Por Walter De Andrade
@deandradewal
@avencrit
Al
crecer desechamos la familia heredada para escoger una nueva familia. Tal
planteamiento es recurrente en la dramaturgia del venerado Isaac Chocrón (1933-2011)
hombre fundamental en la historia del teatro contemporáneo venezolano. Una de
sus piezas baluarte en esta idea es, sin dudas, La máxima felicidad, estrenada en 1974 y, que para este III
Festival de Teatro de Caracas 2014, subió al escenario de la Sala Doris Wells
(Casa del Artista) los días 19 y 20 de abril, en propuesta del colectivo Proyectos
en Ebullición, bajo la dirección de Nelson Lehmann y con las actuaciones de
Mayte Parias, Jornell Ariza y Gonzalo Cubero.
La
familia propuesta en este texto es atípica. En un “lindo experimento”, dos
hombres y una mujer unen sus vidas para alcanzar la anhelada felicidad
emocional: Pablo, de mediana edad, culto, impositivo; Perla, ama de casa
entregada; y Leo, el más joven, desprevenido
y rebelde. Las diferencias de interés, la búsqueda personal, no exenta de
egoísmo, de cada uno de los tres, añaden
a la relación las tensiones evidentes que refuerzan aquello de que “las
relaciones son difíciles”. Este trío, en su ensayo de un nuevo modelo de
familia debe enfrentar sus conflictos cotidianos poniendo a prueba sus nociones
del compromiso y el amor. Un inesperado embarazo viene a romper el pretendido equilibrio
numérico y añade nuevas perspectivas y retos.
La
propuesta, de tono naturalista, descansa en el trabajo actoral. Gonzalo
Cubero impulsa con su sapiencia
histriónica el personaje de Pablo. Con entereza muestra su intención de erigirse
en pivote y su insistencia en racionalizarlo todo. Mayte Parias muestra a una
Perla por momentos inerte, llevada por los dictados del día a día, habituada a
una zona de confort, solo resquebrajada por su embarazo inesperado y su
consiguiente necesidad de justificación: “fue un error, no una trampa”,
replica. Leo, en piel y voz de Jornell Ariza muestra su inconformidad
esencial, la rebeldía innata de la juventud,
la necesidad reiterada de confrontar, subvertir. Las acciones se desarrollan
con la familiaridad que brinda un
espacio escénico íntimo, recreación de un apartamento sin divisiones físicas,
pero en el que cada personaje tiene marcado su propio espacio personal. La correcta
iluminación de Gerónimo Reyes marca con sutileza las distintas ambientaciones y
brinda atmósferas cálidas para una representación que acertadamente interpreta
los caminos del autor, y brinda un espectáculo reflectante. El festival sigue
dando muestras de lo que está hecho nuestro
teatro.
Especial para el diario CiudadCCS, III Festival de Teatro de Caracas 2014
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