Como
todos los venezolanos descubrí a Gallegos en el colegio, pero cuando uno
calienta pupitres en un aula a esa edad, no tiene la más mínima consciencia
para digerir la monumentalidad de la obra “galleguiana”, siempre terminas por
escuchar el cuento de los compañeros de clase o buscar el resumen porque “no te
dio tiempo de leer esa novela tan larga”. Hay que admitirlo: en la adolescencia
la mente está en otras cosas que distan mucho de una lucha entre la barbarie y
la civilización, y de una señora que era como “marimacha” y se devoraba a los
hombres.
Más
adelante, avanzados los años ochenta, descubrí embelesado frente a la pantalla
del televisor una maravilla de cortometrajes que recreaban los cuentos del
autor en un llamado: “Ciclo de Oro de Rómulo Gallegos” transmitidos por Radio
Caracas Televisión (RCTV), en donde todas las estrellas del momento se
transformaban en los personajes de esos relatos y fue ahí que entendí que este
autor era realmente importante.
Pero no fue sino hasta principio la década de los noventa y cuando daba mis primeros pasos en el teatro que definitivamente me sedujo el influjo “Galleguiano”, cuando vi la adaptación teatral de su cuento “La hora menguada” escrita por mi maestro César Rojas y dirigida por Daniel Uribe, en el Centro de Directores para el Nuevo Teatro (CDNT) institución en donde me formaba como actor. Ver a Nazareth Gil (Amelia) y Norma Fernández (Enriqueta) enfrentarse por la traición filial y esperar a que Gustavo Adolfo volviese, me produjo la convicción que yo quería hacer eso como ellos lo hacían y fue tal mi impacto que años después cuando ya fundé mi agrupación Teatral Delphos, lo primero que me atreví a dirigir fue ese mismo texto, respaldado por César y dos maravillosas actrices Nattalie Cortéz e Iralí López en el CELARG por cierto, recinto cultural que se alza donde fue la casa de Rómulo Gallegos.
Desde
ese momento mi vida artística estuvo y sigue estando ligada a Gallegos, luego
del éxito de ese montaje, adaptamos otros tantos cuentos que tuve la dicha de
dirigir con los grupos de actores que se iban graduando en nuestros talleres en
el mismo recinto, así hicimos durante cuatro años y tres temporadas: Los
inmigrantes, El paréntesis, El análisis y la lectura dramatizada de “Los Ídolos”
pieza teatral de Gallegos, que no se había escenificado nunca. Fueron años
intensos en donde él nos condujo de su mano, nos invitó a descubrir sus
personajes y paisajes. Sus preocupaciones como creador y esos mundos tan
venezolanos que cobraron aun mas sentido cuando se celebró los 120 años de su
nacimiento y tuve la oportunidad de pertenecer al equipo de investigadores que levantó
toda la curaduría de una gran exposición en su honor. Ahí definitivamente me sentí
“Gallególogo” por los privilegiados ratos que pasé junto a su hija Sonia
Gallegos, desenterrando cual arqueólogo: cuentos, historias, anécdotas y viendo
cómo ella desaparecía por el pasillo interno de su casa rumbo a las
habitaciones y cada vez sacaba algún objeto más insólito que otro
pertenecientes a su padre, hasta llegar a tener en mis manos su libreta de
apuntes para escribir “Canaima”. Como colofón hace poco me encargaron una
adaptación teatral de su “Doña Bárbara” que logré concretar junto a jóvenes escritores
que me acompañaron en esta empresa, aun por ver luz escénica.
Como
ven Rómulo Gallegos ha sido sin querer un referente artístico a lo largo de mi
vida y es por eso que hoy que la agrupación Rajatabla estrena “Gallegos, selva,
llano y palabra, no puedo hacerme la vista gorda con este espectáculo que
además escribe uno de mis más grandes afectos: la dramaturga Yoyiana Ahumada.
Alejado
ya de la bruma emocional que como ven me produce este escritor, trataré de ser
lo más preciso para contarles mi experiencia. Se trata de un montaje multimedia
en donde narrativa, teatro, música y audiovisuales se ponen de manifiesto para
hacer posible la pulsión poética del autor y tratar de recoger en poco más de
una hora el espíritu del escritor.
Esta
vuelta a Gallegos, surge por la iniciativa de la Editorial Sarrapia, quienes se
han propuesto a reditar dos de sus títulos emblemáticos: “Doña Bárbara” y “Canaima”,
por ello es que el tránsito escénico se hace a través de los personajes y
tramas de estas dos novelas.
La
dramaturgia, inteligentemente teje redes entre momentos biográficos del autor,
su pensamiento político, intelectual, su amor por la educación y su país,
acompañado de su amada e inseparable Teotiste; a la vez que combina extractos
de las situaciones más contundentes de las dos novelas, aunque se concentra
mucho más en la “Cacica del Arauca” que en las aventuras de Marcos Vargas en la
selva venezolana ¿Decisión? ¿Tiempos escénicos o tramas más atractiva? No lo
sabemos.
Con
audacia “Pirandelliana” en el clímax del espectáculo, la dramaturgia enfrenta a
los personajes con su autor, quienes lo atormentan y dialogan con él exigiéndole
palabras y situaciones que para ellos suenan justas.
Desde
la dirección y puesta en escena de este tipo de montajes que transitan por la
obra narrativa de un autor, es muy tentador caer en lugares comunes y volver
sobre lo ya dicho acerca del mismo. Esto no lo ocurre a Marisol Martínez quien sagazmente
loga entregar una propuesta dinámica colocando la esencia de lo que es Gallegos
pero integrando lenguajes audiovisuales y musicales que le permite realizar las
transiciones y crear las hermosas atmósferas y contundentes cuadros del
imaginario del autor. Acompañda de una cuidada y extraordinaria dirección de
arte (Graciela Matínez -vestuario- Oscar Salomón -Escenografía- David Blanco
-Iluminación).
Tomando
como centro el escritorio y máquina de escribir donde Gallegos dio vida a sus
caracteres, Martínez logra conducirnos a las entrañas del pensamiento del
creador para que de él surjan los fantasmas y cobren vida en la escena, cuenten
sus dramas y nos devuelvan envuelta en poesía esta idiosincrasia nacional hoy
tan maltratada.
Jesús
Das Merces, Rebeca Herrera, Luis Palmero, José Gregorio Martínez, Jessica
Arminio, Margareth Aliendres y la bailarina Natasha Cádiz, son el elenco
encargado de dar vida a los distintos personajes convocados para este collage
costumbrista en donde podemos ver desfilar a Doña Bárbara, Marisela, Santos Luzardo,
Marisela, Juan Primito, Mr. Danger, Aracelis, Maigualida, Marcos, entre otros.
Aunque con distintos niveles de interpretación, los artistas logran
convincentes transiciones entre los múltiples personajes que les toca
representar, a nuestro juicio a veces lo técnico prioriza lo actoral y es
delicado para el ritmo del espectáculo cuando no todo está a punto. Sin duda
destacan Margareth Aliendres en su Bárbara, personaje que ya había trabajado en
una reciente puesta de microteatral y que ahora se crece con los recursos
estéticos usados; José Gregorio Martínez dúctil en todos los personajes que
asume demuestra una vez más su sapiencia escénica y Natasha Cádiz que deslumbra
con su talento corporal.
En síntesis,
“Gallegos, selva, llano y palabra”, es un redondo espectáculo de cuidada producción
y alta factura que debería rodar por todos los rincones del país para mostrar la
esencia de uno de nuestros más importantes hombres de letras e invitar a
re-visitar su obra, volver a sus imágenes, olores, sabores, paisajes pero sobre
todo escuchar lo que hay debajo de sus historias, el dolor de un país que hoy
más que nunca necesita poner en la palestra ¿Quiénes somos? Y de dónde venimos.
Olvidar nos condena a repetir los errores.
@luisalbertor
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