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sábado, 19 de diciembre de 2015

Vejez y soledad a la vuelta de la esquina

Diana Volpe en un papel histórico
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit

Gratísima sorpresa recibimos al ver Las noches  celestiales de la señorita Raschcon lo que La caja de  Fósforos cerró su temporada 2015. Un ácido monólogo existencialista sobre la soledad y la vejez combinadas, resuelto brillantemente  por Diana Volpe, gracias a la  creativa dirección de Orlando Arocha, quien trabajó a partir del texto original de Franz Xavier Kroetz.

Conviene subrayar que durante la temporada 1979  de El Nuevo Grupo, bajo la dirección de Ugo Ulive y con la performance de América Alonso, vimos una lectura escénica de ese texto de Kroetz, pero titulado Corazón solitario, y dentro de un espacio no convencional que simulaba un anfiteatro. No hay puntos de comparación entre esos montajes, concebidos en otros tiempos y espacios, sobre el drama de la vejez y la soledad; nosotros optamos resaltar al actual, particularmente por los matices románticos decadentes del personaje y dentro de lograda atmosfera  hiperrealista, además de la utilización de cuatro actores cantantes, vistos solo por los espectadores voyeristas.

Las noches  celestiales de la señorita Rasch plasma  a una mujer sola en su mínimo apartamento, entregada a labores domésticas básicas, mientras le llega la hora de dormir, quien además teje un tapete para cubrir un sofá, escucha un programa radial con   boleros y consejos para radioescuchas solitarios, además de un programa de televisión sobre la historia de las viviendas humanas. Y todo culmina con el suicidio de la mujer o con la tarea desesperada de ella al consumir somníferos.
Hay, pues, muchas tareas escénicas para disfrutar y soportar la soledad de la señorita Rasch, gracias al montaje, verdadero lujo de producción, que recuerda a la audiencia la soledad, mal existencial de los humanos, para lo cual la única solución, a medias, es la compañía humana o de una mascota… o soportarla hasta que llega el mutis final, a sabiendas que es perjudicial para la salud. No es para deprimidos o preocupados por la soledad.

Y si reflexionamos sobre ancianos  solitarios  que terminan suicidándose o falleciendo antes de tiempo, como lo evoca el estrujante espectáculo de Diana Volpe, conviene recordar esta información de carácter científico:
La soledad puede aumentar 14% el riesgo de muerte prematura en los adultos mayores, según un estudio que postula una base fisiológica para este fenómeno. Los peligros del aislamiento social se conocen desde hace tiempo, pero no se entendía hasta el momento, con exactitud, cuáles eran sus efectos en el cuerpo, señaló una investigación publicada en las Actas de la Academia Nacional de las Ciencias (Pnas).
El equipo de investigadores, dirigidos por el psicólogo de la Universidad de Chicago John Cacioppo, había ya identificado un vínculo entre la soledad y un aumento de actividad de los genes involucrados en las inflamaciones y una disminución de la actividad de otros genes que cumplen un papel crucial en las respuestas antivirales del cuerpo. El resultado es un sistema inmunológico debilitado que vuelve a las personas más vulnerables a la enfermedad. En su última investigación, los científicos analizaron los leucocitos, que son células blancas en la sangre utilizadas por el sistema inmunológico para proteger al cuerpo de virus y bacterias. Hallaron este mismo cambio de expresión genética en los leucocitos de las personas que viven solas y aisladas socialmente.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

DESDE MÁSCARAS HASTA LAS NOCHES CELESTIALES, HAY BUEN TEATRO DE ARTE



Por Carlos Herrera
@cehs1957
@avencrit

Un título que busca reflejar que, en materia de buen teatro, esta ciudad ofrece alternativas de alta factura para un espectador exigente. Por un lado, se ha estado presentando en el Espacio Experimental del Centro Cultural B.O.D., la propuesta escénica Máscaras, como versión efectuada por el actor Daniel Rodríguez del texto “Payasos” escrito en el año 1974 por el dramaturgo y sociólogo brasileño, Timochenco Wehbi (1943 – 1986). Un trabajo de versionamiento justo y sin ampulosidades sino que, supo concentrarse en lo medular de la interioridad existencial de dos vidas que se exponen como anverso y reverso reflexivo sobre lo que supone es el arte, los vericuetos del alma y la psiquis humana, la desesperanza o apego ante lo que se ama como profesión y ¿por qué no?, hasta de la soledad cuando lo que se anhela no alcanza a satisfacer lo que se ha sonado como realización personal en un mundo que solo parece exigir grandes logros.
   
    Desde este eje de premisas, el actor Daniel Rodríguez es acogido por el Grupo Actoral 80 y allí, concretó una experiencia creadora donde funge no solo trabajó el texto de Wehbi sino que, lo visualizamos como actor y director a fin de urdir un concepto artístico, estético, técnico y escénico capaz de poner al público a pensar. Un trabajo sobrio, sin excesos, cuidadoso en su efectividad lúdica, con humor y al mismo tiempo, capaz de tejer con sagacidad la vida de dos hombres (una, la de un payaso de un circo en decadencia y la otra, la de un comerciante, atosigado por la frustración de no haber sido el artista que sonó ser) cuyas miradas convergen en una dialéctica que dibujan las altas y bajas de la vida – que pueden ir desde el asunto del amor pasando por el temor hasta tocar alguna inflexión sobre la infidelidad-  y de ahí, armar una hipérbole con zahiriente humor y con uno que otro toque de absurdidad sobre lo que significa el papel del arte y la relación creadora del artista cuando se halla al filo de ocaso.

    Un trabajo digno, en el cual Rodríguez se acompañó con los desempeños histriónicos de Omar Pérez y la bailarina, Mónica Rojas. Ya con algunas funciones dadas tanto en el Teatro “César Rengifo” de Petare, ahora lograron compactar un temporada singular en otro espacio y con un público distinto pero que, tanto allá como acá, lo exhibido logró convencer por su sentido de arte, técnica y logro artístico. ¡Una lección de buen teatro!

     En otro lugar, más en específico, La Caja de Fósforos ubicada en la Concha Acústica de Bello Monte, el grupo Teatro del Contrajuego bajo la sobria al tiempo brillante e impecable puesta en escena efectuada por Orlando Arocha, concretó el excelente montaje, Las noches celestiales de la Señorita Rasch un texto del dramaturgo alemán, Franz Xavier Kroetz (1946) el cual, desde una forma monologal se expuso ante nosotros de forma incisiva para desvelar con acento íntimo, elementos que va de la ausencia del amor a una corrosiva nostalgia. 

     Tal y como lo exprese en la redes sociales, una vez que salí de la sala y constatar este soberbio montaje es reafirmar que hallé “un doloroso acento [teatral que] sin palabras pero en el minimalismo” supo explorar “los sinuosos territorios de la soledad. Contando con la impecable composición artística de Diana Volpe, el público se sumerge en una magnética hora y media de teatro puro.

     Teatro sin palabras pero sostenido en una coreografía de acciones que dibujan esa geografía existencial donde lo nimio cotidiano se amplifica de forma contundente”. Una propuesta teatral “que se constituye en uno de los mejores trabajos del 2015. Altamente recomendable. ¡Mi aplauso!




lunes, 23 de noviembre de 2015

Entre boleros y frases clichés de amor vive la Señorita Rasch. Crítica de “Las noches celestiales de la Señorita Rasch”

Diana Volpe es la Señorita Rasch

Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit

La nueva producción de La Caja de fósforos en la  Concha Acústica de Bello Monte, “Las noches celestiales de la Señorita Rasch”, bajo la dirección y puesta en escena de Orlando Arocha, interpretada por Diana Volpe, vuelve a sorprender al público; el  texto es  de Franz Xaver Kroetz, sin decir palabra alguna. Sin oralidad. Sólo la frase “está ocupado” dirigida a un teléfono que suena dando número equivocado se oye a través de la hora y media de espectáculo. El personaje de la Señorita Rasch realiza sus labores metódicamente frente a un público vouyerista que observa lo que hace. El montaje se ubica dentro del teatro hiperrealista. Podemos ver una escenografía funcional y muy de verdad, cuyo diseño de Ricardo Morales con la pintura escénica de Carla Baratta, Daniela Bueno y Evelia Di Genaro nos introduce al mundo, a la ritualidad de la Señorita Rasch.

Arocha logra darnos la esencialidad de un trabajo stanislaskiano; la verdad en escena de Volpe se convierte en  ritual. El elemento de la ritualidad que es la naturaleza misma del teatro como arte.

“La Señorita Rasch” realiza, dentro de una soledad que ella hace patética, las acciones normales de una persona que entra a su hogar en donde  el público se convierte en una especie de observatorio morboso que ve. Solamente el silencio se acaba con el encendido de la televisión, sonido que ella enciende para sentir que hay alguien, pera al cabo de un momento la apaga, acaso porque interrumpe su maniática manera de hacer sus actividades. El ambiente de soledad  que logra reproducir la puesta en escena de Arocha, ayudada por la iluminación del mismo Arocha y Alexander Malinowki, incomoda al público quien intuye que algo va a pasar, sin saber exactamente que será.

Diana Volpe logró una interpretación muy conmovedora a la vez que, sin palabras, nos irradia todas y cada una de las emociones por la que transita el personaje; la manipulación de los objetos del significante escénico detona el tsunami emocional de una persona solitaria y que se siente sola, tal vez, sin escoger dicha soledad. Volpe se desenvuelve por todo el espacio como “pez en el agua”, con una pátina de algo contenido que no puede aguantar. Escuchar su programa de radio “Las noches celestiales” con sus frases clichés sobre el amor aumenta el dolor y el peso de la soledad hasta hacer que ella sienta que su vida no es útil.

Las noches celestiales de la Señorita Rasch” es un montaje estético, muy bien logrado en cuanto a los elementos constitutivos del teatro (actuación, escenografía, vestuario, iluminación y otros), también es un montaje escuela porque los aspirantes a actores y actrices deberían verlo para que “les caiga la locha” de cómo lograr una composición de personaje. Otra vez La Caja de fósforos conquista al público.