Camino o memoria, será la de los pájaros
que cruzan hacia el sur Sobre la Cruz del Sur,
solitos, a galope de nube
Solitos
con su brújula de corazón-imán
Ensimismado.
Viento arrastrando ¿qué?
Si no
existe el azar sino estados de prueba
Se saldrá
de este cerco con coraje.
Marisabel
Novillo (Caracas, 2020)
“Cuando la representación acaba; comienza el teatro.”
Jim Morrison
Buenas noches, damas, caballeros, honorables hombres y mujeres
y todo aquel que hace parte del teatro venezolano.
Sean todos bienvenidos.
Es un inmenso honor para la Asociación Venezolana de
Crítica Teatral (AVENCRIT) celebrar esta ceremonia que conmemora los diez años
de existencia de una agrupación que a partir de la evaluación y reconocimiento
del trabajo y propuestas de los creadores escénicos venezolanos, expresada en
los Premios AVENCRIT, aspira a convertirse en un espacio de sano y respetuoso
debate, un diálogo abierto con la creación teatral, la investigación sobre el
hecho escénico y la memoria.
Hoy hace diez años un conjunto de hombres amantes y
hacedores de teatro venezolano decidieron dar un paso adelante: el escritor, investigador,
crítico y profesor Carlos Herrera, el columnista y también crítico Edgar
Antonio Moreno Uribe, los dramaturgos, directores y profesores: Luis Alberto
Rosas y Bruno Mateo, junto a los críticos Joaquin Lugo y Walter De Andrade,
fundaban una asociación que venía a unirse a la larga tradición de la crítica
teatral de Venezuela representada por nombres como los de Leonardo Azparren
Jimenez, Helena Sassone, Pablo Garcia Gámez, Juan Martinez de la Vega, Eduardo
Robles Piquer (RAS), Rubén Monasterios, Javier Vidal, Andreina Gomez, Cheffi Borzacchini, Ida
Gramcko, entre tantos nombres y gremios que vienen asociados a una práctica y
ejercicio de la crítica desde los diarios y revistas. Al día de hoy en AVENCRIT
quedan dos miembros del equipo fundador: el actual Presidente Luis Alberto
Rosas y nuestro querido Joaquin Lugo, a quienes se han unido el Director del
Trasnocho Cultural, el crítico de cine y gestor cultural, Jose Pisano y esta
servidora, La escritora y periodista Yoyiana Ahumada.
Muchos de quienes nos acompañan hoy en esta sala y entre
los nominados, no tuvieron el chance de vivir la emoción contradictoria - y
digo contradictoria porque no nos llamemos a engaño, la relación crítico -
artista siempre ha sido de amor -odio- que significa-ba saber si una obra era
comentada en la columna del sábado de mengano o sutano de El Nacional “que
tiene una lengua” “que no le gusta nada”...
Se extrañan esos tiempos.
Simplemente porque El Nacional -hoy despojado hasta de su
sede-, desapareció como lo hicieron primero las columnas dedicadas a la crítica,
prácticamente en toda la prensa porque no eran rentables, y en segundo lugar y
no por ello menos importante, se acabó la era del periódico impreso en el país
-tecnologías aparte - salvo des-honrosas excepciones- y revistas como Imagen,
ediciones especiales, publicaciones como las de Fundarte, y hasta cuadernillos
en modestas y magnificas ediciones que podían ser impresos hasta en un fondo
editorial montado en la oficina de un jefe civil de San Fernando de
Atabapo. “Se vende un país...” diría
Chocrón. Nada. Desaparecieron.
A la desaparición de la figura del crítico en la prensa, se
unió el fin de la era de los subsidios, el desvanecimiento del grupo como
célula fundamental de la actividad teatral; la destrucción de la industria de
la televisión. Caída y mesa limpia.
(SUSPIRO)
Pero como si no fuera suficiente este huracán político -
histórico que arrasó hasta con la forma de nombrarnos como nación, en el año
2020, en un remoto mercado de cuyo nombre es importante acordarse... se
anunciaba una nueva peste que provenía de una región desconocida para gran
parte de occidente -Wuhan- en la República Popular China. La historia la sabemos,
se desataron toda clase de teorías conspiranoicas: desde un virus filtrado desde
un laboratorio, ampliamente difundida por los fabricantes de fake news,
hasta la famosa sopa de murciélago que traía consigo aquel diminuto y letal
enemigo aventado desde el mercado de Huanan hacia el mundo.
La pandemia dividió al mundo de las artes performáticas en
un antes y un después. Supimos y vivimos que durante el encierro de casi dos
años, las manifestaciones culturales como la música, la danza y el teatro, se
constituyeron en contención y servicio del alma colectiva y fueron
determinantes en el intento de hacer menos traumática la situación límite, que
atravesaba el planeta. Los artistas se entregaron en cuerpo y alma y emplearon
la tecnología para estar presentes y acompañar en el dolor, la angustia, el
miedo y el desasosiego a la humanidad entera. Conciertos gratuitos, museos a
ser recorridos desde los ordenadores, espectáculos de danza, temporadas de
teatro de las grandes compañías, al alcance de un click. Se vaciaron las
salas, bajaron los telones y se clausuraron las puertas, se apagaron los
aplausos. La peste del insomnio se instaló en el alma de los creadores.
Como los dinosauros en la era de las glaciaciones, los
artistas quedaron sepultados bajo la nieve; inmutables y congelados mientras
pastaban, hacían el amor o intentaban defender a sus crías.
Pero la esencia creadora es un magma poderoso y reventó muy
pronto: el volcán hizo erupción. Las pantallas se convirtieron en la cuarta
pared. Sabemos la cantidad de propuestas magníficas que sólo en nuestro país,
salieron de la relación pantalla – tecnología - teatro. El Zoom se
volvió el mejor amigo del creador teatral, al igual que la red Youtube.
Talleres, creaciones, seminarios, congresos, propuestas... Por solo recordar
algunas: Un año llamado error que mostró los nombres de la dramaturgia
hispanoamericana contemporánea de la mano del dramaturgo e investigador
brasileño Kleber Ruiz- Bosque, a la limón con los 20 años de Skena. Los
talleres de Lupe Gehrenbeck con la creación de GALTO para indagar en el hecho
escénico y la pandemia; las propuestas hibridas de La Caja de Fósforos (Lockdown)...
Nuevos caminos y nuevas hibridaciones. Sin ceremonia de
encuentro. Sin ritual ni catarsis. Dos años de distancia entre público y
representación.
Deseo tomar unas palabras de Eugenio Barba creador y
director del Odin Theater: “El teatro es disciplina artesanal, ceremonia
festiva. El teatro no es espectáculo o es más que eso. Allí entonces la grieta
que parece haberse abierto y que el teatro comienza a transitar, descalzo y sin
destino cierto. Volcado hacia la experimentación y escapado de la industria del
espectáculo, ¿cómo monetizarlo? ¿Cómo sostener la profesionalización y la vida
de los teatrantes sin presencialidad ni taquilla?” La Unesco señalaba entonces -y
ahora- la preocupación de la desaparición de las industrias culturales por esta
obligada gratuidad de las artes performativas, de la cual aún no se recupera.
Comenzar de nuevo
El 2021 llegó con su lluvia de
vacunas y la inmunidad de rebaño. Paulatina y tibiamente fueron abriéndose las
salas y el aplauso regresó. Primero fueron las lecturas dramatizadas -valga aquí
mencionar el trabajo hecho desde la Sala Cabrujas en un proyecto de Ivan Oropeza,
por la memoria y difusión de la dramaturgia venezolana, que encontró un nido
desde donde prodigarse, además de mostrar textos inéditos de cada dramaturgo;
en un proceso que contó con la cálida compañía de un público encantado que se
dejó sorprender: por autores que nos dejaron como Javier Moreno y José Antonio
Barrios, y luego Javier Vidal, Lupe Gehrenbeck, Rubén Darío Gil, José Simón
Escalona, Carlota Martinez. Entonces
vinieron primero de a poco, y luego como una catarata de propuestas y anhelos,
los montajes.
Recordamos el clamor de nuestra querida Marisol Martinez: ¡Abran
los teatros!
El 2022 trajo consigo el estallido, a tal punto que a lo
largo del año se hizo prácticamente imposible cubrir todo el espectro de la
oferta. Se hace teatro en el Trasnocho, el TET - Luis Peraza, en BOD, en Sala
Humboldt, en La Caja de Fósforos, en La Sala Cabrujas, en La Viga, en la Sala
Rios Reyna, en Unearte, en la Sala Rajatabla, en La Concha Acústica de Bello
Monte, en el Alberto de Paz y Mateos, en el Teatro Municipal, en el Teatro Rio
Caribe, en el Laboratorio Teatral Ana Julia Rojas, en la azotea de un edificio,
en el patio de La Moreda.... Hemos tenido festivales y encuentros casi al unísono.
Ahora se acortaron las temporadas, la palabra ensayo regresó a la savia del
teatro, pero el público aún está bajo el encantamiento de la pantalla en casa,
si a ello se le une la dificultad de transporte, prioridades económicas entre otras, el desafío
de la reconquista del espectador es enorme, paradójicamente cuando el teatro hecho
en casa vive un momento de gran esplendor, como lo revela la muestra evaluada
por AVENCRIT que da cuenta de una multiplicidad de propuestas estéticas y
búsquedas artísticas en plena libertad de creación con nuevos rostros -incluimos
aquí a todo el abanico de producción de propuestas teatrales- que viene a sumarse a una tradición- los
maestros y grupos de trayectoria- para conformar un movimiento maduro que
reclama junto a él una vigente y osada actividad critica.
El presente
Sabemos que dentro del panorama gremial el diagnóstico no
es mucho mejor: estando a punto de finalizar el año 2022, en Venezuela
prácticamente no existen salvo AVENCRIT y seguramente alguna otra asociación
que no incluimos en este balance, gremios que agrupen no sólo la crítica
organizada, justo es decir que tampoco tienen un espacio que los agrupe, los
creadores: directores, actores,
dramaturgos, iluminadores, músicos, escenógrafos, productores etc. etc.
De manera que desde este espacio de pensamiento sobre el
hecho teatral, hacemos un llamado de atención y una invitación a buscar esos
espacios que unan, reconozcan y repotencien el trabajo de todos. Todos que no
somos solo los de la región capital. Estamos en deuda en una inmensa deuda con
el teatro hecho en el interior del país.
Hoy más que nunca hemos aprendido a conjugar el verbo reinventar
en todos los tiempos y modos posibles: reinventar, transformar, resurgir... repensar,
pero nunca rendir. Nadie se ha quedado de brazos cruzados. Hacemos un
paréntesis para reconocer el compromiso actual de comunicadores que sin haberse
formado necesariamente en el rol de críticos, se esfuerzan por hacer un
registro crítico-histórico: Simón Villamizar, Juan Antonio González, Zara
Fermin Rapizarda, Sergio Monsalve, Catherine Medina, Humberto Sanchez Amaya,
entre otros que se escapan de la memoria, pero que se empeñan en hacer camino.
Propongámonos ver el vaso medio lleno y miremos como el teatro
ha recuperado espacios para renacer y mostrarse. También ha copado nuevos
escenarios para seducir nuevos espectadores, en la busca de captar nuevas
audiencias. Aplaudamos la fuerza que ha
alcanzado un Premio como el que otorga la Fundación Isaac Chocrón, que este año
sumó ocho ediciones, el Premio Marco Antonio Ettedgui que sigue en pie desde la
cincuentenaria Fundación Rajatabla; reconozcamos espacios como el Festival de
Jóvenes Directores de Trasnocho Cultural, el Festival Círculo Escénico también
en su octava edición que se abre como plataforma de edición e investigación y
formación sobre el hecho escénico; el Encuentro de Creadoras Escénicas que este
año celebró la V Edición, el Festival Franco venezolano, el Festival
Progresista, la potencia que ha venido alcanzado este mismo espacio Teatrex El
Bosque como espacio vital para la actividad tanto formativa como espacio
teatral. La actividad de la Compañía Nacional de Teatro, el regreso de Skena a
las tablas, el resurgir del Teatro Musical de Petare y el éxito del Teatro Down
y porque no decirlo una potente presencia de teatro infantil y adolescente con
nuevos rostros y agrupaciones. En cuanto a publicaciones recordemos el más reciente libro de Leonardo
Azparren Jiménez: Roman Chalbaud, la poética de la marginalidad editado
por Pasión País; el libro de nuestro Presidente -hay Presidentes que escriben-
Luis Alberto Rosas: El teatro en tiempos de revolución, la Antología de
las voces femeninas del teatro Texturas (en sus dos tomos) ; los libros
producidos por el Círculo Escénico: Los clásicos versionados por Javier Moreno;
la publicación de la obras recientes de Javier Vidal, el libro de Mario Sudano
con su producción para Microteatro, y la propia revista del Círculo Escénico,
el portal del Theja, y el canal Youtube del Ga80,la historia del Thespis por
Carlos Abbatemarco, la Nueva Escena venezolana de la colección de los libros de
Banesco editada por Antonio Lopez Ortega para descarga gratuita en la página de
Banesco).
Y más: si el año pasado alzamos la copa por los 50 años del
grupo Rajatabla, la criatura- de Carlos Giménez, este año lo hacemos por ese
espacio maravilloso que nació en la Universidad Central de Venezuela de la mano
de Eduardo Gil, bajo el seductor nombre de Taller Experimental de Teatro, que
ha brindado y sigue brindando enormes experiencias del mejor teatro. De ese que
hace memoria a futuro. Nuestra alegría se hace mayor para aplaudir a esa mujer -
tromba llamada Carmen Jiménez, al frente del Laboratorio Teatral Ana Julia
Rojas cumpliendo 50 más 1. Nos prepararemos para celebrar el año que viene en
2023, la madurez de aquel grupo nacido en un Liceo: el grupo Theja, que tal
como estas dos instituciones alcanza su
medio siglo de existencia ¡Enhorabuena!
Y, por si fuera poco, la herencia que dejaran esos dos
maestros con la creación del GA80, Veronica Oddó sigue dando que hablar con su
trabajo junto a Mimí Lazo en Desconocidas de Mónica Montañez,
bajo la dirección de Luis Fernández, un artista cuyas propuestas han sido
ampliamente premiadas en diversos festivales en el mundo. La Voz Humana encarnada
por la primera acrtiz Carlota Sosa, Jav y Jos de Jose Simón Escalona,
etc. Aplaudimos el canal de Mimi Lazo, por cierto, nacida bajo el alero del
GA80.
El año venidero recordaremos que hace 40 años, Veronica
Oddó y Juan Carlos Gené legaron uno de los proyectos de teatro moderno latinoamericano,
que formó generaciones de hombres y mujeres de teatro. Y nos enseñó el gran
teatro.
Nuestro querido Doctor el maestro, Leonardo Azparren Jiménez,
individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, el único académico -hasta
ahora- que se ha incorporado con un precioso discurso de obligatoria lectura El
drama: la paradoja del progreso en el primer Discurso Teatral Moderno
Venezolano, dijo alguna vez que un crítico no puede ser un profesional empírico,
que su rol consiste en desvelar, hacer visible, tanto a los propios ojos del
autor dramático o escénico, el subtexto, el “entrelíneas” del espectáculo
teatral o el texto escrito y revelar incluso hallazgos que trasciende la
intención del autor. Se trata entonces de abrir caminos a la multiplicidad de
lecturas. Se trata de quebrar el horizonte de expectativas del propio creador
escénico y acompañarlo a lo largo de su proyecto estético. Como apuntó el maestro
Jorge Dubatti.
Creación-Crítica, encuentros y desencuentros:
Hasta que la muerte nos separe.
Bienvenidos una vez más a esta fiesta de encuentro y celebración
del talento escénico venezolano
¡Que suba el telón!
Palabras de la escritora y poeta Yoyiana Ahumada, miembro de AVENCRIT en su Décimo Aniversario en el marco de la entrega de los Premios AVENCRIT 2021-2022.
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