lunes, 16 de diciembre de 2019

La herencia maldita del poder


Aplaudo al elenco de El Rey Lear, el trabajo de Jorge Palacios es estremecedor, bordado de matices, con la vibrante autoridad de sus tantos años de oficio, pero con la capacidad renovadora del encuentro de un actor que ha ido metiéndose en la piel del viejo Rey desde la filigrana, desde el intersticio del drama shakesperiano, evitando la grandilocuencia, la impostura. No sabía como gritarle bravo al gran Jorge Palacios como cabeza de un elenco estupendamente dirigido por otro veterano de las tablas como Gerardo Blanco, creador y líder del grupo Bagazos. Pienso en lo que significa para un director y dramaturgo de tantos años asumir, que no enfrentar un texto del dramaturgo de dramaturgos: William Shakespeare y anoto el primer acierto, al lograr que el verso shakespeariano de gran lirismo y musicalidad fluyera de manera cómoda y orgánica en cada uno de los actores, que a su vez, alcanza con inteligencia y delicada construcción la altura de los caracteres. Cumplirle a Shakespeare es hacerle un tributo a la tragedia con mayúsculas, pero también a la comedia, al guiño de la ironía, a la irreverencia ante el poder. Y a un empeño de futurizar y traer al presente los eternos conflictos humanos, sobre todo la vicisitud del poder. La herencia maldita del poder, la obsesión del ser humano por doblegar la santa voluntad del otro.

Hablar de los trabajos de quienes me son tan cercanos y queridos como Gerardo Soto e Ignacio Marchena, la propia Patty Oliveros, Sandra Yajure, José Humberto Sanchez, Manuel Villalba, es solo para ratificar que estan magnificos en sus roles. Orquestados como una bella partitura. Los interpretes cuyos trabajos no conocía como el joven que hace del bufón- Jeizer Ruiz-. la espléndida Cordelia- Silvia de Abreu-; Orlando Villalobos - Cornwall ; Juan Carlos Grisal - Albany; o de los criados y soldados también ajustados y dando lo mejor de sí. o veteranos como Carlos Abatemarco- Gloucester- es para agregar que lograr esa afinacion solo es posible con una mano conductora capaz de hilar muy fino. Una bella versión del antipoeta Nicanor Parra a su vez reinterpretada por Gerardo Blanco y Federico Pacanins. Bello vestuario, bello tejido musical, elemento infaltable en la lectura del teatro isabelino. Escenas maravillosas como la de la tormenta. Modesta y atinada producción del gran Carlos Silva, que se sostiene en la imaginación a la puesta muy limpia, correcta y sin sobresaltos.


La celebración de los 70 años de la Asociación Cultural Humboldt es un motivo de alegría. Tanto para el público como para mí personalmente, pues fue en ese espacio donde estrené mi pieza Polvo de Hormiga Hembra de la mano de un hombre de teatro como José Tomas Angola. Sumando a las nuevas voces y producciones contemporáneas a las que se abre sin cortapisas, la Asociación Cultural Humboldt, ha venido asumiendo una apuesta por llevar producciones de teatro del repertorio clásico a la escena. Felicitaciones al impulso que le está brindando Federico Pacanins a ese espacio. El teatro como toda expresión artística, mientras más diverso y variopinto más fuerte. La Concha Acústica de Colinas de Bello Monte, La Caja de Fósforos como cantera inagotable de producciones y partera de nuevos artistas, espacio pionero y consagratorio del teatro contemporáneo de aquí y de alla y de acullá; grupos como Deus ex Machine, Jota Producciones, la incesante propuesta TET; el mismo Rajatabla, siguen haciendo del teatro uno de los grandes capítulos de esta primera década del siglo XXI.

Con El Rey Lear, se pone un punto final a un año magnífico para el teatro venezolano que este 2019 tuvo acontecimientos como La Ira de Narciso, La Señora Imber, Kassandra, Renny Presente, Los Miserables; Si esto es un hombre; y unas cuantas que se quedan en el camino de la memoria. Tuvo apuestas y riesgos como Calígula y Bodas de sangre.... entre otros que también se quedan fuera de mi memoria en este año convulso. Aunque no es costumbre nombrarme debemos incluir en este relato la celebracion cabrujiana que nos trajo El poste, la escenificación de un artículo de Jose Ignacio Cabrujas con la subsecuente tertulia stand up de gente magnífica como Rodolfo Izaguirre, El profe Briceño, Claudio Nazoa, La Sra Ana y Ricardo del Bufalo.

No me iré de estas líneas sin mencionar que la danza, quizá la más castigada de las artes escénicas venezolanas por la bastardia gobernante, también cierra con una sonrisa y fuerza creadora. Ousia de Claudia Capriles demostró la belleza del gesto consustanciado con la tierra y la música de los cuerpos, y Toth el observador silencioso del maestro Juan Carlos Linares trajo a los nuevos miembros de la Danza Butoh en Venezuela... sigo en deuda de recuerdos pero con inmensa emoción por todo lo visto y lo vivido.


Se sigue estremeciendo la escena y con ella el alma colectiva.

PD: Me quedan por fuera algunos sucesos de los que no fui testigo y por ello no los menciono.
Foto de Patty Oliveros, Goneril, una de las hijas malucas, del Rey Lear.

Yoyiana Ahumana
@cuartaparedsoy

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