miércoles, 16 de octubre de 2013

Guillem Clua en doblete teatral caraqueño

Newman Vera y Markel Méndez  en la comprometida pareja gay de Marburg
Por E.A Moreno Uribe
@eamorenouribe

No es frecuente, en el ámbito teatral caraqueño del siglo XXI, que un autor foráneo, vivo y joven, ocupe sendos escenarios y además sea capaz de incitar la curiosidad del público. Nos referimos al periodista español Guillem Clua (Barcelona, 1973), a quien los grupos Rajatabla y Dram-ON le han montado sus obras La piel en llamas (2005) y Marburg (2010),  durante los dos últimos meses.

Rajatabla, con 42 años de historia en el duro batallar del teatro criollo, busca estar a tono con nuevos tiempos teatrales  y por eso orquesta planes artísticos. Tiene, después del mutis de su fundador Carlos Giménez (1993), a un director artístico, Vladimir Vera, quien debutó el 19 de septiembre con La piel en llamas, producción de William López con buen elenco de profesionales como Pepe Domínguez, Fedora Freites, Jean Franco De Marchi y Tatiana Mabo.

En La piel en llamas se fracturan  dos de las tres unidades de la estética aristotélica y por eso muestra sendos conflictos (acción), uno que ocurrió y otro que está en desarrollo (tiempo), pero que utilizan el mismo espacio: la habitación de un hotel. No es un espectáculo fácil para el público por la duplicidad de las acciones y los diálogos se cruzan, pero, gracias a las proyecciones que tiene la propuesta de Vera, se obtiene una atmósfera lúdica para quien de verdad quiera llegar a descubrir las claves de todo lo que se muestra. Al final, comprenderá que ha participado en un viaje emocional e intelectual que obliga a considerar y cuestionar esa línea que separa a poderosos de necesitados. Y, lo más importante, ver  y palpar, la inmoralidad mundial: un  médico trafica con su ciencia y el honor de una mujer desesperada, y un periodista que pacta hasta con el demonio con tal de estar al lado del poder. ¿Eso sucede en Venezuela?

Juan José Martin se atrevió a escenificar Marburg: cuatro historias en diferentes espacios y tiempos, pero que terminan siendo un contundente alegato contra la discriminación sexual y la desazón existencial de los seres humanos, precisamente en una centurias donde los virus  y las drogas psicotrópicas niegan las posibilidades del amor, como el Sida, por ejemplo. Se exhibe los fines de semana en la Asociación Cultural Humboldt, con los diestros Diana Volpe, Eulalia Siso, Guillermo Díaz Yuma, Elio Pietrini, Ana Melo, Louani Rivero, Newman Vera, Markel Méndez y Aníbal Cova.

Gracias a esta pieza  sabemos que  en la Tierra hay cuatro pueblos denominados Marburg y  el autor los utiliza para escenificar hechos que él vincula entre sí: un matrimonio de científicos descubre que el desamor no tiene cura, durante los años 60, en Alemania Occidental; unos esposos gringos execra a su hijo de 17 años por ser gay, en los tiempos de Reagan; una monja africana droga al sacerdote que investiga a un crucificado de madera  que llora sangre, durante la última noche del siglo XX, y una pareja gay elige amarse a pesar de las  higiénicas molestias del condón, en los tiempos actuales de esa lejana Australia.

Nos sorprendieron gratamente Newman Vera y Markel Méndez  por la verdad de lo que mostraron: la pareja de gais desafiando a los virus y en pos de ese intangible que es el amor. Y el director Martín sale muy airoso de esta prueba.

Dos espectáculos para ver en esta Caracas, a la cual Simón Bolivar la llamo, una vez, “la horrible”. ¿Por qué sería? ¿Están superados esos malos ratos

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