Por Bruno Mateo
@bruno_mateo@avencrit
El
pasado 25 de julio de 2014 en el más reciente inaugurado Teatro Bolívar de la
ciudad de Caracas se presentó la pieza La
máxima felicidad del dramaturgo venezolano Isaac Chocrón, una producción
general de Carlos Scoffio y producción de campo de Gonzalo Irigoyen para Image
Producciones/Proyecto en ebullición con las actuaciones de Gonzalo Cuberos como Pablo, Mayte
Parias como Perla y Jornell Ariza
como Leo, bajo la dirección de Nelson
Lehmann.
Pieza
que nos introduce en el tema filosófico de la tríada como unidad mínima
perfecta para alcanzar la felicidad. Una relación sexoafectiva de dos hombres y
una mujer. No se trata de un triángulo sino de una verdadera amalgama de
relación tripartita. La pieza en sus casi dos horas de duración nos toca el
álgido tema de la diversidad, no sólo sexual, sino de compromiso, a manera de “encantador
experimento” sociológico de convivencia
entre tres personas de distintas edades y visones de mundo.
La disposición
escenográfica a manera de triángulo en el escenario nos da esa sensación de
tres maneras muy acordes con el texto chocroniano; la iluminación de Gerónimo
Reyes nos produce una grata visual del espectáculo; la planta de movimientos no
abusó de excesos de desplazamientos, considero que fue acertada para un texto
muy bien cohesionado y con una excelente progresión dramática que no necesita
del artificio del movimiento corporal de los actores: La palabra misma produce
la dinámica.
En
cuanto a las interpretaciones, la de Gonzalo Cubero como el “líder” del trío, persona
más longeva de la relación fue convincente; el texto fluía “naturalmente”
logrando así las intenciones comunicativas del discurso dramático. No así en el
caso del joven actor Jornell Ariza que falta maduración en la técnica actoral;
se hace necesario más flexibilidad en el decir de la palabra; la actriz Mayte
Parias, tiene un elemento a su favor, tiene mucho carisma en el escenario; en
todo momento nos presentó a esa joven un tanto ilusa, la cual convence a lo
largo del montaje, sólo le sugiero que siempre tenga presente en el género en
que se encuentra porque, en ocasiones, luce tan natural que se pierde la
interpretación teatral que realiza.
La
máxima felicidad
es una pieza difícil en cuanto a la comprensión del discurso y más aún llevarlo
a diálogo sin que suene literario, creo que este montaje logra buena parte del
contenido de Isaac Chocrón, a pesar de ritmo un tanto lento de la puesta de
Lehmann.
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