El mayor reto del teatro venezolano en este 2023 que recién culminó, fue sin lugar a duda s lograr la convocatoria del público a las salas . Luego de superada la pandemia los productores teatrales han tenido que ingeniarse estrategias diversas para poder llevar a los espectadores a los recintos teatrales. Amén de las condiciones económicas adversas, la producción de nuevos espectáculos en este 2023 dependió del apoyo significativo de las embajadas de otros países radicadas en el país, de algunas “mecenas” que como productores ejecutivos particulares apuestan al teatro o de contadas grandes empresas. privados que realizan su trabajo social apoyando espectáculos de gran formato. Ya que el subsidio “oficial” y las políticas culturales para el sector, sigue n brillando por su ausencia.
Aunado a lo anterior, la proliferación de los espacios recreativos y de consumo en otras áreas económicas que pululan por toda la ciudad han invadido de ofertas de entretenimiento a un público desenfrenado por la evasión y una apariencia de “normalidad” , que lo que ha hecho simplemente es crear una burbuja falsa para continuar la supervivencia del más apto.
Por otro lado, los artistas teatrales venezolanos no desfallecen, es cierto, sin embargo, en la búsqueda de atraer y enganchar con los espectadores han descuidado las intenciones y objetivos reales de los porqués llevan adelante tal o cual proyecto. No hay un Norte claro, un propósito, un pensamiento curatorial que permita definir una línea de acción concreta de agrupaciones o colectivos teatrales. Los programadores y gerentes de los teatros deben apostar a espectáculos que les reportan números significativos para poder cubrir nóminas y pagar los servicios elementales que ofrecen.
Ante este panorama, el teatro venezolano, continúa sorteando la batalla económica con una recesión desproporcionada y que muchas veces obliga apelar a remontajes o producciones que no reporten una inversión que vaya indiscutiblemente a pérdida.
Desde la palestra artística es imperioso preguntarse: ¿Qué cuota de responsabilidad tenemos los hacedores de teatro en este panorama que parece menguado? ¿Por qué montamos tal o cual texto? ¿Qué prela a la hora de decidir llevar un espectáculo a escena? ¿Sabemos cuáles son las necesidades del espectador venezolano? ¿Qué quiere ver?
El estatismo creativo parece estar anclado en una fuerte tendencia realista en las puestas en escena. Sabemos y entendemos que pocas son las agrupaciones profesionales que han logrado concretar un lenguaje y trabajo constante a pesar de las circunstancias y que se preocupan por la investigación, estudio y estética que enriquecen las puestas en escena. Pero parece no ser suficiente o son muy escasas.
En este pasado año, no podemos dejar de mencionar, por ejemplo el trabajo constante del colectivo La caja de fósforos bajo la batuta de Orlando Arocha y Ricardo Nortier , siendo uno de los pocos que se mantienen en contacto con el teatro mundial contemporáneo, arriesgándose a realizar espectáculos que dan a conocer las nuevas tendencias del arte teatral mundial (Speranza, Casa de Muñecas, Festival de teatro Estadounidense;
Daniela Alvarado y Rafael Romero en “Casa de Muñecas”.
las propuestas de Deus ex Machina, escuchando el pulso de la realidad venezolana y sus necesidades artísticas conducidos por Rossanna Hernández, Elvis Chaveinte y Gabriel Agüero (Un vestido para Doris Wells);
Rossanna Hernández en Un vestido para Doris Wells.
la insistencia de Rajatabla bajo la nueva Dirección Artística de Marisol Martínez, que aunque sin elenco estable, logra llevar una línea de confrontación interesante y revisión contemporánea de los textos clásicos de la literatura universal (Roma, Credo, Rómulo Gallegos, Selva, llano y palabra). Así como el monólogo “Todo pasa” dirigido por William Cuao y que hace homenaje al actor Pedro Pineda.
Valentina Garrido y Jessica Arminio en Credo.
Teatro Ceres, bajo la conducción adecuada de Jericó Montilla, que ha puesto de manifiesto un teatro comprometido con las minorías y de denuncia (Tenebros, Boza); Teatro de La Penumbra, liderado por Andreína Polidor , investigando estéticas que experimentan con audaces estéticas y revisión de textos clásicos (Coriolano);
José Alberto Briceño en “Coriolano”
el Taller Experimental de Teatro (TET) y sus herederos que no descansan en la formación e investigación de nuevas rutas partiendo de las bases filosóficas que los vieron nacer en los años setenta (Círculo de Tiza, La persistencia, La vida perdida); cabe destacar el montaje de “Tio Vania” en un espacio no convencional y dirigido por Pancho Salazar con un gran trabajo de interpretación, sencillez ye impecable dirección de actores;
Julie Restifo y Jan Vidal en “La Promesa”.
así como J Creativa, donde la familia Vidal- Restifo ha realizado un trabajo sostenido y sin descanso para llevar a escena propuestas escénicas importantes que nos hablan de nosotros mismos (La Promesa); al igual que Séptimo Piso de la mano de su fundador Dairo Piñeres, quienes no desfallecen en la formación de nuevos talentos y la indagación en la puesta en escena (El Avaro, El tren del corazón).
“El Avaro”, Séptimo Piso.
Leo Aldana en “El tren del corazón”.
Mención aparte merece Class Producciones, conducida por Claudia Salazar, empeñados en las superproducciones de musicales en Caracas, demostrando la eficaz comunión entre la empresa privada y la posibilidad de generar una maquinaria de empleo alrededor de sus producciones (Los Miserables, Matilda).
“Matilda” Class Producciones
Sin dejar de reconocer los inquebrantables grupos que este año arribaron a sus cuarenta o más años y siguen apostando por ofrecer al público espectáculos y textos comprometidos como: El Grupo Actoral 80 (Acto Cultural, Jugadores); Skena (La Ternura, La Ponia); Theja (Dragones); Altosf (Algo de todo esto es vivir) o el CDNT bajo la dirección de Marcos Purroy quien sigue apostando por los espacios no convencionales y los jóvenes artistas en sus propuestas (33 La galaxia X).
Miguel Ángel Hidalgo en “33 La galaxia X”
Casos independientes y que se apartan del concepto de agrupaciones en búsqueda de un lenguaje propio demostraron tenacidad en este 2023 como : Keiros Producciones (Clarissa);
María Alejandra Tellis en “Clarissa”
Zanvaj Producciones (Srita. Katharina); Come Candela Teatro (Bodas de Sangre, para una reconección);
Ana Rodriguez y Miguel Ángel Treccia en “Bodas de sangre”.
Teatro Turmalina, manteniendo una consecuente propuesta en los espacios del Hotel Eurobuilding de la mano de Carlota Vivas y los actores Alexandra Braun y Adrian Delgado (Vidas privadas).
Las nuevas propuestas de las generaciones de relevo, no dejaron de estar a la orden del día en el 2023 aunque incipientes, dan muestra que el músculo teatral venezolano, aunque tiene mucho que ejercitar, no ha muerto y tenderá quién lo releve como sólidos y audaces. espectáculos en el VIII Festival de Jóvenes Directores del Trasnocho Cultural (El mal querer, Cubiertos de plata, El Dylan, Geranio.)
Alexandra Braun y Adrián Delgado
en “Vidas Privadas”.
Es muy difícil poder visualizar una cartelera teatral anual en su totalidad, esto no pretende ser un recorrido por lo mejor o peor que se produjo en 2023 sobre las tablas, solo es un deseo por pensar algo más allá de la banalidad de nuestro teatro.
Nombrar a unos y no otros, no responde a ninguna categorización, son solo los trabajos que disfruté este año y que de alguna forma me conmovieron o llamaron mi atención. Es imperioso continuar y no abandonar la batalla, necesitamos detenernos más en la reflexión, investigación y necesidades de nuestro espectador, somos nosotros mismos los llamados a educarlos en la mirada teatral y no ser complacientes con ellos. Es imperioso generar espacios de discusión, intercambio, confrontación de ideas, conversatorios. Ya es hora de salir de los “guetos” que nos aíslan y seguir mirando nuestros propios ombligos, solo así lograremos que deseen llenar las salas; ya que además de divertirse el espectador encontrará un espejo donde mirarse.
@ luisalbertor
*todas las imágenes son autoría propia. Menos la imagen gráfica de la pieza “La Promesa”. *
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