CARLOS
E. HERRERA
@cehs1957
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Hacia el año 2010 irrumpe en el teatro caraqueño la
Asociación Civil Amentia Teatro. Gente joven que veía que a través de las artes
escénicas se podía establecer un nexo entre su manera de concebir y lo que era
la expectativa de un público. Su primera producción, El cuervo (2100) basada en
la cuentística del norteamericano Edgar Alan Poe, permite que se le confronte en
los espacios de la Sala Luis Peraza; posteriormente, en ese mismo año, asumen su
inusual propuesta escénica El cadáver exquisito en el marco de un Festival
Mundial de Arte Corporal.
Es
así que, sin detenerse, hacia 2011 calan con énfasis gracias a su siguiente
propuesta titulada Blablabá Discurso Tóxico basada en la obra El cepillo de
dientes del dramaturgo chileno, Jorge Díaz. Cabe destacar que tras el esfuerzo
creador, estético, plástico, técnico y artístico la figura de una joven
directora como René Guerra ha sido primordial ya que son pocas las féminas que
asumen el reto de la conducción de un grupo y está atenta a formularse retos que
propulsen hacia la órbita de interés de programadores de salas, medios de
comunicación cultural teatral, la crítica especializada y sobre todo, del
público.
Para
este año, Amentia Teatro retoma con aplomado coraje, el riesgo de escenificar la
propuesta de la comedia La importancia de llamarse Ernesto (1895) pieza del
escritor y dramaturgo victoriano inglés Oscar Wilde, la cual ha sido considerada
como una de las críticas más punzantes entorno de los usos, formas y costumbres
de la aristocracia de su tiempo. La variación de la pieza no solo radicó en
apelar a conjugar la crítica wildeana sino ver como entra de sopetón al mundo de
valores de nuestra sociedad y para tal fin, la producción deja de lado su título
original y se nos mostró como La importancia de ser formal. Si hacemos memoria,
en los años que se estaba construyendo la República, apareció un libro que fue
guía para que una clase social venezolana tratase de erigirse dentro de las
formas y conductas del buen decir y del comportamiento. Me refiero al Manual de
Carreño hoy diluido por el paso del tiempo pero que, de cuando en vez, algunos
miembros de las clases pudientes nos hacen ecos del cómo uno debe ser formal
para ser aceptado en sociedad. ¿Paradójico o ex profeso el asunto de fondo que
se entreteje en La importancia de ser formal del grupo Amentia Teatro ?
Este
pretexto sirve para que con la aplicación sobre la puesta en escena no del texto
clásico wildeano sea lo que el público fue a observar sino la determinación de
romper estructura para la recepción del hecho espectacular.
Dominó
una línea de actuación que hizo énfasis en lo irónico y en la exacerbación de
los aspectos mordaces en la actitud, la intención y el movimiento; se plantea un
doble discurso donde la falta de escrúpulos de los personajes les impele a estar
al servicio de sus mentiras pero siempre manteniendo la postura de la imagen. El
equívoco del texto de Wilde lo aprovechó Guerra para armar una fluida dinámica e
con sus actores y actrices y de emplear al máximo la integración de aspectos
sintéticos en la ambientación y acentuar el concepto de vestuario con el fin de
enfatizar de que no se potencie ningún cliché estético de las buena maneras sino
más escupirlas ante la mirada del espectador que –pienso yo, se comportó de
forma complacida y respetuosa en lo que fue la estada como espectador en el
Teatro Principal donde se exhibió la semana pasada– pudo haber resentido algo
más de dos horas de duración de este particular trabajo de Amentia Teatro.
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