jueves, 15 de agosto de 2013

Una nueva generación de directores

El teatro venezolano abre un nuevo capítulo en su historia, pese a las condiciones económicas que sufrimos y padecemos desde hace ya más de 20 años y la desaparición de importantes instituciones teatrales que marcaron pauta en los años noventa, amén del cierre de importantes talleres y escuelas teatrales, los jóvenes no desmayan, por su naturaleza e ímpetu no se dejan amainar por circunstancias adversas y el deseo de crear sobre las tablas no desmaya.
Una nueva camada de directores de escena salta al ruedo con arriesgados trabajos que han sido impulsados desde las dos principales fuentes de formación teatral en Caracas: la Escuela de Artes de la Universidad Central y la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE) aunados a la formación de agrupaciones independientes como Rajatabla, Contrajuego, Hebú Teatro, Tumbarrancho Teatro, el Centro de Directores para el Nuevo Teatro y el Grupo Actoral 80, entre otros o de instituciones privadas como el Ateneo de Caracas, que aún continúa ofreciendo posibilidades de formación en artes escénicas con los mejores profesionales del país.
12 cosas imposibles antes del desayuno
Liderado por Jericó Montilla, egresada de las filas de la UCV, Teartes se ha convertido en una agrupación experimental que ha dado de qué hablar en el ámbito escénico nacional con sus arriesgados montajes donde la premisa está en el manejo corporal y el texto llevado a escena. El pasado fin de semana tuvimos la oportunidad de disfrutar del re-estreno del espectáculo 12 cosas imposibles antes del desayuno, estrenado en 2011 y que cumplió una pequeña temporada en el Centro TET.
Una suerte de lectura teatral realizada por esta creativa directora acerca de los clásicos infantiles Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del Espejo de Lewis Carrol, junto a Gabriel Agüero, Héctor Castro, Abel García, Marcela Lunar, Ángela Meléndez, Orlando Paredes, Sain-ma Rada, Luis Alfredo Ramírez y Angélica Robles, sus actores, quienes nos hechizan y trasladan al mundo fantástico de esa niña que busca constantemente saber su identidad, encontrarse a sí misma, enfrentándose a personajes “disociados” que la hacen vivir aventuras inexplicables.
Lo más impactante de este montaje es cómo el conjunto artístico logra desde el espacio vacío y sólo con elementos de utilería, vestuario, voz y cuerpo, amén de una extraordinaria puesta en escena llena de atmósferas y desbordada creatividad, un redondo espectáculo digno de exportación para demostrar a nivel internacional el nivel del teatro joven venezolano.
Mención especial merecen la escenas en las que Alicia se topa con el Gato, una alarde de sutileza en el manejo de elementos e iluminación y la capacidad de síntesis creativa que logra Jericó Montilla al resolver la escena en el jardín de flores; sólo una gran directora consciente de lo que quiere y con dedicación a la investigación escénica puede lograrlo.

De actores a directores
Hay afirmaciones que aseguran, entre los más experimentados en las tablas que un gran director puede ser aquel que ha pasado por la experiencia de la actuación, apoyamos la máxima y lo comprobamos en dos casos patentes en nuestro joven teatro venezolano: Gabriel Agüero y Luis Vicente González, el primero emerge de las aulas de la UCV y el segundo de la UNEARTE, los dos comprometidos y talentosos actores formados en Rajatabla y Séptimo Piso, respectivamente, pero que han decidido armar casa aparte para sorprender con nuevos lenguajes escénicos y demostrar que ahora es que queda futuro en las tablas nacionales.
Saverio el cruel
Es impresionante el movimiento joven que respaldado por los veteranos Orlando Arocha, la actriz Diana Volpe y el actor-director y dramaturgo Ricardo Nortier se ha creado desde una minúscula sala recién inaugurada en los recovecos internos de la Concha Acústica de Bello Monte: La caja de fósforo es su nombre y alude a lo estrecho del espacio (sólo es para 55 espectadores) pero a la intensidad del incendio que puede bullir entre esas cuatro paredes.
En su segunda temporada de estreno, esta caja de fósforos recibió a la ópera prima del sagaz Gabriel Agüero, incansable creador y demostrado intérprete, quien se arriesga a montar uno de los textos más emblemáticos del Teatro Argentino del siglo XX, hablamos de Saverio el cruel de Roberto Arlt. Texto que marca el estilo dramatúrgico y escénico del país del Sur dando un giro de 180° a la dramaturgia Río Platense para más nunca abandonar lo que se ha llamado el “Neogrotesco Argentino”.
Un hermoso drama en el que un hombre es engañado por la clase pudiente para burlarse de él haciéndole creer que puede tener el poder en sus manos, hasta conseguir envilecerlo y llevarlo a la muerte. Un aleccionador relato en el que la crítica a un sistema político-militar corrompido por las esferas que manejan el dinero hace estragos en una sociedad (cualquier parecido con la realidad es puro teatro).
Lo que impacta de la propuesta escénica de Agüero es cómo logra sintetizar el manejo de la puesta en escena apoyándose en un cuidado y genial aparato escenográfico y en la dirección correcta de sus actores, encabezados por el portento interpretativo de Elvis Chaveinte, otro que dará mucho de qué hablar en lo que a histrionismo se refiere y su compañera Rossanna Hernández derrochando encanto y buen decir sobre la escena, acompañados de una talentosa camada de nuevos talentos que han encontrado un espacio seguro de creación donde realizar sus sueños ellos son: Abilio Torres, Abel García, Sahara Álvarez, Dayana Carmona, Idanis Infante y Alexandra Vivas.
No cabe duda que guiados por los dioses del Olimpo este Deus Ex Machina como se denomina esta naciente agrupación, marcará pauta en las filas del nuevo teatro nacional.
Cuando los jóvenes hablan de la calle
Por su parte, Luis Vicente González, actor, dramaturgo y docente universitario, sorprende de igual manera con una crónica teatral de su autoría basada en la violencia que azota a la sociedad venezolana de la mano de la conmovedora historia de Alias el papi, una contundente propuesta para hablar de la podredumbre de un país que se ahoga en la maternidad adolescente, el tráfico de drogas, la delincuencia y el amor. Sólo dos personajes: Anita y el Papi una pareja de adolescentes del cinturón marginal de la ciudad que se enamoran en el liceo y con un embarazo a cuestas deben sobrevivir llegando a involucrarse en los más oscuros manejos del delito intentando cumplir sus sueños de vida.
El hallazgo, de este espectáculo, en principio, es cómo se logra llevar un tema tan duro e incluso posiblemente rechazado por el espectador común en tanto toca muy de cerca su realidad, de una forma poética y teatralmente eficaz; en segundo lugar el logro de la dirección creemos está en armar una dramaturgia escénica que pasea al espectador desde el más hermoso momento de amor entre los personajes y lo lanza (como en las montañas rusas) a las más oscuras fauces de la descomposición social.
La acertada puesta en escena juega a la acción de concretar todos los espacios de la historia dentro de un salón de clases, que es el punto de partida de estos trágicos personajes, pero sorprende la capacidad de concretar un lenguaje plástico en la escena apoyándose de la síntesis de la imagen en dibujos creados por los propios actores en una pared-pizarra, que aluden de forma genial a momentos de la dramática del relato.
Amén de llegar directamente al público adolescente que puede encontrar en este montaje una eficaz forma de desviar el mal camino por el cual pueden transitar, Alias el papi se transforma en un documento vivo de una sociedad viciada y sin esperanza posible a menos que se cuenten con propuestas como éstas que con creatividad narran una anécdota que pega duro en el sentimiento del espectador.
No se puede pasar por alto el desempeño de los jóvenes actores Kevin Jorges y Josmary González quienes con su talento y registros interpretativos logran una extraordinaria caracterización y contundentes matices dramáticos que hacen levantar al público de sus butacas.
En síntesis tres nombres de nuevos directores que comienzan a proponer sobre la escena venezolana sus distintas visiones creativas de una realidad circundante, tres creadores que impactan por su riesgo en este país donde pesimistamente nadie apuesta a la novedad, pero lo cierto es que el arte como medio expresivo ha conseguido en este trío de teatreros un resquicio donde confirmar que la mejor forma de decir lo que se quiere gritar es el teatro. ¡Ahora es que hay futuro en nuestras tablas!   
L.A.R / @rosasla

Caracas, 15/08/2013 

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