Textos escritos como ejercicio final del Taller de Iniciación a la Crítica Teatral, facilitado por Joaquin Lugo, para los estudiantes del programa de formación TNT (Taller Nacional de Teatro) de la Fundación Rajatabla.
La lluvia nunca había sido tan
extraña
Por Jay González
Llueven Vacas es una obra dirigida por Omar Churion, quien
fue el séptimo (7mo) ganador del Festival Jóvenes Directores del Trasnocho
Cultural. Esta obra se estrenó en Venezuela el 12 de octubre de 2023 en el
Espacio Plural del Trasnocho Cultural y fue llevada a la sala de la Fundación
Rajatabla, del 27 de octubre al 5 de noviembre del mismo año, donde tuve el
placer de verla en su función del 28 de octubre a las 6: 00 pm. Escrita por el
dramaturgo español Carlos Be, Llueven
Vacas es un drama que nos muestra la historia de Fernando y Margarita
(interpretados por Antonio Delli y Grecia Augusta Rodríguez). Ellos llevan una
relación de pareja en la cual él manda y ella obedece, además de la presencia
de un tercer personaje llamado Carol, interpretado por Nathaly Ordaz.
El texto refleja la codependencia, el maltrato y la
violencia de género por la que atraviesan muchas personas dentro de una
relación. Donde Fernando, por medio de la poesía y lo absurdo, es capaz de
influenciar y manipular la manera en la que Margarita ve la realidad, al lograr
que ella se pierda a sí misma y tenga que soportar la presencia de Carol, la
amante de Fernando, que es todo lo contrario a Margarita. Esto vuelve su mundo,
un tanto surrealista, en el cual los límites los coloca Fernando y en donde
todo es posible, incluso: llover vacas.
Tocar este tema es de suma importancia todavía en esta
época, debido a que a pesar del movimiento feminista que existe y la inclusión
por la que se ha venido luchando, es preciso saber que aún se mantiene vigente
la violencia de género y que Margarita no solo grita por todas las mujeres que
ya no están, sino por todas las personas sin importar su género. Considero que
ese es el mayor objetivo del escritor Carlos Be y del director Omar Churion, al
hacer que el público se identifique con la obra.
Tener en escena a Grecia Augusta y Antonio Delli como
protagonistas de esta pieza, hizo que valiera aún más la pena verla, por la
experiencia que ambos tienen en las tablas, sin despreciar el trabajo de Nathaly
Ordaz. Debo decir que la interpretación de Grecia como Margarita fue excelente
porque su corporalidad, sus expresiones y su manera de hablar, con suma naturalidad
y franqueza, demostró el gran trabajo que realizó a la hora de construir el
personaje. Desarrolla una variedad de matices y sentimientos, que iban del amor
y felicidad a la confusión, tristeza y desolación. En cuanto Antonio como
Fernando, fue interesante verlo con un personaje que tiene una fuerte carga
machista y egoísta, que se aleja totalmente de como es el actor en su vida
cotidiana, aunque debo resaltar, que me hubiese gustado que su expresión
corporal hubiese sido más trabajada, al igual que su manera de abordar este
texto porque, por momentos, me recordaba a personajes que ha interpretado anteriormente
y eso causó que tuviese pequeñas desconexiones con la historia. Por otro lado,
Nathaly como Carol, considero que fue un personaje al que se le podía aprovechar
más, no digo que su actuación no estuviese bien ejecutada, pero creo que la construcción
del personaje estuvo insuficiente y con falta de veracidad.
La puesta en escena fue muy atractiva visualmente y
correspondía perfectamente con la trama de la obra, ya que la implementación de
cuerdas que iban amarradas del techo al suelo en forma de enredadera, reflejaba
no solo el encierro y la opresión en la que vive Margarita, sino también la
metáfora, de que las cuerdas son los hilos con los que Fernando controla a su
mujer como si fuese un títere y que, adornados con rosas, dan a entender la
sutileza con la cual la maltrata. El cajón que se encuentra dentro de la escena
fue una gran idea y se relaciona con lo surreal del texto porque nos brinda una
manera diferente de cómo cambiar de espacio a través de un simple cajón que
funciona como puerta, pared, mesa, cama, comedor y hasta como urna. Es una obra
estéticamente minimalista debido a que los vestuarios son bastante sencillos y cotidianos,
acompañados con un maquillaje neutral, en el cual solo resaltan los labios
rojos de Carol.
El trabajo de iluminación, estuvo acordé a cada escena,
brindando esa sensación de estar en otro sitio y también se conectaba con lo
que estaban viviendo en ese momento al lograr que cada imagen se transmita con
éxito. Esto es un aspecto que Omar Churion destaca de sus trabajos: las
imágenes, junto a la simbología a través de la corporalidad de sus actores. En
este caso, acompañando la pieza con la canción Creep de Radiohead, que quedó como anillo al dedo al montaje, por
lo que esta describe.
En general, es una pieza bastante completa, a la que
solo le mejoraría el ritmo, porque tiende a volverse un poco lenta, sin
embargo, igual hago la invitación a disfrutar de esta obra que nos lleva a la
reflexión y la visibilización de lo que sufren algunas personas y lo callan.
Porque el teatro y cualquier forma de arte, no solo sirve para expresarse, sino
también como un medio de denuncia.
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Un grito de libertad en la escena
Por Moira Hernández
Credo del autor francés Enzo Corrman, con traducción de
Fernando Gómez, fue presentada en la Fundación Rajatabla del 23 de septiembre
al 08 de octubre de 2023, bajo la dirección de Marisol Martínez.
Se trata de la historia de una mujer cuya identidad
siempre se ha visto supeditada a una sociedad conducida por hombres y ella
desea encontrar su liberación de alguna forma, por lo tanto, esta mujer es
presentada a través de una confesión: ha decidido cometer un crimen. A través
de su monólogo, no vamos introduciendo en un drama que abarca pasado, presente
y futuro; y una realidad emocional que pasea por el dolor, la violencia y el
desamparo a través de la protagonista que narra su cotidianidad, sus recuerdos
y sus pulsiones.
Esta resulta ser la primera obra escrita de Corrman,
quien abandona el periodismo para dedicarse al teatro, porque se inclina a una
comunicación menos estructurada y más poética, sin que eso signifique que el
mensaje que quiere transmitirse tenga por qué perder fuerza. Esto creo que se
manifiesta perfectamente en el texto, en el que las palabras se hilan de forma
hábil y poética y, aun así, el entendimiento y la vinculación con la voz, vida
y deseos de esta mujer están siempre presentes.
En el texto original, se nos presenta un monólogo,
mientras que en esta versión se aborda el mismo texto a través de cuatro
personajes. El tema principal es la violencia de género, pero también se
abordan otras aristas como la soledad y la frustración ante ciertos estándares
sociales tradicionales. La forma en la que se entrelazan las distintas etapas
de la vida de nuestra protagonista permite que se establezca una relación de
causalidad que permite comprender el momento presente del personaje, por tanto,
la estructura del texto en tres tiempos me parece certera, siendo un recurso
valioso no solo para su comprensión sino también para la movilización y la vinculación
del espectador con la historia.
En Credo, se
presenta una puesta en escena que explota al máximo la división del personaje
central en sus 4 versiones, con elementos escenográficos que no solo esbozan la
realidad escénica de una casa y. además, crean una atmósfera de soledad y
confinamiento, sino que, también, generan símbolos o códigos que comunican un
mensaje al espectador. Por ejemplo, una de las mujeres se encuentra dentro de
la nevera y se manejan elementos como las botellas de vino, bandejas, agua...
eso genera pensamientos de frialdad, el refugio en el alcohol, la muerte en
vida. Elementos como la radio, que está ubicada justo sobre la nevera, me hace
pensar en cómo los pensamientos del personaje, en ese punto de su vida, se
encuentran sumidos en toda esta debacle emocional, están llenos de
interferencia. La televisión proyecta imágenes en blanco y negro en los que la
figura masculina es el personaje preponderante y esto, en conjunto con la
posición del personaje que ocupa este espacio escénico, transmite pensamientos
de rutina y resignación. Una mesa central con muñecos amarrados en sus patas es
bastante impactante y se torna en uno de los golpes de realidad más fuertes
vinculados a la infancia y al sometimiento. Estos y muchos otros elementos
fusionados con ciertos instantes de rompimiento, como las repeticiones y las
pausas, dan el espacio para sumergirnos como audiencia en este tipo de
reflexiones.
El vestuario es magnífico, pues no solo fortalece esa
sensación de vulnerabilidad a la que ha estado sometida esta mujer, sino que
también la dota, aunque suene paradójico, de cierta fuerza y sensualidad, así
como también se produce una fuerte proyección de la feminidad. Hay uniformidad
entre las cuatro, lo que robustece la certeza de que es una misma mujer en
cuatro partes y, aun así, hay pequeños elementos que nos permiten distinguir a
una de otra y entender que cada una de sus etapas y vivencias tiene
implicaciones diferentes. De igual forma, el uso de los sacos como
representación de la figura masculina y como cada una de ellas tiene un saco
distinto me parece inteligente, creativo y muy bien pensado y logrado. El uso
de las máscaras en conjunto con el desempeño corporal de las actrices es algo
que vale la pena destacar, lo que se potencia, además, por una musicalización
maravillosa e inolvidable que te sumerge en la carga emocional que viene
implícita en la historia.
La iluminación es factor clave tanto para desarrollar
las distintas atmósferas que se van presentando a lo largo de la pieza como
para delimitar los cambios temporales y hacer que el espectador comprenda como
se va produciendo el paso de las horas. El recurso fue manejado de forma
brillante.
Al hablar de maquillaje, recuerdo algo en particular
ya que en general me parece que las cuatro actrices cuentan con un maquillaje
bastante natural, lo que dadas las circunstancias observo como un acierto. Sin
embargo, en algún momento de la puesta, se encuentra la acción en que el
personaje que representa la infancia le pinta los labios al personaje que
encarna el presente de la mujer. Emplear así este elemento, significa que aún,
en momentos atribulados, se asoma la posibilidad o la necesidad de querer
renacer, brillar, bailar, levantarte y seguir adelante.
Valentina Garrido nos obsequia un trabajo sublime con
su actuación, muy buena construcción del personaje, del manejo de la
gestualidad y del cuerpo, un foco potente, directo. Ella siempre está presente
en todos los sentidos, sus inflexiones y el manejo de la voz son impecables y
su presencia escénica es arrolladora. Jessica Arminio con un carisma sin igual,
transmite de forma perfecta la ingenuidad de la infancia, la sorpresa, la
confusión, los descubrimientos y suele representar en algunos momentos cierto
alivio cómico en un contexto tan denso, lo que hace que sus escenas más fuertes
o conmovedoras sean más sentidas pues siento que es uno de los personajes con
los que el espectador conecta rápidamente. Se nota que también hubo un gran
trabajo de construcción del personaje porque mantiene una actuación orgánica de
principio a fin y cuida de igual manera las inflexiones y matices necesarios.
Estas dos actrices en mi opinión constituyen una dupla poderosísima. De hecho,
antes del estreno en la Fundación Rajatabla, para ser exactos en el mes de
marzo 2023, se presentó una especie de adelanto en la Alianza Francesa de
Caracas en el marco del día de la mujer y, en esa oportunidad, las únicas intérpretes
eran Valentina y Jessica. Posteriormente, ya para el estreno en Rajatabla, se
unen al elenco Karla Vieira y Karen Rosales. Karla, con un manejo de la
expresión corporal que indudablemente vale la pena destacar y con un trabajo de
“muñequización” muy interesante, que me atrevería a señalar inclusive como uno
de los momentos más interesantes de la obra y Karen con un manejo profundo e
intenso de la voz, que aporta mucho a lo que es la existencia paralela de estas
cuatro mujeres que al final son una misma.
La seguridad de cada una de estas actrices y, sobre
todo, la conexión manifiesta entre las cuatro y la complicidad que se
experimenta en sus interacciones hace que las dimensiones de este trabajo
alcancen los niveles deseados y que en conjunto con todo lo antes descrito, sea
una pieza en la que cada segundo vale absolutamente la pena. Un trabajo para
aplaudir de pie, con un mensaje claro, contundente y muy bien contado. Espero
que, en el futuro, haya más presentaciones de este magnífico trabajo y de ser
así, no lo dudes, asiste al teatro y disfruta de una experiencia que no vas a
olvidar.
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Rota
Por Rosa M. Padrón
La pieza teatral Rota,
con extractos del monólogo del libro La
mujer rota, de la filósofa francesa Simone de Beauvoir, es una versión
libre de Jericó Montilla donde refleja las historias de deslealtad y desamor
que las mujeres experimentan con sus parejas o familiares. La obra fue
estrenada el 7 de junio del presente año en la Sala Rajatabla, y vuelve con
nuevas funciones a la Sala plural del Trasnocho cultural en el marco del
Festival círculo escénico.
Rota nos sumerge en historias de mujeres que son víctimas
de relaciones agobiantes y dolorosas. Esta obra se centra en la mirada y el
sufrimiento de una madre que lucha por reconstruir su existencia después de la
muerte de su hijo, también en el quiebre de una relación y donde una mujer
busca desesperadamente respuestas, se culpa sin sentido y se hace miles de
preguntas. Es un texto muy bien escrito, muy duro y a la vez conmovedor, no
desde la emoción, sino desde el sufrimiento. Resulta interesante el enfoque que
se le dio a esta obra.
Es una experiencia teatral que atrapa de forma directa
al espectador una vez que ingresa a la sala rajatabla, con un escenario
bifrontal donde el público tendrá distintas percepciones de la obra. Además,
nos conmueve al ver a estas mujeres sufriendo. El vestuario refleja su
feminidad y al mismo tiempo el maquillaje nos manifiesta el sufrimiento que
están viviendo. Por su parte, el diseño de luces tenue fue muy acertado porque
recrea un ambiente tenso, un clima perfecto que solo un gran director sabe
construir. Durante la obra se utiliza un recurso: la puerta, un gran y
simbólico elemento durante la puesta en escena que se fundamenta en el trabajo
físico de las actrices.
Jericó Montilla, es actriz y directora del Teatro
Ceres, con una trayectoria extensa en el mundo del teatro y reconocidos
montajes a lo largo de su carrera en los que la línea que sigue la directora va
muy relacionada con el feminismo. La gran parte de su dirección va muy ligado
al teatro físico y Rota no es
excepción. Hay siete mujeres en escena: María Alejandra Tellis, Andrea Padrón,
Yenny Vegas, Katherine León, María de los Ángeles Aponte, Keili Veloz y Margarith
Sosa, quienes realizaron un trabajo dancístico para reflejar el sufrimiento de
las mujeres. Ahora bien, a nivel interpretativo todas destacan. La proyección
se mantuvo en todo momento y nos permite seguir el hilo de la historia aun
cuando hay trabajo físico de por medio. Las actrices permanecieron en escena y
aunque no poseen texto, su presencia era notable.
Rota es una obra muy fuerte, que les aseguro que no va a
pasar desapercibida en ningún espectador. Es una obra que incomoda y que
remueve sentimientos. La historia de estas mujeres nos invita a viajar por el
mundo femenino, conectando con su sensibilidad extrema, intensa y sutil.
Rota o rotos
Por Daniel
Ramírez
"Estaba
asqueada de mi cuerpo" es uno de los primeros textos de La mujer rota, adaptada al teatro y
presentada en la Sala Rajatabla por Jericó Montilla. Podemos apreciar una libre
versión del texto La mujer rota de
Simone de Beauvoir que, fiel a su trayectoria, se nos presenta, como ha sido a
lo largo de su obra, la problemática de la mujer contemporánea y su búsqueda de
una voz feminista. Ya desde El segundo
sexo plantea todo el marco conceptual con el que seguiría trabajando toda
su vida.
Desde el primer
momento, muestra una mujer que efectivamente está "rota". ¿Quién
tiene la culpa de esto? ¿Será de su marido, su hijo? ¿Las presiones que pone la
sociedad sobre sus hombros, de otras mujeres o hasta de ella misma? Son
preguntas que la obra tratará de responder de alguna manera y, aunque, se
muestre como la historia de tres mujeres, todas ellas son borradas
individualmente porque sus problemas no son solo de ellas, sino de todas las
mujeres. Así que estas tres mujeres son todas y a la vez ninguna, ya que,
independientemente, de sus logros o vidas diferentes y de lo mucho que intenten
alejarse del estereotipo de una mujer, siempre son juzgadas como tal. Ninguna
de ellas es capaz de escapar a la consideración que tiene la sociedad de lo que
debe ser una mujer, una madre, educadora y responsable de los cuidados del
hogar. Una mujer que no cumpla con estos requisitos, automáticamente, ya no es
considerada como mujer y, al no cumplir con su rol social, eso genera un
problema de identidad.
No hay que
olvidar que Simone de Beauvoir era una filosofa existencialista y una de sus preocupaciones
principales es ¿qué le queda a una mujer cuando no cumple su rol? ¿Quién es
ella luego de perder su condición social? En un mundo sin Dios y sin identidad,
solo queda la crisis y el auto desprecio. La versión de Jericó trabaja sobre
estos mismos principios. Ahora, llevadas a la escena en la Sala Rajatabla, con
varias obras que retratan la condición femenina desde todos los ángulos
posibles, en esta ocasión, transforma las tres mujeres de Beauvoir en seis
actrices de diferentes contexturas, colores y edades, despersonificando el
problema y mostrando como esta no es una historia individual sino un problema
social que afecta a todo tipo de mujeres. Desde esa visión, muy
inteligentemente. Jericó aumenta el número de actrices en escena con un
excelente trabajo corporal que muestra lo que sienten, su mundo interior y
psicológico y cómo reaccionan de forma distinta ante la misma violencia.
El uso de la
puerta como único elemento escénico, funciona como un precioso símbolo de
escape de la violencia, pero, también, es un encierro o representa lo que
distancia a todas ellas, a veces enemigas una frente a la otra y a veces
aliadas contra la sociedad. La puerta funciona como un gran símbolo que puede
cambiar de acuerdo al contexto para representar diferentes significados: es la
salvación y el encierro en un mismo objeto. La austeridad de toda la obra es
llevada al máximo desde el maquillaje, el vestuario y un diseño de luces tan
rompedor como sencillo que, sin el uso de ningún color, con un diseño basado en
puras luces, genera mucha intimidad y te lleva a un lugar muy común y
cotidiano.
Las actuaciones
están marcadas por un trabajo corporal expresionista y muy físico, como es
costumbre en los trabajos de Jericó. Nos transmiten muchísimo del dolor y las
dificultades internas de ser una mujer, pero llevadas a su expresión corporal,
las seis actrices se complementan muy bien. Ninguna destaca en particular con
ningún personaje siendo todo muy coral, los personajes se desdibujan hasta el
punto de ser solo fragmentos, pedazos de esa mujer rota a la que hace alusión el
título de la obra. Finaliza de manera sorprendente cuando junta todos los
fragmentos en una decisión definitiva, donde no hay vuelta atrás.
La obra nos
invita a reflexionar hacia nosotros mismos y la realidad en que vivimos, una realidad
llena de necesidad de aceptación social, de presiones externas que inhiben
nuestra identidad y nos despersonalizan, nos rompe hasta volvernos muchos
pedazos, fragmentos de uno mismo, rotos e inservibles. Solamente, juntar esos
fragmentos y hacerle frente a la sociedad que nos aliena es que podemos encontrar
una voz interior que nos dé esperanzas en un mañana mejor. Una obra sumamente
necesaria en los tiempos en que vivimos.
Pedazos de mi
alma… Apología de una mujer que renace
Por Airam
Palomo
Rota, dirigida por Jericó Montilla, se presentó en la
Sala Rajatabla el 14, 15 y 16 de junio a las 6:00pm. Esta obra lleva a cabo las
ideas y situaciones principales del monólogo La mujer rota de Simone de Beauvoir, un drama que nos sumerge en el
viaje de lo que día a día vive una mujer en su entorno familiar y cómo lidia
con la deslealtad, sintiéndose perdida e inferior ante los demás. Al final de
este camino, ocurre la liberación y afronta las consecuencias que esto
conlleva. El texto es una versión libre de la directora Jericó Montilla.
Me parece un
acierto realizar este montaje teatral en nuestra Venezuela de hoy porque nos
hace darnos cuenta que mujer NO es sinónimo de conformismo ni de “agüante”, al
recalcar la importancia de tener metas personales y no abandonarlas aun cuando
formas una familia. Estamos en la época donde las mujeres se consolidan a sí
mismas y la línea artística de Jericó nos muestra estos matices de denuncia,
exposición contra la violencia de género, trata de personas, racismo y
esclavitud. La obra fue interpretada por Teatro Ceres quienes llevan más de 5
años de trayectoria y sus integrantes se especializan en el manejo del cuerpo
como motor escénico, por ello, el grupo teatral encaja perfectamente con la
pieza y su propósito. Las actrices involucradas nos hacen transitar cada escena
de una manera sublime y con sus movimientos nos cuentan la historia de una
mujer al punto de transmitir muchas emociones sin que te des cuenta.
Se lleva a cabo
en un espacio bifrontal y maneja una estética minimalista. El elemento
principal de la escenografía es una puerta movible que funciona como símbolo
para la mujer del monólogo, fragmentada en las 7 actrices, Representa la
liberación del rol de dama perfecta, huir, pero también quedarse porque abrir
la puerta puede ser un proceso difícil para todas. Otro elemento de utilería
son los tacones, símbolo de la feminidad. Durante el transcurso de la obra, se
los ponían, los llevaban en la mano y sí… también escaparon por la puerta.
Considero que la disposición frontal que utilizaron como recurso para ingresar
a más público en la sala, no favoreció al disfrute de la puesta teatral debido
a que se perdían muchos movimientos que si se apreciaban en la bifrontalidad.
Lo más
atrapante de la obra fue, sin duda, la expresión corporal de cada actriz,
siendo mi favorita Margareth Sosa que, desde el primer momento, llamó mi
atención con su energía y su foco. Utilizan el micrófono como herramienta para
transmitir cercanía e intimidad, sin embargo, por momentos lo que se decía en
el resultaba inentendible. Manejan una atmósfera de soledad y melancolía
apoyándose en la iluminación algo opaca y cenital. Destaco el trabajo de todas
las intérpretes: María Tellis, Andrea Padrón, Yendy Vegas, Katherine León,
María Aponte, Keily Veloz y Margareth Sosa, porque sostuvieron hasta el final
la atención del espectador y representaron de manera desgarradora y violenta
situaciones que, lamentablemente, la mayoría de las mujeres identifican. Cada
gesto era diferente como si hurgáramos en cada emoción de esta mujer, como si
fuesen muchas experiencias, pero al mismo tiempo una sola conclusión, como
decía la directora Jericó Montilla con respecto a la agresividad de los
movimientos: “La infidelidad no es suave, no es tranquila” y eso se refleja en
toda esta puesta teatral. Me hubiese gustado que durara un poco más. pero
objetivamente por el texto y la energía que manejan las actrices resultaría
tortuoso para el público, así que su duración es la necesaria.
Por mi parte,
los invito a que se den la oportunidad de sumergirse en esta creación que en 40
m te hará sentir, reflexionar y apreciar lo que puede vivir alguien que ha sido
traicionada en todas las formas posibles, incluso a ella misma. Date la
oportunidad de ver otras realidades. ¡VE AL TEATRO!
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Mierda
y Miseria
Por Isis García
La obra teatral venezolana de José
Ignacio Cabrujas Profundo se presentó
el 30 de mayo en el teatro Alberto de Paz y Mateos, bajo la dirección de
Francisco Denis. La obra mantuvo la
estructura original propuesta por Cabrujas, cuyo drama relata la historia de
los Alamo, una familia venezolana de clase media baja que tiene la sospecha de
que yace un tesoro en alguna parte de las profundidades del terreno de su casa.
Así mismo, los personajes y las
situaciones que viven guardan profunda relación con el país, pues refleja el
conformismo criollo y la viveza venezolana. El agujero de alguna forma
representa una alegoría a la sociedad, aquella que se hunde en apostar por el
dinero fácil y que reniega el trabajo en conjunto para salir adelante como
familia y como país, por lo que acaba envuelta en mierda y miseria.
En esta oportunidad, la obra se
presentó como parte de la celebración del 40 aniversario de la Compañía
Nacional de Teatro, institución que cuenta con el elenco de actores más grande
del país y ha producido numerosas obras de teatro, además de trabajar con
reconocidos directores y participar en festivales internacionales.
A nivel escenográfico, se utilizaron
apenas unas hileras de ladrillos para representar la estructura de toda una
casa. El proscenio estaba completamente cubierto de tierra y se percibe a
primera vista una excavación profunda, lo que evidencia el conflicto de la
obra. Cada una de las habitaciones de la casa contaba con la utilería
indispensable para ubicar al espectador espacialmente (una cama en el cuarto,
una bañera en el baño). Las prendas de los personajes tienen marcas visibles de
mucho uso, arrojando información sobre el estatus social de la familia. Los
sonidos emitidos en vivo a lo largo de toda la obra generaban un sentido de
cercanía con el público porque permitían escuchar desde la resonancia de una
lluvia torrencial hasta el susurro de una cucharilla rozando con la taza de
porcelana.
El elenco conformado por Aníbal
Grunn, interpretando a Buey; Aura Rivas, a Magra; Francis Rueda, a Lucrecia;
María Brito, a La Franciscana; Yhannelys Medina, a Elvirita y Luis Domingo
González, a Manganzón, logró una interpretación coherente y emotiva, que
destaca no solo por su talento actoral, sino también por su dominio de la
gestualidad y técnica vocal. Cada uno de los actores contribuyó a una
representación rica y compleja de la obra de Cabrujas y permite a los
espectadores verse reflejados en la historia y crear una conexión emocional que
va más allá del escenario.
Si buscas una experiencia teatral
que no solo entretenga, sino que también te haga reflexionar sobre la realidad
venezolana, Profundo de José Ignacio
Cabrujas es una obra que no te puedes perder. Esta obra ofrece una mirada
profunda y conmovedora de las dinámicas familiares, las luchas económicas y las
aspiraciones de una sociedad conformista. Su mezcla de humor, drama y crítica
social, te invita a reflexionar y dialogar sobre nuestra identidad
y nuestras verdaderas aspiraciones como venezolanos.
Desentierro Insondable
Por Mildredt
Alvarado
La obra Profundo, escrita por José Ignacio
Cabrujas y dirigida por Francisco Denis, con una temporada de cuatro semanas en
junio de este año; se presentó en el marco de la celebración del 40 aniversario
de la Compañía Nacional de Teatro, en el Teatro Alberto de Paz y Mateos de
Caracas.
Se trata de
un drama que juega con la comedia y relata sobre una familia con creencias
religiosas muy marcadas que, a partir de una supuesta visión, se abocan a
desenterrar algo que creen se encuentra en la casa. A medida que van tratando
de desenterrar el "tesoro", se va poniendo en evidencia cómo las
creencias, bien sean religiosas, sociales y familiares, pueden arrastrar y
sepultar a una persona, a una familia. Sacrifican y anulan una vida por la
ignorancia y se dejan sumergir en lo más profundo de la nada. Someten los
propios sentimientos y deseos por otros, ahogando su voz y su vida hasta
convertirla en un espectro sin ningún sentido. Desde la ignorancia de una
generación, se manipula a todos los miembros de la familia, incluso aún a los
más jóvenes.
Desde que se
entra en la sala, se puede intuir que ha sido un trabajo donde los detalles han
sido cuidadosamente dispuestos. A pesar de la escenografía minimalista, la
presencia de la tierra, los bloques que delimita y la cavidad en el piso,
traslada a un espacio que parece real y no un escenario como tal. Aunado a la
atmósfera que producen las luces, tanto la iluminación de la sala, como las
lámparas de mano, nos imbuyen de nostalgia y pasado.
Y mucho más aún, los efectos de sonido producidos en vivo con objetos, en
sincronía con los movimientos o en juego con la iluminación, fue realmente
impresionante y muy bien logrado.
El vestuario
también nos relata tanto la época como la condición social de los personajes,
al unísono con el maquillaje y utilería, todo perfectamente conjugado. Las actuaciones
no dejaron nada que desear, por el contrario, impecablemente nos conducen a vivir
y experimentar emociones, en cada momento. Todos, absolutamente, se destacaron
al llevar a la esencia de los personajes: Elvirita, interpretada por Yhannelys
Medina, la más joven, nos presenta a una chica con una ingenuidad suspicaz, un
trabajo corporal bellísimo, artístico y muy profesional. Lucrecia,
personificada por Francis Rueda, quien le imprime y nos regala la candidez y
sencillez de una esposa sumisa, crédula y encerrada en las creencias religiosas.
Su voz de mujer pueblerina, pausada pero convincente, aunque su diálogo sea
contradictorio y confusa su narrativa. La Franciscana, interpretada por María
Brito, magistralmente, tanto en corporeidad y corporalidad, nos muestra un
personaje aprovechado, embaucador y que a pesar de su discapacidad física (muy
bien logrado) tiene y ejerce una fuerza y poder psicológico sobre toda esta
familia. Magra, quien se presenta como una señora sosegada, parca en su hablar
muy contrario al carácter impetuoso al que Aura Rivas nos ha acostumbrado. Por
su parte, Luis Domingo González nos regala un personaje que, en su esencia,
nos devela todo el drama que a lo largo de los años en esta familia lleva
represado y que consigue en sus características físicas y de personalidad, Su
tartamudez y timidez son trabajadas en una coherencia total desde principio a
fin. Además, muestra una sexualidad tan sutil que nos puede resultar inocente. Buey,
personificado por Aníbal Grunn, denota un trabajo excelente de la voz, donde el
actor se pierde por completo en la carraspocidad del tono vocal del
personaje. No podemos dejar de mencionar a Gerardo Ávila, quien trae al
escenario mismo los sonidos, haciéndolos visibles con la magia de los
efectos especiales.
En resumen,
esta obra es de las que te envuelve desde los minutos antes de comenzar y te
mantiene embelesado entre la actuación y la curiosidad de descubrir el
verdadero tesoro que se esconde en su trama. Estaremos pendientes de la próxima
temporada que, tentativamente en octubre, volverá. Esperemos que en la nueva
sala se logre tan magistralmente los efectos como en esta pasada.
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Laberinto inconcluso
Por Desiree Martínez
1998 Destinos al confín, obra escrita por el
dramaturgo novel Ángel Pelay, se presentó en la sala de la Fundación Rajatabla
desde el 21 al 30 de junio del presente año. El estilo teatral de la pieza es
bastante simbolista y de género dramático con una estética contemporánea. La
historia se desarrolla en torno a la vivencia de 2 individuos migrantes que
narran su travesía en tierras lejanas y soportan tratos quizás humillantes
debido a su status migratorio. El escritor muestra la vulnerabilidad que
representa esta realidad para los personajes y cómo esto los lleva a tomar
decisiones que los involucra en un crimen hasta que llegan a la decadencia.
El autor de
esta obra busca hacer un juego psicológico para llevar al espectador a emitir
un juicio de valor acerca de quién sería el culpable y el inocente de esta
historia. Trata así el condicionamiento clásico o instrumental que va
desarrollando a través del estímulo de los sentidos mediante los elementos
escénicos. El tema de la migración, a los que muchos venezolanos se ven
expuestos debido a la masiva diáspora ocurrida en el país aproximadamente a
partir del 2017 (según datos de la ONU) y que, además, ha causado xenofobia en
muchos países, es el eje central o tema principal de esta pieza teatral que,
combinada con el estudio psico-social que plantea el autor mediante el manejo de
cambio de la versión de los hechos en cada presentación, hace que el espectador
se cuestione según se plantea su desenlace y que tome una decisión final sobre
cuál de ellos es el culpable del crimen cometido. Sin embargo, su idea se torna
bastante ambigua, ya que se denota redundancia en su discurso, y el conflicto
se diluye en el transcurrir de la historia.
Ángel Pelay
no solo es un artista, sino un profesional de la psicología, que busca a través
del teatro realizar planteamientos de estudios de la conducta humana que son
motivo de su investigación, y así lo hemos visto en las obras que ha llevado a
escena; lo que me parece muy interesante y da un sentido a su discurso
escénico.
Ahora bien,
Pelay no solo fue el escritor de esta pieza, sino el encargado de verticalizar
el texto. Hace uso del espacio escénico como una especie de laberinto que te conduce
a “algo” y, así, da luce de lo experimental que plantea como autor. La
iluminación tenue, roja y la musicalización electrónica al entrar a la sala da
un ambiente de estar en una disco y la participación de los actores con el
público hace una invitación a que seas parte de lo que está pasando. En líneas
generales, creo que la iluminación jugó un papel importante dentro de la
puesta, ya que sus cambios estuvieron acertados. Por otro lado, la música luego
de aquel inicio al antro, no nos dejó escuchar a los actores por el volumen tan
elevado, y luego la música usada de fondo durante la obra no me pareció
acertada porque, más que mantenerme activa, para escuchar la historia, me
ocasionaba cierto estupor. A su vez, el vestuario con bragas, entiendo que, para
el director, por estar vestidos iguales pudiera tratarse de la misma persona, o
a su vez que habla la historia de uno o de muchos, no me quedó claro del todo.
El uso de la multimedia como recurso me pareció acertado para ayudar al
espectador a recrear la historia en su imaginario, sin embargo, se dejó ver lo
improvisado de su uso por las diferentes fallas técnicas y emisión de videos.
Lo que al
principio me llamó la atención fue el dibujo del laberinto en el piso, luego
perdió sentido en la dirección de los actores. Creo que se podía explorar mucho
más en él, ya que el accionar de los personajes llegó un momento en que se
volvió estático e, inclusive, llegaron a solo sentarse en el piso a contar más
y más de su historia, que combinado con la música de fondo y la falta de acción
escénica generaba cierto letardo que me impedía seguir el hilo. Creo que se pudo
explorar muchas maneras de cómo decir el texto y hacer uso de ese planteamiento
del laberinto y accionar activamente en él. Ahí, se guarda el mensaje de lo que
el director quiere decir en la puesta, lo que no se vio claro, solo eran dos
personas narrando una historia y nada más.
Los actores
involucrados en esta puesta: Douglas Suniaga, César Núñez y Antonio Urdaneta,
fueron los encargados principales de la interpretación. En rango generales,
celebro que tenían buena articulación y pronunciación de las palabras, que
tenían una presencia escénica, pero siento que faltaron inflexiones a sus
textos, mayor organicidad al decir, para que no solo fuera una lectura. Quizás
para el momento en que vi la obra (día del estreno) aún estaban descubriendo
cosas de sus personajes y no estaban del todo claros, porque tuve la
oportunidad de ver a César en otra obra y me pareció excelente su
interpretación.
Creo que esta
pieza teatral puede llegar a funcionar mejor si se hacen ajustes al texto, al
tratar de evitar la ambigüedad del tema, ser más preciso en la historia y
profundizar en los elementos para el experimento del estudio de la conducta
humana. Debe hacer uso del recurso teatral, la acción escénica es fundamental
en la puesta de la escena, estamos hablando de una verdad que nos atañe a los
venezolanos, es nuestra la historia y no se puede atender de manera superficial
a la hora de interpretarlo. Por eso, considero que se debe ahondar más, no en
la historia sino en cómo nos afecta y lo que nos hace sentir, mostrar su
verdad. De igual forma, invito a que, en una nueva oportunidad de temporada,
vayas y saques tus propias conclusiones sobre esta pieza teatral.
Nacidos el mismo año, una obra que llega al corazón del migrante
Por Cindhy Bastidas
Ortiz
Dos
inmigrantes venezolanos se ven envueltos en un violento crimen durante su
búsqueda de una mejor vida en Estados Unidos en esta historia el director y
dramaturgo Angel Pelay que busca abordar el tema de la migración y cómo los
ciudadanos de otros países ven a los emigrantes. El texto nos presenta la
historia de dos personajes que comparten su fecha de nacimiento, pero cuya vida
es muy diferente.
Dos personas
conocían de forma distinta a la víctima del crimen, entrelazados con él ya sea
por el trabajo o por el romance. En la prisión y bajo interrogatorios de
tortura, vamos conociendo por la voz de los personajes su historia y cómo
terminaron envueltos en el crimen.
Angel Pelay,
que también es psicólogo egresado de la UCV con posgrado en psicología clínica
comunitaria en la UCAB, califica 1998
Destinos al confín como una experiencia psicológica de condicionamiento
clásico, donde busca analizar el entendimiento del espectador al inducir
diferentes estímulos a lo largo de la obra. Estos estímulos se presentan para
manipular el inconsciente del espectador y buscar que señale como culpable al
personaje que así ellos apuntan. Pelay ha dedicado su carrera a enlazar la
psicología con el teatro, creando su propio ensayo de cómo reacciona el público
a una obra de teatro.
Este drama
busca crear conciencia en el espectador, no solo en cómo viven los migrantes
fuera del país, sino como los medios pueden manipularnos para creer lo que
ellos quieren creamos. Es un texto que pudiera ser aún mejor si dejara de dar
vueltas con finales falsos.
El montaje es
minimalista, apenas un laberinto trazado con tirro que no se puede apreciar del
todo. Al inicio de la obra, te recibe una música estridente y los tres actores
te invitan a bailar y disfrutar de la fiesta. Luego, los de la primera fila son
elegidos como los jueces del juicio que estamos por ver. Porque al final
nos están contando la historia de estas dos personas para que nosotros
espectadores elijamos el culpable.
La puesta se
sostiene con material audiovisual encarnado en la gran pantalla donde vemos a
las reporteras revelar pistas sobre la investigación del crimen, también con un
soporte auditivo que puede resultar atronador (cabe destacar que es una obra
que podría causar un ataque a alguien fotosensible).
Ángel Pelay
no tiene un grupo teatral estable como tal. Pero los actores que encarnan a los
personajes de la obra los hemos visto en otros montajes como a Antonio Urdaneta
a quien ha trabajado en Las Criadas,
dirigido por Marisol Martínez, a César Núñez que ha participado en montajes
como César y Cleopatra, de José Tomás
Angola y Eduardo Viloria y Díaz, presentado en el Teresa Carreño; y Douglas
Suniaga que pertenece al grupo de Teatro de la Penumbra y lo hemos visto en Coriolano y Ana y la Muerte.
Desde mi
perspectiva, las actuaciones dejan mucho que desear, la interpretación estaba
floja. Los actores tenían buen cuerpo a la hora de llevar a cabo acciones más dinámicas,
pero en cuestión de voz todo era tan plano que ni la dinámica de las ratas
recibiendo estímulos podían sostenerla. Resultaba pesada y es triste porque el
texto te invita a empatizar, pero la manera tan robótica que era expresado sin
duda cortaba cualquier sentimiento ¿Era eso lo que se buscaba o simplemente fue
mala interpretación de los actores? Puede quedar a la decisión del
espectador.
Analizando
desde un punto de vista más neutral, se puede decir que el experimento que
realiza el director sí estuvo bien encaminado, en cuanto a los estímulos, que
eran pequeñas cosas que podrían pasar desapercibidos a un primer vistazo, pero que
resultan tener un peso en cómo vemos a estos dos hombres.
Si te gusta
la psicología, los juegos mentales y conoces a alguien que haya migrado a otro
país, entonces 1998… es una obra que
puede resultarte enternecedora y con la cual empatizar.
Entre teorías y adversidades
Por Diana
Colmenares
1998 Destinos al confín es una obra escrita y dirigida
por el psicólogo, dramaturgo y director Angel Pelay, estrenada el viernes 21 de
junio a las 6:00 pm en la Fundación Rajatabla. Este montaje presenta la
historia de dos jóvenes (Andrés e Igor) que comparten similitudes tanto en la
edad, la fecha de nacimiento y su carrera universitaria, así como diferencias
en la clase social y aspectos personales e íntimos. Ambos emigran en busca de
nuevas oportunidades. Allí se ven involucrados en un delito (homicidio) que los
convierten inmediatamente en los sospechosos principales. Luego, ocurre un
largo juicio en el que los personajes defienden su postura ante dicha
situación, presenciándose estímulos de condicionamiento clásico como lo fue torturar
a los detenidos con corriente eléctrica. Ambos personajes empiezan a cuestionar
y a recordar sus experiencias vividas en su país de origen, cuestionan sus
experiencias a la hora de tomar dicha decisión, hasta crear una reflexión en la
que, a raíz del condicionamiento principal seleccionado por el director, los
espectadores son participes del juicio final decidiendo así cuál es el
verdadero responsable. Esta pieza de género dramático describe “la
migración” como tema principal, aunque si bien; la psicología conductual y los
condicionamientos clásicos forman una parte fundamental de este montaje.
En el texto
se analizan situaciones de problemáticas migratorias, el racismo y aspectos
psicológicos que juegan en contra de los objetivos de estos personajes, ya que
la inseguridad de establecerse en una nueva nación, implica emociones como el
miedo, la frustración, la incertidumbre y la supervivencia. Es un texto moderno
y contemporáneo, es original del dramaturgo.
Como director,
propone un montaje simbólico en que el minimalismo y los elementos teatrales
juegan un papel fundamental. La pieza comienza con un ambiente de disco, una
atmósfera festiva, oscura pero con luces retro que iluminaban en direcciones
variadas.
A medida que esta fue avanzando y colocaron las luces frontales, la
escenografía no era más que el símbolo de un laberinto, lo que hace una
alegoría al confinamiento y experimento de ratas en laboratorio. El espacio
escénico es donde más se aprecia el recurso del símil, con los
condicionamientos clásicos conductuales. Luces rojas y blancas fueron las que
destacaron. Las rojas eran utilizadas para los momentos de tensión, de estrés y
de desesperación a la hora de torturar a ambos personajes. Esta luz me daba una
atmósfera de violencia y considero que se adecua a la circunstancia. Las
blancas eran momentos neutros en la que el personaje narraba alguna parte de su
historia, en momentos de interpretaciones de agonía y reflexión. Jugaban con
las luces laterales, frontales y cenitales. La musicalización al principio, en
la escena de la disco, estaba adecuada, pero luego se sentía muy alta y en algún
punto llegaba a aturdir, sobre todo cuando el científico torturaba a los
personajes con la corriente eléctrica. Un vestuario casual y sencillo. Ambos
llevaban el mismo: una braga y botas negras para simbolizar la época en la que
está ambientada. No tenían maquillaje. La utilería eran cosas muy puntuales
(incluso formaban parte del vestuario). No desagrada, pero tampoco impresiona.
El efecto
multimedia en esta obra es una pantalla reflejada en el fondo del escenario que
mostraba una reportera narrando el caso. Este aspecto técnico resultó ser un
fracaso para la puesta, ya que el sonido, y el video proyectado tenía muy mala
calidad. Se entrecortaba el audio y no era claramente visible.
Esta pieza se
llevó a cabo junto a las actuaciones de: César Núñez, Douglas Suniaga y Antonio
Urdaneta. Fueron actuaciones poco convincentes. Sus interpretaciones no fueron
creíbles, había una caracterización del personaje ya que tenían rasgos distintivos,
pero se percibió un habla muy monótona sin inflexiones. En su mayoría, su
lenguaje corporal y expresión facial no iban acorde con la emoción que estaban
sintiendo. Tenían textos muy largos y al no realizar una buena interpretación,
se hace tedioso el montaje.
Una obra que
engloba en sí misma dos importantes mensajes, la migración como tema central y
los estímulos que condicionan al ser humano como experimento social.
Obra para todo público, en especial. para aquellos que se sientan identificados
con situaciones migratorias y les interese inmiscuirse en el mundo de la
psicología conductual.
El público teatral como muestreo de una investigación
Por Andrea
Yépez
A finales del
mes de junio de 2024, durante dos fines de semana, la Sala Rajatabla fue
escenario para un viaje psicológico a través de la obra 1998 Destinos al confín, una pieza escrita y dirigida por el actor
y psicólogo Ángel Pelay, bajo la producción de Zanjav Producciones.
En 1998 Destinos al confín, nos encontramos
con un drama psicológico que explica, con distintas pruebas de condicionamiento
clásico, las razones por las cuales dos migrantes venezolanos llevaron o no a
cabo un supuesto homicidio y cómo estas condiciones nos predisponen a tomar
determinadas decisiones. Como protagonistas de esta historia, encontramos con
dos hombres de la misma edad y mismo nombre, interpretados por César Nuñez y
Douglas Suniaga, que son encerrados y comparados temporalmente por un doctor y
policía interpretado por Antonio Urdaneta.
Ellos exponen las características y realidades que los unen en un mismo
tema: la vida del venezolano en el exterior no es tan sencilla como parece. La
visión crítica de la migración del autor se expresa exponencialmente a medida
que los personajes son interrogados, sin embargo, las dimensiones sociales y
psicológicas que el texto contempla se pierden dentro de la estructura dramática
en la que se encuentra porque los escenarios temporales de los personajes se sobreponen
entre ellos y resulta confuso comprender a quién pertenece cada historia, si es
una bifurcación de la misma o en qué momento exacto se encuentran. El tema
migratorio, como punto de partida dentro del texto, hace impacto en el público
por su relación directa con la situación socioeconómica actual que enfrenta Venezuela
(aun teniendo en cuenta que los personajes no revelan su nacionalidad hasta más
o menos la mitad de la obra), donde el éxodo supera, hasta 2023, los siete
millones de personas según datos del movimiento global Amnistía Internacional.
Así mismo, 1998… está acompañada de una propuesta
escénica minimalista y simbólica. Su elemento principal es un laberinto
inamovible dibujado en el suelo que nos muestra la búsqueda casi imposible de
la libertad de estos hombres. Ellos, a su vez, tienen un vestuario diseñado por
Ghislaine Latorraca, compuesto por unas bragas en color gris con un estilo
retro e infantil que contrasta con la iluminación roja y amarilla realizada por
Valentina Sánchez. La mezcla de estos tres elementos tiene un claro mensaje:
estamos en un experimento y estos son tus sujetos, debes juzgarlos por igual.
No hay uso de utilería más que una prenda transformable y un aparato de
electroshock que refuerza el condicionamiento operante que trata la obra.
Simultáneamente, aparecen en escena elementos audiovisuales como grabaciones de
chats, videos de noticias y una franja roja en movimiento constante. Es
interesante cómo las herramientas digitales le dan una nueva dimensión a esta
realidad ficticia, no obstante, es necesario acotar que la inclusión de estos
elementos técnicos debe estar muy bien ejecutada, de lo contrario, ensucian la
pieza, detalle que sucedió en la función de estreno.
De forma
general, la obra logra crear este ambiente de duda o incertidumbre en medio de
la búsqueda o la verdad mientras se hacen saltos entre el pasado, presente y
posible futuro de los personajes, donde los intérpretes se apoyaron en un
diálogo narrativo muy lineal y escaso trabajo de expresión corporal. Los
elementos están colocados en lugares precisos pero que solo logras entender del
todo si los observas y analizas desde un punto de vista “psicológico” pues a
pesar de ser señales y signos conductuales para que de forma subconsciente te
lleven a tomar una decisión en el experimento, no están tan bien desarrollados
cómo se esperaría para que el espectador dé en el clavo, teniendo en cuenta que
el desenlace de la trama está casi enteramente sostenido en que el público
entienda estos símbolos que en su mayoría están en la puesta y no en las
actuaciones. 1998 Destinos al confín
es una obra que puedes ver una única vez para disfrutar de un acercamiento creativo
al mundo de la psicología y ser parte de un experimento social en tiempo real.
La mente del espectador al pie de la escena
Por Gregori
Escalona
1998
Destinos al confín es una pieza teatral escrita y dirigida por Angel Pelay,
dramaturgo, director y psicólogo egresado de la UCV. Creada en primera
instancia desde un análisis psicológico según la mirada del espectador, cada
uno demuestra según su atención quién es el acusado a raíz de varias
referencias que te da el director en el transcurso de la función, referencias
que, desde mi punto de vista, no estuvieron del todo acertadas, ya que en
opinión de los espectadores había respuestas confusas y no concordaban con lo
mostrado e interpretado.
El autor
propone mostrar al espectador una visión personal de los migrantes y según cómo
pasan distintas situaciones donde se confían de lo que ellos consideran
necesario, muchas veces por necesidad o por libertad propia, se desencadena una
serie de consecuencias por las que tienen que pasar. Por el simple hecho de ser
extranjeros, la pieza conlleva a mostrar distintas visiones psicológicas que
expresan en el espectador ciertas conductas emocionales que son las que el dramaturgo
quiere conseguir como él mismo menciona: fobias, malestares, incomodidades, el
agrado o desagrado.
La pieza
teatral contó con las interpretaciones de Douglas Suniaga, César Núñez, Antonio
Urdaneta y las participaciones especiales de Mabel Lemus e Yngrid Silva. Las
actuaciones, desde mi punto de vista, carecen de veracidad en algunos momentos,
podría ser por un propósito del director y la manera de jugar con la mente del
espectador o simplemente hizo falta más compromiso actoral.
En cuanto a la
escenografía utilizada, como ya hemos mencionado es una obra tipo experimento
psicológico, por lo cual implementaron la recreación del condicionamiento
operante o laberinto de las ratas que es muy directo en el implemento
psicológico para que todos nos acondicionáramos a esa realidad. El
condicionamiento operante es un método de aprendizaje que se produce a través
de refuerzos y castigos con una determinada conducta. La escenografía era el
laberinto plasmado en el piso y los actores se desplazaban en la escena por él.
La puesta
contaba con una iluminación acorde a la escena y manejada de una forma
aceptable a la representación escenográfica ya que te daban distintos
ambientes, acompañadas de una pantalla donde el director representó varios
audiovisuales y con ellos también implementó varios métodos para jugar con la
psicología del espectador.
En cuanto al
vestuario, jugó un poco con los colores neutros grises, blancos, azules, que
podríamos interpretar como: empleados, personas privadas de libertad, o en
parte de la escena siendo niños ya que llevaban una braga corta y la utilizaron
en varios momentos para demostrarnos su inocencia con distintas prendas
representativas.
No considero
que el director haya conseguido en esta pieza el 100% de la finalidad que se
había propuesto, sin embargo, parte de lo que de lo que el autor buscaba al
lograr que el espectador conectara con la historia en ciertos puntos estuvo
presente. No considero que haya cumplido con su objetivo en su totalidad porque
el mensaje que quiso transmitir no quedó tan claro y las personas se llevaron
solo los detalles encontrados a lo largo de la función que tuvieron la
oportunidad de disfrutar. Aun así, la experiencia de verla es muy interesante.
Función del
día del estreno: 21/06/2024
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Y almas marchitas
Por Alfredo Torres
Con olor de flores agonizando, es una total obra maestra, original del dramaturgo
venezolano Benjamín Farías, llevada a la escena teatral venezolana por primera
vez, bajo la dirección del destacado director de teatro y profesor Costa
Palamides, con funciones durante tres fines de semana en la sala Horacio
Peterson de Unearte en junio del presente año.
La trama revela un mundo dual de feminidad con un juego mortífero de
vivencias tragicómicas, al igual se pasea por todas las edades y todas las carencias
de los dos personajes principales y protagónicos, Aurora y Armonía, que
continuamente se enfrentan, se atan y desatan, se flagelan y flaquean en un
carnaval agónico donde la mujer reina sobre la vida y la muerte, pese a todo,
pese a todos.
Con la fantasmagórica pieza, se inauguró el ciclo de representaciones
teatrales continuo: LA DRAMATURGIA NACIONAL A ESCENA, que reunirá a autores de
nuestro transitar escénico como Aquiles Nazoa, Gustavo Ott, Lolimar Suárez,
César Rojas, José Gregorio Maita Pulgar, Cruz Noguera y Franklin Tovar, con
importantes piezas de sus creaciones dramáticas. Esta pieza fue presentada por
primera vez en lectura dramatizada en un ciclo de nuevos dramaturgos
venezolanos propiciado por el Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas en el 2015
con las actuaciones protagónicas de Ludwig Pineda y Costa Palamides.
Con una interpretación apasionante y desbordante en escena, a fin de
egresar como profesionales de las Artes Escénicas de Unearte, las actrices
Fabiana Gómez y Maylen Garcés dan vida a las emociones oscuras de las morochas
descendientes de una familia marcada por una maldición.
La puesta en escena es enigmática y burlesca. Se presenta el
sensacionalismo visual antes los espectadores con una escenografía en telas que
se convierten en los elementos escénicos gracias a la propuesta del director de
construir y armar sobre el escenario. Desde los personajes y el color como
fuente de emociones mediante las luces y la musicalización, se marca una
atmosfera emocionante. Lo eclíptico y psicodélico de la estética teatral desde
el maquillaje clown y el vestuario, despierta la curiosidad de las miradas
atentas del público, sumergido en el transcurrir de la historia, teniendo un
final inesperado y aleccionador.
Un trabajo apasionado y posible gracias al apoyo de un equipo de
destacados en la movida teatral como lo son: el Actor y Profesor Somar Toro (Tutor de Actuación), Stalin Rodríguez
(Tutor de Producción) y la Coach
Vocal Eyla Barroeta. En la asistencia de dirección, Laura Marquina; Diseño teatral,
Mairym Martinez; Asistencia de diseño, Wilner Fonseca; Asistente técnico,
Dorwis Yuncosa, y para mí un placer formar parte en la Asistencia en
producción. Las Fotos son de Manuel Roos y la Producción Audiovisual y RRSS de
Rafael Vásquez.
Será renacer y florecer, recordando el olor de las flores en el
cementerio.
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Teoría, juego y ¿qué más?
Por Diego
Domínguez
En su primera
semana de junio, la Sala Horacio Peterson de UNEARTE, se arropó con la nueva
propuesta de uno de sus habituales directores, Costa Palamides, que con Teoría y juego del duende, nos trajo una
curiosa adaptación teatral de una conferencia homónima que Federico García
Lorca dio en Buenos Aires, Argentina en 1933. Dicha conferencia, se ha
transcrito y acreditado a Lorca en el formato de ensayo y, en ella, se buscaba
localizar aquella “energía” particularmente fuerte e inspirada que emanan los
espectáculos firmados con la herencia gitana de la que tanto se valió el poeta
español. Estos escritos vuelven a la vida bajo una directriz escénica, no solo
en la fecha de nacimiento de Lorca, sino también en una realidad cargada de
dificultades para las artes venezolanas, donde ese duende y ese juego se pueden
ver comprometidos por circunstancias ajenas al puro proceso de creación.
La propuesta, desde dicho recordatorio, es asumida por un elenco de variadas
experiencias, desde jóvenes estudiantes hasta grandes docentes, quienes
convergen en una práctica acompañada de coreografías y cantos, con búsquedas
estilísticas que transitan entre lo místico, lo dramático y, finalmente, lo
crítico. El carácter experimental de la Horacio Peterson es aprovechado con una
disposición multifrontal que logra que las imágenes corporales varíen según el
lugar donde el espectador se sienta. Ausente de elementos escenográficos, la
obra refuerza la esencia del duende al sostenerse enteramente por las
interpretaciones, así como en sus vestuarios, totalmente negros, que no
permiten otro foco de atención, obligando al público a entrar en el actor y su
energía. Unas canciones de época españolas, cantadas siempre “a capella”, se
intercalan con el ensayo lorquiano en una atmosfera coral, como de ritual, que
los jóvenes Jonaudy Castillo, Rosy Arvillar, Manuel Fernandez y Kelifer Valero
refuerzan en sus casi dancísticos transitares. Nyrma Prieto y el mismísimo
Costa Palamides intervienen, con su amplia experiencia, en ese decir poético a
la par que dramático imprescindible en el sello lorquiano. Jhonny Rivas, tiene
una de las intervenciones más particulares, pues su personaje rompe todo rastro
de poesía y le habla directamente al público casi como aquel Lorca que visitaba
la ciudad argentina tres años antes de su muerte.
En esencia, el montaje logra construir su propia realidad a partir de un texto poco convencional, sin embargo, es la naturaleza teórica de este texto la que impide que la pieza sea estructuralmente más satisfactoria porque queda en términos narrativos, como un trabajo meramente performático, más que teatral, que puede convencer mucho más desde el puro rendimiento de sus actores y no tanto por un recorrido o un discurso emocional con variables.
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