martes, 1 de octubre de 2013

La importancia de ser formal

CARLOS E. HERRERA
@cehs1957

Hacia el año 2010 irrumpe en el teatro caraqueño la Asociación Civil Amentia Teatro. Gente joven que veía que a través de las artes escénicas se podía establecer un nexo entre su manera de concebir y lo que era la expectativa de un público. Su primera producción, El cuervo (2100) basada en la cuentística del norteamericano Edgar Alan Poe, permite que se le confronte en los espacios de la Sala Luis Peraza; posteriormente, en ese mismo año, asumen su inusual propuesta escénica El cadáver exquisito en el marco de un Festival Mundial de Arte Corporal.

Es así que, sin detenerse, hacia 2011 calan con énfasis gracias a su siguiente propuesta titulada Blablabá Discurso Tóxico basada en la obra El cepillo de dientes del dramaturgo chileno, Jorge Díaz. Cabe destacar que tras el esfuerzo creador, estético, plástico, técnico y artístico la figura de una joven directora como René Guerra ha sido primordial ya que son pocas las féminas que asumen el reto de la conducción de un grupo y está atenta a formularse retos que propulsen hacia la órbita de interés de programadores de salas, medios de comunicación cultural teatral, la crítica especializada y sobre todo, del público.

Para este año, Amentia Teatro retoma con aplomado coraje, el riesgo de escenificar la propuesta de la comedia La importancia de llamarse Ernesto (1895) pieza del escritor y dramaturgo victoriano inglés Oscar Wilde, la cual ha sido considerada como una de las críticas más punzantes entorno de los usos, formas y costumbres de la aristocracia de su tiempo. La variación de la pieza no solo radicó en apelar a conjugar la crítica wildeana sino ver como entra de sopetón al mundo de valores de nuestra sociedad y para tal fin, la producción deja de lado su título original y se nos mostró como La importancia de ser formal. Si hacemos memoria, en los años que se estaba construyendo la República, apareció un libro que fue guía para que una clase social venezolana tratase de erigirse dentro de las formas y conductas del buen decir y del comportamiento. Me refiero al Manual de Carreño hoy diluido por el paso del tiempo pero que, de cuando en vez, algunos miembros de las clases pudientes nos hacen ecos del cómo uno debe ser formal para ser aceptado en sociedad. ¿Paradójico o ex profeso el asunto de fondo que se entreteje en La importancia de ser formal del grupo Amentia Teatro ?

Este pretexto sirve para que con la aplicación sobre la puesta en escena no del texto clásico wildeano sea lo que el público fue a observar sino la determinación de romper estructura para la recepción del hecho espectacular.

Dominó una línea de actuación que hizo énfasis en lo irónico y en la exacerbación de los aspectos mordaces en la actitud, la intención y el movimiento; se plantea un doble discurso donde la falta de escrúpulos de los personajes les impele a estar al servicio de sus mentiras pero siempre manteniendo la postura de la imagen. El equívoco del texto de Wilde lo aprovechó Guerra para armar una fluida dinámica e con sus actores y actrices y de emplear al máximo la integración de aspectos sintéticos en la ambientación y acentuar el concepto de vestuario con el fin de enfatizar de que no se potencie ningún cliché estético de las buena maneras sino más escupirlas ante la mirada del espectador que –pienso yo, se comportó de forma complacida y respetuosa en lo que fue la estada como espectador en el Teatro Principal donde se exhibió la semana pasada– pudo haber resentido algo más de dos horas de duración de este particular trabajo de Amentia Teatro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario