Cortesía de El Correo Del Orinoco |
Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit
La
gente de la la Caja de Fósforos en la Concha Acústica de Bello Monte, Caracas, nos vuelve a sorprender
y esta vez lo hace con su montaje LA
COCINERA de Eduardo Machado, el cual
está incluido en la programación del I Festival de teatro contemporáneo
estadounidense que finaliza este domingo 12 de octubre de 2014 en la sala
de teatro El Dedal; la pieza fue dirigida por Rossana Hernández con las actuaciones de Rubén León, Layla Vargas, Valeria Castillo, Derwin Ernesto Campos y
Josmary González.
“La historia comienza con el estallido
de la Revolución Cubana, liderada por Fidel Castro, la madrugada de año nuevo
de 1959, cuando la familia Santana, cercana a Fulgencio Batista, decide huir
dejando en manos de Gladys, la cocinera, el cuidado de su mansión. Gladys,
tratará de mantener su promesa durante los siguientes 40 años... a pesar de las
vicisitudes a las que tiene que enfrentarse”.
La pieza plantea desde la perspectiva
personal del dramaturgo la dinámica por la que tiene que pasar Gladys, cocinera
negra, que aguarda lealmente la llegada de su Patrona, mujer blanca
perteneciente a la oligarquía cubana “batistiana” y que ella, en medio de su
ingenuidad considera su amiga, después de que ésta huyera el día de la celebración del año
nuevo de 1959 por la llegada de Fidel Castro a la Habana, lugar de la
residencia de la señora. Toda la obra transcurre en la cocina de la mansión
habanera, por lo cual la escenografía cumplió la función de ser un elemento
importante para la dinámica de la historia. Muy bien elaborada basada en una
exhaustiva y precisa investigación de la época (años 50 entrando en los 60),
igualmente, ocurrió con el diseño de vestuario y la música que ocupó el
ingrediente amalgamador de la ambientación realista.
El trabajo actoral de los protagonistas
Layla Vargas y Rubén León son de muy alta calidad en cuanto al manejo de
emociones, vemos frente a nuestros ojos cómo van variando una infinidad de situaciones
que te introducen de inmediato en el microcosmo de estas personas. Dos
personajes perfectamente delineados. Amén de la maestría con que abordan el estilo naturalista de la actuación y el manejo
de objetos en el escenario. También, por su parte Derwin Ernesto Campos con su
personaje de primo gai y que nos muestra la cruel realidad que vivieron los
homosexuales durante la primera etapa de la Revolución cubana, hace un personaje encantador y muy humano que
llega golpear la sensibilidad del espectador; Valeria Castillo, hace lo propio
con sus dos personajes de señora oligarca y posteriormente su hija “mayamera”;
sin olvidar la interpretación de Josmary González como la joven nacida en el periodo “fidelista” que
se da cuenta de su realidad cuando se enfrenta con la otra mitad de cubanos que
viven fuera de la isla.
LA COCINERA es un montaje que se puede inscribir entre esas piezas que pasan a la
reserva de memoria de los espectadores como imborrables por la alta factura con
la cual fue ejecutado.
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