Diana Volpe en un papel histórico |
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Gratísima sorpresa recibimos al ver Las noches celestiales de la señorita Rasch, con lo que La caja de Fósforos cerró su temporada 2015. Un ácido monólogo existencialista sobre la soledad y la vejez combinadas, resuelto brillantemente por Diana Volpe, gracias a la creativa dirección de Orlando Arocha, quien trabajó a partir del texto original de Franz Xavier Kroetz.
Las noches celestiales de la señorita Rasch plasma a una mujer sola en su mínimo apartamento, entregada a labores domésticas básicas, mientras le llega la hora de dormir, quien además teje un tapete para cubrir un sofá, escucha un programa radial con boleros y consejos para radioescuchas solitarios, además de un programa de televisión sobre la historia de las viviendas humanas. Y todo culmina con el suicidio de la mujer o con la tarea desesperada de ella al consumir somníferos.
Hay, pues, muchas tareas escénicas para disfrutar y soportar la soledad de la señorita Rasch, gracias al montaje, verdadero lujo de producción, que recuerda a la audiencia la soledad, mal existencial de los humanos, para lo cual la única solución, a medias, es la compañía humana o de una mascota… o soportarla hasta que llega el mutis final, a sabiendas que es perjudicial para la salud. No es para deprimidos o preocupados por la soledad.
Y si reflexionamos sobre ancianos solitarios que terminan suicidándose o falleciendo antes de tiempo, como lo evoca el estrujante espectáculo de Diana Volpe, conviene recordar esta información de carácter científico:
La soledad puede aumentar 14% el riesgo de muerte prematura en los adultos mayores, según un estudio que postula una base fisiológica para este fenómeno. Los peligros del aislamiento social se conocen desde hace tiempo, pero no se entendía hasta el momento, con exactitud, cuáles eran sus efectos en el cuerpo, señaló una investigación publicada en las Actas de la Academia Nacional de las Ciencias (Pnas).
El equipo de investigadores, dirigidos por el psicólogo de la Universidad de Chicago John Cacioppo, había ya identificado un vínculo entre la soledad y un aumento de actividad de los genes involucrados en las inflamaciones y una disminución de la actividad de otros genes que cumplen un papel crucial en las respuestas antivirales del cuerpo. El resultado es un sistema inmunológico debilitado que vuelve a las personas más vulnerables a la enfermedad. En su última investigación, los científicos analizaron los leucocitos, que son células blancas en la sangre utilizadas por el sistema inmunológico para proteger al cuerpo de virus y bacterias. Hallaron este mismo cambio de expresión genética en los leucocitos de las personas que viven solas y aisladas socialmente.
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