domingo, 12 de octubre de 2014

La cocinera o la lealtad de los pobres.

Cortesía de El Correo Del Orinoco

 
Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit
 
La gente de la la Caja de Fósforos en la Concha Acústica de  Bello Monte, Caracas, nos vuelve a sorprender y esta vez lo hace con su montaje LA COCINERA  de Eduardo Machado, el cual está incluido en la programación del  I Festival de teatro contemporáneo estadounidense que finaliza este domingo 12 de octubre de 2014 en la sala de teatro El Dedal; la pieza fue dirigida por Rossana Hernández con las actuaciones de Rubén León, Layla Vargas, Valeria Castillo, Derwin Ernesto Campos y Josmary González.
“La historia comienza con el estallido de la Revolución Cubana, liderada por Fidel Castro, la madrugada de año nuevo de 1959, cuando la familia Santana, cercana a Fulgencio Batista, decide huir dejando en manos de Gladys, la cocinera, el cuidado de su mansión. Gladys, tratará de mantener su promesa durante los siguientes 40 años... a pesar de las vicisitudes a las que tiene que enfrentarse”.  
La pieza plantea desde la perspectiva personal del dramaturgo la dinámica por la que tiene que pasar Gladys, cocinera negra, que aguarda lealmente la llegada de su Patrona, mujer blanca perteneciente a la oligarquía cubana “batistiana” y que ella, en medio de su ingenuidad considera su amiga, después de que  ésta huyera el día de la celebración del año nuevo de 1959 por la llegada de Fidel Castro a la Habana, lugar de la residencia de la señora. Toda la obra transcurre en la cocina de la mansión habanera, por lo cual la escenografía cumplió la función de ser un elemento importante para la dinámica de la historia. Muy bien elaborada basada en una exhaustiva y precisa investigación de la época (años 50 entrando en los 60), igualmente, ocurrió con el diseño de vestuario y la música que ocupó el ingrediente amalgamador de la ambientación realista.
El trabajo actoral de los protagonistas Layla Vargas y Rubén León son de muy alta calidad en cuanto al manejo de emociones, vemos frente a nuestros ojos  cómo van variando una infinidad de situaciones que te introducen de inmediato en el microcosmo de estas personas. Dos personajes perfectamente delineados. Amén de la maestría con que abordan el  estilo naturalista de la actuación y el manejo de objetos en el escenario. También, por su parte Derwin Ernesto Campos con su personaje de primo gai y que nos muestra la cruel realidad que vivieron los homosexuales durante la primera etapa de la Revolución cubana,  hace un personaje encantador y muy humano que llega golpear la sensibilidad del espectador; Valeria Castillo, hace lo propio con sus dos personajes de señora oligarca y posteriormente su hija “mayamera”; sin olvidar la interpretación de Josmary González como  la joven nacida en el periodo “fidelista” que se da cuenta de su realidad cuando se enfrenta con la otra mitad de cubanos que viven fuera de la isla.
LA COCINERA es un montaje que se puede inscribir entre esas piezas que pasan a la reserva de memoria de los espectadores como imborrables por la alta factura con la cual fue ejecutado.



 
 

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