El
pasado viernes 11 de agosto, se estrenó el más reciente montaje de la
agrupación Deus Ex Machina, en La Caja de Fósforos de Colinas de Bello Monte,
espectáculo que corona los primeros 10 años de este colectivo teatral
venezolano y a la vez también la primera década de la sala. Se trata de un
monólogo escrito y dirigido por Elvis Chaveinte, protagonizado por Rossana
Hernández: Un vestido para Doris Wells es su título.
Coqueteando
con la autobiografía, inteligentemente, Chaveinte echa mano de una historia
familiar, la de su abuela, inmigrante española que llega a Venezuela huyendo de
la postguerra para instalarse en la ciudad de Caracas y trabajar primero como
cocinera, para luego dedicarse a su pasión real: la costura. Así se convierte
en reconocida sastra y dedica muchos años de su profesión laborando en el
extinto canal pionero de la TV venezolana Radio Caracas Televisión (RCTV) y es
ahí donde confluyen las protagonistas del relato, cuando la primera actriz
Doris Wells le encarga un vestido a Mary, la modista en cuestión, para una gala
de entrega de los recordados Premios Ronda de la música nacional.
El
detonante y quien cuenta la historia, es una actriz, que en medio de la
pandemia que padecemos desde 2020 y estando en el apartamento que
antes ocupó Mary, intenta distraerse y monetizar sus actuaciones a través de
una transmisión en vivo a sus seguidores. A partir de esa circunstancia,
descubre el libreto de la obra y se fusionan de manera magistral, presente y
pasado reales, con el tiempo de ficción a través de los personajes que hicieron
famosa a la Dama de la Televisión y que se encuentran navegando en el
inconsciente colectivo de todo venezolano que haya vivido las décadas de los
70’s y 80’s del siglo pasado.
Creemos
que uno de los logros de este texto es que pone a dialogar esas tres temporalidades
amén de disparar el botón de la nostalgia y el recuerdo que sin lugar a duda
inmediatamente identifica al espectador.
Enriqueta,
la hermana traicionada del cuento de Rómulo Gallegos La hora menguada,
momento estelar de nuestra pantalla chica que logró unir a las divas más
queridas: Doris y Marina Baura, además de ser su última aparición en la
televisión representó un icono, a igual que su legendaria Isabel Blanco en la
telenovela La fiera y su poderosa Pilar de La señora de Cárdenas
son los personajes en los que esta actriz se transfigura para contarnos con una
hermosa capacidad de transformación la historia de dos mujeres que amaron un
mismo mundo (la televisión) y supieron hacer de él su forma de vida.
Rossana
Hernández nos lleva de la mano de una forma sutil pero contundente,
ofreciéndonos una interpretación plena de verdad, organicidad pero sobre todo
con una sinceridad cargada de matices que invita al recuerdo borroso de una
época en la que como dice el refrán: “éramos felices y no lo sabíamos” tanto la
puesta en escena de Chaveinte (Dinámica, sorpresiva y correcta) como su texto,
junto a la interpretación de Hernández, no solamente se queda en la nostalgia
de una simple anécdota de la vida real, si no que traspasa a la reflexión al
confrontarnos con la época de oro de la televisión venezolana que también nos
recuerda cuánto nos han quitado y cuánto dolor dejan esos recuerdos. Inevitable
llegar a conmoverse hasta las lágrimas.
Si
usted que me lee quiere darse un verdadero premio a sus sentidos, no se pierda
este extraordinario trabajo que se presenta en La Caja de Fósforos (Concha
Acústica de Bello Monte) Los viernes a las 6:30 pm. Sábados y domingos 4pm.
Solo restan 6 funciones.
@luisalbertor
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