Por Joaquín Lugo
En la su sala homónima, el grupo Rajatabla presentó Con una pequeña ayuda de mis amigos, texto de Nestor Caballero, producción general de William López y dirección de José Domínguez. Con este estreno, la agrupación comienza el homenaje a Caballero cuyo nombre lleva la III Muestra de Dramaturgia Nacional.
El argumento pone en escena a Gilberto, Álvaro, La Chata y Zulay, cuatro seres que se sintieron atraídos por el sueño revolucionario, de paz, amor y excesos propios de los años 60, pero que transitan una vida en la que traicionaron sus ideales. En el texto, presente y pasado se fusionan para sopesar las causas y consecuencias de las acciones de los personajes y para mostrar la esencia y los contrastes de cada época reflejada.
La dirección propone una estética simbólica que se sustenta en la escenografía de Silvia Inés Vallejo. Ésta es usada en toda su amplitud para representar cada uno de los espacios y tiempos. El piso de tonos verdes y el fondo con intervenciones de murales de Andy Warhol enmarcan cabalmente la época pasada y resaltan la figura de los actores sobre el escenario. Estas intervenciones fueron pintadas sobre persianas, lo que ayuda a la puesta en escena para mostrar apariciones de figuras que refuerzan las situaciones. Asimismo el diseño de vestuario de Rufino Dorta posee la esencia y diferencia de los roles en cada tiempo. Se destacan las transiciones que muestran la energía y música de los 60, gracias a las coreografías de José Lugo y la selección musical de Eduardo Bolívar. Quizás esto desvía un poco la atención sobre la trama central y el desarrollo de los personajes.
En las actuaciones, Gerardo Luongo como Gilberto y Dora Farías como Zulay se muestran precisos y cabales en sus trabajos, en especial la conexión que establece Farías con los sentimientos de su rol. Se destacan Jean Franco de Marchi como El Tigre y Ángel Pájaro como Álvaro, ambos intensos y con buen manejo de las intenciones. Eliana Terán como La Chata y Vicente Bermúdez como Saturno se perciben más externos y sin los matices que requieren sus interpretaciones. El resto de elenco conformado por alumnos del Taller Nacional de Teatro cumple en mayor o menor grado.
Es innegable vincular esta pieza con la historia de muchas épocas que ha vivido la humanidad y que han quedado en el pasado, aunque su espíritu se mantenga en el inconsciente colectivo. Todavía existen personas que mantienen los ideales transitados pero que han sido absorbidos por la sociedad contemporánea. Por esto, percibo que parte de la Venezuela actual se alimenta visiones del mundo ya superadas y que se pretendan conservar sin mirar al futuro.
Publicado en el Diaro Tal Cual.
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