lunes, 25 de marzo de 2013

Crítica teatral: El hombre más aburrido del mundo


Por Bruno Mateo
 
@Bruno_Mateo

 Corría el año 1993 y ni siquiera se pensaba en alguna posibilidad de un teatro para el suroeste de Caracas, pero pasadas dos décadas se celebra el vigésimo aniversario del Teatro San Martín de Caracas, y decidieron  festejarlo con la puesta en escena del nuevo texto de Gustavo Ott (1963) “El hombre más aburrido del mundo”  desde el 16 de marzo de 2013 con las actuaciones de José Gregorio Martínez, David Villegas, Héctor Caro, Leonardo y Gibbs y Jénnifer Morales y la puesta en escena de Luis Domingo González.

 Un texto audaz que aborda la vida del doble agente  catalán Joan (Juan) Pujol García, nacido en 1912 quien desempeñó un papel decisivo  en el éxito del desembarco en Normandía al final de la Segunda Guerra Mundial. La información falsa que Pujol, bajo el nombre clave alemán Arabel,  proporcionó a Alemania ayudó a convencer a Hitler de que el ataque principal sería más tarde y en otro lugar, Paso de Calais (Francia), lo que resultó en su decisión de reducir las tropas en la zona del desembarco. Después de la guerra, Pujol se sintió atemorizado por posibles represalias políticas y se mudó a Venezuela, donde vivió en el anonimato (hizo creer a la gente que había muerto en África en 1949 de malaria). Murió en Choroní, una población en el estado Aragua, a 146 kilómetros de Caracas, en 1988. (De la enciclopedia libre de Wikipedia)

Lo que hace interesante de esta nueva producción discursiva de Ott es la correspondencia entre  la realidad con la ficción,  utiliza para ello, el elemento del teatro. Resulta, que aquí, Juan Pujol es una fanático del arte escénico y como vió tronchado su ambición, aplicó éste a través de la creación de multiples personajes, los cuales, a su vez conforman la red de espías imaginarios del tercer Reich . Hay un diálogo constante  muy bien llevado entre la realidad de la  II Guerra mundial (1939-195), marco contextual de la historia, y la ficcionalidad de la diégesis dramática.  Es una obra audaz que transforma la realidad en ficción  y la ficcionalidad  en verdad. Como la pieza comienza con el Pujol viejo en el año 1988 en Caracas con una referencia  directa al Festival Internacional de teatro  de esa época nos encontramos con nombres de teatreros del país, tales como Rengifo, Chocrón, Cabrujas, Chalbaud hasta desembocar en un pequeño homenaje dentro del mismo montaje al recién desaparecido Rodolfo Santana, el cual, por cierto, encaja perfectamente en la puesta en escena de Luis Domingo González.

El montaje en tono de farsa nos causa buena impresión en tanto la puesta en escena y planta de moviemientos de los actores. Una combinación perfecta fue la de usar técnicas audovisuales del video, muy en boga en la actualidad teatral venezolana. El ritmo ágil está muy acorde con el género farsesco empleado.

Debo cerrar estos caracteres acotando que las actuaciones del grupo de los cinco actores estuvieron acertadas y lograron la caracterización de los personajes. Sólo debo advertir en lo peligroso que puede ser engancharse con el público para buscar la risa fácil que noté en varios momentos de la pieza. Hay que destacar la interpretación del actor José Gregorio Martínez que nos brinda una magnífica creación en el rol de Juan Pujol García. Nos convence plenamente en todas sus edades, cosa difícil es que un joven actor interprete a un viejo sin caer en el clisé, sin embargo, Martínez nos “engaña” y creemos en la vejez de Pujol a pesar de su asencia de arrugas en su rostro.

Saludo como un buen acierto el  montaje “El hombre más aburrido del mundo” de la gente del Teatro San Martín de Caracas.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario