sábado, 18 de abril de 2015

Memorias del silencio en Chacao


Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit

Virginia Aponte propone y suscita urgentes reflexiones sobre temas trascendentales para Venezuela, como son la necesidad del encuentro y el afecto. Ninguna otra artista adelanta tal proeza y se sabrá de su valiosa acción cultural cuando todos sus artífices estén en otros destinos. Trabaja desde el Teatro UCAB (1974) y la veinteañera agrupación AGOteatro (ex alumnos de Universidad Católica Andrés Bello).

Desde el 2014 (llegó de La Habana hace 51 años) Virginia ha escrito, dirigido, producido y exhibido con justo equilibrio estético su espectáculo Memoria del silencio, presente ahora en la Sala Cabrujas de Chacao. Este montaje –muy bien actuado por  Soraya Siverio y Lucrecia Baldasarre con Carlos Domínguez o Wilfredo García y Unai Amenábar o Agustín García- resulta vital e importante para el ahora de Venezuela y América entera, porque replantea un análisis desde la  razón, la sinrazón  y los sentimientos de las existencias de quienes viven o vivieron el proceso revolucionario de Cuba, iniciado el 1 de enero de 1959.

Memoria del silencio es testimonio de dos hermanas separadas por la revolución. Lauri, a los 18 años, va a Miami por seguir a Robertico  y Menchu se queda en La Habana para estar con su adorado Lázaro.  Después de 40 años, cuando ya no tienen a sus caballeros,  se  reúnen y materializan sus sagas vividas desde experiencias tan distintas que podrían parecer irreconciliables. Tal reencuentro les permite soltar fantasmas creados en   décadas de silencios y martirios, y es así cuando se preguntan si conocieron la felicidad, o si todos fueron sueños o espejismos fugaces. Y cuando despiertan  deben proseguir su ruta hacia la salida, tras admitir que fue engaño o equivocación, pero al menos vivieron y conocieron ramalazos del amor. ¡Existencialismo a la cubana!

Memorias del silencio es una estrujante versión teatral, nacida  de la novela homónima de  Uva de Aragón, sobre hechos vividos o sufridos.  Hacía muchos años que no veíamos correr lágrimas de verdad ni contemplábamos el húmedo sudor de cuatro seres, empeñados  en enseñar con sus personajes dos amargas historias de soledades y desatinos, donde la realidad solo se recupera en pocos momentos: cuando devoran, con barquillas, sendos helados de chocolate en platillos metálicos, o bailan los cálidos ritmos cubanos.

Hay millones de seres humanos quienes  se preguntan el por qué y el para qué de tantos desatinos con  sus familias por ideologías que aún son irreconciliables.¡No es exaltación ni anatema, sino dolorosos y lacrimógenos testimonios de dos hembras que se descubren abusadas y solitarias!