lunes, 24 de febrero de 2014

Drama de arcilla



Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit

 

Dentro de las políticas culturales del Estado tenemos la programación permanente de teatro en lo que han denominado “el Circuito”  que nos viene dado por parte de Fundarte, ente encargado de la cultura de la Alcaldía del municipio Libertador, así como la programación permanente del Teatro Principal desde la Jefatura del Gobierno del Distrito Capital; quienes han brindado la oportunidad de presentar sus trabajos escénicos a gran cantidad de grupos de teatro, sean consolidados o emergentes, en cuanto al tiempo de funcionamiento.

 En esta oportunidad fue el Grupo Latinoamericano de las Artes Escénicas GLAE que nos trajo la pieza DRAMA DE ARCILLA del dramaturgo venezolano Aníbal  Rodríguez, dirigida por Stanlin Rodríguez para el histórico Teatro Principal en la plaza Bolívar de Caracas. Una historia producto de una realidad del occidente del país.

 
Con una puesta minimalista y la utilización de los elementos escenográficos necesarios para el desenvolvimiento de la trama, el director intenta enfatizar en las actuaciones, sin embargo, hay que acotar que  las interpretaciones son flojas y en algunos casos inexistentes, salvo los actores  Tiziana Carascon (Rosa), Miguel Peraza (Cirilo) y Juan De Dios Fermín (Héctor) que los  vimos entregados en sus personajes.

 En cuanto a la dirección puedo decir que fue un tanto repetitiva en el uso de los mismos espacios escénicos, en este caso, el primer plano, en el llamado proscenio. Durante la puesta en escena se observan ciertas imágenes que resultan atractivas para los espectadores, igualmente, el canto en vivo fue un elemento encantador amén de las buenas voces de los intérpretes.

 El GLAE es un grupo emergente, con algunas puestas en escena encima, que busca en la dramaturgia nacional  nuestra identidad artística, algo que le aplaudimos desde nuestras butacas.

 

 

 

Riñón de cerdo

Por Carlos Herrera.
@cehs1957
@avencrit

Como espectador es gratificante detallar cómo los jóvenes creadores de la escena nacional asumen con tenacidad el abordaje de las tablas en la ciudad de Caracas. En los últimos tiempos, variados colectivos teatrales buscan hacerse notar y para ello apelan a hacer desde lecturas dramatizadas hasta irrumpir en lo que es más difícil en este sector: ser programados por instituciones culturales. Son parte del engranaje que les somete a la validación de un oficio, una formación y de una búsqueda experimental.


Uno de estos grupos que califico de emergente es SL Producciones donde converge el nombre de Stephanie Chávez, directora que empieza a expresarse con lucidez rectora de todo el tinglado de la puesta en escena para un proyecto donde estuvo acompañada por frescos histriones como Yovanny Durán e Ysabel Nieto, cuyos trabajos buscaron también mostrarse sin miedo, dándole piso desde las destrezas técnicas adquiridas en su formación como podrían ser: una plausible composición del personaje, el empleo de lo concerniente a lo corpo-gestual, el tratar de manejar con consciencia del espacio tanto la impostación de voz y el empleo de los matices que en un todo esté al servicio de lo que ellos entendieron era lo esencial para edificar sus respectivos papeles. Tanto la dirección de Chávez como la intencionalidad de la plantilla actoral me expresó –constatada la función– que estuvieron firmes como decididos en hacer verdad lo que cada acción o interacción dialogal se urdía; fue ante los espectadores que les vimos mostrar su esfuerzo artístico la decisión de premiarlos o sencillamente, verlos con otra clase de expectativa en la respectiva butaca. También estuvo inserta dentro de esta fuerza emergente la sumatoria del trabajo de producción de Leonardo Mendoza, quien fungió como productor y gerente de espectáculos teatrales; todos activados en que el sueño de hacer que la obra Riñón de cerdo para el desconsuelo (2009) del dramaturgo mexicano Alejandro Ricaño donde la elementos como el humor negro, lo cinematográfico y su oculta pasión por la escritura del absurdo existencialista percutan sobre el imaginario y la sensibilidad del público local.


Con una puesta nada prolija de elementos escenográficos, apoyados con el recurso lumínico para situar atmósferas, empleando apoyaturas de imágenes referenciales al contexto de la II Guerra Mundial, con un manejo cuasi coreográfico para la planta de movimientos y enfatizando la dinámica de los actores la dirección de Chávez hizo patente que debía darle connotación al discurso más que a la truculencia efectista. Desde ese ángulo fue asertiva; desde otro, quizás la impericia en relación a lo que debía potenciar de la interrelación de los actores fue su talón de Aquiles; un tanto atropellados en que ellos internalizasen sus papeles, que lo orgánico fuera más el elemento que los moviliza en cada secuencia y en lo dialógico e incluso, buscar una dosificación del ritmo es lo que puntualmente me permito señalar. Lo loable es que hayan estado insertos en la programación del Circuito Teatral de Caracas y presentarse en el majestuoso Teatro Municipal era sin lugar a dudas, algo que en otros tiempos era impensable para un grupo que se empieza a dar a conocer. Ese era el reto y su respuesta –más allá de lo que este servidor diga en pocas líneas– les avala como grupo que busca su norte. El deber del espectador, así como de otras instituciones culturales que programen, es seguir apoyándoles para que grupos como Producciones SL, tengan más propuestas escénicas para exhibir y, de ahí, se obtenga la solidez requerida dentro del duro oficio de ser artistas de la escena.

domingo, 23 de febrero de 2014

Las mujeres sabias en Petare.


Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit


“Para esta técnica que no produce

imágenes, sino apariencias, ¿no sería

correcto el nombre de técnica

simulativa?”

(Platón, Sofista, 236c 2-5)

 Aparentar lo que no se es; ver aquello que es mentira y te lo hacen ver como verdad, crear apariencias simulando una realidad, he aquí la premisa de “Las mujeres sabias” (Les Femmes Savantes, en francés)  de Moliere y que el montaje que hace  Costa Palamides para el Grupo de teatro Arteú de esta obra del 1672 en el Teatro César Rengifo de Petare, Caracas,  lo enfatiza aún más con el travestismo en escena. Esta puesta en escena ambientada en un recinto universitario, y   que por los elementos escenográficos al estilo de las famosas nubes de Calder del Aula magna de la Ucv y de otras marcas lingüísticas, nos damos cuenta de que, efectivamente, se trata de “la casa que vence las sombras” aunque la sátira se puede extender a otras academias universitarias. Considero que fue un muy buen acierto usar actores para interpretar a los personajes femeninos aparte de las buenas actuaciones de éstos ya que permite acentuar la premisa del autor.

 Empecemos pues por los actores: Ludwing Pineda (Trissotín), Costa Palamides (Crísalo), Oscar Salomón (Martina), Germán Manrique (Filaminta), Domingo Balducci (Belisa), José Gregorio Martínez (Clitandro/Dra. Vadius. Originalmente es un varón), Carlos Maza (Armanda) y Jonell Páez (Enriqueta) convencen en sus trabajos actorales en cuanto a la (re)creación de cada uno de sus caracteres, cabe  destacar a Domingo Balducci, que en comparación con otros personajes de otras puestas en escena distintas en donde lo he visto, puedo asegurar que logra una transformación impecable, así mismo Germán Manrique nos arranca una sonrisa permanente por su atinada Filaminta, mujer ridícula e hipócrita, Carlos Maza logra a una joven malcriada y recelosa, una “pichona” de mujer sabionda cuya interrelación con José Gregorio Martínez como Clitandro, amante de su hermana, nos conecta inmediatamente, por su parte, Martínez vuelve a acertar en este personaje, al igual que en su último trabajo para el Teatro San Martín de Caracas, también Ludwing Pineda quien viene de ganar el premio municipal de teatro 2013 como “Mejor actor secundario” consigue una performance poderosa con su afectado, prepotente e ingenioso Trissotín y, por supuesto la grotesca, pero encantadora Martina interpretada por Oscar Salomón que es quien nos conecta con la realidad y nos aleja de la superflua vida de estas mujeres “sabias”.

 La puesta en escena de Palamides es  interesante porque nos conduce a la prístina finalidad de la comedia; relacionar la realidad circunstancial e histórica con el teatro, es decir, satirizar la realidad que se vive al instante de representar el montaje. Todos los demás elementos del montaje como el vestuario ecléctico, la iluminación, la musicalización, maquillaje y peluquería apostaron a ganar y les puedo decir que ganaron.

 Creo, y esto es personal, que Jean Baptiste Poquelin Moliere se hubiera reído tanto como lo hicimos nosotros al ver esta lectura de su pieza en escena.

sábado, 22 de febrero de 2014

La maleta de Adán Cárdenas

El joven comediante Jonattan Sierraalta
Por E. A Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit

Nada más complicado para los debutantes teatreros que alcanzar un escenario y mostrarse aquí en Caracas, especialmente aquellas agrupaciones integradas por universitarios o aficionados en intenso proceso de capacitación. Pero Venezuela  todavía  alberga oportunidades para ese conglomerado que pretende nutrir al insaciable mundo de la farándula, ese que tiene más de 400 años de históricas actividades.

He aquí  como, durante  los meses febrero y marzo de este inescrutable año 2014, los caraqueños podrán disfrutar de una programación integrada con buena parte de esos elencos emergentes, quienes así lograrán revelar sus talentos y además entretener y educar al público por cuanto las salas teatrales deben ser, precisamente, espacios para la paz. 
 
 Así piensan  y trabajan los directivos de Fundarte y por eso desde el 15 de febrero están exhibiendo a unas 30 agrupaciones con sendos montajes, para no menos de 15 mil espectadores, en los teatros Nacional, Municipal, Principal, Catia, Cristo Rey y Simón Rodríguez, además del auditorio  Gastón Parra Luzardo del BCV y el Museo del Teclado de Parque Central.
 
Entre  los  espectáculos que hacen parte de esta muestra,  hemos visto y evaluado al grupo Cenital Teatro, procedente de  Punto Fijo, con su producción De cómo preparar maletas o Manual para una despedida imperfecta, escrita y dirigida por Andrés Gutiérrez López, quien ahora cursa estudios en la Escuela Nacional César Rengifo.
 
 De cómo preparar maletas o Manual para una despedida imperfecta es un monólogo  sobre las peripecias de un hombre joven, que vive en la provincia venezolana  y debe abandonar el hogar familiar e instalarse en Caracas para desempeñarse en la construcción de un conjunto habitacional. Su protagonista es Adán Cárdenas (encarnado por el  convincente actor Jonattan Sierraalta), quien abandona  sin querer  a la familia, sus amistades, sus amores y se lanza hacia lo desconocido, para instalarse en una ciudad donde no conoce nadie y todo le será ajeno y preñado de misterios. Un desarraigado voluntario, pero doloroso.
 
La pieza merece que el autor la depure -es su octavo texto- y obtenga así la básica teatralidad, especialmente en sus delicadas etapas de introducción, exposición,  clímax y desenlace, porque tal como  lo exhibe tiene mucha literatura y carece de carne dramática.
El espectáculo es correcto y usa una maleta para auxiliar las tareas escénicas del personaje, especialmente cuando  trata de meterse  en ella, cual símbolo  del viaje hacia lo desconocido que tendrá que emprender.
 
Toda esta programación, rotulada Circuito Teatral  de Caracas, es parte de una estrategia de “calentamiento de  audiencia” con miras a un evento monumental, porque del 11 al 25 de abril realizarán el Tercer Festival de Teatro de Caracas, con 120 montajes venezolanos  e internacionales, el cual tendrá por lo menos dos docenas de salas, además de las plazas públicas o avenidas, para recibir  por lo menos a 300 mil espectadores, comentan en Fundarte.

lunes, 17 de febrero de 2014

De cómo preparar maletas

Por Carlos Herrera
@cehs1957
@Avencrit

Una de las razones fundamentales que tiene una institución cultural a la hora de planificar sus actividades, es tener la perspicacia de promover el talento joven. En materia teatral lo que está programado para lo que será los meses de febrero / marzo del 2014 por Fundarte, a través del Circuito Teatral de Caracas, ha considerado este lineamiento. Tanto para los teatros y municipal como para los teatros insertos en comunidades (Catia y Simón Rodríguez) la presencia de talentos escénicos es de interés porque pocas veces se da oportunidad para que el público constate sus búsquedas creativas. Es una manera eficaz de apoyo a decenas de teatristas que tratan de difundir sus esfuerzos experimentales o proyectos de indagación escénica y que las mismas estén al alcance de toda clase de espectadores. Esta misma fórmula lo aplica el Teatro Principal e incluso, hacia el este de la ciudad, en las salas del Celarg.

En este orden de ideas, tuvimos el agrado de constatar cómo uno de estos grupos emergentes, como es el caso de Cenital Teatro, cuyos integrantes provienen del estado Falcón, conformaron esta agrupación que ahora hace vida escénica en Caracas. Es así que logran exhibir De cómo preparar las maletas, escrita y dirigida por el Andrés Gutiérrez López. Monólogo cercano a una hora, cuya fábula coloca al personaje Adán Cárdenas –joven arquitecto– en la decisión de partir a otro lugar –como reza el mismo título de la obra–, a hacer maletas y realizar un mejor destino.

En ese acto de migrar, la acción de guardar cada posible objeto le pone en un trance existencial donde debe calibrar razones, recuerdos, así como todo aquello que le dicen su novia, jefe de trabajo, amigos y familiares pesara para que la espinita de la indecisión no se hunda más en el cuerpo de esa voluntad y buscar su camino, de convencerse de que más allá de toda incertidumbre, el irse es estar, porque yéndose sabe que estará más cercano a lo que deja.

Para otro joven que en este caso es el dramaturgo Andrés Gutiérrez López, quien también hizo sus valijas para probar suerte en esta urbe tanto en lo referido a mejorar y proseguir estudios de teatro en la Escuela César Rengifo, podría ser un texto cuasi biográfico donde plasma ese imperioso apremio de probar suerte buscando mejores horizontes para su vida, de irse de su terruño pero sin ausentarse de él en lo afectivo y menos de sus ligazones psicoafectivas, pero con la seria convicción de que todo artista debe procurarse un mejor destino; es el tránsito de la superación, aunque ello implique sacrificios, nuevos comienzos, pero, sobre todo, la convicción de que el riesgo vale la pena. Supe que ha pergeñado unos siete textos y su afán como hombre de tablas no solo es escribir piezas que tocan lo venezolano, sino también parece estar sustanciando lo dramático no solo lo propio de donde viene (Punto Fijo), sino a otra gama de anhelos, esperanzas y sueños que todo creador asentado en el interior de este país lleva en su fuero interno; si persiste, más temprano que tarde, surgirá una disímil amalgama que continúe dibujando eso que llamamos: teatro venezolano.

De cómo preparar maletas diré que fue un trabajo sencillo en forma y discreto en su manera de exponerse en las tablas. La disposición espacial trabajada por la dirección la centró con poco juego de movimientos. Apeló a la síntesis de elementos para enfatizar con lo lumínico la respuesta histriónica de Jonattan Sierraalta, cuyo desempeño pudo haber sido más eficaz dado que se ciñó solo a emitir el texto con una escasa gama de cambios internos que le permitiese armar una tesitura para el conflicto del personaje. Con más entrega sé que podrá colocar matices y afinar su ritmo interno como externo para que este monólogo adquiera su exacta dimensión de sentido. Con todo, su esfuerzo merece recibir un espaldarazo.

Itsi Bitsi

Por Carlos Herrera
@cehs1957
@avencrit

Nuevamente una de las agrupaciones icónicas del teatro europeo del siglo XX retorna a nuestro país. La presencia de grupo danés El Odín Teatret (creado en 1964 en la ciudad de Holstebr) con su energía práctica y sabiduría teórica ha empezado a inundar los espacios de la Universidad Nacional Experimental de las Artes. A propósito de la Cátedra Permanente Jerzy Grotowski, se realizó la Tercera Jornada: “Maestros y Vertientes” (organizada por Diana Peñalver y Guillermo Díaz Yuma con el apoyo de la Unearte), un evento que coloca una vez más ante estudiantes, profesores y todo aquel que tomó sus previsiones de inscribirse un amplio abanico de talleres, conferencias y funciones teatrales que este afamado colectivo ha ido cosechando en su dilatada trayectoria.

En esta ocasión, el plus se deriva por la figura trascendental de Eugenio Barba como maestro Invitado. Él, junto a la plantilla del Odín Teatret, reimpulsa en Caracas el proseguir ahondando en todo aquello que les ha hecho ser una referencia sobre aspectos teóricos y prácticos en torno a técnicas de trabajo para el histrión. Éstas tienen su raigambre en los “supuestos subjetivos del teatro-oración de Grotowski y generan reflexiones sobre lo que les hizo derivar en el establecimiento ulterior de “la puesta en escena en función de una perspectiva sociológica”.

Ante la mirada expectante del público uneartista, como amante del arte escénico local, este colectivo representó una las tantas obras que conforman su repertorio: Itsi Bitsi (1991). Como tal, su posible traslación sería como sol y nieve y fue ideada a partir del texto de la actriz Iben Nagel Rasmussen, quien forma de lo exhibido en la Sala Anna Julia Rojas de la Unearte. Se apuntala dentro de un ámbito espacial desprolijo de escenografía y con apenas la iluminación de un relector que abre un círculo donde los músicos actores Jan Ferslev y Kai Bredholt proyectan con definida organicidad, ritmo interno conjugado y una tesitura expresiva alejada de cualquier asomo de exageración. Es una fábula de tono fragmentado que obliga al espectador a caer en cuenta de que son parte de la vida de la actriz cuando, en los años sesenta del s. XX, atravesaba una existencia tanto física como interna de exploración e indagación, lo que se suma a las experiencias con los viajes hacia otros países, así como el transitar con los particulares efectos de los psicotrópicos. Un viaje testimonio, un viaje con dos vertientes: el mundo y sus crudezas; otro, subjetivo, que da sentido a la confrontación de lo que se es y lo que se busca ser.

La dirección y montaje del texto de Barba —aunque pueda calificarse de teatro museo– ofrece una infinidad de puertas a lo que llamamos el camino de la experimentalidad, cuya dinámica sobre lo escénico ellos muy bien han sabido sustanciar para lo que es la altura de lo teatral de este tercer milenio. Ellos atrapan y exponen lúcidamente lo medular de algunos de sus postulados. Uno, de los que se percibe, es lo que definieron como “teatro de fractura” que trata de escindirse de las tradicionales fórmulas de formación actoral académica pero sostenido en las “formas de organizarse, en la función artística y sociológica, en los métodos de trabajo y en los objetivos de sus actividades”. Ello es quizás lo que debe estudiarse con entereza por muchos oficiantes del llamado teatro del tercer mundo con miras a derivar parte de las sabias enseñanzas tanto grotowskiana–barbiana en este aquí y ahora de lo que muchos se jactan de gritar como experimentalidad.

La presencia del Odín Teatret en Venezuela se hace vital y necesaria porque permite a todos reconocer su loable legado en tiempos donde se requiere de la luz que este grupo ha sabido sostener por décadas.

sábado, 15 de febrero de 2014

400 sacos de arena

El soldado se lleva a la monja: el amor y el sexo desafían a la guerra.
 
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit
En estos históricos momentos el venezolano Luigi Sciamanna escribe y monta obras teatrales originales, tal como lo hizo durante los últimos años: La novia del gigante (2012), El gigante de mármol (2013) y ahora con 400 sacos de arena. Tres muestras de su sólida erudición y su peculiar estilo de teatralización que exige de los espectadores un tanto de paciencia ante la extensión de sus representaciones, pero todo eso es superable ante la novedad de lo que plasma y la calidad de su factura.

400 sacos de arena- hace temporada en Teatro de Chacao- es un delicioso ritual religioso -la misa y otras ceremonias clericales son estremecedores eventos -no porque la salvación de La ultima cena, de Leonardo Da Vinci sea el plausible pretexto dramático, sino porque se desarrolla en una atmosfera conventual y se usan como textos principales a selectos fragmentos de la Biblia, especialmente la epístola de San Pablo a los corintios ("El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta"), además de numerosos salmos y canticos .La carne del espectáculo es la reconfortante palabra de Dios y sus profetas, mientras 12 monjas y un soldado colocan 400 sacos de arena para defender, del inminente bombardeo de los Aliados sobre Milán en aquel 15 agosto de 1943 agosto, la pared que soporta el fresco davinciano en el convento de Santa María de las Gracias.

Históricamente, quienes protegieron La ultima cena fueron los religiosos de esa iglesia, pero Sciamanna les cambió el sexo y recreó toda una saga con las monjitas entregadas a sus oraciones y el natural flechazo entre el militar y una de la más ardientes de las religiosas. Se suscita así una historia de amor que evoca a la pieza La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca, pero ahí el nuevo Pepe el romano, el musculoso soldado Martín Peyrou, sí se lleva a la amorosa monjita (Mariaca Semprún le da sangre y carne a tan inesperada Adela), mientras la abadesa (una celestina Bernarda, encarnada maravillosamente por Elba Escobar) organiza la huida de sus féminas para que no las maten las bombas que sí provocaron finalmente la caída del régimen fascista de Mussolini. O sea que también es un brioso alegado contra la perversa política del totalitarismo, enemigo de la vida y el amor.

En síntesis, la rocambolesca historia de amor se sobrepone al hecho histórico del salvataje de la pieza de arte y el público queda atrapado y exultante al ver como el amor y el sexo son aún las pulsiones más nobles y más hermosas de los seres humanos, los que en otros escenarios se inventan la guerra para después proclamar la necesidad de la paz. Siempre la realidad será superior a la ficción, en este caso, y el público por eso aplaudió frenéticamente, además porque el amor prohibido siempre alimenta el deseo y la imaginación es un monstruo que no solo devora multitudes sino reinos completos.

La puesta en escena, con perfiles minimalistas y usando 13 sillas contemporáneas, se concentra en esas monjitas, un tierno ariete contra la barbarie. ¡Bravo por Luigi Sciamanna y por la monja Isabel Palacios dirigiendo a esas coreutas! Como colofón del espectáculo, el cual duró 135 minutos, recuerdo como los colombianos poetas piedracielistas eran capaces de destruir un mundo con tal de construir un verso, aquí nuestro Luigi Sciamanna, un tanto en la tónica de Maquiavelo, trueca monjes por monjas de clausura, salva a Jesús y sus apóstoles, pero reivindica al amor y el sexo por encima de otras invenciones humanas, como la religión y sus enternecedores rituales.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Entre sacos de arena y oraciones

Foto cortesía de: Williams Marrero.

400 Sacos de arena se titula la más reciente pieza teatral escrita y dirigida por Luigi Sciamanna que pertenece a un tríptico en el que ha estado trabajando el dramaturgo, actor y director en los últimos años sobre la relación poder-arte y cómo el primero, a través de la historia, siempre ha intentado reprimir, acabar y silenciar al segundo como vehículo eficaz de expresión del ser humano.
El espectáculo de Sciamanna, resulta en su conjunto un derroche de excelente producción y pulcra puesta en escena, pero con desniveles en actuaciones y debilidades en la dramaturgia.
La anécdota cuenta el hecho histórico ocurrido en la Italia de los años de la segunda guerra mundial, cuando la población de Milán fue azotada por los bombardeos. Un militar llega a un convento del mencionado lugar para advertir a las monjas que lo habitan el hecho que ocurrirá en 24 horas y la urgencia de abandonar el sitio. Lo particular es que en el sótano de dicho convento se encuentra una de las obras de artes más impactantes del renacimiento: La última cena de Da Vinci, a la que las religiosas deben proteger para que no sufra los embates del bombardeo.
En medio de este conflicto central de la pieza, se desarrolla una sub-trama entre el militar (Martin Peyrou) y una de las hermanas (Mariaca Semprún) quienes se enamoran, e incluso pasan a mayores consumando ese enamoramiento fugaz, bajo la protección y anuencia de la Madre Superiora (Elba Escobar) sin embargo es aquí donde sentimos los cabos de la dramaturgia quedan sueltos, pues esta pasión se resuelve sin ningún obstáculo a la vista del público y lo que es peor con el consentimiento de todo el clan de religiosas. Siendo éstas unas “monjas de clausura” como lo aclaran al principio de la pieza, es extraño que reciban con tanta ligereza y fogosidad a un hombre extraño y de las características de este soldado (hombre musculoso y muy bien formado) y no exista ningún prurito ni impedimento para que el amor se consuma.
Sciamanna logra amarrar de manera eficaz su conflicto central (el poder destruyendo el arte) hasta llegar al final de la historia cuando vemos luego del bombardeo que la obra en cuestión protegida por las religiosa logra salvarse.
No cabe duda que el mayor logro “efectista” del director es recrear a través de sonido el bombardeo al convento, uno de los mejores momentos de este espectáculo, sumado a la creación de la atmósfera de clausura y recogimiento que puede existir dentro de un convento de este estilo.
Otra de los aciertos es la dirección músico-coral de la maestra Isabel Palacios (también actriz del montaje) junto a la Cameratta Barroca de Caracas, que refuerzan el clima necesario para un montaje de este tipo.
Sentimos que Sciamanna en su afán por intentar que el público caraqueño vuelva a apreciar verdadero teatro de arte se suma un punto a su favor como lo hizo con sus dos anteriores título: La novia del gigante y El gigante de mármol; pero es menester señalar que siempre el cuidado en la síntesis textual y de representación contribuye a ganar más adeptos al espectáculo teatral en tanto el público de hoy en día no se encuentra preparado para distender su atención a casi tres horas de espectáculo.
El lenguaje teatral además de entretener, debe plantear conflictos que mantengan al público atento pegado de sus asientos y en donde los personajes tengan la necesidad de accionar para resolver los mismos. En 400 Sacos de arena, éstos lucen débiles, lo que hace que el espectador se siente a disfrutar más de una misa teatralizada y de una estética escénica que lo ubique en un claustro de hermanas para observar su cotidianidad.

Luis Alberto Rosas.
Caracas, 12 febrero de 2014.
@rosasla

  

lunes, 10 de febrero de 2014

¿Una Leve juventud?

Por Carlos Herrera
@cehs1957
@avencrit

¿Quién dijo que los años de la adolescencia, marcados por sucesos, eventos y circunstancias propias, puedan ser considerados como de poca importancia? ¿Qué es ser hoy adolescente? ¿Es lo mismo que hace diez, veinte o cuarenta años atrás? ¿Qué implican sus cambios? Quizás éstas, como otras preguntas, puedan generar maravillosos recuerdos en cualquier adulto sobre el tránsito de vida de un niño al estadio cronológico de ser un joven que adolece madurez mental, emocional, psicológica, sexual y hasta social. Sin embargo, también tiene su otra cara: esa difícil etapa donde la ambivalencia de los deseos, la angustia de las inseguridades o la explosividad de los sentimientos se aderecen con las fuertes mareas que están a su alrededor. Un adolescente busca tener una auto imagen, trata de sortear normas y conductas que la sociedad, el sistema educativo y la familia le indiquen que debe seguir para no descarriarse. Desde cómo hablar hasta vestirse; cómo interactuar hasta lo que debe ir moldeando de su futuro. Ser adolescente es sencillamente esa etapa en la que la inocencia se desnuda y la candidez desaparece, mucho más en estos tiempos.

Dentro de las distintas vertientes que tiene el teatro actual (va del musical infantil, con sus agotadas fábulas, hasta el amplio abanico de dramas o tragedias dirigidas a los adultos), los dramaturgos que generan temas álgidos para los adolescentes parecen haber entrado en la cuneta del desinterés por pergeñar textos teatrales relevantes. Las razones, las desconozco. Apenas el ejercicio de memoria me obliga a hacer sinapsis y recordar que entre 1980 y parte los años noventa, pocos nombres me calan con rapidez: uno, Dagoberto González; otro, Romano Rodríguez. Actualmente, escribir teatro para adolescentes parece detentar una feroz anemia. Podría decir que Elio Palencia y si hay algún otro, pues, titubeo. Lo cierto es que éste segmento social merece contar con más obras porque su presencia en la estratificación social del país se hace más obligante. Ellos, como público, deben contar con más piezas que exploren sus angustias y sus sueños, sus búsquedas y sus conductas. En fin, hay que reimpulsar al género juvenil.

En estos días, bajo el paraguas del Centro Nacional de Teatro, se forjó la concreción del espectáculo Leve, el cual dio inicio a las coproducciones de este ente. El montaje permitió que Venezuela y Cuba concretasen de forma saludable la más reciente obra de Karín Valecillos, bajo la sapiente dirección del director cubano Ariel Bouza, en la sala Horacio Peterson de la Unearte.

A Leve lo recepté bajo tres niveles: el textual, que debió ser más profundo y sociológicamente comprometido en lo argumental y en las aristas referenciales de lo que se entiende como los paradigmas del adolescente del siglo XXI. Edulcorada en lo dramático, parece esquivar desde el empleo del idiolecto juvenil hasta ser más incisivo con los meandros dramáticos que tocan a sus personajes. Otro nivel fue el relativo al compromiso de la puesta que, con acento pragmático en lo espacial, apeló a armar y desarmar la utilería escénica con objeto de crear una polisemia de significados según y cómo se iban articulando las significaciones espaciales y/o de uso diario, pero, con todo, permitió que el tercer nivel lograse su relevancia: el histriónico.

La plantilla actoral conformada por Wahary Meléndez y Zair Mora (elenco venezolano) y Glerys Garcés Pita y Ariannis García Gómez (elenco cubano) enhebraron por espacio de algo más de una hora un tejido de emociones y sueños, cuya capacidad creativa tenía una verdad en sus personajes, que ganó un rápido entusiasmo en el público. Se trata de artistas comprometidos, plenos de desparpajo energético, así como prestos a proyectar a los asistentes todo ese espectro de sinsabores, sueños y anhelos de lo que significa ser adolescente.

Leve se evidenció como un montaje pulcro y comedido, pero que a mi juicio pudo ir con más garra desde lo textual a lo que se exponía como imágenes.

sábado, 1 de febrero de 2014

La tragedia de los niños lindos

Un cuarteto que dará mucho que hablar en los tiempos por venir
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit

Entre Edipo y David, o entre Sófocles y Fernando Azpúrua hay una distancia de más de cuatro mil años, pero tanto los entes teatrales y sus creadores están unidos por las más antiguas pautas moralistas de la cultura occidental, especialmente esas que advierten como se pagará, incluso con la vida, todo aquello que atente contra la inocencia de la niñez y quienes profanen o irrespeten los sagrados fueros de la hospitalidad, amistad y pureza.

Fernando Azpúrua (Caracas,1990) no roba escena a Sófocles. No, es que su tragedia Niños Lindos, la cual hace temporada en la Caja de Fósforos con los actores José Manuel Suárez, Héctor Zerpa y Teo Gutiérrez, además del cantante Víctor Valdez, dirigidos por Rossana Hernández, es también un espectáculo moralista que incluso culmina derramando la sangre no del victimario sino no de la víctima: un hombre enamorado de su violador, quien lo cambió por otros. Es una saga de homosexualismo en un núcleo familiar, donde el primo mayor seduce al menor, se hace público el abuso y viene la huida, pero más temprano que tarde estallan los reclamos amorosos y se desencadena la tragedia que culmina con el suicido del violentado y a su vez frustrado enamorado.

¿Y qué tiene que ver Edipo con Niños lindos? Ambas son tragedias que nacen del abuso y la inmoralidad de personajes con conductas homosexuales. Sin que Sófocles y Fernando pretendan hacer discursos moralistas y antihomofóbicos, sino todo lo contrario: reclaman respeto y pulcritud en las relaciones básicas de la sociedad, pero no rompen lanzas por el amor. Layo seduce a Crisipo y violenta además la lealtad y la hospitalidad del rey Pélope, y los dioses lo condenan a morir en manos de Edipo, el hijo desconocido. David persuade a su primo Julio, estalla el escándalo y se refugia en Caracas, pero el fantasma de tal relación prohibida y además nunca asumida acaba con su aparente estabilidad -tiene pareja y comparten apartamento- y lo confronta con el suicidio de su enamorado, cual personaje del romanticismo literario.

Niños lindos es, pues, la audaz y moralista visión de un venezolano que pide respeto hacia la inocencia y exige actitudes racionales en las diversas conductas sexuales para no dañar a los demás. Muestra en su discurso escénico el desenfadado comportamiento gay para resolver sus pulsiones eróticas y advierte además como la Internet es la gran Celestina de este siglo, aunque es también las más grande biblioteca que la humanidad nunca jamás soñó. No da pautas ni propone cartillas, solo que hay cuidarse del amor, pero nunca olvidarse de tal pulsión, para no complicarse la existencia, aunque la pasión romántica es incontrolable y avasalladora.

El apasionado y comprometido terceto actoral hace de Niños Lindos un espectáculo grato, muy humano por la ingenuidad de las relaciones amorosas nacidas espontáneamente y no por intereses crematísticos, aunque deja ese amargo sabor de sangre en la boca, porque Julio (excelente composición logra Suárez) se mata por el canalla de David (fuerte carácter de Gutiérrez), mientras que Zerpa consigue al erótico gay prototipo.

La dirección de Rossana es maternalmente cuidadosa de sus actores, aunque encuentro problemas con la planta de movimientos en un espacio no convencional, el cual merece una revisión. ¡Éxitos y que vivan Sófocles y Fernando!


 

 

 

"Leve" inaugura temporada 2014 del CNT

Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
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A tres décadas de haber sido creada por el Estado venezolano, la Compañía Nacional de Teatro-ahora transformada en Centro Nacional de Teatro (CNT)-anuncia los estrenos de los espectáculos Bingo, de Román Chalbaud y Leve, de Karin Valecillos, los cuales tendrán presentaciones a lo largo del año 2014.

El anuncio lo hace Alfredo Caldera, director general del CNT, al tiempo que recuerda como durante la pasada temporada 2013 se realizaron y tuvieron sus respectivas funciones: dos producciones propias, dos Muestras de Valoración del Patrimonio Teatral Venezolano, y se mostraron 17 espectáculos, entre coproducciones con agrupaciones nacionales y talleres-montajes. Se dictaron 72 talleres de formación. Y en total: 7.226 artistas fueron beneficiados a nivel nacional, más 27.000 espectadores aplaudieron esos trabajos y unas 330 agrupaciones de todo el país fueron favorecidas con los Convenios de Cooperación Cultural, además de la realización del II Congreso de Teatro y Circo Caracas 2013, y la puesta en marcha de la Red de Teatro de Educación Media y Poder Popular proyecto que forma parte del Movimiento Teatral para niñas, niños y jóvenes César Rengifo, el cual es comandado por Pedro Lander.


NUEVAS POLITICAS
Para Caldera, el 2013 significa un verdadero avance para el país teatral. "Por primera vez en la historia, el poder popular, representado por el sector teatral organizado, valida las políticas y proyectos estatales con relación al sector".

Según el funcionario, el II Congreso de Teatro y Circo Caracas 2013 "permitió construir juntos -pueblo y Estado- las que serán las nuevas políticas que regirán el futuro del teatro venezolano". Agregó que el proyecto de la Red de Teatro de Educación Media y Poder Popular, enmarcado dentro del Movimiento César Rengifo, "pudo acercar las artes escénicas a centenares de jóvenes que hoy por hoy conocen el teatro como una herramienta de transformación social".

Puntualiza que el 2013 fue un año especialmente dedicado a la formación, investigación y valoración de nuestra dramaturgia nacional. El Proyecto Teatro para Todos los venezolanos y venezolanas 2013 representó el estreno de ocho coproducciones con agrupaciones nacionales en los estados Anzoátegui, Táchira, Mérida, Carabobo, Portuguesa, Distrito Capital y Zulia; nueve coproducciones bajo la modalidad taller- montaje en Guárico, Miranda, Barinas, Delta Amacuro, Amazonas, Lara, Monagas, Cojedes y Nueva Esparta; dos Muestras del Patrimonio Teatral Venezolano, donde se hizo un rescate de la memoria del Teatro El Duende del Distrito Capital y el Teatro Estable de Muñecos TEMPO del estado Portuguesa. Además, se efectuó el Encuentro de Colectivos Teatrales Nacionales donde se hizo una gran reflexión sobre los procesos de construcción comunitaria en el país y se adelantaron dos coproducciones de construcción comunitaria en las poblaciones de Carora y la Isla de Coche.


Valecillos y Chalbaud
Para el 2014, Caldera indica que el CNT tiene previsto mantener esta línea de exaltar a nuestros propios dramaturgos, estrenando para el primer trimestre del año la producción juvenil Leve, escrita por la venezolana Karin Valecillos, y dirigida por el director cubano Ariel Bouza en el marco del convenio Cuba-Venezuela.

Igualmente, señala que también está previsto el estreno de la más reciente pieza de Román Chalbaud Bingo, un conmovedor texto centrado en la vejez, bajo la dirección de Costa Palamides, con la participación de los primeros actores Aura Rivas, Francis Rueda, Gladys Pince, Ludwig Pineda y Vito Lonardo.

Adiós
El CNT estrena su primera gran producción del 2014. Leve, original de la venezolana Karín Valecillos bajo la dirección del maestro cubano Ariel Bouza, debutó en los escenarios caraqueños el pasado 30 de Enero a las 7:00 pm, en la Sala Horacio Peterson de Unearte, para retratar sobre las tablas una de las etapas más complejas del ser humano: la adolescencia. La pieza está especialmente dirigida al público juvenil. "La atención de los niños, niñas y adolescentes es una de nuestras líneas prioritarias" indicó Alfredo Caldera, quien agregó que "la juventud es una etapa de gran complejidad, que requiere del teatro piezas que los identifique, que les hable directamente de sus preocupaciones y necesidades".

Leve transcurre en la azotea de la agitada Caracas. Los actores intentan revivir la nada leve etapa de la adolescencia en tránsito a la adultez, cuando tienen que decir la dura palabra "adiós", no con las manos sino con el alma y empezar otra vez. Ahí están: Andrés, con 17 años y a punto de graduarse de bachiller, quien tiene un grupo de amigos entrañables: Caro, Yessika, y Monchi. Durante los cinco años de liceo han compartido el mismo salón y la misma azotea del edificio, donde tuvieron el primer encuentro con diversas experiencias. Es el último día de clases, y en el ritual de rayarse las camisas beige comienza el cambio, aparecen por primera vez las diferencias, que antes no se veían o se camuflaban en el juego. Caro tiene que irse a Mérida con sus padres, Andrés se despide del amor. En medio de la despedida, de la algarabía, surgen las grandes verdades o las pequeñas mentiras. Monchi, quien era el más seguro, el más valiente, ahora tiene que asumir las riendas de su familia porque el padre los ha abandonado. El juramento de ser amigos hasta la eternidad y no separarse nunca, comienza a romperse desde su inicio. Ese grupo que se mantuvo unido y a quienes los vecinos llamaban los gatos por hacer ruidos y molestar en la azotea, se va separando, se van dando cuenta que es la hora de crecer. Lo único que desea Andrés en el fondo de su corazón es que este dolor de asumir la adultez sea leve.

Convenio

"¿Quién no ha vivido en esa linda y dura etapa? Desencuentros amorosos, decepciones, asombros y muchos miedos. A través de una puesta en escena lúdica, cuatro actores cargados de maletas les tocará despedirse de sueños pasados y dar la cara a su vida futura", indicó el director Ariel Bouza. Leve es una coproducción realizada en el marco del Convenio Cuba-Venezuela. El elenco está integrado por los venezolanos Karlyn Alquinzones, Zair Mora, Moisés Rivas, Wahari Meléndez, y los cubanos Glerys Garcés Pita y Ariannis García Gómez. Las funciones serán hasta este domingo 02 de febrero en la Sala Horacio Peterson de Unearte. Horarios de jueves a sábado a las a las 7:00 pm y el domingo a las 6:00 pm. Posteriormente la pieza se presentará en la Sala Experimental del Celarg del 13 al 23 de febrero, con funciones de jueves a sábado a las 8:00 pm y domingos a las 6: 00 pm.