domingo, 24 de agosto de 2014

VACACIONES Y TEATRO INFANTIL


Por Carlos Herrera
@cehs1957
@avencrit

Tradicionalmente, agosto y parte de septiembre es el lapso vacacional. Son 45 días para que nuestros niños, niñas y adolescentes entren en el anhelado receso. Las opciones para cubrir ese tiempo supone para los padres optar por distintas alternativas: de campamentos, salidas al interior, cursos breves e, incluso, llevarles al cine como al teatro. Es época cuando se detalla como la oferta en producciones teatrales para este segmento de público se duplica o triplica en los teatros de la capital. Entes culturales públicos y privados han entrado en contacto con grupos, artistas y creadores dedicados o no a producir espectáculos o talleres pero todo dispuesto a ser expuesto como una programación que esté en consonancia con las expectativas de una potencial población infantil que pueda acceder a estas opciones que o son altamente onerosas y en algunos casos, con la posibilidad de tener precios accesibles.

Pero, ¡Ojo, cantidad, no es calidad! Incluso, lo que uno supone sean grupos y compañías dedicadas a estos menesteres, no suelen ser lo que uno espera que sea. ¡Hay muchos de gato vestido de liebre! Existe un grupo de artistas que hacen teatro a lo largo del año pero que, solo hacen teatro para niños solo en esta época. Su interés está en otros terrenos y su acción se orienta en otros géneros escénicos pero ven como este lapso se constituye en la época de la oportunidad para darle fluidez de caja a sus menguadas arcas: El teatro para niños se convierte entonces en una economía subsidiaria y se produce sin compromiso solo el que queda solapado por subsistencia.

Lo cierto es que, parte significativa de las propuestas que se pueden constatar en el periodo vacacional deja mucho que desear en cuanto a promover que obras y temas inteligentes; las tramas y los personajes son anodinos y lo argumental, trivial. La influencia mediática gana más relevancia solo para asegurar el interés del segmento infantil; se arman propuestas que, con un cierto manejo de contenido apenas roza la superficie de lo que merecería ser trabajado con eficacia teatral didáctica, con un fin lúdico educativo o con un fin de grato esparcimiento.

En una revisión de más de 25 propuestas visibles en este lapso, el teatro vacacional al cual nuestros niños (as) y adolecentes acceden a ver y disfrutar se arma solo bajo el efecto de la evasión momentánea. La culpa es tanto de quien produce como de quien planifica en estos periodos. Debe desde mi opinión ser más incisivo en que todo espectáculo, trabajo escénico o actividad formativa debe tener rigor, calidad, proyección de valores y sano contenido. Incluso, buena parte de esta oferta adolece de de solvencia técnica y fuerza estética así como de más exigencia en la base de los talentos. La escena parece crecer en número en cuanto a lo que se oferta pero la gran mayoría roza hacia comportarse como rellenos edulcorados con escenografías y vestuarios mal preparados, las rutinas coreográficas muy manidas, se satura al chico con efectos lumínicos y musicales pero la base, preparación artística de los actores y el trabajo del director, deja mucho que desear. Claro, están sus excepciones que expresan lo opuesto porque son colectivos preocupados por el arte teatral para niños y que trabajan a lo largo del año en este terreno siempre invirtiendo dinero, talento y creatividad; ellos buscan no ofrecer el engaño disfrazado de facilismo y menos, buscan la explotación de la ingenuidad del público que desea ver un trabajo teatral digno como eficaz. Si se instaura el circulo del consumo de la facilidad y la mediocridad en los entes que programan como en los grupos que producen teatro infantil, el público será engañado finalmente ¿Es eso lo que se desea?

Vacaciones y teatro para niños resulta un momento que grupos e instituciones culturales asuman más el compromiso y menos el oportunismo. Nuestros niños y niñas no tienen porque asistir a espectáculos y divertimentos vacuos, carentes de autentica formación de valores y que, solo ven en ellos cifras cuantificables o dinero fácil. El nuevo ciudadano, en especial, el niño o niña del s. XXI en este país, merece ser respetado con una oferta escénica digna, que su tiempo para solazarse sea de provecho y no se le mienta con programación chatarra.

Y si hablo de constar una dinámica escénica en este lapso de cerca de 25 producciones teatrales para niños y niñas, hay que especificar que, para adolescentes el porcentaje es casi ínfimo. El espectro de lo que se detalla sea bien en el centro oeste o en la zona este nos hace caer en cuenta que los grupos y compañías con músculo creador y capacidad de riesgo por decir cosas desde las tablas son, como lo exprese, contado; hay cualquier cantidad de colectivos emergentes, noveles o en el peor de los casos, grupos “fantasmas” que por haberse constituido solo con miras comerciales, hacen un trabajo en nada formal, mue esquematizado, superfluo en el tratamiento temático, indolentes en cuanto esforzarse en los aspectos de una producción atractiva, con la conformación de plantillas actores que dejan mucho que desear y peor, que solo ven el filón del dinero como su premisa.

Teatro infantil y vacaciones o viceversa, implicaría que los productores / planificadores de entes culturales sean de la rama pública o del entorno privado puedan con tiempo discutir con el ofertante (el grupo, el productor del colectivo, el director o hasta el dramaturgo productor de ser el caso) en que haya sentido de saber que lo que se ofertará redundará en un aspecto positivo fuera del lapso vacacional debido a que, si es calidad lo que se piensa, pues, la continuidad de la programación favorece a unos y a otros y por ende, al público, ese espectador que deberá escoger entre tanta cosa burda, un auténtico trabajo escénico. Dignidad y calidad en contra del oportunismo para acceder a una economía de lapso. El tiempo vacacional es un espacio donde grupos, dramaturgos, diseñadores, realizadores y actores deben estar más conscientes que su trabajo se observa con mayor fuerza. Los programadores y planificadores culturales deben también sumarse en una cruzada a optimizar lo que ofertan en las marquesinas de teatros y salas.

Bueno, apenas es uno de las decenas de ángulos que, lo propio del teatro para niños puede generar como lugar para la discusión, el debate y el hacer de un mejor teatro para todos. ¡No al teatro chatarra y más cuando este está pensado para nuestros niños y niñas!

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