Por años, el Grupo Actoral 80 no había pisado las tablas del Teatro Nacional. En la 2da edición del Festival de Teatro de Caracas 2013,
esta situación se revirtió. Variados los escollos para este notable
grupo no lo hubiese hecho y que, podría decirse que fue producto de la
marcada polarización que divide la nuestra realidad política hasta
factores de concertación entre instituciones; sin embargo, más allá de
una u otra razón, lo positivo fue la política de inclusión que les
permitió que solo hubiese sido la mirada / recepción del público quien
le diese la validación a los contenidos ideológicos y artísticos
expresados por el GA80.
Un autor esencial como lo fue –y sigue siendo, José Ignacio Cabrujas
(1935-1995) ha sido llevado de las manos por este colectivo hace ya
varios años; incluso, en 2013, dos de sus piezas más primordiales como Profundo (1971) y Acto Cultural
(1976) han sido cotejadas en puntos disímiles de nuestra urbe: la
primera, en su temporada que mantienes en una sala del este de la ciudad
con costos de taquilla difícilmente accesible para el grueso de la
ciudadanía y otra, que se inscribió en la vitrina del FTC-2013 a un
costo popular. Aun así, hubo Cabrujas para el este y para el oeste.
Cabrujas y su teatro ha mantenido un firme atracción a diversos públicos
y para distintas generaciones. Casi toda su producción dramática supo
expresar lo que para el escritor, Ibsen Martínez era ese
magnético sentido de decirnos cosas, de que como dramaturgo suscribió
hacia 2011, afirmando que tras el oficio de la dramaturgia tuvo esa
aguda perspicaz para definirnos y definirse, pero que, especialmente
logró aparejar en sus obras una “burlona disposición al escepticismo, su
desengañada sabiduría sobre cuan prescindible ha sido y es Venezuela
para el mundo”.
Ello se constata porque para un público conformado por distintas clases
sociales con diversidad de miradas ideológicas se pudo sentar, uno al
lado del otro pleno en ansiosa expectativa tanto el 28 de febrero como
el 01 de marzo para retomar a su amado José Ignacio desde el Coso de
Cipreses. Un público que lo disfrutó y valoró tras el sólido trabajo del
GA80 con la diestra dirección de Héctor Manrique que hizo
que Cabrujas siga estando más vivo que nunca y sobre todo, hacernos
pensar que este autor debe estar en los grandes teatros del oeste de
la ciudad- para que siga expresando su pensar a la sociedad del nuevo
milenio.
De lo cotejado como respuesta conceptual, estética y artística ofrecida por el GA80 pra esta producción de Acto Cultural
diré que hizo honor a lo que el texto expresaba. No hubo excesos;
aunque si algunos que otro algún acento para proyectar la postura del
pensar que sostiene un creador como Manrique. Eso lo dijo y eso se le
respeta porque el espectador era quien debía o no validarlo. La unidad
visual fue limpia; el trabajo con el espacio compacto; la iluminación
(de José Jiménez) correcta sin sumar o minimizar nada; la producción artística de Carolina Rincón
plena en todos sus aspectos y, sobre todo, el sentido actoral como
unidad discursiva tanto en la construcción de los personajes como en su
exposición individual como de conjunto fue homogénea, llena de
desparpajo y con riqueza en lo lúdico de los matices que hizo aplaudir a
la platea.
Daré un rotundo aplauso al conjunto actoral conformado por Samantha Castillo, Melissa Wolf, Juvel Vielma, Daniel Rodríguez, Angélica Arteaga, Héctor Manrique y Juan Vicente Pérez
que, con atinada soltura sobre la escena afirmaron que, con
profesionalismo y unidad en lo que se deseaba hacer, el teatro será
siempre algo imborrable en la memoria de todos.
Por Carlos E. Herrera
Marzo 2013
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