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Se marchó en silencio. Rodeado por familiares y amigos. Ahora ya es polvo. Iba a cumplir 71 años el próximo 15 de febrero, pero los dioses, y no precisamente los del teatro, lo sacaron de escena. Era el artista Eduardo Emilio Gil, nacido en Niquitao, estado Trujillo, legendaria figura del teatro universitario de los años 60 y 70, pero quien pasa a la historia del teatro por haber rescatado a la Compañía Nacional de Teatro (CNT) -entre los años 2005 y 2012- y dejarla, moderna, fuerte y organizada, como está actualmente, en manos de Alfredo Caldera.
Contó, en su momento, que cuando llegó a la CNT, “encontré una ausencia de organización y de estructuración de la institución como tal. Es decir no encontré la fortaleza que debe tener una corporación que está estructurada, que debe estar organizada para cumplir unas misiones claras o unos proyectos. Encontré un vacío, no sólo por el proceso del año anterior, donde hubo un tanto de desaparición, de disgregación, de mudanzas, etcétera. No había una estructura de lo organizativo y si había una total carencia de procedimientos que son las fortalezas de una institución. Eso en sus aspectos funcionales. Con eso fue lo primero que me encontré y desde entonces se ha trabajado para responder a la solicitud expresa del Ministerio de la Cultura para refundar a la CNT. Darle la verdadera orientación territorial, además del trabajo diario de consulta, para poder dotar a la CNT de capacidades operativas basadas en una racionalidad y no en caprichos ni en antojos, sino en perfiles de trabajo de equipos y de proyectos que vayan entrando en relación con las comunidades que no han tenido oportunidad de acercarse al teatro. Y ahora vamos a responder con acciones concretas en el campo del repertorio, de la interpretación, de los niveles estéticos, que es una tarea de competencia de la CNT”.
Gil se propuso y lo logró, y ahora Caldera lo continua, hacer del teatro un encuentro con la gente. “El teatro tiene que buscar y dejarse tocar por la gente, dejarse colorear por la vida de la gente y recrear esa experiencia que es popular porque está en medio de la gente. El perfil del teatro para la CNT, tal como está definido en las políticas del Estado, es un teatro que vaya a todas las regiones, que trabaje para todos los públicos, en especial para los que han tenido menos oportunidades. Es un teatro que se detiene a hablar, a encontrarse, a intercambiar con las comunidades en formas diversas que van desde los foros hasta los talleres, pasando por las conversaciones, apoyando a los grupos emergentes. El teatro del cual yo estoy hablando es un teatro que se va a nutrir de esos nuevos actores que están surgiendo en esas comunidades y que tienen un compromiso. Es un teatro muy libre, muy apasionado, muy activo”.
Gil recordaba que la CNT es una asociación civil sin ánimo de lucro, creada por el decreto presidencial N° 133 del 22 de mayo de 1984, y tuvo como primer director a Isaac Chocrón en los años 80. “Nuestra misión no es otra que apoyar la labor de los trabajadores del teatro que contribuyen al desarrollo de las artes escénicas; facilitar a la población el libre acceso y uso expresivo del teatro como herramienta de consolidación de su participación comunitaria, para complementar la educación integral del pueblo venezolano. Somos, pues, una institución de apoyo a los creadores y creadoras de las artes escénicas nacionales para brindar al público una acción cultural educativa y de entretenimiento de calidad”.
Puntualizó Gil que la CNT, bajo su comando, se convirtió en una “institución” en el sentido más preciso del término. “De ser una simple oficina de producción teatral, ha pasado a ser una organización con bases sólidas desde el punto de vista administrativo, organizacional y conceptual. Ya tenemos manuales de organización, reglamentos internos y de personal nunca antes elaborados, así como definición de funciones, ingreso de profesionales calificados y la creación de cuatro gerencias, que responden coherentemente a las necesidades de un país ávido de la actividad teatral en cada uno de los 23 estados”.
Eduardo Emilio Gil ha corrido contra el tiempo y, al parecer, ha salido triunfador. Recibió el reto de hacer “nacional” a la Compañía Nacional de Teatro y se marchó seguro, como lo apuntalaba con documentos en mano, de que sí logró una gran parte de su cometido.
La Compañía Nacional de Teatro -fundada en 1984 y ahora en proceso de conversión en el Centro Nacional de Teatro-- no tiene en estos momentos un grupo o elenco en particular. Está, eso sí, o sembrando o explorando, lanzando aperturas y vinculaciones hacia las agrupaciones del teatro venezolano. Pero a medida que la organización de la institución le permita mayor capacidad operativa o mayor diversidad para su accionar, puede llegar a tener un elenco estable o un grupo piloto de exploración.
Por ahora, la CNT ha abierto sus puertas a las nuevas generaciones de egresados del Instituto Universitario de Teatro y de Unearte, porque es obligación por parte del Estado que si los forma debe además darles trabajo. Es gente joven bien preparada.
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