domingo, 10 de febrero de 2013

Revolución de terciopelo




E.A Moreno-Uribe

¿Cómo y por qué cayeron los regímenes comunistas de la URSS y de Europa Central? ¿Por qué se fragmentó la Cortina de Hierro? ¿Por qué tumbaron el Muro de Berlín?

No son fáciles, ni automáticas, ni tampoco  condensadas las respuestas para el público que tras acudir a la sala 1 del Celarg, atraído por el espectáculo musicoteatral Rock n’ Roll: La revolución de terciopelo,  de Tom Stoppard,  se haga tales interrogantes al culminar los 120 minutos de una intensa y estruendosa representación.

Se trata, pues, de una obra magistral que exige un mínimo de conocimientos históricos para digerirla y degustarla, sin ser un panfleto. También la audiencia puede no hacerse ninguna pregunta y salir a disfrutar algunas de las piezas rockeras que ha escuchado. Es un teatro polisémico capaz de atrapar a tirios y troyanos, porque es didáctico sin caer en el tedio.

Pero lo único cierto es que se está frente a  una inteligente adaptación, dirigida con rigor por Vladimir Vera, la cual cuenta con las actuaciones profesionales de  Javier Vidal, Elvis Chaveinte, Nattalie Cortez, Jesús Sosa, Gladys Seco, Domingo Balducci, Jan Vidal, Fabiola Arace y María Fernanda Esparza. En justicia los roles femeninos son más impactantes y subrayan el virtuosismo de las actrices, aunque los duelos actorales de Javier con  su hijo Jan avisan que el pichón será tan versátil como su progenitor con el breve paso del tiempo.

 Rock n’ Roll: La revolución de terciopelo (2006) cubre los años 1968 y1990, desde una doble perspectiva o escenarios claves: Praga  (República Checa), donde una banda de rock & roll acaba simbolizando la resistencia popular contra el régimen comunista, y la urbe universitaria de Cambridge (Reino Unido), donde el amor y la muerte moldean la vida de tres generaciones de la familia de un filósofo marxista.

Va, pues, entre el final de la Primavera de Praga, precisamente cuando los tanques rusos invaden Praga y las revueltas estudiantiles se esparcen a nivel mundial, mientras el rock and roll es la música más escuchada en toda la cultura pop, y la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989.

El montaje, sobrio y centrado en la tarima de los rockeros, es un viaje por casi un cuarto de siglo, a través de los ojos de una familia influenciada por la política, el arte pop y la música rock. Los espectadores posiblemente se montarán en las pasiones de estos personajes al ritmo de The Doors, Pink Floyd, The Rolling Stones, The Velvet Underground, U2 y Guns n' Roses, entre otras importantes agrupaciones musicales del momento. Todos estos éxitos son correctamente interpretados por una banda en vivo que dirige Mario Arace.

En síntesis, lo más elemental que los espectadores podrán concluir de Rock n’ Roll: La revolución de terciopelo,  es que ahí  se habla y se ejemplifican los peligros que asechan a los individuos o las sociedades cuando se   aferraran a un mito o una ideología como única causa vital, bien sea el comunismo o el capitalismo, ideologías que no han resuelto la vida de los pueblos que esclavizan, aunque sus intenciones sean otras.

¿Hay otras ideologías disponibles o una revisión humanista de las fracasadas para resucitarlas? Lo único cierto es que el capitalismo esta carcomido por el caótico cáncer de la deshonestidad de los banqueros que tienen más poder que los políticos mismos y juegan al caos para sacar ganancias pingües. Mientras que el marxismo no termina de resolver problemas teóricos y prácticos de los desarrollos industriales y  la distribución de las riquezas entre sus ciudadanos sin afectar los derechos humanos en la misma proporción que lo hace el capitalismo.

 Esta producción, con la cual la agrupación Teatro Forte abre su temporada 2013, contó con un depurado vestuario, cortesía de los estudiantes del Instituto de Diseño de Las Mercedes creado especialmente para esta oportunidad. Es una producción artística impresionante donde Gladys Seco se ha lucido como nunca antes lo hizo, permitiendo así que Vladimir Vera se ponga los pantalones largos de la dirección teatral.

¿Y cuándo la dramaturgia local nos muestra una pieza que revise la historia criolla de los últimos 50 años del siglo XX dentro de ese contexto que cambió al mundo con una suavidad que solo tiene el terciopelo?

Y mientras tanto, recordamos que Vaclac  Havel, líder de la revolución de terciopelo, decía, que un espectáculo teatral demencial escenificado por un grupo de fanáticos es parte del pluralismo cultural y, como tal, ayuda a expandir la libertad sin representar una amenaza para nadie.

Caracas, 9 de febrero de 2013

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