martes, 25 de junio de 2013
Mátame, mamá.
por Carlos Herrera
@cehs1957
Una las voces dramatúrgicas venezolanas que emergieron en el último tercio de la pasada centuria en Venezuela y que se ha consolidado por su inocultable fuerza en el tratamiento de temas, argumentos y personajes que tocan lo más profundo de lo que acontece en la sociedad actual gracias a su incisiva mirada de tramas que actúan a modo de radiografía del como vernos como país o porque trata con sinceridad, tópicos con plena vigencia, queda representada por un grupo de obras que ha ido exponiendo el dramaturgo Elio Palencia (Maracay, 1963) desde 1988. Destacado autor que ha marcado con talento y rigor investigativo como con una tenaz capacidad de entender y plasmar en dramas y comedias agridulces lo que el investigador Orlando Rodríguez expusiese para ratificarlo como autor capaz de construir personajes de forma elaborada sino además de establecer una “vinculación de éstos con la realidad que los rodeaba y la vigencia de su temática con el mundo contemporáneo”.
Elio Palencia ha ido brillando en las tablas nacionales sin que ello le cambie su forma de ser. Ostenta una vocación perspicaz por revisar temas y construir fábulas que le ha ganado un auténtico sitial en la dramaturgia venezolana que pocos autores se su generación han logrado en este país. Escritor comprometido e inteligente que desde finales del siglo XX se ha mantenido firme cada vez más aguzado en su mirada a esta sociedad, a su país como a las formas del cómo lo que para muchos no representa un reto para ser plasmado en sus piezas. Por ende, Palencia ha repercutido con sonoridad con el transcurrir de los años. Hay sobrados ejemplos de su producción teatral para sostener lo anterior: Detrás de la Avenida (1988), Escindida (1993), La Quinta Dayana (2007), Penitentes (2008) o Tierra Santa (2013) han construido una bien ganada fama a este escritor y dejando de lado la subterránea incredulidad de algunos críticos e investigadores que arguyeron que, después de los años setenta era casi imposible detectar un relevo generacional para el teatro escrito del país. Palencia junto a Gustavo Ott, César Rojas o, Gennys Pérez, entre otros, han sabido levantar un antes y un después para lo que ciertas voces auguraban como improbable.
Este pasado fin se semana en las Salas "Horacio Peterson· de la UNEARTE donde se repone Penitentes) así como en los espacios de la Sala Rajatabla (con Mátame mamá)se ha podido constatar como Palencia está ahí, dispuesto a expresarle al público la fuerza de sus urticantes temáticas tratadas de forma dinámica como capaces de activar el interés social aparte de seguir elevando preceptivas del: ¿Cómo leer / entender la realidad de país? y ¿Por qué no?, hasta de ciertas claves de lo latinoamericano.
Con Mátame Mamá (anteriormente expuesta bajo Arráncame la vida (1995) y estrenada en 1997 por la Compañía Talento Joven bajo la puesta de Román Chalbaud y actuaciones de Aura Rivas y Gregorio Scala) tiene sutiles pero efectivas variantes expuestas por la reposición que efectúa el Grupo El Galpón del Arte en la Sala Rajatabla. Montaje que muestra algo curioso: la dirección es del propio Palencia y su trabajo es acentuar la fuerza histriónica la plantilla actoral conformada por una de las mejores actrices del país como lo es Aura Rivas encarnando a Nubia Linares, la inquebrantable madre del personaje Andrés (caracterizado con aplomado trabajo compositivo de Domingo Balducci) quien sufre los embates de la infección del VIH. Teatro que aun nos hace reflexionar sobre la ominosa presencia del calificado “mal del siglo XX”, es decir, el tema del SIDA.
Espectáculo denso en forma como en contenido. Trabajo escénico que sigue hablando sin tapujos sobre un espinoso asunto que respira vigencia e insinúa sus alcances sobre lo social a pesar de los avances de la información preventiva o los logros de la medicina en su incesante lucha a lo que sigue siendo una pandemia. Producción sencilla pero efectiva, manejo del espacio pulcro; iluminación precisa e inteligente realizada por Gerónimo Reyes y una dirección nada ampulosa saben colocar ante la visual de recepción las aceitadas actuaciones a fin que Mátame mamá se convierta en espectáculo sincero, actual y pleno de lecturas que se deben contrastar por una juventud que aun cree que el HIV no es su asunto!
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