lunes, 24 de febrero de 2014

Riñón de cerdo

Por Carlos Herrera.
@cehs1957
@avencrit

Como espectador es gratificante detallar cómo los jóvenes creadores de la escena nacional asumen con tenacidad el abordaje de las tablas en la ciudad de Caracas. En los últimos tiempos, variados colectivos teatrales buscan hacerse notar y para ello apelan a hacer desde lecturas dramatizadas hasta irrumpir en lo que es más difícil en este sector: ser programados por instituciones culturales. Son parte del engranaje que les somete a la validación de un oficio, una formación y de una búsqueda experimental.


Uno de estos grupos que califico de emergente es SL Producciones donde converge el nombre de Stephanie Chávez, directora que empieza a expresarse con lucidez rectora de todo el tinglado de la puesta en escena para un proyecto donde estuvo acompañada por frescos histriones como Yovanny Durán e Ysabel Nieto, cuyos trabajos buscaron también mostrarse sin miedo, dándole piso desde las destrezas técnicas adquiridas en su formación como podrían ser: una plausible composición del personaje, el empleo de lo concerniente a lo corpo-gestual, el tratar de manejar con consciencia del espacio tanto la impostación de voz y el empleo de los matices que en un todo esté al servicio de lo que ellos entendieron era lo esencial para edificar sus respectivos papeles. Tanto la dirección de Chávez como la intencionalidad de la plantilla actoral me expresó –constatada la función– que estuvieron firmes como decididos en hacer verdad lo que cada acción o interacción dialogal se urdía; fue ante los espectadores que les vimos mostrar su esfuerzo artístico la decisión de premiarlos o sencillamente, verlos con otra clase de expectativa en la respectiva butaca. También estuvo inserta dentro de esta fuerza emergente la sumatoria del trabajo de producción de Leonardo Mendoza, quien fungió como productor y gerente de espectáculos teatrales; todos activados en que el sueño de hacer que la obra Riñón de cerdo para el desconsuelo (2009) del dramaturgo mexicano Alejandro Ricaño donde la elementos como el humor negro, lo cinematográfico y su oculta pasión por la escritura del absurdo existencialista percutan sobre el imaginario y la sensibilidad del público local.


Con una puesta nada prolija de elementos escenográficos, apoyados con el recurso lumínico para situar atmósferas, empleando apoyaturas de imágenes referenciales al contexto de la II Guerra Mundial, con un manejo cuasi coreográfico para la planta de movimientos y enfatizando la dinámica de los actores la dirección de Chávez hizo patente que debía darle connotación al discurso más que a la truculencia efectista. Desde ese ángulo fue asertiva; desde otro, quizás la impericia en relación a lo que debía potenciar de la interrelación de los actores fue su talón de Aquiles; un tanto atropellados en que ellos internalizasen sus papeles, que lo orgánico fuera más el elemento que los moviliza en cada secuencia y en lo dialógico e incluso, buscar una dosificación del ritmo es lo que puntualmente me permito señalar. Lo loable es que hayan estado insertos en la programación del Circuito Teatral de Caracas y presentarse en el majestuoso Teatro Municipal era sin lugar a dudas, algo que en otros tiempos era impensable para un grupo que se empieza a dar a conocer. Ese era el reto y su respuesta –más allá de lo que este servidor diga en pocas líneas– les avala como grupo que busca su norte. El deber del espectador, así como de otras instituciones culturales que programen, es seguir apoyándoles para que grupos como Producciones SL, tengan más propuestas escénicas para exhibir y, de ahí, se obtenga la solidez requerida dentro del duro oficio de ser artistas de la escena.

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