En La Caja de Fósforos se puede apreciar un notable cambio estético para el teatro venezolano.¿Quién apuesta por toda esa gente? |
@EAMORENOURIBE
El teatro occidental vive en crisis desde su invención y con el venezolano también ocurre lo mismo, a pesar de sus modestos 413 años, pero sus hacedores y el público, que lo hacen posible y lo festejan, ahí están trabajando y celebrando, día a día, noche a noche, en contra de insensatas voces agoreras de algunos críticos que lo devoran y también de aquellos que lo cuestionan sin conocerlo o ponderarlo.
Y una prueba de ello es la reciente creación de una sala teatral para generaciones artísticas emergentes las cuales no consiguen donde presentarse porque hay escasez de escenarios, además de imperar una forma corrupta de manipulación de las programaciones en los espacios teatrales. Nos referimos a La Caja de Fósforos, creada en el backstage de la Concha Acústica de Bello Monte, donde a lo largo de este crucial 2013 han presentado variopintos montajes con novedosas tendencias estéticas, como es el caso de Celebración, texto de Thomas Vinterberg, adaptado por David Eldridge y puesto en escena gracias a Diana Volpe, el cual exhiben los viernes y sábados, 8:00 pm, y los domingos, 6:00 pm, hasta el 10 de noviembre.
Ahí, con un minimalismo que evoca al histórico montaje de Oficina No. 1 de Carlos Giménez (1992), 13 actores y un esquemático dispositivo escénico recrean el espacio y las acciones que aplica la familia Hansen para la celebración de los 60 años del progenitor, Helge Hansen. Lúdico y ceremonial pretexto de la familia y sus amigos para reunirse en torno a la gran mesa del comedor, donde además todos vuelven a reencontrarse desde la muerte de Linda, una de las hijas de Helge, quien un año antes se suicidó. Confinados dentro de la casa familiar para la celebración del cumpleaños, los invitados quedan mudos y estupefactos, inicialmente, al oír la revelación de un oscuro y morboso secreto, que hace Christian, el gemelo de Linda.
La temática y la argumentación de Celebración no son nuevos en el mundo ni menos en el teatro .El abuso sexual en las familias por parte de sus miembros rectores ya fue representado por los griegos y demás generaciones de autores. Quizás lo novedoso sea la manipulación de los afectos, la aberrante complicidad de los adultos y la inocencia de los gemelos que fueron violados por su padre, quien al final pide perdón…pero nadie lo acompaña en su nueva naciente soledad.
No es nada grata esta Celebración porque recuerda hasta donde los seres humanos podemos llegar sino controlamos las pulsiones, a pesar de los anatemas religiosos y legales imperantes. El abuso, de todo tipo, en el mundo familiar es la cuna de miles de enfermedades mentales y podría incluso explicar el deterioro de la familia como célula básica de la sociedad occidental, como tal.
Sórdida fabula
Los pulcros actores que dan correctísima y estrujante vida a esta historia son Djamil Jassir, Citllali Godoy, Gabriel Agüero, Elvis Chaveinte, Rossana Hernández, Nakary Bazán, Germán Manrique, Matilda Corral, Giovanny García, Julio Cesar Marcano, Layla Vargas, Antonio Ruiz y Ángel Pájaro, quienes contaron con la asesoría vocal de Simona Chirinos, además de una discreta escenografía de Rodolfo Agrella, el correcto vestuario de Edgar Gil, la profesional iluminación de Gerónimo Reyes y la óptima producción y dirección de Diana Volpe, quien asume otra vez ese rol, tras sus didácticas experiencias con Háblame como la lluvia y La enfermedad de la juventud.
Pero más allá de la temática y la argumentación, está el valioso hecho de la creativa representación, de la escenificación de tan sórdida fabula, lo cual es lograda de manera contundente por la directora Volpe y su equipo actoral, donde el mayor lucimiento lo tienen los jóvenes Gabriel Agüero, Elvis Chaveinte y Rossana Hernández, además del impactante afrocolombiano Ángel Pájaro, el motivo racial que ayuda a desencadenar toda la melodramática tragedia a la venezolana, sazonada por temas musicales caribeños, cantados a capela, como La conga de Ricardo Montaner, El juego de la vida de Daniel Santos y ¿Quién ha visto a un negro como yo? de Un solo pueblo… y el telón cae con Libiamo de La Traviata de Verdi. Una deliciosa sopa musical que resume generosamente las culturas que pululan en este país.¿Quién copia a quién?
LA CAJA DE FÓSFOROS
Cuenta Diana Volpe que La Caja de Fósforos nace de una iniciativa de Orlando Arocha para buscar un espacio que le permitiera seguir con su trabajo y a la vez darle oportunidades a los jóvenes creadores, algo que le preocupaba desde que tuvo que salir del Ateneo de Caracas. Junto a Ricardo Nortier visitaron varios lugares caraqueños, pero pronto se les hizo evidente que sin al apoyo de alguna institución pública o privada no iba a ser posible crear una sala de teatro no comercial. Orlando siempre pensó en un espacio pequeño, no tradicional, que se convirtiera en un centro de creatividad, experimentación y formación. El nombre La Caja de Fósforos refleja eso: espacio pequeño que enciende la mecha del arte y la creatividad. Desde el comienzo, un gran número de jóvenes y no tan jóvenes actores y teatreros en general se unieron con entusiasmo a esta iniciativa. La sala se montó gracias al trabajo de todos y al apoyo de la Alcaldía de Baruta. Entre todos, construyeron las tarimas, cosieron telones, pintaron el piso, montaron la parrilla… todos trabajaron muy duro, pero con mucho entusiasmo y alegría. La alcaldía baruteña les confió el espacio que transformaron en sala. La dotación e instalación de los equipos de aire acondicionado y de iluminación y sonido son el resultado del esfuerzo conjunto entre la alcaldía, Hebu Teatro, Teatro del Contrajuego y donantes privados. La respuesta entusiasta de tantos teatreros les confirma lo que pensaban: hacen faltas salas que no tengan que verse obligadas a montar obras “comerciales” para sobrevivir, salas que permitan la experimentación y fomenten la creatividad en un ambiente de compañerismo y apoyo colectivo.
El público ha respondido de manera contundente, siguiéndolos de manera fiel desde el primer montaje. Inauguraron con Macbeth que agotó entradas desde el inicio. Siguieron Saverio el cruel, producción de Deux Ex Machina, y el Piquete, fiesta que reunió a 10 nuevos dramaturgos nacionales y más de 40 actores y directores. Continuaron Agreste (hermoso espectáculo creado por Orlando Arocha) y ahora Celebración. También abrieron un horario infantil con El día que le cambió la vida al Sr. Odio de La Bacante y Mi amiguito Frankenstein del Circuito de Arte Cenica. La sala tiene una capacidad de 70 puestos y han agotado casi todas las noches. “Llevo más de 30 años en la escena y no pienso parar. Ahora estoy explorando la dirección, tengo mucho que aprender todavía y eso emociona. Muchos jóvenes actores y actrices han tomado talleres conmigo, aunque no diría que yo los forme…se hace camino al andar…”, reitera la maestra Volpe.
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