domingo, 27 de julio de 2014

TEATRO Y PÚBLICO

Por Carlos Herrera
@cehs1957
@avencrit

El público del teatro ha sido un tema poco tratado dentro de lo que significa la dinámica teatral actual. En Caracas al igual como en el resto de las capitales de estado del país hay una dinámica escénica que puede ser fuerte o exigua; su propia sinergia hace que el esfuerzo creativo de grupos y compañías atraigan al espectador de manera individual pero que al concurrir a tal o cual producción escénica hará que lo individual se convierta en fenómeno colectivo, es decir, se convierte en público.

La historia del teatro nos ha enseñado que, a través de sus grandes etapas el público asistió a distintos espacios a presenciar del acto ritual, al culto o de la ceremonia  a formas envestidas de creación artística que la más de las veces llamamos espectáculos. Inequívocamente esta situación generó un elemento paradójico: convocar.  Desde esos espacios convocante y convocado (constituido por un número “n” de espectadores) asistían por diversos motivos pero unos y otros estaban tocados por la conciencia de la participación en una actividad superior dentro de las fuerzas de los social. 

Jan Doat en Teatro y público (1961: 82, 83) señala que: “Es necesario recordar esas grandes épocas teatrales en las cuales precisamente la sociedad reencontraba en el acto dramático su medio de expresión”. Eran momentos en los que en esas “veladas en las que se instauraba un verdadero clima dramático: la multitud unida, hablando ella misma por boca de los actores, de su silencio vivo, de sus reacciones espontáneas, bruscas, violentas, unánimes”. Hoy en día, hablar del verdadero público teatral es tratar de parangonarlo a lo que alguna lo que le otorgó a este arte su “actividad dramática valedera y cuyo abandono equivale a una especie de suicidio”.

Cuando me inicie en lo que sería mi labor como espectador especializado, un connotado académico e investigador teatral del país decía que en Caracas, nuestro público no excedía de más de veinte mil espectadores. Ha pasado casi tres décadas cuando leí esta opinión y sigue inquietándome si ¿tal cifra se mantiene o en realidad ha crecido? De cierto se, que no hay al momento estudios de público que den al traste esta afirmación o coloque sobre el tapete si en nuestra ciudad con su variadas programaciones verificables en la oferta semanal, indique si la relación teatro / público vaya más allá de lo que Doat trato de distinguir como “él público y los públicos” porque entre una y otra definición surge para él, la palabra: “clientela” y que desde mi perspectiva entiendo como el público snob que solo atiende a gustos, modas y momentos para acercarse al hecho artístico solo como algo que responde a su necesidad de evasión o simple esparcimiento del espectador o de esa comunidad de personas sensibles y educada para receptar, reflexionar y hasta de saber correlacionar lo que ha visto con su realidad.

La relación público / teatro en Caracas es un aspecto que debe ser considerado por parte de todos los integrantes de un grupo artístico porque ellos deben estar conscientes que el público que asiste a los distintas salas y espacios parece tener una conciencia de una meta mucho más estética que ética.

Coincido con Doat en que para la dinámica actual del hecho de generar y circular al consumo de tales o cuales producciones escénicas deba haber ese “esfuerzo largo y paciente de reeducación de los reflejos de una sociedad que [al parecer en nuestra dinámica capitalina] ha perdido el sentido del hombre y que todavía no ha encontrado el sentido de sí misma”.

Tanto directores como productores de grupos y compañías teatrales así como los programadores culturales institucionales deberían concientizar una oferta teatral capaz de proponer mecanismos donde la palabra y opinión del  del público sea tomada en cuenta: Si por alguna razón se percibe distorsionada, la reeducación del espectador deberá ser más profunda y sistematizada a fin que, a futuro, la calidad de ese llamado público este estrechamente relacionada con la calidad del teatro que se les ofrece.

Tres: la máxima felicidad


Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit

 


El pasado 25 de julio de 2014 en el más reciente inaugurado Teatro Bolívar de la ciudad de Caracas  se presentó la pieza La máxima felicidad del dramaturgo venezolano Isaac Chocrón, una producción general de Carlos Scoffio y producción de campo de Gonzalo Irigoyen para Image Producciones/Proyecto en ebullición con las actuaciones de Gonzalo Cuberos como Pablo, Mayte Parias como Perla y Jornell Ariza como Leo, bajo la dirección de Nelson Lehmann.

Pieza que nos introduce en el tema filosófico de la tríada como unidad mínima perfecta para alcanzar la felicidad. Una relación sexoafectiva de dos hombres y una mujer. No se trata de un triángulo sino de una verdadera amalgama de relación tripartita. La pieza en sus casi dos horas de duración nos toca el álgido tema de la diversidad, no sólo sexual, sino de compromiso, a manera de “encantador experimento” sociológico  de convivencia entre tres personas de distintas edades y visones de mundo.

La disposición escenográfica a manera de triángulo en el escenario nos da esa sensación de tres maneras muy acordes con el texto chocroniano; la iluminación de Gerónimo Reyes nos produce una grata visual del espectáculo; la planta de movimientos no abusó de excesos de desplazamientos, considero que fue acertada para un texto muy bien cohesionado y con una excelente progresión dramática que no necesita del artificio del movimiento corporal de los actores: La palabra misma produce la dinámica.

En cuanto a las interpretaciones, la de Gonzalo Cubero como el “líder” del trío, persona más longeva de la relación fue convincente; el texto fluía “naturalmente” logrando así las intenciones comunicativas del discurso dramático. No así en el caso del joven actor Jornell Ariza que falta maduración en la técnica actoral; se hace necesario más flexibilidad en el decir de la palabra; la actriz Mayte Parias, tiene un elemento a su favor, tiene mucho carisma en el escenario; en todo momento nos presentó a esa joven un tanto ilusa, la cual convence a lo largo del montaje, sólo le sugiero que siempre tenga presente en el género en que se encuentra porque, en ocasiones, luce tan natural que se pierde la interpretación teatral que realiza.

La máxima felicidad es una pieza difícil en cuanto a la comprensión del discurso y más aún llevarlo a diálogo sin que suene literario, creo que este montaje logra buena parte del contenido de Isaac Chocrón, a pesar de ritmo un tanto lento de la puesta de Lehmann.

EL TRAVESTI PERLA ES LA CALLEJERA

 Luis Vicente González  es elautor y el actor de "Callejera"
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@Avencrit

Callejera, auténtico, asombroso y dinámico espectáculo sobre la homofobia y la transexualidad, no estuvo en la programacion del Festival de Teatro Rosa de Caracas 2014, el cual se realizó en el Celarg durante el pasado mes de junio, pero su autor y actor Luis Vicente González ya se prepara para mostrarlo en los festivales de Occidente y Oriente o en otro espacio que se le permita.

Callejera es, pues, un unipersonal que cuenta la historia de Perla, un joven homosexual que se trasviste para ir al liceo. Y sobre su orígen todo lo cuenta Luis Vicente:
-Es una reflexión sobre la tolerancia, la aceptación a lo diferente. El argumento esta basado en un hecho real, ocurrido en Estados Unidos de América, donde un muchacho es asesinado por un compañero de clases en plena fiesta de San Valentín, delante de todos. El asesinado solía trasvestirse ocasionalmente para ir a clases y lo hacía con vestidos que una profesora le regalaba. Este chico se enamora de su asesino, a quién le pide que sea su acompañante en el baile de los enamorados que se celebrará en la escuela. Esta petición la hace públicamente unos días antes de la fiesta. Me apropié de éste argumento para escribir Callejera . En el proceso de escritura fui incorporando sucesos y personajes que pertenenecen al mundo de mi niñez, en el pueblo donde nací y crecí, ficcionándolos para construir la vida familiar y callejera de Perla (así se llama el protagonista de mi historia) al igual que su interioridad.
 
-¿Por qué un montaje eminentemente físico?
-En primer lugar debo decir que el montaje no es "eminentemente" físico.  Es teatro y se hace desde la presencia "física" de los actores en escena. De lo contrario no sería teatro. Ciertamente la propuesta escenica de Carlos Díaz, director del montaje, permitió la incorporación, en algunos momentos, de materiales corporales como un lenguaje más desde donde se cuenta la historia. Yo creo con mucha firmeza que en nuestro país no se entiende y se desconoce las implicaciones técnicas y estetéticas de eso que se ha dado en llamar "teatro físico". Por ello cualquier montaje donde el actor use su cuerpo fuera de las convenciones del teatro "de texto", entonces pasa a ser mal llamado “teatro físico”. Pero resulta que el teatro ni es de texto ni es físico, el teatro es una manifestación artística viva, el texto como todos los elementos que participen de la puesta en escena, son recursos para la elaboración de los lenguajes escénicos. De manera que se puede pasar con total fluidez del habla a la gestualidad como quien usa variados colores para construir una pintura. Por otro lado, el texto de Callejera  está constituido por 29 cuadros escritos. De manera que al leerlo fácilmente se le pudiera inscribir dentro del llamado teatro de texto, pero como se ha mostrado, en la creación escenica hemos usado una variedad de lenguajes para la elaboración del discurso.
-¿Lo físico aplasta los contenidos?
No. Creo que lo "físico" enriquece mucho el montaje, le da dinamismo y particularidad. Por momentos he llegado a pensar que puede haber un exceso más bien de textos, de palabras. Lo "físico" (siempre con comillas para mí) nunca podría aplastar la temática porque forma parte de la temática, porque la temática, tal y como la mostramos al público, fue construída desde lo físico tanto como desde las palabras escritas. Lo "físico" no ha sido una incorporación caprichosa para hacer un teatro raro. Desde lo "físico" intentamos decir tanto como desde las palabras, sumergir al espectador en la temática y sus contenidos desde el uso de variados recursos y lenguajes, uno de ellos es el lenguaje gestual en un tratamiento particular y consciente.
-¿Qué busca  
-Buscamos hacer un teatro propio, es decir una forma de hacer teatro surgida de las posibilidades y necesidades expresivas  reales de los creadores. Entonces, como yo llevo algún tiempo ya en una investigación personal sobre las calidades físicas y el contacto para la construcción de la acción escénica, he derivado en un acabado actoral como el que has visto en Callejera.  En éste punto debo resaltar el mérito de Carlos Díaz, quien como director ha tenido la inteligencia de trabajar desde mí y conmigo más que con prefabricadas ideas de "director". Esto ha dado como resultado una propuesta en la que yo como actor no tengo que lidiar con la búsqueda para alcanzar las ideas del director, porque el director a construido sus ideas en "diálogo" activo y vivo con el actor. De allí que estar en escena me sea tan placentero en éste montaje.
-¿Cómo fue su preparación para Callejera?
-Trabajamos a base de improvizaciones a partir de las ideas y circunstancias presentes en el texto. Estas improvisaciones estructuradas fueron el medio a través del cual me aproximé a las intenciones vocales y gestuales, así como al contacto con mi imaginario puesto al servicio del montaje para la activación de estados emocionales verosímiles y auténticos. De igual forma esta manera de trabajar le permitió al director establecer diálogos creativos conmigo de donde fueron surgiendo ideas para la puesta en escena, el uso de determinados elementos y el tratamiento de los mismos.
-¿Ha pensado en un corto o un medio metraje?
-Siempre lo pienso con todas las obras que he escrito hasta ahora. Estoy muy influenciado por la cultura audiovisual. Lo que pasa es que escribo y hago teatro porque se puede hacer en menores tiempos y costos que los audiovisuales. Pero sí, me gustaría hacer con Callejera un trabajo audiovisual. Entre otras razones por la eficacia comunicativa de este medio.
La otra pobreza
A Luis Vicente González no le preocupa la homofobia en particular. “Me preocupa la intolerancia en general. La no aceptación de lo diferente en cualquier ámbito.   En la política, en las artes, en fin, en la vida.  Callejera   intenta invitar a la reflexión sobre esto. El rechazo al homosexual es en este caso un pre-texto para hablar de lo pobres que somos culturalmente y que es nuestra pobreza la que nos hace ser intolerantes hasta extremos nefastos que nuestro país conoce bastante. A través del teatro no pretendo detener la homofobia. Lo que sí busco con él es brindar espacios y tiempos para sensibilizar, elevar el espíritu y jorungar los corazones del espectador para que sea una mejor persona y, de pronto, sea menos homófobo”. 

miércoles, 23 de julio de 2014

Contra la democracia

Por Carlos Herrera
@cehs1957
@avencrit

El tiempo actual propone al ciudadano como al ser en las grandes como complejas urbes de este nuevo siglo revisar cuáles siguen siendo las auténticas reglas que deben primar su conducta, su convivir y su actuar. Aspectos como reglas, normas, leyes y conductas que regulan su accionar así como su interrelación con los otros están sujetas para bien o para mal, a lo que llamamos lo político. El hecho de vivir amparados un modelo político como la democrática, supone acatar principios de una convivencia donde quien ejerce el poder y quien es gobernado juegan reglas tácitas donde haya se supone hay un ejercicio del derecho y del deber. Pero, más allá de estos supuestos, entre quienes asumen el poder y quienes lo acatan se observa como ominosos factores hacen mella en el tuétano de esta necesaria estructura. Las convenciones, la convivencia con las normas, el acatar reglas y saber que debe existir el saludable dominio de las leyes han venido fragilizándose. Consecuencia de ello: la irrupción de la corrupción, la anarquía frente al orden, la supremacía de la viveza y hasta la fractura del equilibrio entre quienes deben saber ejercer el poder y el rol del ciudadano. En estos tiempos, muchas sociedades se perciben como se padece el cáncer de esta perturbación. De ello, la dramaturgia comprometida sabe tomar aspectos puntuales y reflexionarlos en sus obras. Es una manera crítica y reflexiva sobre lo que da origen a sus causas y hasta ser capaz de señalar sus nefastas consecuencias.
 La dramaturgia contemporánea cuenta con un autor en sintonía con lo anteriormente dicho: Esteve Soler. Agudo creador cuyo teatro penetra en el tuétano de la consciencia del hombre del s. XXI y le propone una punzante increpación desde un humor corrosivo y donde el absurdo no escapa de su manera de cómo interrogar o las aparentes bondades del progreso o la fantasmal creencia que lo político es la salida a los problemas de la sociedad de este siglo.

 Gracias al valioso trabajo de Escena de Caracas -quien ya cuenta en su haber artístico con una consistente trayectoria de quince años- ha nutrido su periplo artístico con propuestas escénicas que le han valido no solo del aplausos, elogios críticos sino el apoyo de un público que saluda cada proyecto porque ve en ellos, trabajos creativos pertinentes con lo socio histórico; son un colectivo que nunca han dejado de explorar desde el riesgo conceptual, estético como artístico en lo referido al trabajo de escenificación de textos foráneos inusuales al espectador local. Su sinergia técnica la han asumido sin pestañeos; su reto en este momento: retomar otra vez a Esteve Soler como de su búsqueda a fin de proyectar una cachetada reflexiva, y una polivalente insinuación a lo que debe un espectador recibir como ofrenda desde el púlpito de las tablas.

 Bajo la perspicaz mano de Juan José Martín, la dramaturgia satírica y ácida de Esteve Soler  con su pieza Contra la democracia se expone en la Sala Rajatabla. Todo un acto de cuestionamiento capaz hacernos reflexionar y colocarnos ante inevitables preguntas sobre la vigencia o no del término democracia. Teatro auténtico y pertinente el cual no debe mirarse a la ligera sino como una cebolla que posee múltiples e inquietas capas de significación.

 Con la respuesta interpretativa contundente conformada por Nadeschda Makagonow una actriz que con mucho talento, trabajo técnico de cuerpo, voz bien sostenido hace que cualquier situación compositiva tenga un tenor que uno admira,Delbis Cardona actor de los más polivalentes sobre la escena nacional cuya capacidad para entrar y salir de situaciones es asombrosa y que desde este espectáculo se proyecta con una fuerza orgánica y una certeza que provoca aplaudirle sin temor y, Rafael Gil un interprete lúcido cuya imagen es creíble, que supo otorgarle a su intervención de una ductilidad que pone al público a detallarle porque es un artista de filigranas muy partitculares; ellos en pleno o en sus particulares entregas compositivas hicieron que la dirección se permitiese plasmar el inquietante universo que teje Soler; sin querer anticiparme a nada, diré que estos actores fueron firmes en su logro como artistas de la escena.

lunes, 14 de julio de 2014

¿PROGRAMAR VENEZOLANO?

Por Carlos Herrera
@cehs1957
@avencrit


Como espectador y crítico teatral cada vez que decido asistir a ver un montaje teatral, tiendo a revisar la cartelera que se asienta en los medios impresos de la ciudad; incluso, atiendo a lo que me llega por vía electrónica de lo que es un estreno, reposición o continuidad de alguna temporada. Muchas veces en ese cotejo / decisión que me hará decidir que espectar entre jueves a domingo caigo en cuanta que no todas las salas o no todo los grupos exponen sus programaciones en dichos medios. Con todo, se convierte en una aventura estar al día en saber si lo que me impulsa a ver tal o cual montaje responde a lo que debería ser un elemento fundamental: constatar si lo programado en un lapso dado es de algún autor (a) nacional. No es cuestión de girar en un fanatismo nacionalista pero realmente me resulta preocupante dejar de lado lo que ha sido el esfuerzo creativo de los dramaturgos de mi país y solo ir a ver lo es la producción dramática de autores foráneos sean estos clásicos, contemporáneos, vanguardistas, emergentes o experimentales.
 
    Un autor venezolano o una dramaturga nacional desde cualquier ángulo que desee mirarlo, responde más a mi horizonte de expectativa como ser social de mi país que lo que pudiese ser la novedad o la continuidad de seguir mostrando sobre las tablas de esta ciudad la producción teatral suscrita por autores que en nada están conectados con mi realidad, mis problemas, los asuntos y temas que nos atañen o, sencillamente, que estén tratando de indagar cuestiones que, puedan decirnos a nuestro subconsciente que lo nuestro es tan relevante como lo ajeno. Sin pruritos y sin chauvinismo alguno, siento que la dramaturgia del patio como bien lo pudiese haber calificado una amiga investigadora tiene tantas vertientes y tantas cosas por expresar que uno como público debería ser consecuente en seguir esos textos y verificar como grupos, compañías, directores, actores y diseñadores son capaces de concretar esos imaginarios en pro de una conexión con la Venezuela del ahora, del ayer o de lo que sería asertivo comunicarle a la sociedad de este presente siglo XXI.
 
   De lo anterior queda se abren muchas interrogantes que pueden llevar decenas de escritos y dado que el espacio es limitado, por lo menos algunas de estas cuestiones se las expongo a usted a amigo lector: ¿Cómo opera la mentalidad del productor / programador de las instituciones culturales públicas o privadas al momento de considerar lo que será la oferta escénica de cierto periodo? ¿Establece o emplea criterio que permita que se dé más realce a la autoría nacional sobre espectáculos de base autoral foránea? ¿Qué opera para que se acentúe en ciertos momentos la presencia de producciones sustentadas sobre textos nacionales donde haya justeza en cuanto a promover al autor emergente o de resaltar ciertas obras poco vistas sobre las tablas? ¿Programar lo nacional implica que la dramaturgia responda a temas álgidos o tramas de moda?
 
    La responsabilidad de darle peso a la dramaturgia nacional debe ser una norma obligada para todo programador. Ofertar lo nuestro tras cualquier programación implica estar atento a lo que ha sido y está siendo escrito por nuestros autores y autoras, por ende, este elemento debe ser contemplado con más firmeza por los encargados de programar la oferta mensual de cada espacio teatral. Derivado de ello, quizás una consecuencia favorable sería  proponerles a nuestros espectadores de temas, asuntos y contenidos nuestra dramaturgia produce y que, sin desmedro de otras escrituras, debe ser lo fundamental.
 
    Ojala en esta ciudad se lograse articular una mesa técnica de programadores de las distintas instituciones culturales públicas con el propósito de prever una línea de fortalecimiento de la producción dramatúrgica nacional. Eso sería educar y sensibilizar a nuestro público que lo nuestro es relevante debe ser un estímulo a quienes día a día con su imaginario y su labor piensan lo venezolano para lo que lo que será la escena nacional a futuro.  
 

domingo, 13 de julio de 2014

Cabrujas revive tragicomedia de Guzmán Blanco

La historia venezolana inspiró al dramaturgo para su pieza más política.
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit

El director Héctor Manrique y el GA-80 hacen temporada en el teatro Trasnocho con El americano ilustrado, agridulce espectáculo de José Ignacio Cabrujas (Caracas, 17 de julio, 1937 / Porlamar, Isla de Margarita, 21 de octubre, 1995)  sobre las vicisitudes del gobernante que pretendió afrancesar a Venezuela y terminó canjeando parte del territorio por la deuda que dejó la Independencia.

Cabrujas podría afirmar, parafraseando a Michel Foucault (Francia, 15 de octubre, 1926 /25 de junio, 1984), para esclarecer aspectos de El americano ilustrado, que lo hecho “es la historia de la manera en que las cosas se problematizan; es decir, la manera en que las cosas se vuelven problemas". Y eso dejó en esa comedia: una ficción inspirada en hechos históricos para el enjuiciamiento de la realidad, donde la  frustración de tres hermanos y la denuncia de sus convencionalismos, son elementos que proponen una reflexión  sobre la frustración individual y colectiva de Venezuela, resultado de tantas generaciones ilusionadas pero igualmente desencantadas, cuando se  confrontan  con una realidad  heredada y que no podrán  transformar o cambiar.
 
El americano ilustrado (1986) recuerda a los venezolanos de este sorprendente siglo XXI como se perdió la Guayana. Y subraya las irresponsabilidades y ligerezas gubernamentales del general Antonio Guzmán Blanco (Caracas, 28 de febrero, 1829/ París, 20 de julio 1899)  en medio de naturales problemas domésticos de sus funcionarios.
Es una recreación mordaz y patética de nuestra idiosincrasia, que además invita a reflexionar sobre las imposturas del venezolano a partir de la anécdota del cornudo y mediocre canciller  que se traiciona a sí mismo y al pais al firmar un protocolo  donde  cede el territorio para pagar las deudas contraídas con el Reino Unido, al tiempo que el país copia costumbres europeas, impone un afrancesamiento en un derroche impresionante de dinero y se abre a la inversión extranjera. Al despuntar el siglo XX llegan las petroleras y las tiranías de Castro, Gómez, López… y una revolución que desemboca en la dictadura de Pérez…pero la historia prosigue.
 
Cabrujas, pues, revela cual es la semilla y los frutos de todo lo que pasó en buena parte de las centurias XIX y XX  y advierte que la historia puede repetirse por las fallas humanas no solo de sus gobernantes. No usa  textos barrocos ni posturas grandilocuentes de sus personajes. Todo desde la intimidad del poder político  y las debilidades humanas, como las traiciones y  los robos de la riqueza de la nación, o sea la pestilente corrupción.
Ahora Martha Estrada, Daniel Rodriguez, Juan Vicente Pérez, Juvel Vielma, Wadih Hadaya, Angélica Arteaga, Vicente Peña, Marxlenin Cipriani, Omar Pérez y Luis Abreu son los conmovedores cómicos que hacen posible ese espectáculo, sobrio en sus movimientos y ácido con todo lo que dicen y hacen en medio de una cotidianidad criolla muy contemporánea.


Manrique escenificó El americano ilustrado porque, tal nos lo declaró,  retrata como somos  los venezolanos, pueblo que no termina de nacer o de hacerse, pueblo  guerrero y siempre luchador. Nadie, venezolano por supuesto, que vea una pieza de Cabrujas podrá negar que ahí también está él.

sábado, 12 de julio de 2014

Fedora cerró festival de teatro gay

"La última noche de Fedora" cerró el evento en el Celarg
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenoribe
@avencrit

Con la escenificación del espectáculo hiperrealista  La última noche de Fedora  culminó el I Festival de Teatro Rosa de Caracas 2014, realizado entre el 4 de junio y el 6 de julio, organizado y producido para el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo  Gallegos (Celarg) por el crítico Bruno Mateo, directivo de Avencrit, y el productor Elvis Romero.
El Festival de Teatro Rosa, dice Mateo, es una iniciativa que nació  en Bogotá, impulsada por la Corporación Barraca Teatro, con la intención de sensibilizar, visibilizar y educar  sobre temas polémicos, como son todos los relacionados con la diversidad sexual, teniendo a las artes escénicas como vehículo. Ahora este Festival de teatro Rosa Caracas es una réplica del que se viene realizando desde hace cuatro años en Colombia y pretende  unificar esfuerzos en la lucha por la diversidad en  Latinoamérica.
El nombre de Festival Rosa tiene que ver directamente con las teorías queer que toman los elementos negativos y homofóbicos para luego resignificarlos de una manera positiva hacia el objeto despreciado. “Precisamente el color Rosa siempre se ha asociado a la homosexualidad de una forma peyorativa y aquí se resignifica de una manera”, subraya Mateo.
Bajo el eslogan “Estamos aquí”, en el Festival de Teatro de Caracas 2014 se abordaron temas referentes a la diversidad sexual por intermedio de 23 montajes teatrales, lo cuales fueron el detonante de debates a través de conferencias y/o charlas. El evento contó   además con conferencias, lecturas dramatizadas y exposiciones de temática sexodiversa como una manera de reivindicación de los derechos de la comunidad LGBTI de Venezuela.
Hoy en día, cuando las diferencias entre los seres humanos se han comenzado a suavizar haciendo de nuestro mundo un lugar  más amable, todavía en ciertas naciones persisten las condenas hacia las personas  con sexualidades distintas a las normadas por la cultura heterosexista dando origen a una aborrecible fobia hacia la diversidad, la tristemente célebre homofobia, por lo que el Festival de Teatro Rosa Caracas busca concientizar los derechos de la sexogénero diversidad para reclamar el espacio ciudadano al que se le ha sido negado históricamente, el cual ahora está garantizada  por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Historia inconclusa
Las agrupaciones y sus  23 espectáculos que se mostraron en la Sala  Experimental del Celarg, los cuales fueron vistos por no menos de tres mil espectadores, eran:  Una historia inconclusa  (Teatro Tracodra),  A la valenciana  (Ceniza Teatro),  Como dios manda  (Kebebasan Producciones),  Un hombre cuatro estaciones  (Luis Carlos Boffill Bordón producciones),  Cuando el día viene mudo  (Grupo J.A.Var),  Mal-Matrimonio  (Tinta y plus producciones),   Pater Noster  (Theatrum), Hermanos   (Jennifer Gásperi),  Decidida  (Luis Carlos Boffill Bordón producciones),  Hasta que la muerte nos separe  (Bicenteatro),  ¿Cómo decirle a mi novio que no soy ella sino él?  (Teatro Luz Columba),  Tomate una pepa de lexotanil  (Irelou Producciones) y  La última noche de Fedora (Mango producciones). El público se quejó ante los organizadores porque los espectáculos no fueron programados sino para dos funciones, por razones de la misma programación teatral del Celarg, pero se espera que en otros festivales los montajes tengan más representaciones.
Lesbianas
 
El tema del lesbianismo no es tratado con frecuencia, pero Luis Carlos Boffill Bordón  insistió y pudo mostrar en el Festival de Teatro Rosa de Caracas su obra  Decidida  con Marcela Girón, Saúl Marín y Mercedes Salaya. Ahí se plasma de la historia de Yudith y Sergio, quienes  llevan muchos años en matrimonio. Pero ella ha descubierto que siente interés físico y sexual por otras mujeres, lo cual la convierte en lesbiana y se acepta como tal, solo le falta asumirla. Sin embargo no es fácil romper con un matrimonio de tanto tiempo. Incluso, romper con su propio patrón de vida cotidiana camino a otras vivencias que sabe le tocaran pasar en consecuencia a la decisión que tome. Gloria es su amiga incondicional desde la infancia. Y es a la única  a quien, por ahora, le quiere confesar su situación. No está confundida, aun con temores, pero  Yudith está decidida a materializar su deseo. Vimos una función y quedamos maravillados de la sobriedad de la anécdota y de la limpieza del montaje, logrado en ritmo de comedia por esos tres histriones que se desafiaron a sí mismos y dieron sus aportes a los personajes propuestos por el autor, que además es un consumado directo de actores. Ojala que este espectáculo pueda mostrarse más adelante.
 
 
El show prosigue
 
 
 
Dirigida por Anthony Gómez  y creada  por Alexander Rivera y Jennifer Flores para Mango Producciones,  La última noche de Fedora , de Ibrahim Guerra, cuenta con un diestro y especial elenco integrado con Yackson Vásquez, Ramón Casanova, Jackson Martínez, Hans Cristopher y Andy Pérez. Todos ellos se unen  para darle vida a los personajes que desencadenan esta ocurrente historia, la cual se desarrolla en un night club, cuando se estrena una revista musical travesti. Esto dará pie para que se vayan suscitando un sinfín de situaciones cómicas, absurdas e incluso patéticas, hasta mostrar e introducir al espectador en una especie de inframundo lleno de intrigas, lentejuelas y muchas plumas. Como parte de la representación teatral, un transexual vampirizado, llega esta noche, donde el grupo de travestis prepara un show fonomímico dirigido por un director teatral, importante en épocas pasadas, pero que en la actualidad y gracias a sus adicciones, se encuentra en el momento más decadente de su carrera. Esta es la noche del estreno, pero antes de la función, a la que ya el público ha estado llegando desde tempranas horas de la noche, se realiza un último ensayo para sustituir a uno de los actores, quien en la noche anterior sufriera un aparatoso accidente, el cual creen que es ocasionado por uno de sus compañeros. A partir de la premisa de que “el show debe continuar”, Esteban, el director, termina por intentar hacer el mismo la representación, ya que los actores lo han abandonado. El estreno de esta pieza lo vimos en los años  80, aquí en Caracas, y ahora, gracias al Festival de Teatro Rosa,  la hemos disfrutado de nuevo. Merece un comentario más amplio y en otra oportunidad, porque hay un increíble talento histriónico ahí reunido para dar vida a un texto que tiene mucho que decir sobre el inframundo del travesti teatral, donde hay un especial aporte del actor Andy Pérez.


domingo, 6 de julio de 2014

Capital

Por Carlos Herrera
@cehs1957
@avencrit

Una nueva propuesta, inusual porque no responde a los usuales parámetros de escenificación de un texto teatral aunque si roza los linderos del performance titulado Capital se estrenó el pasado viernes en la Sala Luís Peraza, sede del Teatro Experimental de Teatro (TET) por su Centro de Creación Artística bajo la dirección del maestro Guillermo Díaz Yuma. Es de esa clase de propuesta donde el público será engranaje activo para que se sienta como un protagonista fundamental. Dentro de un concepto lúdico y participativo pujará en una subasta por objetos absurdos, podrá ser imputado por los hilos kafkianos de un proceso judicial del cual del cual le pondrá a pensar ¿cuál es el sentido la justicia?, podrá libar y comer e, incluso bailar dentro de una celebración que difumina ese sentido de si fue a ver o ser partícipe de una acción liberadora.
 
Creo que la suma de los capitales creativos, artísticos y conceptuales que conformaron esta producción hace que Capital exponga que, el espectador puede ser “cómplice”, cuasi actor, observador y víctima de “una acción dramática” que se constituye como un viaje discontinuo hacia la búsqueda de otros significantes que, normalmente, espera derivar de la recepción de la mayoría de las puestas en escenas que en este mes de Julio le ofrece la cartelera teatral caraqueña. Un riesgo escénico que propone una actitud al espectador –quien será, a final de cuentas, el protagonista - más abierto a fin que su perspectiva de recepción evite ser esencialmente pasiva. Capital es capaz de involucrarle sin que haya esa sensación de prurito, de temor a la escena o de volverle a poner en una pasividad digestiva frente a lo que observa como acción teatral.
  
Tomado como excusa textos, poemas, canciones y referencias teóricas y literarias de autores que van de Karl Marx, pasando por Vinicius de Moraes, Carl Jung, Luis Britto García, Juan Nuño o Ramón Palomares, se articula un constructo escénico que subdivide el espacio de la Luis Peraza a modo que permita armar la lectura de tres capítulos intitulados: “Cuadro Negro (La Boca); Cuadro Blanco (La Madriguera del Conejo) y finalmente, Cuadro Rojo (La Fiesta)”; un todo que hace que cada percepción se atomice y se reintegre dentro del espectador para provocar su lectura individual como colectiva que con toques visuales, sonoros, de actividad participativa y de celebración hacen su conexión con los convites que el Centro de Creación Artística del TET ha convocado en otros momentos al público de la urbe.
   
Y decir que Capital es lúdico porque es la forma de integrar al espectador con la capacidad imaginativa de sus jóvenes pero resueltos actores y actrices conformados por Alan Puerta, Alí Rondón, Aromaia León, Héctor Castro, Larisa González, Manuel Chourio y la participación especial de Sara Valero-Zelwer en una unidad que tiene alma, que posee sinergia y que no temen activarse de variadas formas para que la entropía escénica adquiera y proyecte disímiles sensaciones y preguntas a quien esté dispuesto a involucrarse. Las luces como la ruptura espacial, la conjugación musical y todo el tinglado escenográfico proponen su integración y su unidad de sentido ya que no se pretendía que hubiese la lectura formal y convencional que otros espectáculos conllevan en su arquitectura de producción-
   
Capital fue un concepto creado por Louani Rivero y asertivamente escenificado por el maestro Yuma con mucho riesgo e imaginación. Se convierte pues, en una lectura no apta para espíritus conformistas, ni para espectadores pasivos que aguardan la gratuidad de lo evasivo. O se integra y comulga o es bastante probable que quede como un voyerista más colocado ante lo inusual que frente a sus ojos lo escénico le convoca. Capitalice su curiosidad y propóngase tentar su interés con esta singular experiencia que, desde todo punto de vista, no es fácil de hallar en lo que es la dinámica teatral de esta urbe.   

sábado, 5 de julio de 2014

Van Camino a Kabaskén


Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit

 

En este mes de julio comienzan las graduaciones en todos los centros educativos de Venezuela; así la, ya histórica, Escuela nacional de artes escénicas César Rengifo ubicada en la esquina el Cuño, Parroquia Altagracia, egresó un nutrido grupo de jóvenes actores y diseñadores teatrales con la pieza Camino a Kabaskén (1989) del venezolano Elio Palencia los días 1 y 2 de julio de 2014 en la sede de la Institución dependiente del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, dirigida por María Teresa Haiek.

Camino a Kabaskén es un drama con tono de sainete, la puesta en escena fue muy bien resuelta en cuanto a los distintos espacios que requiere la historia; los cambios escenográficos, a pesar de que fueron un tanto aparatosos, no perturbaban la dinámica. Los elementos escenográficos diseñados por la graduando Sandra Parra nos recrean un lugar pueblerino, áspero y deshabitado muy acordes con la pieza.  El ritmo y la resolución de las unidades dramáticas fueron fluidos y ondulantes de acuerdo a cada situación. La escogencia de la música del folclore venezolano para ambientar el pueblo en donde ocurre la acción resultó muy  atractiva. El vestuario como tal no existió, tal vez por escasos insumos de producción, sin embargo Israel Blanco, graduando de Diseño teatral, supo realizar la unificación estética con un concepto claro de lo requerido por el montaje.

El elenco de jóvenes actores: Karina Macero, María Roca Outumuro, Sandra Parra (quien se graduaba en diseño teatral), Néstor Niño, Manuel Roos, Amilcar Pastrán, Wilton Vergara  y Luis Alfredo García logran caracterizar a cada uno de sus personajes, entregándose con pasión y muchas ganas de recrearnos una historia, situación que logran hasta transformar el ambiente en una autarquía. Convierten aquel espacio negro de la representación en un microcosmo distinto a nuestra realidad. Es un grupo que promete mucho para las artes escénicas del país. Esperamos que logren su cometido; después de su larga preparación de 3 años de estudios, y consigan a su Kabaskén.

 

viernes, 4 de julio de 2014

La Guayra tuvo su Coliseo

La Guayra  (1842), oleo de Ferdinand Bellermann, Colección Museos Estatales de Berlín
Cortesía de Óscar Acosta para Todos Adentro



La ciudad portuaria albergó en un tiempo una importante actividad dramática



 
Fue construido en 1829



Aún hay mucho por investigar y aportar a la historia del teatro en Venezuela. La mayor parte de estudios existentes sobre la escena venezolana de tiempos remotos, generalmente se refieren a la ciudad capital, prestando poca atención al resto del territorio. Ello se debe, principalmente, a la carencia de fuentes documentales, así como a  un centralismo que ha influido no solo en lo político, sino también en el campo del conocimiento. La actividad teatral fue celebrada desde la colonia en plazas y calles en las que se acondicionaban tablados para tal efecto. Posteriormente se construyeron recintos teatrales, entre los cuales el Coliseo de Caracas, destaca por ser el más estudiado y existir mayores fuentes de investigación. Poco conocemos de otros edificios creados a tal efecto  que  existieron en la primera mitad del siglo 19, en ciudades como Cumaná y Valencia, donde seguramente hubo una intensa actividad dramática. El tema es un capítulo pendiente de nuestra historia artística, a la vez que un reto para los estudiosos e investigadores del  área.

 

El Coliseo de La Guayra

 

Nada, o acaso muy poco,  se ha divulgado del Coliseo de La Guayra, primer teatro de esta ciudad, construido en 1829.  La data de su creación la encontramos en el libro Compendio de apuntes y tradiciones de La Guayra (Viento Veloz de Fuego),  escrito por el guaireño Enrique Rivodó (Caracas, Talleres Tipográficos El Globo.1956), quien atribuye a su abuelo, José Francisco Rivodó la edificación de la sala de espectáculos. Este último participó en la guerra de independencia y, para el año de la construcción del teatro, era jefe de correos de la ciudad portuaria. Según consta en varios documentos existentes en el Archivo Municipal de Caracas, el edificio dependía de las autoridades municipales y estuvo situado en la calle San Juan de Dios, adyacente al hospicio del mismo nombre, sobre cuyas ruinas fue levantada la actual Iglesia Catedral San Pedro Apóstol de esta ciudad litoralense.

Pese a ser una localidad relativamente pequeña que no llegaba a los 5000 habitantes, La Guayra era de singular importancia por la cercanía a la capital y su función como principal puerto del país. La iniciativa denota no solo la influencia de Caracas,  en la que ya surgía la actividad escénica con apoyo  de la élite política y donde en el mismo año se construyó el segundo Coliseo capitalino, sino también el interés de los lugareños que debieron alentar la construcción de la sala. Para las compañías de teatro y zarzuela que iban de gira por el Caribe, la capital venezolana era una buena plaza y, en su tránsito, obligatoriamente debían recalar de paso por el lugar. Las autoridades debieron ver una buena oportunidad para la construcción del teatro, a lo que debemos sumar una añeja tradición escénica que ya existía en la región desde 1772, cuando se representaron comedias en espacios públicos según los datos que aporta Rivodó en la obra citada.

Con fecha del 3 de noviembre de 1931 hallamos en el Archivo Municipal una comunicación escrita por José Rosario Fuentes y José María Seijas, dirigida a  la Junta del Muelle de la ciudad, de quienes debió depender la custodia del coso de espectáculos, solicitando el uso de la misma: “... atendiendo ael estado del tiempo y biendo q. En este puerto no se encuentran ningunas diversiones; nos emos reunidos varios amigos aficionados ael teatro y emos resuelto representar el nacimiento de Jesucristo y su triunfante entrada en Jerusalen (...) suplicamos sirvan concedernos las llabes de el teatro General de este Puerto desde el corriente de este mes asta el ultimo de abril (...) Utencilios q. necesitamos una decoración de bosque otra de palacio y otra de Ciudad y telones y tablas de teatro.”   En nota al margen del documento, consta que fue concedido  el permiso solicitado bajo condición de responder al “Sr José Francisco Rivodo  de cualquier deterioro o perdida que pueda haber en los utiles”, así como de pagar seis pesos por cada noche de función.

 

El escenario se convierte en depósito de mercancías

 

En 1846, un aficionado llamado Mónico Lovera, solicita el alquiler de los enseres del teatro y el permiso para iniciar funciones dramáticas en  el patio de su casa, debido a que  había sido contratado el teatro “por una casa de comercio.” Ese año, el Coliseo de La Guayra fue convertido en depósito de mercancías por contrato suscrito entre la comercializadora Boulton Phelps  y el Concejo Municipal,  pese a la evidente actividad escénica local en ese momento de la que hay  constancia. Lovera fracasa ante la escasa concurrencia de público a las funciones en su residencia. Nuevamente, poco después, Félix Blanco y Manuel Agustín López, insisten con el arte escénico, solicitando el arrendamiento del teatro para establecer una compañía teatral por una suma mayor que la ofrecida por la Boulton Phellp. El requerimiento de los teatreros es denegado. En la ocasión, pudo más el interés en el desarrollo comercial del puerto que el amor a la actividad dramática.

No fue este el fin del teatro. Las representaciones fueron retomadas luego, como notamos en  las páginas de El Comercio, diario local que, para el año de 1859, daba cuenta de las funciones que se realizaban en este escenario. Así, el martes 13 de junio del año en cuestión en el mencionado diario (número 43) , leemos una extensa crítica a la compañía  dramática visitante de la familia Zafrané, como también un destacado aviso publicitando su próxima función de El rei Felipe IV o el castillo de Balsam de Manuel Tamayo y Baus, un  dramaturgo romántico madrileño en boga por esos tiempos, a la vez que se anunciaba el montaje de la zarzuela El Amor i el almuerzo, referida por una nota periodística como la primera representación de este género en la ciudad costera.

 

Más teatro guaireño

 

En 1847, abre sus puertas el Teatro La Rosa, en el callejón Salsipuedes, “Sombras chinescas, nacimientos, recitaciones, payasadas, etc. Su producto para ayudar la construcción del cuarto templo Parroquial de San Pedro.” , según apunta Enrique Rivodó en su libro de crónicas. Tal como sucedió en Caracas con el popular teatro de Maderero en la misma época, se requirió de una sala de espectáculos para géneros escénicos más ligeros, dirigidos a un público mas amplio y menos exigente en materia de instrucción dramática.

Un grupo de dramaturgos guaireños nacidos en el siglo 19, contribuyó a asentar la tradición dramática con la representación de algunas de sus obras en esta ciudad. Entre ellos tenemos a Felipe Estévez con la obra  Para un celoso una prudente; Casto Ramón López, autor de Un drama de Echegaray y En el fondo del abismo; Eloy Escobar, con el drama histórico Renzi y Juan José Brecca, autor de El amor de un libertino, Un artículo del código y El poder de un relicario.

Foto archivo de O.A.
Juan José Brecca (1835-1906), humorista, poeta periodista y dramaturgo de La Guayra.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


El Teatro Nacional me pareció siempre un signo de adelanto, un estímulo para el ingenio, uno de los medios más adecuados para ilustrar la Patria y darle nombre y gloria.

No bastan las calles nuevas que facilitan el tráfico; los nuevos edificios que embellecen las ciudades; la enseñanza gratuita, derramada como lluvia benéfica de la villa al caserío; las redes silenciosas, entre las cuales corre, como dardo de luz, el pensamiento ; las líneas de hierro que desaparecen bajo el penacho de humo y avasallan tiempo y distancia. (...)

‘El antiguo Teatro Español’, ‘El Teatro Español moderno’, ‘El Teatro Francés’, son frases que llenan de envidia mi alma de patriota. ¡Ah! ¡Cuánto me enorgullecería oír decir : ‘El Teatro Venezolano’."

 

Fragmento del prólogo de Páginas guaireñas de Juan José Brecca (Caracas, tipografía de vapor de  El Cojo. 1884)