domingo, 13 de abril de 2014

Dos amores intentan amar a un bicho

Sin duda alguna Gustavo Ott se ha convertido en nuestro más aventajado  dramaturgo-cronista. Como ya nos tiene acostumbrados toma las anécdotas de los sucesos de la realidad, reflejados en la prensa y los convierte en poesía teatral, para hablarnos de nosotros. El Grupo REPICO, liderado por Consuelo Trum llevó a escena, en la sala Anna Julia Rojas de Unearte, en el marco de este tercer festival, su obra teatral Dos amores y un bicho, escrita a comienzos de los dos mil y en donde el autor realiza un contundente y hermoso tratado acerca de la homofobia.
Un hombre ha asesinado a su perro ya que el can tenía prácticas homosexuales con otro perro, luego de quince años de ocurrido el suceso, éste vuelve a relucir en una visita que padre y madre hacen a su hija en el zoológico de la ciudad donde la misma trabaja. Y comienza a desencadenar todo tipo de conflictos, verdades y razones, que llevarán al límite a los personajes.
Esa es la anécdota que Gusta Ott nos cuenta en una obra con una dificultad mayor al ser escenificada, pues  hay mucho de información necesaria, de “echar el cuento” de lo que les sucedió en el pasado a estos personajes. Este recurso se hace más complejo a la hora de resolverlo en escena, pues el teatro es acción, los personajes hacen, no narran lo que hacen y Consuelo Trum, hábilmente, logra resolver  en una puesta en escena minimalista el hacer y decir de los personajes.
Karolins Rodríguez (Madre); Adolfo Nittoli (Padre) y Miling Cabello (Hija) son los protagonistas de este drama de humor negro en donde nos enfrentamos a los lados más oscuros del ser humano y ver hasta dónde son capaces de llegar cuando la intolerancia maneja sus vidas. Rodríguez como la madre, estructura un carácter contenido, que poco a poco se va desmoronando hasta lograr estallar y repeler al monstruo que tiene al lado como esposo; su ejecución es limpia y sobria con contundencia en el decir. Nittoli dibuja un padre aterrador, que justifica sus conductas bajo ataques de pánico y resulta siendo un peligro, un asesino, su performance, logra hacer que podamos detestar al personaje, es el objetivo. Por su parte Miling Cabello, da rienda suelta a su talento innegable y construye una hija que en buscas de respuestas se confronta consigo misma, logrando conmover al espectador.

En definitiva una sobria y cuidada puesta en escena, que demuestra la veteranía de Consuelo Trum como una de nuestras mejores directoras actuales, al igual que una estética de iluminación impecable de Lina Olmos, que marca la atmósfera del drama, aunado a unas aplomadas y bien resueltas interpretaciones, hacen de Dos amores y un bicho de REPICO una extraordinaria muestra de nuestro teatro venezolano con calidad de exportación. 
@rosasla 

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