Un retrato del artista venezolano César Rengifo. |
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit
César Rengifo (Caracas, 1915-1980) dio una
entrevista a Ileana Azor Hernández sobre
su periplo teatral para la cubana Revista
Conjunto (No.43/enero-marzo de
1980). Ahí afirmó que pergeñó su obra Un Fausto anda por la avenida,
una de las últimas que legó, para
enseñar como puede ser la destrucción de un hombre por el sistema
capitalista al extremo de convertirlo en un monstruo. Ese personaje, Fausto, proviene
de la clase popular y no pierde su contacto con ella, logra sustraerse de toda
esa podredumbre y tomar conciencia para buscar de nuevo el ser humano que yace
en él. “Es decir, es un anti-Fausto porque en el Fausto clásico lo eterno
femenino y el amor son las motivaciones que conducen al personaje a la
situación final de la obra pero aquí, en mi obra, se transforma la idea, el amor es la humanidad”.
Hemos recordado a César Rengifo tras ver el
lúdico espectáculo teatral-circense Un Fausto
anda por la avenida, codiciada
creación colectiva liderizada por Marisol Martínez y ejecutada gracias
al apasionado talento de Elvis
Chaveinte, Delbis Cardona, Gabriel Agüero, Rossana Hernández y Shakti Maal,
quienes hicieron una breve temporada en el teatro Bolívar de Caracas.
Está
claro que Rengifo no escribió su texto teatral para un montaje de circo de
salón, el cual estos artistas del siglo
XXI sí logran plasmar, con sus códigos perfectamente. Ahí está, pues, ese Fausto, el funcionario que después de años
de servicio es desechado por el sistema y cae en la extorsión, en el chantaje, en la
estafa. Y se muestra el estafador- estafado, que camina por la
avenida con los zapatos rotos acompañado de sus ángeles- demonios, del bien y
el mal.
El
espectáculo, como lo han glosado ludicamente estos artistas, exhibe al Fausto estafado por
el ilusorio plano material y sumergido en el espejismo del dinero, y entregado al
sube y baja de la ambición por el poder que corrompe hasta al más fuerte, en
sus convicciones, para llegar al lugar de siempre: la búsqueda de uno mismo, a
la eterna pregunta que se hacen cómicos y público: ¿Quiénes somos los hombres?
¿Hasta dónde llegamos?
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