Las relaciones
familiares son siempre caldo de cultivo para interesantes conflictos. Ya por el
hecho de estar ligados a unas personas por vínculo consanguíneo, sin haberlo
escogido, obliga al ser humano a tener que lidiar con los miembros de un clan
quiera o no.
Los grandes
dramaturgos y escritores en general encuentran en este particular grupo un
reservorio tentador para alimentar sus historias y es que los cuentos
familiares siempre esconden secretos, intrigas, verdades no dichas y
revelaciones que a medida que el hombre avanza en edad va develando poco a poco
o nunca se entera.
Así lo hizo el
cineasta danés Thomas Vinterberg, cuando escribió y dirigió en 1998 el célebre
film Festen, que inauguró el aclamado
movimiento cinematográfico independiente llamado Dogma y que fuese adaptada por el inglés David Eldridge al teatro y
esta vez traducida y dirigida por la primera actriz venezolana Diana Volpe,
quien con este espectáculo arriba a su segundo trabajo de puesta en escena.
Inteligentemente,
Volpe se hace de un extraordinario elenco de jóvenes pertenecientes a la
agrupación Deus ex machina y a otros colectivos teatrales: Gabriel Agüero,
Rossana Hernández y Elvis Chaveinte, acompañados por Djamil Jassir, las
veteranas: Citllali Godoy y Matilda Corral, junto a los jóvenes: Giovanny
García, Nakary Bazán, Germán Manrique,
Ángel Pájaro, Layla Vargas, Antonio Ruíz y Julio César Marcano.
Lo interesante y
relevante de este montaje no es solamente su gran y trastornadora historia: En
el cumpleaños del patriarca de la familia, uno de sus hijos revela delante de
toda la familia que él y su hermana gemela (quien se ha suicidado) fueron
abusados sexualmente en su niñez por el homenajeado padre, lo que genera todo
el conflicto central de la acción dramática y enfrentará a la familia
disfuncional para finalmente execrar a su progenitor. Sino la síntesis de
dirección que logra Volpe, entregando una sencilla pero contundente puesta en
escena, concentrándose en la dirección correcta de sus talentos en los que se
destacan: Gabriel Agüero, quien con este trabajo se convierte a nuestro juicio
en uno de los actores jóvenes más importantes de la escena venezolana; al igual
que Rossana Hernández y Elvis Chaveinte quienes proponen unos caracteres
complejos e hilados con transiciones contundentes. Sin desmerecer el trabajo
del elenco de soporte que logra un nivel conmovedor de interpretación haciendo
que el público viva la terrible historia apasionadamente.
Mención aparte
merecen Matilda Corral en la caracterización de la tía depresiva y alcohólica,
una clase de actuación junto a Citllali Godoy, quien construye una madre pasiva
y contenida hasta que el volcán de su impotencia estalla.
Definitivamente este
espectáculo merece atención en el panorama escénico caraqueño de este final de
año, no hay que dejar de verlo, en la
Caja de fósforos de la Concha Acústica de Bello Monte,
no sólo por su calidad artística y su
cuidada dirección, sino porque representa un producto de exportación y revela
que el teatro profesional y de arte venezolano alberga infinito talento amén de
estar trabajando sólo autofinanciándose como pueda…
@rosasla /@avencrit
Caracas, 08/11/2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario