo para el área académica que expresó alto interés son apenas muestras de lo que, hasta ahora, dibujan los resultados de este esperada vitrina teatral que organizó la Alcaldía de Caracas a través de Fundarte conjuntamente con el Gobierno del Distrito Capital. Una fiesta que se extenderá hasta el domingo 10 de marzo y que continúa invitando al caraqueño a sumarse al goce, a la formación y al disfrute. EL ÚLTIMO AMANTE Partiendo de una pieza del escritor, guionista y productor norteamericano, Neil Simón (1927), la productora teatral caraqueña, Lazo Producciones con dirección del actor del reconocido, Luís Fernández asumieron estar dentro del Festival de Teatro de Caracas para levantar el telón de esta fiesta del teatro capitalino en el centenario Coso de Cipreses (Teatro Nacional)con lleno total de público, e invitados especiales. Como espectáculo El último amante puede decirse que, si bien cumplió su cometido de ser una propuesta sin complicaciones estéticas aunque armada para ser proyectada a un público que solo deseaba pasarla sin complicaciones intelectuales e, incluso, deseaba ser vista como montaje que solo fuese grato para distenderse dados los mecanismos implícitos en la apertura de un Festival dentro del cual siempre hacen presencia dilaciones, discursos hasta, actos protocolares, su inserción ayudó a drenar la expectativa de una platea que solo deseaba encontrar lo que fue a ver: teatro y saberse parte de un evento. Si ello es la justificación, pues cumplió No obstante, ¡hay que estar claro! Una cosa es teatro de tema que puede ser singular como la fidelidad masculina, otra, la formula argumental y como ésta sea entendida y reconstituida para expresarle algo más serio al espectador que solo buscar la risa gruesa derivado de las peripecias internas de los personajes a lo que uno espera sea un trabajo donde la calidad del empaque global de un nivel de satisfacción o complacer a un público exigente en cuanto a lo que aspira ver como teatro de arte y que hubiese aceptado espectar una comedia con más fuerza de crítica o de acento reflexión que, sin dejar de lado el humor, colme con firmeza que estuvo ante un trabajo mucho más comprometido a emanar un todo más sólido desde los conceptos y cierto nivel de trasfondo de algunas situaciones humanas que, aun están operando en el contexto de nuestras actuales tiempos. Trabajo ligero, propuesta sencilla y que apeló a la figuración fulgurante de sus plantilla actoral conformada por una desenfadada Mimí Lazó que a pesar de tener esa fuerza histriónica y un carisma interpretativo que desborda, no supo darle la separación orgánica a los tres papeles que debió encarnar. Ese paso de uno al otro pudo haberle conformado una proyección que hubiese hablado muy bien de sus cualidades como actriz, pero al sentírsele desdibujada en dos de ellos y algo externa en otro, pues solo le quedó apelar a esa fluido desenvolvimiento que esta gran actriz tiene como don natural. Por su parte, Luís Fernández en su paso de construir al macho tímido y carente de experiencias amatorias a sentirse ese ¨Don Juan¨ capaz de prever con cada encuentro con tono sexual, salidas / soluciones que le lleven a su objetivo de tener su aventura extramatrimonial; un actor que lució más aplomado, que buscó apelar a manejar su panoplia de elementos corporales como expresivos, que asumió su soltura escénica para densificar su reto compositivo. Sin embargo, como director exihibió muchas costuras con la puesta en escena de esta pieza de Simón. Pudo sacar más partido del ritmo de la pieza, ajustar los gags, cuidar los detalles (ya que todo elemento sobrfe la escena significa), buscar más conjugación de lo visual para la relación estética del dispositivo, el vestuario y elementos accesorios, tener más intuición del manejo de la luz (diseñada por José Jiménez) que permitió zonas oscuras y el juego de atmósferas desajustado. En fin cuentas, no fue el mejor de los espectáculos para inaugurar el FTC-2013 pero, ¡así son las cosas! Lo que complace saber es que esta vitrina tiene mucho por ofrecer y eso es lo que hay que ver parea creer. Carlos Herrera Crítico Teatral A ser publicada en Ciudad CCs Lunes 25.02.2013

sábado, 23 de febrero de 2013

Se encendió la fiesta en el Festival de teatro de Caracas.

Luis Fernández / Mimí Lazo

Por Bruno Mateo.

La inauguración de esta segunda edición del Festival de teatro de Caracas  organizado por Fundarte, Institución encargada  para la cultura de la Alcaldía Libertador, estuvo a cargo del montaje “El último amante” adaptación del play del norteamericano Neil Simon “The last of the real hot lovers” (1969) un montaje de Lazo Producciones protagonizado por Mimí Lazo y Luis Fernández escenificado en el emblemático Teatro Nacional de la esquina de Cipreses el día viernes 22 de febrero de 2013.
El evento dio inicio con palabras del viceministro para la Economía Cultural del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Humberto González; la jefa de Gobierno del Distrito Capital, Jacqueline Faria, y el alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez.

El texto de “El último amante” nos habla acerca de un hombre entrado a los cuarenta, cuya vida ha sido ejemplar: se casa muy joven con la  mujer que sigue siendo su esposa actualmente, posee un restaurante, se levanta todos los días a la misma hora, nunca le ha sido infiel a su mujer, es un hombre moralmente correcto, que un día decide tener una aventura extramarital en casa de su madre. El hombre, intenta fallidamente en tres ocasiones, cometer adulterio. Cada una de las mujeres tiene sus características bien marcadas, la primera, la conoce en el restaurante, es una ninfómana, fumadora, dipsómana, interesada sólo en el placer sexual, la segunda, es una cantante que conoció en la plaza Altamira cabeza hueca  con el síndrome de Peter Pan (se resiste a crecer), consumidora de marihuana y montada, cual quinceañera, en unos patines y la tercera, resulta ser la amiga de su socio comercial, una mujer depresiva que toma antidepresivos para sobrellevar la vida. Es una tipa graciosamente patética. Por último, se percata del error que estuvo a punto de cometer y llama a su esposa para que se convierta en esa amante furtiva y cometan el “adulterio” que siempre deseo hacer.

El FTC escogió a “El último amante” adaptación latinoamericanizada del play de Neil Simon para inaugurarse, una obra que nos hace ecos, no por la historia sino por la premisa, del “Pájaro azul” de Maurice Materlinck, la felicidad siempre está en casa.
El montaje de Lazo Producciones enganchó de inmediato en el público. Una Mimí Lazo desbordada en simpatía junto a un versátil Luis Fernández hizo de esta apertura del Festival una verdadera fiesta. El Dios griego Dionisos, atribuido como originario del rito y el teatro apareció en el justo momento cuando se encienden las luces del escenario y la magia de la escena gravitó en ese instante único e irrepetible. Lazo hace alarde de sus recursos gestuales muy característicos de ella para sumergirnos en sus tres personajes (ninfómana, marihuanera y depresiva), en mi opinión, el más logrado fue el de la ninfómana. Por su parte, Luis Fernández es un actor desenfrenado que no le teme a jugar con su cuerpo para tocar esos instantes en el que se conecta con el personaje.

Las butacas del Teatro Nacional, edificación que data desde principios del siglo XX (1904), vuelven a ser depositarias de gente ansiosa por ver realidades posibles, mundos alternativos que el teatro puede recrear. La segunda edición del Festival de teatro de Caracas FTC  viene preñada de múltiples opciones para el disfrute de los caraqueños y con “El último amante” se abre la puerta para entrar en las fiestas dionisiacas que permanecerán abiertas durante dos semanas por toda la ciudad. Nada más hay que revisar la programación para encontrar a las viejas y nuevas generaciones de teatristas  unidas para el quehacer teatral.

Para más información hay que visitar www.teatroccs.org.ve

 

Ver para creer.


EA Moreno-Uribe

Alea jacta es, o La suerte está echada,  es lo que podemos decir  ante la puesta en marcha del Segundo Festival de Teatro de Caracas 2013, del 22 de febrero al 10 de marzo. Con la desopilante comedia, El último amante, de Neil Simon, actuada por la pareja de histriones “todo terreno” Mimi Lazo y Luis Fernández, quien también dirige, se puso en marcha esa mágica fábrica de sueños para los venezolanos.

 Feliz consecuencia de la labor gerencial de la Alcaldía de Caracas,  el Gobierno del Distrito Capital y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, la cual permitirá unas 223 representaciones teatrales en sala y  seis en la Fábrica Nacional de Cemento, 101 exhibiciones en espacios públicos y las parroquias del Municipio Bolivariano Libertador, para un total de 330 funciones. ¿Cómo negar así que en la capital venezolana no hay actividad teatral  verificable?

Además hay una generosa programación académica, divertidos foros críticos, necesarios talleres y clínicas artísticas, gratos conciertos y encuentros de DJ, sensata expoventa de bienes culturales y libros.  Todo un macro evento cultural que tiene como lema "Ver para creer", precisamente para que nadie pueda negarlo después.

 Y para materializar esta "utopía contemporánea", Freddy Ñañez, presidente de Fundarte, brazo ejecutor del evento, subraya que el Segundo Festival no se habría realizado  sin haberse logrado lo anterior, lo que se hizo para el Primer Festival, en el 2011. “La primera conclusión es que hicimos lo correcto: inaugurar un espacio para  revisitarnos como país teatral y como ciudad cultural. Compañías, instituciones, críticos, periodistas, pueblo, espacios urbanos, se encontraron para debatir, celebrar y reconstruir el vínculo necesario entre la ciudad y la identidad, entre la creación y la cotidianidad.  La experiencia de reactivar este tipo de eventos te pone en la perspectiva de ser dialéctico con tu propia realidad. “Superar conservando” para decirlo con Hegel”.

¿Qué dejó esa primera edición?
-Un circuito permanente con 10 salas abiertas,  más de 250 compañías activas, cerca de 700 funciones y una mejor ciudad, cuyos habitantes demandan cada vez más y mejores espectáculos
-¿De quién fue la idea para toda esa gestión inicia?

-Me da mucho orgullo decir que la política cultural para Caracas tiene un autor y es Jorge Rodríguez. Todos sabemos que el Alcalde es un intelectual, un escritor, una persona no sólo culta en el sentido clásico del término sino, además con gran sensibilidad por las artes y la ciudad. De esa combinación resulta lo que su equipo viene haciendo: rescate de espacios públicos, reimpulso de circuitos culturales formales, fomento de nuevos espacios para el desarrollo artístico en lo social, un pensamiento recurrente sobre lo humano, lo colectivo; donde la política, la ética y la estética tienen la misma jerarquía. Este Segundo Festival es, pues, consecuencia de un plan coherente que se propone la transformación de la ciudad en lo concreto, pero también en lo subjetivo. Creo que por eso es que en tan poco tiempo se nota un cambio sustantivo en lugares emblemáticos como el centro de Caracas: espacio referencial que fue destruido de un modo programático por la ideología antinacional que se instauró a finales del siglo XIX y casi todo el siglo XX. Acá relacionamos muy bien los derechos culturales con el derecho a la ciudad.

 -¿Hubo discriminación a la hora de invitar a las agrupaciones para los  Festivales?
-No, pese a la propaganda sostenida  contra el presidente Chávez y en detrimento de este proceso de grandes cambios, la libertad y el respeto a la diversidad de pensamiento es una divisa de la democracia participativa. Ciertamente hay tensiones impulsada  por pequeños grupos que siempre disfrutaron  de la renta petrolera  y aún todavía se sienten dueños de ella. La diatriba política demuestra que estamos en una democracia fuerte donde se debaten proyectos antagónicos de país. Al seno de los sectores culturales ¿por qué iba a ser diferente? Esto que estamos haciendo es propio del espíritu revolucionario.

-¿Puede puntualizar lo que predica?
-Sí, este Festival se propone reunir al país teatral que es un retrato del país real, con sus antagonismos, con sus conflictos. Invitar a los grupos, independientemente de su postura política o afiliación partidista, ratifica a la revolución en su esencia democrática. Creo que todo arte es en sí mismo político, pero es en su confrontación con el público cuando emerge el sentido de una obra volviéndose con frecuencia independiente de la intención de su autor. Los contextos son momentos de lectura y de interpretación.  En este Festival el pueblo es un intérprete activo. Después de todo es en el amor y en la experiencia estética donde podemos vivir un nuevo sentido de la diferencia, de la alteridad positiva.  Por último puedo asegurar que no en vano el presidente Chávez inauguró una relación entre pueblo y conocimiento tan fuerte, tan firme que el teatro venezolano tendrá que agradecer: ya no se le habla a las paredes, ya no se le recita al círculo de enterados, ya no se representa para un club, sino para un pueblo  en formación permanente que sabe pensar y sabe sentir por sí mismo. ¿Quién dijo miedo? Por eso “Ver para creer” será inolvidable para los caraqueños y quienes nos visiten.

 -¿Qué espera de este Segundo Festival?
-Más y mejor teatro. Más y mejor organización del circuito y, claro, una ciudad conmovida por la belleza, la profundidad y el desafío artístico que nos proponen sus 150 compañías, es decir: el país teatral. La finalidad de todo esto es garantizar la inclusión, que el dinero, 10 bolívares por boleto, no decida quién entra y quién no, a ver teatro. La cultura en revolución es un derecho y no un privilegio.
Más y mejores espectáculos

Este Segundo Festival de Teatro de Caracas 2013 tiene más de un centenar de piezas  para ver y creer en ellas, pero nosotros hicimos una selección que nos atrevemos a proponer a los espectadores. Y son estas:
 Stop Kiss de Diana Son, Detrás de la avenida y Mátame mamá de Elio Palencia, El fantasma de Bonnie de E.A. Moreno-Uribe, Las siamesas, una y parte de la otra de J.A. Barrios y Después de la batalla de Ángel Rafael Rondón son curiosos montajes sobre la exclusión por la homofobia y las falencias físicas.
César Rengifo está presente porque tres agrupaciones llevan a escena Lo que dejó la tempestad, un trágico eco del asesinato del general Zamora, y  su denuncia sobre los torvos manejos del imperialismo en la comedia Una medalla para las conejitas.
Una vitriólica critica al quehacer de los intelectuales y artistas venezolanos se verá en escena con Acto cultural de José Ignacio Cabrujas. Isaac Chocrón participa con su pieza El acompañante, sobre la soledad de los artistas en la inevitable decadencia. Gilberto Pinto no podía faltar con El confidente, donde su viuda Francis Rueda protagoniza. Mientras Rodolfo Santana desde la escena nos recuerda lo que ocurre en Una tarde un poco fastidiosa. Y no podía faltar Carlos Giménez con Alegría y Mapulín, su único texto de teatro infantil que nos legó.
Gustavo Ott advierte lo peligroso que puede ser la explotación petrolera con su obra Tres noches para cinco perros. César Rojas está presente con su pieza La hora menguada y su versión del shakespereano  Mercader de Venecia. Mientras Ibrahim Guerra prosigue con su teatro hiperrealista y por eso Mimí Lazo presenta A 2,50 la cuba libre, la historia de cinco putas en un bar. Javier Vidal actúa en su melodrama Diógenes y las camisas voladoras, la trágica saga del político que sucedería al general Isaías Medina Angarita, pero enloqueció.
El director Armando Carías vuelve con el grupo El Chichón para enseñar su gran clásico Cajita de Arrayanes, una pieza revolucionaria en todos los aspectos
El velorio de Eudomario, una producción del colectivo Señoras de Maracaibo la cual enseña como el travestismo teatral a la zuliana es una categoría teatral de gran valor estético.
 ¡Ay, Carmela! de José Sanchis Sinisterra, Marx en Caracas de Howard Zinn, High de Matthew Lombardo, Las criadas de Jean Genet, Pedro y el capitán de Mario Benedetti, El pelicano de August Strindberg, Las neurosis sexuales de nuestros padres de  Lukas Bärfuss, Goya de Rodrigo García y La ratonera de Agatha Christie (ambas dirigidas por el talentoso Vladimir Vera) son la selecta  representación de la dramaturgia foránea.
El director Carlos Arroyo viene desde Guanare con los espectáculos La colección del peregrino de Daniel Di Mauro, y Cantata de Argimiro Gabaldón de Tomas Jurado Zabala, sobre las atrocidades del conquistador Lope de Aguirre y las peripecias del inolvidable guerrillero.
Marx entre nosotros
¡Que no cunda la alegría ni el pánico, sino las ganas de verlo, escucharlo y finalmente aplaudirlo, mientras la catarsis explota en los cerebros de los espectadores del Segundo Festival de Teatro de Caracas 2012 hasta provocar un millón de preguntas! Se trata del espectáculo Marx en Caracas, sensata venezolanización que lograron el director  Oscar Acosta y el primer actor José León a partir de Marx in Soho, de Howard Zinn (Nueva York, 1922-2010).
Con esta versión escénica, la cual estrenaron durante el XII Festival Internacional de Teatro Colonia Tovar, ellos esperan que los caraqueños redescubran a Marx, precisamente ahora que el imperio del neoliberalismo ha fracasado para proyectar y consolidar una sociedad que le permita a los seres humanos ser y vivir mejor, tener una verdadera libertad y auténticas realizaciones individuales. Advertimos, que es un Marx humano, contradictorio, humorista, carente de dogmatismos e interesado en conocer al socialismo del siglo XXI.

Para ubicar los espacios teatrales, además de las fechas y horas, recomendamos visitar la página del evento: www.teatroccs.org.ve .

martes, 19 de febrero de 2013

Comienza la fiesta del II Festival de Teatro de Caracas



1959 es el año que marca el inicio de las fiestas teatrales en Venezuela, ese año se realizó el primer Festival de Teatro Venezolano, bajo la batuta del Maestro Horacio Peterson, gran visionario e impulsador del desarrollo y modernidad de nuestro teatro contemporáneo. A un año haberse liberado al país del yugo dictatorial de Marcos Pérez Jiménez, los teatreros supieron unirse y acudir a este primer llamado para confrontar sus propuestas estéticas. Allí se escucharon nombres como los jóvenes Cabrujas, Chocrón o Chalbaud. Junto a los experimentados Rengifo, Peraza, Orsini, De paz y Mateos, Juana Sujo, Schön o Gramko. Esa ocasión fue la primera vez que el teatro venezolano logró un impulso de nuevas propuestas, audaces, arriesgadas y que marcó un hito en donde se exhibieron, discutieron y trascendieron las estéticas teatrales y las líneas teóricas que amparaban al teatro venezolano de la época.

Luego de esta experiencia mucha agua bajo el puente del teatro nacional ha corrido, 54 años han visto desfilar festivales de todo tipo, encuentros, clínicas, congresos, nacionales, regionales e internacionales.

1973, es el otro hito fundamental en materia de festivales, de manos de otros dos grandes visionarios de nuestra cultura: Carlos Giménez y María Teresa Castillo, se convocó el Primer Festival Internacional de Teatro de Caracas, que sumará este año XVIII ediciones y donde nuestro país pudo pasearse por lo mejor del teatro mundial haciendo que el nuestro se pensase e impulsara a estéticas superiores.

Hoy en nuestra ciudad, retomamos la necesidad de reunirnos y mirarnos frente al hecho teatral. Esa mima llama que consumía al macho cabrío en el Tímele (pedestal donde se sacrifica el al animal, para ofrendarlo a Dionisios) se perpetúa a partir del próximo 22 de febrero al iniciarse el II Festival de Teatro de Caracas (FTC). La Alcaldía de la ciudad, junto a su brazo ejecutor de los eventos culturales: La Fundación para el Desarrollo de las Artes (FUNDARTE) ha logrado de nuevo sumar esfuerzos y ofrecer un panorama del teatro nacional, ya que no sólo agrupaciones de la capital acudirán a la fiesta escénica, sino que varias compañías regionales mostrarán sus trabajos durante diecisiete días de vitrina dramática que con más de 250 funciones en 22 salas de teatro y espacios públicos del Municipio Libertador.
Un reto nada fácil teniendo en cuenta la logística técnica y la coordinación artística que se debe tener para llevar a cabo un evento de tal magnitud. Fundarte ya lo demostró el año pasado en el I FTC, cuando en Noviembre de 2011 se logró concretar la fiesta con la bandera de la restauración de varias salas del casco central de Caracas que se encontraban en el abandono o su uso se había desviado a otros fines.

Pero no sólo serán 17 días para ver obras y nada más. El evento se vislumbra de  gran importancia, en tanto ha podido, no únicamente convocar a disímiles agrupaciones de distintos lenguajes, ideologías y tendencias artísticas de nuestro país, si no que será una maravillosa oportunidad para reflexionar el teatro que tenemos en la actualidad. Docentes, maestros, críticos, investigadores llevarán a cabo varias actividades formativas en torno a variados tópicos de nuestro teatro, oportunidad que no debemos perder más aún cuando tanta falta hace detenernos a ver qué estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo en materia escénica en nuestro país.  

Estamos seguros que con esta II edición del FTC los venezolanos y en especial los teatreros estamos demostrando que sí se puede lograr una convocatoria plural en donde el protagonista es el Teatro Venezolano y no la mezquindad de un interés superior, sólo basta ver la grilla de esta edición para confirmarlo.
L.A.R

Comunismo y música rock

En la Sala de teatro 1 del CELARG, Teatro Forte presenta Rock n' Roll: La revolución del terciopelo del británico Tom Stoppard con producción de Gladys Seco (Bizarro A. C.), adaptación y dirección de Vladimir Vera.

Un profesor y su alumno, ambos de tendencia comunista, viven en dos lugares diametralmente opuestos: Inglaterra y Checoslovaquia. A lo largo de 20 años, perciben los sucesos que van a devenir en la caída del comunismo y el desencanto por el capitalismo. Son dos seres rodeados de amigos y familiares que comparten un mundo casi imposible de cambiar. Sobreviven por la utopía, aunque su vida nunca ha sido la que desearon y el amor se convierte en una solución final.

Por sus planteamientos, el texto de Stoppard es más discursivo que teatral complicando así su puesta en escena. La dirección intenta resolver esto con la ubicación de un conjunto musical en el fondo para interpretar las canciones que acompañan a la acción y propone una estética de revelación de la teatralidad con cambios de espacio a la vista de público y elementos de utilería que aparecen y desaparecen durante la representación con el apoyo de los asistentes de escena. Sin embargo, la historia ajena y la duración del montaje no logran la contundencia que el mensaje podría tener. El teatro sirve para distanciar y, así, criticar a la actualidad. En este caso, la conexión se da en pocos momentos y con algunas frases que podrían reflejar la utopía venezolana contemporánea, pero se pierden en la inmensidad de un discurso ajeno y largo.

La propuesta escenográfica se percibe sencilla, mientras que el protagonista es el vestuario que coordina Fedora Freites y realizaron los alumnos de Instituto de Diseño Las Mercedes. Éste último indica la época (60’s – 80’s) y se muestra reversible, aunque la dirección no hace evidente esto.

El trabajo actoral se muestra efectivo con Javier Vidal como Max, el viejo comunista, a la cabeza, Gladys Seco en sus dos interpretaciones: Eleonor y Esme, esposa e hija de Max, y Nattalie Cortez como Lenka. Son secundados por Elvis Chaveinte como Jan, el comunista joven, que se percibe más conectado en las escenas donde el personaje muestra su energía juvenil y Jesús Sosa que es acertado como Ferdinand y el Investigador. El resto del elenco interpreta correctamente sus roles. Entre ellos, se encuentran: Fabiola Arace, María F. Esparza, Domingo Balducci y Jan Vidal.

Esta propuesta es la más densa que ha realizado la agrupación Teatro Forte. Rompe con su estética vanguardista y de dramaturgia desestructurada por un estilo más comedido con ciertos rasgos audaces pero su resultado no fue totalmente efectivo.

Joaquin Lugo
Publicado en la columna "En las tablas" del Diario Tal Cual.

lunes, 18 de febrero de 2013

Una "carrerita" con Cayito Aponte

Por Bruno Mateo


En la sala experimental del BOD-Corp Banca Centro Cultural, ubicado en La Castellana, Caracas, se presentó el domingo 18 de febrero de 2013 el monólogo escrito por el dramaturgo venezolano y premio nacional de cultura 2012 Néstor Caballero “Los taxistas tienen su corazoncito” (1998) con el veterano actor Cayito Aponte con más de cincuenta años en la escena, dirección de Vladimir Vera y producción de vayaalteatro.com en la persona de Jorgita Rodríguez.

Un unipersonal que nos cuenta la historia de Rubén Sarmiento, un taxista de Aragua de Barcelona y su esposa, una joven comunista oriunda de Clarines llamada Milagros. La pieza está ambientada desde el Golpe militar dado a Isaías Medina Angarita en 1945 pasando por el derrocamiento de Rómulo Gallegos, la Dictadura de Marcos Pérez Jiménez finalizada por un alzamiento cívico-militar en 1958 hasta las persecuciones y violaciones a los derechos humanos por parte de los recientes partidos “democráticos” AD y Copei contra los comunistas. Todo comienza cuando Rubén encuentra a su taxi (carro) llamado “Pepón”, personaje que funciona como destinatario de todo la historia, para contarle que su querido amor Milagros, a quien él comparaba con la actriz Claudette Colbert actriz franco-americana de los años treinta, había fallecido por el cáncer como consecuencia de las torturas infringidas por los cuerpos policiales represivos de la reciente democracia que suponemos fue la Digepol, hija de la Seguridad Nacional (Dictadura Pérez Jiménez).

El señor Cayito Aponte merece todo el respeto porque se lo ha ganado en estas cinco décadas de trabajo en los escenarios y aquí en esta pieza demuestra la razón por la cual el público lo admira. El vigor con que aborda a Rubén Sarmiento es envidiable. El da cátedra de actuación mientras lo vemos desdoblarse. El dispositivo escénico de Vladimir Vera es el ideal de un taller mecánico venezolano. Un toque simpático lo dan las luces de los faros a modo de ojos del taxi “Pepón. El contenido del discurso dramaturgístico llega en su totalidad a los espectadores. Nos dan una clase de historia contemporánea sin que nos percatemos de que lo es. Es un drama. Un drama muy bien escrito. Con progresión dramática llevado por un hilo central. Vemos al Sr. Aponte pasearse por distintos estados de ánimo sin saltos chocantes al espectador.

La puesta en escena de Vera se sirve atinadamente de todos los elementos plausibles y emocionales para conducirnos por el camino de la obra. Nos montamos en una “carrerita” de Sarmiento y lo oímos con una atención propia de algo que nos interesa. La dirección se basa en la actuación. El diálogo es el foco de interés. La relación que se logra entre Rubén Sarmiento y “Pepón” es casi un cyborg teatral.

Aún no logro descifrar los nuevos códigos que se está manejando entre el público amante del teatro, pero me atrevo a decir que estamos resemantizando la idea del diálogo. Queremos oír. Queremos comunicarnos y esta producción de Jorgita Rodríguez es un espacio para ello. Logra que el público esté en un carrerita con Cayito Aponte.

Cayito Aponte Taxista



por E.A Moreno-Uribe

José Ignacio Cabrujas afirmaba que Cayito Aponte era uno de los mejores actores del mercado teatral durante la década de los 80 y hasta soñó invitarlo a participar en uno de sus proyectos. Eso nunca se consumó en la escena…ni el espacio ni los tiempos venezolanos lo permitieron jamás.

Y recordamos esa anécdota, relatada sensiblemente por la productora y autora Iraida Tapias, porque hemos visto y disfrutado con la gran performance que Cayito Aponte desarrolla en el unipersonal Los taxistas  también tienen su corazoncito, excelentemente escrito y bien puesto en escena por Néstor Caballero (1951) y Vladimir Vera (1978), respectivamente, en la sala experimental de  CorpbancaBOD, donde hace temporada. 

A Los taxistas también tienen su corazoncito lo vimos por vez primera, hacia 1989, en la sala Horacio Peterson, con el actor Omar Gonzalo, bajo la égida de Rubén Rega. Pero Caballero, quien nunca queda satisfecho con lo que le revelan sus piezas desde la escena, siempre revisa y reescribe sus textos en pos de una perfección mayor, tal como lo hacía su amigo Rodolfo Santana, pero sin caer en el “obricidio”. Volvió a sumergirse en los meandros de Los taxistas también… y de ahí sacó otra obra, la cual  tampoco será la definitiva,  y se la entregó a la productora Jorgita Rodríguez para que la hiciera espectáculo.

Jorgita Rodríguez, pequeña de estatura, pero ambiciosa en sus proyectos, almorzó con el publicista y crítico Douglas Palumbo y el postre fue la invitacìón para  que Cayito Aponte se involucrara en el montaje; este, por supuesto, a sus 78 años no tiene miedo- nunca lo tuvo- al trabajo artístico y más si lo que le proponen le gusta o lo ha vivido. ”Le eché pichón, tras devorarme sus páginas”, dijo después en  charla con la prensa.

Es así que Los taxistas también tienen su corazoncito, en versión 2013, inició otra vez su periplo teatral, para enseñar lo que siempre fue: una hermosa y desgarrada historia de amor con final trágico; la parábola existencial del modesto taxista Rubén Sarmiento y la revolucionaria comunista Milagros Daza, otra saga digna de ser llevada al cine, ese que indaga en el pasado  para rescatar las claves de nuestra historia democrática.

Rubén Sarmiento entra a escena con una maleta  y busca, en  un semi abandonado  taller mecánico, los restos de su taxi ”Pepòn”, y ahí, en un santiamén, tras crear la básica ambientación, se desgrana su historia, apuntalada con la música venezolana de siempre, que va desde el 17 de octubre de 1945, en El Nuevo Circo, vísperas del derrocamiento del general presidente Medina Angarita, hasta la muerte de su esposa Milagros Daza, en los aciagos meses de 1962, tras evocar a Betancourt, Gallegos, Pérez Jiménez y el legendario Pedro Estrada, a quien le hizo una carrera al Palacio de Miraflores.
Caballero toma la historia venezolana y la ficciona para que su prédica ideológica y la metáfora estremezcan al público, las cuales en esta ocasión anudan las entretelas de los espectadores por la rigurosa composición del Rubén logrado por Cayito, utilizando la panoplia de un comediante que usa cuerpo, voz y su cansancio para crear tan hermoso espectáculo.

Cayito, veterano de muchas lides teatrales y operáticas, utiliza todos los recursos aprendidos y crea, esa es la verdad, a un ser de carne y hueso, enamorado de su país y enloquecido por los amores de la comunista Milagros, a quien conoció porque la llevó a Las veredas de Coche en una Navidad que jamás olvidará.

Deberían los profesores de actuación de Unearte, o de alguna de las escuelas de teatro que hacen vida en Caracas, solicitar de la productora Jorgita Rodríguez una clase de actuación con Cayito, porque así, en caliente, podrían aprehender de las técnicas y de los trucos que Cayito Aponte usa, además del mágico uso que hace de su aparato foniátrico. Él, por supuesto, estará feliz de ser tomado en cuenta por “los nuevos pichones” que tiene el arte escénico criollo.

El autor Néstor Caballero, por supuesto, sigue revisando los textos escritos, casi una veintena, y adelantando otros, además de una novela.

Caracas, 16 de febrero de 2013

domingo, 17 de febrero de 2013

Caracas es puro teatro/ Reseña del FTC 2011


por  E.A Moreno-Uribe

La saga del teatro venezolano resulta imprecisa en sus orígenes. Algunos investigadores arrojan mínimas luces en medio de confusas cronologías de espectáculos y puntualizan que todo comenzó el 24 de junio de 1594, mientras otros, con mentalidades menos coloniales, lo ubican durante la tercera república, cuando el general Simón Bolívar firmó una serie de decretos que regularizaron la vida teatral en Caracas.

Sea, pues, con más de 500 años a cuestas o con escasos 200, en este siglo XXI,  al comenzar la segunda década, se dio un reventón artístico nunca antes visto, protagonizado por las autoridades políticas y los teatreros, además de los espectadores. Con el lema “Lo tuyo es puro teatro” se reactivó la escena, lo cual consistió en la recuperación de los espacios públicos y de las salas emblemáticas de la ciudad, gracias a las políticas del Gobierno Bolivariano, a través de la Alcaldía de Caracas y el Gobierno del Distrito Capital.

Todo eso permitió la realización, del 11 al 25 de noviembre de 2011, del Festival de Teatro de Caracas (FTC), evento que contó con la participación de 80 agrupaciones de Venezuela (44 de Caracas y 36 del interior del país), para más de 160 funciones. Eran no menos  de 600 actores para los escenarios de 13 salas de teatro, ocho espacios públicos recuperados (bulevares, plazas y parques) y 30 comunidades de las parroquias del Municipio Libertador.

En el marco de ese primera edición del FTC destaca la rehabilitación, reapertura y revitalización de los teatros Nacional, Municipal, Principal y Cristo Rey.

 La Plaza Diego Ibarra, uno de los espacios recuperados, fue la sede de la Ciudad Teatro y ahí todas las comunidades caraqueñas pudieron disfrutar de foros, talleres, presentaciones de libros, performances y más de 20 conciertos en su tarima central. ¡Un verdadero fenómeno de público nunca antes visto!

Mirada al 2011

En medio de un complejo panorama de incertidumbres y contradicciones para la sobrevivencia del arte escénico criollo, en Fundarte, las manos culturales de la Alcaldía de Caracas y el Gobierno del Distrito Capital, se planificó y materializó, pues, una muestra del teatro contemporáneo, ese que estaba en cartelera o en despensas de los teatreros, y fue así que se puso en marcha, el FTC 2011, el cual se inició con Seguimos o paramos, espectacular montaje de sainetes venezolanos, que dirigió Ibrahim Guerra, y todo culminó con La cantata del rey Miguel, creada por Tomás Jurado Zavala y Carlos Arroyo con el Teatro Negro de Barlovento. ¡Nunca antes se vio tantos montajes con sus ansiosos espectadores!

Fue un evento con las más importantes piezas teatrales representadas durante los últimos 30 años, además de ser un encuentro con exhibiciones del mejor  teatro de calle, gracias a la participación de las comunidades y agrupaciones no convencionales.

El FTC 2011 (cobraron 5 bolívares por cada boleto) arrojó cifras como 70 mil espectadores en salas, 18 mil en la calle y 10 mil en las comunidades, 1200 en Unearte y 100 mil en Ciudad Teatro.
Gracias, pues, al funcionario Freddy Ñañez  (presidente de Fundarte), el bálsamo teatral bajó la presión no solo a la ciudadanía. A las agrupaciones les cancelaron sus honorarios y algunas fueron invitadas a exhibirse en una mini muestra que se hizo posteriormente con motivo del Celac, vital evento de geopolítica latinoamericana.

Hay, pues, teatro vivo en esta Venezuela que sin miedo avanza en la centuria XXI.

¿Seguimos o paramos?

 En el momento perfecto y en el sitio indicado. Eso hizo el teatrero Ibrahim Guerra al inaugurar a las 7PM del 11 de noviembre, en el Teatro Municipal, el Festival de Teatro Caracas 2011 con inteligente y sentimental espectáculo que rescató y reivindicó al sainete criollo, la comedia popular venezolana, semilla del desarrollo del teatro nacional a lo largo del siglo XX, ese mismo que ahora avanza con sus luchas sociales en la actual centuria en pos de una expresión estética de acuerdo con los tiempos que vivimos.

¿Seguimos o paramos? fue un espectáculo creado especialmente por Guerra, apuntalado en diestro elenco y con el apoyo del veterano actor y cantante Cayito Aponte, a partir de textos escogidos de Leoncio Martínez (El salto atrás), Rafael Guinand, Andrés Eloy Blanco (Soneto de la rima pobre), Aquiles Nazoa (Exaltación del perro callejero) y Francisco Pimentel, utilizando además música cañonera, valses y pasodobles y el rucaneo que interpretó el conjunto Los Antaños de San José, para ubicar al montaje en los años de la dictadura del Benemérito Juan Vicente Gómez.
Guerra optó por tomar el camino del sainete porque sus autores no solo satirizaron los vicios de esa Venezuela, en Caracas especialmente, que se negaba a luchar por el progreso y que no conseguía salir del sopor del gobierno fuerte y de un cierto miedo ante la irrupción de una democracia que ya asomaba en el horizonte.

El espectáculo era el ensayo de unos actores, acosados por apuros económicos y retos existenciales, quienes interpretaban al delicioso sainete El salto atrás, donde Martínez advierte y fustiga las costumbres racistas y clasistas de una incipiente clase media, que no quiere aceptar su pasado y pretende purezas de linaje. Una vez más, la crítica inteligente de Martínez se exhibió airosa y demostró su  presencia y continuidad también en esta segunda década del siglo XXI, cuando hay una sociedad empeñada en defender y acentuar los derechos humanos, sin negociaciones maniqueas. Tenía un colofón sobre las vicisitudes del artista, especialmente sus penurias financieras, y sus anhelos de amar, porque saben que sin amor es imposible hacer arte...y hasta vivir.
No podía faltar un "fin de fiesta" y la voz y desenfado actoral de Cayito Aponte animaron al público para que coreara sus canciones y movieran también el esqueleto.

Esta apertura festivalera y preñada de venezolanidad contó además con la entrega muy profesional de los comediantes José Luis Useche, Karina Velásquez, Yalitza Hernández, Iliana Hernández, Ivor Muñoz, Julio Liendo, lula Bertucci, Walter Andrés y la participación del niño Sebastián Bretón, entre otros.

Mimí en el 23 de Enero

Entre las sorpresas artísticas del FTC 2011 estuvo Mimí Lazo (Ana María Lazo, Caracas, 23.11.54), actriz y exitosa productora de espectáculos, quien fue al teatro Cristo Rey, del 23 de Enero, para predicar la necesaria lucha reivindicativa de las mujeres venezolanas con su monólogo El aplauso va por dentro, escrito y dirigido por Mónica Montañés y Gerardo Blanco, en la sala de conciertos del Ateneo de Caracas, desde el 7 de junio de 1996.

Ahí plasmó la historia de Valeria, divorciada y con dos hijos, y una carrera profesional en ascenso, mientras espera la llamada del hombre con el cual ya compartió algo más que una noche. Definió presente y futuro de su vida, el mismo día que cumplía 40 años. Transcurre su rutinaria clase de aeróbicos, y entre un ejercicio y otro, el espejo le ratifica la pérdida de la juventud, su miedo a la soledad, a darse cuenta que desde hace mucho sólo vive para los demás, y que solo lleva dentro...un silencioso aplauso por todo lo hace, como es luchar denodadamente para sacar adelante a su familia y conquistar un espacio decente dentro de la sociedad competitiva en que se desempeña; al tiempo que duerme sola y rumia frustraciones hasta que consiga que un verdadero hombre se fije en ella y la haga feliz, porque nunca pierde las esperanzas de amar recíprocamente.

Mimí y la autora Mónica lo que hicieron fue un llamado de atención a las féminas para que no decaigan en sus luchas particulares porque estén sin la compañía estimulante de un varón. Y por el contrario esperan que los hombres cambien más temprano que nunca y se den cuenta que son necesarios y que ellas los reclaman para sí y sus hijos, porque la patria necesita hogares estables, difícil tarea para hacerla bien y solas.

El espectáculo, donde participaba Luis Fernández (su esposo) como profesor de los aeróbicos, tenía atmósferas intimistas donde no faltaron satisfactorios momentos románticos, como cuando Valeria sueña y baila con su novio, pero también se torna ácido y cruel porque la desprecian y la dejan para el día siguiente. Ahí estaba la clase práctica de resistencia y lucha que Mimí imparte a sus compañeras de género cuando son abandonadas y están para hundirse. Aquello lo vimos el domingo 13 de noviembre, con la sala a reventar.

Ni complaciente ni frívolo

El teatro venezolano ha sido, es y será revolucionario. Sus artistas, sus dramaturgos y su oceánico público así lo han demostrado a lo largo de 200 años, aunque en ocasiones surgen detractores y enemigos encubiertos que tratan de asfixiarlo, de quitarle espacios, de desviarle los recursos del Tesoro Nacional que le pertenecen por ser una crítica manifestación cultural, y hasta han pretendido matar por hambre a sus hacedores. No es complaciente, ni frívolo, ni tampoco tarifado, ni servil; prefiere comerse las migajas del banquete antes que deshonrarse.

Hasta ahora nadie ha podido hacerlo claudicar ni desaparecer de los escenarios y el boom del mal llamado “teatro comercial” es muestra de cómo sus creadores si pueden sobrevivir gracias a su imaginación pero sin claudicar en su filosofía de denuncia contra  injusticias, contra desatinos gubernamentales y  exclusiones. La comedia aparentemente sosa o banal tiene su veneno dirigido contra el poder, porque el teatro es arma revolucionaria y por eso le temen o pretenden ignorarlos los poderosos. El teatro siempre ha estado en la acera del frente pero sin poner en tela de juicio su amor patrio.

El teatro no feneció ni siquiera ante el plomo de las pistolas adecas y copeyanas. Hay que recordar como el régimen de Rómulo Betancourt liquidó a tres teatreros- el actor, además de periodista  y educador, César Burguillos; Oswaldo Orsini, estudiante de arquitectura de la UCV; y el estudiante Reinaldo García, hijo de la actriz María García- quienes participaron en revoltosos alzamientos contra ese gobierno.

¡Historias e ideologías para ser analizadas!

Caracas, 17 de febrero de 2012

El pasado no se recupera en “Nosotros que nos quisimos tanto”


Por Bruno Mateo

En la terraza del  Ateneo de Caracas, ahora ubicado en Los Caobos, se presentó el monólogo “Nosotros que nos quisimos tanto” de Mariela Romero con la actuación del actor venezolano Gustavo Rodríguez, monólogo que se lleva  a escena, por primera vez, en el año 1998, luego en el 2008 y ahora por dos únicas funciones este montaje de Armando Gota se realizó los días 16 y 17 de febrero de 2013.

Esta es una historia de despecho, Marco Antonio llega a un bar para esperar a su esposa. La espera se hace larga. En el ínterin  de la espera, conversa con el pianista y la cantante es entonces cuando nos damos cuenta de su historia. El hombre abandona a su esposa por una “carajita” de 18 años que conoció al azar  en la Cota mil. Al final de la historia, entre boleros en vivo, interpretados intensamente por la bolerista Gisela Guédez acompañada al piano por Ludwin Salazar conoce por  su esposa, vía telefónica, que salió  la sentencia de divorcio. Ya pasa a ser un hombre divorciado. Es un discurso ligero, a mi parecer, con un lenguaje televisivo, bien llevado, sin pretensiones lingüísticas ni semánticas.
Marco Antonio representa una clase media caraqueña. Tomador de “güisqui”. Su cultura musical no pasa de boleros y mariachis. En su juventud viaja a Europa gracias a la beca Gran Mariscal de Ayacucho lo que implica que su familia está relacionada con la política de la IV República. Como dice él mismo. “coquetea con la izquierda”. Es la historia de un hombre resentido. Se percata de que perdió la felicidad que tuvo con su esposa. Intenta fallidamente regresar el pasado.

El dispositivo escénico, para la terraza del Ateneo, merece ser revisado ya que el actor no se ve cuando se sienta en la mesa. La puesta en escena de Armando Gota es un diálogo entre Marco Antonio, la música incidental y los boleros. El unipersonal es hilado en toda su estructura por el elemento del género musical del bolero. El público, en su mayoría, de la llamada tercera edad responde favorablemente al trabajo escénico. Tal vez, al estilo de las tragedias griegas de la antigüedad, hacen catarsis con lo visto por la identificación inmediata del personaje. Su lenguaje posee unos marcadores lingüísticos propios de una clase social en Caracas que va desde la incredulidad hacia los ideales de cualquier teoría que conlleva al bien social e individual hasta lo pedestre del lenguaje traducido en metáforas obtenidas de la cotidianidad.
El montaje es un unipersonal de un drama cotidiano de un hombre de sesenta años perteneciente a la clase trabajadora venezolana, en este caso profesor universitario,   que se toma  unos “güisquis” a la espera de resarcir los errores del pasado.

Correo-e: ciudadescrita1@gmail.com