por E.A Moreno-Uribe
Dentro de la programación del 18 Festival Internacional de Teatro de Caracas -del 21 y el 31 de marzo- hay que exaltar la participación del Taller Experimental de Teatro con la más reciente pieza de Elio Palencia, Tierra Santa, la cual vimos en la Sala César Rengifo de Petare, bien puesta en escena por Costa Palamides y apuntalada con las actuaciones comedidas de Guillermo Díaz Yuma, Ludwig Pineda y Yazel Parra.
Elio Palencia con su Tierra Santa plantea un viaje de ida y vuelta a nuestra Tierra de Gracia, por intermedio de un drama contemporáneo para que los venezolanos nos veamos mejor. Esta obra no es banal ni evasiva, sino todo lo contrario: hace pensar o reflexionar sobre lo que somos como pueblo.
El espectáculo, que no va más allá de 70 minutos, transcurre en el patio de una modesta casa, en Caracas o cualquier población del interior, donde los hermanos Mayor y Segundo, quienes han pasado los 60 años, van y vienen con sus diálogos al pasado familiar para compararlo con el presente que viven o sufren y hasta para fantasear sobre la construcción de un mejor futuro, compartido incluso. Mayor, peleado con su esposa, y Segundo, viudo o abandonado, se recriminan por la difícil realidad socioeconómica en que se encuentran, pero son interrumpidos, en repetidas ocasiones, por unas adolescentes, amigas o familiares que se pasean por la casa de Segundo, casi todos embarazadas o buscando novio o novia, como para subrayar que la vida sigue a pesar de todo.
Al final, Mayor reconoce que logró estudiar en una universidad para sacar un grado en Teología y el regalo que le hace uno de sus hijos es un viaje al Medio Oriente, la Tierra Santa. Por lo que todos los proyectos con su hermano Segundo se paralizan, como aquel de montar un restaurante en la barriada donde este vive, porque decide regresar a su residencia donde su esposa lo espera tras perdonarle algunas infidelidades o malacrianzas. ¡Y colorín colorado…este cuento se ha acabado!
La homofobia, presente en casi toda la dramaturgia de Palencia, está ahí: Segundo, homófobo per se, admite que tiene un hijo viviendo con otro hombre y que una nieta es lesbiana. ¡Detalles que provocan risa entre el público!
¿Qué es esta obra? ¿Otro sainete criollo con ribetes dramáticos en medio de nostalgias propias de la vida semi rural que ha sido desplazada por la civilización urbana, pero sin perder el léxico y otras conductas? No está muy lejos el autor Palencia (Maracay, 1963) de un costumbrismo contemporáneo y va más allá: aborda ese limbo social donde moran millones de hombres y mujeres de edad madura, mientras las nuevas generaciones luchan por emerger, instalándose en las ciudades grandes para lograr un trabajo, mientras las mujeres, que también migran, deciden entregarse a la reproducción, además de estudios universitarios o técnicos a su alcance. ¡Pueblo trabajador!
Tierra Santa atrapa por la sencillez de su anécdota y la naturalidad de sus criollos personajes, soñadores por los cuatro costados, aunque semicontrolados por los celulares y la televisión escapista y alienante.
En síntesis, Elio Palencia vive su mejor momento creativo. Está cosechando lo aprendido y lo que su talento está aportando para el arte teatral de su Patria.
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