Jean Franco De Marchi, Tatiana Mabo, Fedora Freites, José Domínguez |
Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
Esta
vez me tocó el turno a mí de ver “La
piel en llamas” este domingo 6 de octubre de 2013 en la histórica sala
Rajatabla, pieza del autor español Guillem Clua bajo la dirección de Vladimir
Vera para el grupo homónimo de la sala. Un trabajo dramaturgístico bastante
interesante en cuanto a su contenido y forma. La obra se basa en una ficción
sobre la fotografía de la niña “Phan Thị Kim Phúc conocida
mundialmente por ser la niña del napalm que aparece en una famosa
fotografía de la guerra de Vietnam. La fotografía tomada por Nick Ut le dio la
vuelta al mundo y fue galardonada con el premio
Pulitzer”
Cuatro personajes: Salomón (el
fotógrafo) interpretado por José Domínguez, Hannah es Fedora Freites, Brown lo
hace Jean Franco De Marchi e Ida lo ejecuta Tatiana Mabo.
Es una historia en paralelo. Dos habitaciones. Un mismo hotel. Una
dramaturgia cíclica, no sé si el texto es cíclico o fue una estrategia de la
puesta en escena. La primera es la relación de Brown, diplomático importante
ligado a una Institución del Estado, personaje siniestro y sádico que gusta del
sexo hardcore que raya en la crueldad con Ida, joven que es prostituida por la
necesidad de salvar a su hija perteneciente a una clase humilde de un país tercermundista
explotado; la otra relación es la de Salomón, el fotógrafo famoso, atormentado
que se debate entre la fama y el remordimiento de no haber hecho nada por
salvar a la niña de la foto, que llega a esa nación del Tercer mundo para ser
galardonado por la fotografía con Hannah, periodista que se hace pasar como la
niña protagonista de aquella famosa fotografía para pasar a la posteridad en un
mundo en decadencia.
Lo interesante de la dramaturgia de
Clua es la composición de cada personaje, los cuales representan cada uno alguna
parte de la humanidad y de la sociedad Occidental.
Otro punto importante es que su director
Vladimir Vera se interesa por leer nuestra realidad contemporánea del
hemisferio occidental a través de esta dramaturgia que usa la simbología
cultural de nosotros. Esas relaciones de poder entre el opresor y el oprimido.
Los medios de comunicación son un poder. El sexo es un poder. Tesis ampliamente
estudiada por autores como Michael Foucault.
El escenario, al igual que el texto,
estuvo dividido en dos. Separados como estancos para el desarrollo de cada
historia particular. Lo que hace que el espectador fácilmente identifique la
sucesión de las acciones dramáticas sin que haya posibilidad de confusión de
historias.
En la función que vi, destaca la
entregada interpretación de Tatiana Mabo como la joven ultrajada hasta el punto
de borrarse como ser humano al igual que Fedora Freites como la periodista
farsante. Ambas desarrollan sus personajes con una credibilidad absoluta.
Con “La piel en llamas” la Fundación Rajatabla pienso que puede abrir
otro segmento importante dentro de la historia en el teatro venezolano.
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