martes, 11 de agosto de 2015

Y LOS FEOS… ¡SIEMPRE GANARÁN EL CIELO!

Por Carlos Herrera
@cehs1957
@avencrit


Quizás la frase con la cual título esta reseña no haya sido lo que pensó el dramaturgo y profesor, Marius Von Mayenburg (Múnich, 1972) cuando escribió en 2007, la punzante y ácida sátira Der Hässliche, que se traduciría como “El Feo”. Sin embargo, es posible que en el subconsciente de este sagaz autor, las resonancias del enajenante pero al tiempo subyacente fenómeno de los cánones de belleza que pueden o no, signar al mundo contemporáneo, haya sido la premisa que alimentó lo temático argumental de esta incisiva pieza teatral.

 
Von Mayenburg, con perspicaz elocuencia dramática, construyó una parábola moderna, que aun posee resonancias profundas a decodificadas. Es haberle propuesto al lector/espectador que los signos del síndrome del narciso moderno, sigue pululando dentro de un mundo cada  vez más normado por maniqueas fórmulas que separan lo estéticamente agradable de lo angustiosamente desagradable. Es proseguir hurgando en lo que otros autores en otros tiempos ya había elucubrado desde el tajante efecto pigmalionico de Ovidio hasta la chocante absurdidad ionesquiana. Es querer hacer comprender al ser contemporáneo que, la artificialidad y la autocomplacencia individualista de muchas personas asombrosamente siguen sucumbiendo ante el despojamiento de lo auténtico solo con el fin de y procurar, a como dé lugar, a obtener inmerecidos sitiales abonados por la falsedad de lo artificial. Basta revisar el pueril mundo de las mises o la moda que buscan imponer grotescos estándares para estar en la cima del éxito.

 
He ahí que, en la cartelera comercial teatral del este de Caracas, el grupo Teatro de la Noche, bajo la inteligente dirección del talentoso Juan José Martín acompañado por un solvente staff de diseñadores y una desbordante fuerza histriónica, le ha estado proponiendo al público que sabe agradecer el confrontar buenas opciones artísticas, un trabajo escénico donde puede hallar risa pero al tiempo, un mensaje. Es así que, en los espacios del Espacio Plural del Trasnocho Cultural desde hace una semana se está presentado el montaje “El Feo”.

 
Un trabajo que, sin duda cala en todos porque, sin ambages, todo han apostado a saber tejer tras la apariencia de comedia, ese urticante elemento de crítica en lo que pocos grupos saben manejar en tiempo actual; es decir, gratificar a quien paga por pasar una velada de sano entretenimiento sin dejar de lado un mensaje al tiempo de hoy. Eso, desde mi personal visual, es lo que debe emanar el fenómeno escénico actual y que bien podría estar en comunión con lo que Peter Brook aspiraba como teatro vivo, el saber producir en los espectadores esa singular agitación que, aparte de reír o pasarla bien, al salir del teatro, un algo de reflexión se agite en su interior.

 
Esta mordaz sátira, fue esencialmente articulada con la desenfadada fuerza de actores y actrices como Antonio Delli, Ana Mello, Javier Figuera y Adolfo Nittoli en cuya responsabilidad artística descanso ese arduo trabajo de articular y estructurar personajes llenos de autenticidad en cuanto a saber sacar lo que era propio de sus papeles, de sellarlos con frescura y estar conscientes del tono de cada acción, gesto o marcado de las exigencias de cada escena. Fueron piedra angular de un trabajo que tras de sí, fue sostenido por los diseños de Gerónimo Reyes (iluminación); la dúctil escenografía de Héctor Becerra y J.J. Martín; un vestuario funcional de Freddy Mendoza y, muy calladamente, el apoyo de Orlando Mejías, Milagros Rodríguez, Mariana Calderón y Miguel Ángel Acosta. Espero que no haya muchos señores Lette en Caracas porque será ponernos a cavilar ¿Los feos habrán de ganar el cielo?

 

 

 

lunes, 10 de agosto de 2015

El estigma de que te digan “El feo”


Por @bruno_mateo
@avencrit.

En  el Espacio Plural del Trasnocho Cultural se está presentando durante este mes de agosto de 2015 el montaje “El feo” ( Der Hässliche) de Marius Von Mayenburg (Múnich 1972), dirección y puesta en escena de  Juan José Martín, con las actuaciones de Ana Gabriela Melo como Fanny, Javier Figuera (Karlmann), Adolfo Nittoli (Scheffer) y Antonio Delli (Lette); producción general de Adriana Issa y Yesesenia Camacho para el Teatro de La Noche.

El texto es una producción discursiva muy bien elaborada en cuanto a estructura dramática. Los diálogos son  audaces y lacerantes los cuales  se van concatenando en una ristra de unidades de acción hasta tejer una perfecta red dramática que nos muestra el exacerbado narcisismo social asimismo observamos como  esa patología de ser bonito se vuelve “viral” incluso se comercializa la “belleza” hasta su devaluación. “El feo” se inscribe dentro de las  paradigmáticas obras como “El rinoceronte” de Ionesco, al igual que me hace eco con la novela “El hombre duplicado” de José Saramago.

El tema de la exclusión de quienes consideramos nada atractivos se ejemplifica en la obra “El feo” con el personaje Lette quien se ve obligado por las condiciones sociales en que vive (trabajo y esposa) a practicarse una operación estética para pasar de ser el “patito feo” al hermoso cisne; ese hermoso cisne que se  transfigura en un objeto erótico deseable por su mujer Fanny y una carta de presentación del Sr. Scheffer Jefe de su empresa, lo que no previno fue que ese rostro “perfecto” que todos desean pronto se comercializaría a gran escala hasta llegar a su devaluación y dejarlo en un individuo vacío.

El diseño de escenografía de Héctor Becerra y del propio Martín es preciso, útil y funcional, a la vez que nos da la sensación de frialdad, esa frialdad social del mundo ficcional del “El feo”; el aparataje escenográfico aunado a la iluminación creado por Gerónimo Reyes está completamente amalgamado con la materialización de la obra escrita de Von Mayenbrug en la puesta en escena de Martin;  una puesta en escena inteligente porque supo resolver con tres actores y una actriz en una  escenografía fija  todos los ambientes y personajes que exigía el texto de una manera descarnada. Sin ambages nos mostró el trabajo de actor (el arte de la transformación)  frente al público.

Ahora al escribir sobre las interpretaciones puedo acotar que los cuatro actores lograron desarrollar cada uno de sus personajes y sus respectivas evoluciones dentro del desarrollo dramático del texto. No hubo exageraciones ni ademanes extras. Se respetó el tratamiento gestual en  el cirujano amanerado. Vemos a un Antonio Delli distinto, en su personaje de Lette que  logra pasar de un ser subyugado a una persona narcisista y vanidosa y luego a un ser destruido por su propia imagen; por su parte Ana Melo nos convence en sus tres personajes (Fanny, la enfermera y la vieja), Javier Figuera logra darnos sus caracterizaciones muy bien delimitadas y Adolfo Nittoli llega a “buen puerto” para brindarnos unos personajes completamente diferentes en las formas, pero iguales en el fondo (despiadados que buscan un solo objetivo: conseguir dinero).

El feo” es un montaje de esos que uno agradece por su lenguaje, por su puesta en escena, por su significante (estética), por sus actuaciones y por su contenido.

sábado, 8 de agosto de 2015

MONSTRUOSIDADES DE ALGUNAS DEMOCRACIAS

Desde la temporada 1996  la agrupación Escena de Caracas conmueve a su audiencia
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit

La agrupación Escena de Caracas continúa luchando por un teatro de arte y ahora repusieron Contra la democracia, de Esteve Soler (Barcelona, 18/12/1976).Hicieron  temporada en la sala Rajatabla, bajo la óptima dirección de Juan José Martín y con las reposadas participaciones de Delbis Cardona, Nadeschda Makagonov y Rafael Gil.
 
La dramaturgia de Soler refleja las monstruosidades y siniestras contradicciones de los tiempos que se viven. Es una visión sobre el hombre actual y la civilización creada, aunque recuerda lo que denunciaron Kafka, Becket, Ionesco, Sartre y hasta Jarry, además de los críticos y ácidos guionistas de las películas fantásticas de Hollywood. “Nada nuevo bajo el sol”, como lo dijo el rey Salomón en su momento.
 
Compuesta por siete minobras, Contra la democracia revisa exhaustivamente los conceptos  y las prácticas de “república” y “democracia”, y tamiza satíricamente a las sociedades de ahí brotadas. No es politiquería barata ni panfleto, nada de eso, lo hace con alta teatralidad y por intermedio de personajes que resumen maldades y bondades republicanas y democráticas, que los ciudadanos tragan aunque nunca digieren, especialmente las europeas donde el confort y la seguridad social las agobia, pero se los cobran con sangre, y no es metáfora.  Soler “refrita” lo que ya dijeron otros, aunque ahora tienen más vigencia y  está mejor explicado.   
 
Lo mejor de este montaje son sus  impactantes performances para cada  uno de los siete cuadros, especialmente el primero y el ultimo: la cosificación de la sociedad (versión kafkiana de la familia monstruo) y el tragicómico juego del imperialismo, gracias a la materialización del rey Leopoldo y un vicepresidente de USA; también impacta el cuadro sobre la expulsión del hijo del hogar  al cumplir los 18 años, lo cual para Soler es un asesinato.
Escena Caracas  tiene como brújula la búsqueda de tendencias y lenguajes para confrontar al público con inquietudes comunes, siempre en vías de superación al anterior montaje, cual una positiva versión criolla del mito de Sísifo. Esta agrupación teatral, nacida de un programa de formación de la Compañía Nacional de Teatro, durante la temporada 1996, decidió emprender la marcha con proyectos propios, como aquel inolvidable espectáculo Árbol que crece torcido, mágico poemario de Rafael Castillo Zapata que bien escenificó Miguel Issa, en  la sala Rajatabla.
 
Desde entonces tiene por bandera o brújula la búsqueda de tendencias y lenguajes para confrontar al público con problemáticas e inquietudes comunes. Y damos fe sobre  lo que desde entonces ha mostrado, siempre en vías de superación al anterior montaje, cual si fuese una positiva versión criolla del mito de Sísifo.

domingo, 2 de agosto de 2015

"Cuando las máquinas se paran" en el Teatro San Martín

El teatro de contenido s social está en la sala San Martín, allá en Artígas.
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit

Luis “Foreman” Malavé, gran apasionado por el teatro de contenido social, presentó su versión escénica de Perdidos en una noche sucia del brasileño Plinio Marcos (1935-1999) con los comediantes Ángel Pájaro y  Jean Carlos Rodríguez, en la sala Rajatabla, durante la temporada 2014; espectáculo bien logrado para recordar, una vez más, el insólito desamparo en que vive y perece un amplio segmento de la sociedad americana, cuyos crudos finales o desenlaces son reseñados en las “páginas rojas” de los medios de comunicación. Tal es la saga de los marginales Paco y Toño, supuestos amigos o compañeros de infortunio, quienes en sus vidas solo tienen como únicos objetivos: conseguir una flauta para ganarse la vida y ponerse un par de zapatos adecuados para conseguir un mejor trabajo.

¿Por qué “Foreman” anda en esos avatares artísticos, después  de haber procreado a dos hijos y disfrutado de sus dos nietas y una bisnieta?  Porque él cree que el teatro es una magnifica plataforma donde todavía se pueden discutir los  problemas de los seres humanos y por eso pretende hacer dos montajes más, los cuales tiene estudiados y con actores elegidos. Y ahora, mientras nuevamente desafía sus dolencias físicas, vuelve con otra obra de Marcos, Cuando las máquinas se paran, la cual exhibe en el Teatro San Martín en Artigas, bien apuntalado en Ángel Pájaro (el desempleado Zé) y Weidry Meléndez (la costurera Nina).
 
Ahora los caraqueños pueden degustar su segundo espectáculo, donde materializan a una pareja atribulada por la explotación neocapitalista, sendos desheredados muy bien logrados, quienes sueñan con amarse y desafían a su miserable destino; pero fracasan y ella lo abandona para salvarse y llegar hasta el parto que él quiere impedir.
 
Cuando las máquinas se paran, estrenada durante 1963  en el vecino Brasil, reitera su defensa de los embarazos y en especial el cuidado por los fetos. El autor no negocia nada y advierte que la pobreza no puede impedir el amor y mucho menos el respeto a la vida del no nacido.
 
Este montaje contó con la colaboración profesional de María Brito y Gustavo Rengel, entre otros amigos de “Foreman” y del teatro, por supuesto.