viernes, 30 de agosto de 2013

¡Qué piquete tan bueno!


Los íconos arquitectónicos de nuestra ciudad son pocos; los que han sobrevivido a la desidia del olvido o a la terrible ignorancia de una sociedad que apuesta a la desmemoria se encuentran en el abandono, o han sido destinados a otros fines muy lejanos para lo que fueron erigidos. Tal es el caso de la imponente Concha Acústica de Bello Monte, en otrora espacio pleno de música e impactantes espectáculos que divirtieron a propios y extraños. Pero gracias a la iniciativa de un piquete de artistas liderados por el maestro Orlando Arocha, la primera actriz Diana Volpe y el actor, dramaturgo y director Ricardo Nortier, se ha rescatado este punto cultural junto a la Alcaldía del Municipio Baruta, para entregarle a la ciudad una pequeña sala de teatro de cámara llamada La Caja de fósforos que ha quedado insuficiente para el enorme incendio creativo que han organizado y que se convierte en una tribuna necesaria para las artes escénicas venezolanas.

 

Desde hace ya dos semanas hemos sido testigos, en ese recinto, de un movimiento de artistas emergentes de todas las edades que se han dado cita en una suerte de explosión escénica: 9 directores, 9 dramaturgos y nada más que 50 actores, se han mostrado en espectáculos “en construcción” que permiten ver el músculo de las nuevas generaciones de intérpretes, escritores, productores y directores teatrales, para concluir que nuestro teatro está más vivo que nunca.

 

Lo impresionante de este ciclo, no sólo son las novedosas propuestas de textos y puestas  en escena, si no lo importante de la convocatoria de un público ávido de este tipo de muestras (todas las funciones agotadas) además del rescate de un ambiente bohemio, seguro y de intercambio artístico que hace mucho tiempo no se veía en nuestra ciudad.

 

¿Quiénes son?

Las artífices intelectuales de dicho Piquete son dos actrices egresadas de los talleres de Volpe y Arocha: Carla Mariña y María Gabriela Díaz, inquietas jóvenes artistas  que escogieron a sus mentores como curadores de la muestra que incluyen los siguientes títulos:

 

Necro-lógica de Nathalia Paolini, dirigida por Elvis Chaveinte: donde observamos la sutileza de una dramaturga novel que con fino humor negro propone una crítica al sistema imperante y cómo una mujer decide escapar por la vía más fácil: la muerte.

 

Alrededor de la mesa de Nayaurí Jiménez, dirigida por Gabriel Agüero: se tradujo en una comedia doméstica donde distintas situaciones cotidianas convergen en un edificio en el que la rutina se convierte en hastío y las ilusiones se pierden, en ella destacaron las interpretaciones de Citlally Godoy y Matilda Corral, junto a la correcta dirección de Agüero.

 

Cambiemos de vida de Adolfo Oliveira, bajo la dirección de Carlos Armas, nos enfrentó a la fuerte realidad del cambio de roles y sus consecuencias. En la lista siguen: No molestar 4 microrelatos de Jorge Cogollo, dirigida por Abilio Torres, donde se muestra el avance de este joven dramaturgo que ya ha dado de qué hablar en la escena caraqueña, quizá uno de nuestros jóvenes escritores más productivo.

 


Hay que matarlos a todos, se reveló como una gran sorpresa por ser la ópera prima dramatúrgica y de dirección de la primera actriz Haydee Faverola que demuestra con este trabajo ser una gran artista integral. Por su parte Tenebros de José Miguel Vivas, tomó todo el espacio de la Concha Acústica y en cada rincón de su estructura interna se pudo recorrer la historia adaptada de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, dirigido por Jericó Montilla. Tenebros resultó un texto poco teatral por su apego a la narrativa en donde se puso a prueba la creatividad de una directora ante un texto difícil de digerir (por sus conexiones) más si no se tiene la referencia de la novela.   

 

Finalizan el ciclo Niños lindos de Fernando Azpurua, dirigida por Rossanna Hernández una de las piezas que se notó menos en “proceso” y resultó una grata sorpresa por el desenvolvimiento actoral de sus protagonistas: José Manuel Suárez, Héctor Zerpa y Slavko Sorman, quienes mostraron su talento en una compleja relación sentimental homoerótica, destaca también en este trabajo la dirección de arte que logró el diseñador Rodolfo Agrella, quien supo combinar los elementos estéticos de forma sencilla pero contundente, junto a una tímida puestista pero bien resuelta dirección de actores.  

 

Gennys Pérez, una de nuestras más polémicas y premiadas dramaturgas quiso probar en este ciclo su texto en construcción acerca del abominable hecho ocurrido en nuestro país sobre el asesinato del fiscal Danilo Anderson. El fiscal, dirigido por Oswaldo Maccio, sin alarde de puesta en escena, sino dirección de actores bien conducidos en lectura, supo atrapar y conmover al público que se conectó con la injusticia, la impunidad y la corrupción que envuelve a nuestro país en un lenguaje muy local que Pérez logró concretar para universalizar su historia.

 

Foto cortesía de El universal
 
Finalmente Laik a Virgyn, original de Karin Valecillos y dirigida por Luis Alfredo Ramírez, logró mover las fibras más hondas del sentimiento del espectador al tocar el tema del exilio derrotado, cuando una joven decide abrirse paso en Nueva York para cumplir sus sueños de llegar a ser como Madonna y debe volver derrotada por las circunstancias a un pobre pueblo del interior del país donde encontrará la mejor forma de cumplir algún sueño. Plena de sensibles matices del melodrama televisivo, con un encantador humor venezolano y en donde el elenco demuestra su descollante talento, este texto se perfila como una radiografía de nuestra idiosincrasia actual frente al fracaso del sueño americano. Destacan las poderosas actuaciones de Javier Figuera como el Portu llorón, Jenifer Urriola como la inseparable y dicharachera mejor amiga de la protagonista y la primera actriz Nattalie Cortez como la madre, en un regio papel que moviliza hasta las lágrimas al más insensible.

 

Falta por ver el cierre con broche de oro y el turno es para la pieza La habitación de atrás, del ya experimentado dramaturgo Ricardo Nortier, dirigida por Carolina Torres, y protagonizada por José Luis León y Luis Vicente González. Con este trabuco de artistas estamos seguros que estaremos frente a una interesante propuesta.

 

En síntesis El piquete deja un extraordinario y anecdótico sabor a festival de calidad, a confrontación a intercambio de ideas y propuestas, pero por sobre todas las cosas a versatilidad del ejercicio del artista integral, durante estas dos semanas se ha visto como actores se prueban como directores, directores se muestran como actores, escritores se arriesgan a dirigir o actuar y los roles se van fundiendo en una mezcla fenomenal de creatividad y buen gusto, pero por sobre todas las cosas de buen teatro.

 

Abogamos porque este ciclo se convierta en una cita anual donde la creatividad escénica del artista teatral de rienda suelta a sus ideas y por convertirlo no sólo en muestra y tertulia, sino en intercambio formal donde existan foros con el público, críticos y otros artistas para indagar, pensar, y revisar los procesos teatrales, para descubrir cuáles son las estéticas y lenguajes que mueven a los recién estrenados talentos y a los más experimentados que se arriesgan a cambiar de disciplina sobre las tablas; en fin no olvidemos esta primera experiencia y ojala podamos de nuevo afirmar el año que viene: ¡Qué piquete tan bueno!

 

@rosasla /@avencrit

Caracas, 29/08/2013

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario