viernes, 2 de agosto de 2013
El mistral
por Carlos Herrera
@cehs1957
Uno de los colectivos de teatro danza que ha marcado las tablas del país, ha sido sin duda, el grupo Dramo. Con un dilatada trayectoria. esta agrupación fundada por Miguel Issa y Leyson Ponce se ha constituido en la memoria del espectador como del mundo artístico que visualiza el quehacer desde las fronteras escénicas del teatro como de la danza, en un híbrido fusión de fórmulas escénicas como expresivas –cabaret, circo ilusionismo, vídeo y elementos operáticos- que en su armazón se sostienen a fin de afiligranar su poderosa capacidad creativa grupal y someterla sin ambages al exigente rigor de expertos como de un entusiasta público. Dramo han logrado concretar en derrotero logros coherentes que acentúan una línea estética específica, han elaborado desde el riesgo una impronta conceptual como un delineamiento artística específico distintivo en lo que fue el cierre de la última década de los años noventa del s. XX y que lo que ha venido conformando en todos estos años del presente siglo en el país.
Para los que aun no han podido constatar su perspicaz rúbrica escénica no le resulta hablar de Dramo a partir del trazado que lo ha definido en muchos trabajos: la dramaturgia del movimiento. Es esa combinación de las técnicas de la danza contemporánea con el hilado de elementos propios del universo de lo teatral que lo ha caracterizado con firmeza. He ahí que al retrotraernos en su derrotero grupal hemos visto como de la mano de sus fundadores el director fundador, bailarín y coreógrado, Miguel Issa (Caracas 1963) y Leyson Ponce (Cofundador y bailarín y coreógrafo) junto a Adriana Issa como productora y acompañados -en muchas de sus proyectos- por el vestuarista y bailarín, Efrén Rojas, marcaron por decirlo de algún modo, las pupilas y sensibilidad de cientos de espectadores que les vieron configurar trabajos plenos de creatividad, vuelo imaginativo, rigor conceptual, exigencia técnica y, sobre todo, de revitalizarse no solo como grupo cerrado sino de abrir puertas a cuanto talento joven hubiese podido engranar para cohesionar un discurso inteligente, a veces nostálgico y más de las veces, imbuidos de contundente eficacia significante.
La memoria no ayuda a serle fiel a sus logros pero, a vuelos de pájaro al escribir esta nota, evoco dos impecables trabajos de este colectivo: La Zaranda y Répondez s'il vous plait. Ahora bajo la Programación del Circuito Teatral de Caracas organizado por Fundarte y GDF en el mes celebratorio de la fundación de Caracas, Dramo se presentó con la producción coreográfica El Mistral Un viento frío en Verano (2003) de Miguel Issa. Con funciones los días 12 y 13 de julio en el Teatro Principal y luego, el 27 y 28 del mes en curso en el Teatro Nacional supieron ofrecer un exquisito montaje al público del centro oeste donde una potente inspiración creativa a modo de metáfora toma la imagen del viento “seco, violento y angustioso” que estremece estacionalmente la geografía mediterránea para servirse como inspiración del mismo.
Trabajo rico en lecturas evocativa se funden con ese elemento estacional permitiendo que el cuerpo de bailarines exhibiesen con tino corporal y decantada lucidez técnica una composición espacial a fin que no solo el destello de personajes imaginados sino esa capacidad de insinuar otras atmósferas distintas a lo cotidiano caribeño o latinomericano se potenciaran sobre las tablas de nuestros teatros más importantes. El Mistral fue síntesis en forma de revista evocadora con toques travesti donde Dramo reafirmo ese indiscutible sello de capacidad plasticidad que los ha distinguido en cuanto a indagación creativa se refiere.
Coreografía sostenida por danza, teatro y elementos operáticos que tocó a más de uno en la platea y ganó su sincero aplauso porque a pesar de los años que ya cuenta este trabajo aun sigue mostrando lo que para Miguel Issa deseaba transmitir: la nostálgica sensación de un recuerdo.
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