sábado, 28 de noviembre de 2015

¿Buenos días, Noruega?

Un espectáculo para verlo y pensar mucho en lo que ahí se muestra.
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
avencrit


Los dramaturgos venezolanos son tímidos a la hora de usar la historia patria vivida, o vista,  para teatralizarla, aunque hay contadas excepciones. Tal es el caso de Fermín Reyna, quien hace una breve temporada en el Ateneo de Caracas con su obra dramática  Buenos días Noruega, apuntalado en el excelente trabajo de Dimas González, quien funge como  director y actor principal, y con el valiente soporte de María Gabriela Cedeño.

 Buenos días Noruega, otra producción del indoblegable grupo Teatro Itinerante de Venezuela, ya se mostró en España, al participar en el Festival Iberoamericano de Teatro Contemporáneo de Almagro, organizado por el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT), que todavía comanda Luis Molina.
 La saga teatral muestra a Pablo, veterano actor y profesor universitario de psicodrama y además especialista en teatro clásico, quien ha sido declarado loco al arremeter violentamente contra sus vecinos, como consecuencia del trauma provocado por la muerte violenta de su hijo, durante una manifestación política.
Buenos días Noruega  atrapa desde el principio, porque Pablo se asume como el doctor Stockman, el célebre protagonista de El  enemigo del pueblo de Henrik Ibsen (Skien, Noruega, 20 de marzo de 1828/Oslo, 23 de mayo de 1906)y en ese juego de su locura, pretender ser el que no es,  y la cruel realidad que vive, porque no acepta la violencia cainítica que lo dejó sin su amado hijo,  se revelan todos sus conflictos  y contradicciones dentro de una sociedad que dialoga con balas.

Peligroso equilibro logra el autor Reyna con su texto, ya que era fácil que cayera en el barranco de panfleto o  el cursilón melodrama. Pero nada de eso ocurre. Todo fluye con sus correctos ritmos externos e internos y el atormentado personaje (magistral composición de Dimas) tiene dignidad en su delirio. Creemos que el espectáculo tendrá mayor intensidad durante posteriores representaciones, aunque ya el público se identifica con los personajes venezolanos, porque eso son,  y sus respectivos dolores y angustias.




Aru, una historia india sobre cómo perseguir un sueño.

Aura Rivas es la madre y Rafel Gil es Arunachalam Muruganantham



Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit

El hermoso Teatro Bolívar recuperado durante este período histórico fue el escenario para la nueva pieza de Elio PalenciaAru, amador de las mujeres” que se estrenó el día jueves 26 de noviembre de 2015 con un nutrido público  que ya es asiduo al recinto de la Plaza Bolívar de   Caracas; con las actuaciones de Citlalli Godoy como Shanti, Rafael Gil es   Arunachalam Muruganantham , conocido como Aru y la primera actriz Aura Rivas como la Madre, dirección y puesta en escena de Elio Palencia, bajo una producción el Galpón de Arte.

Con una premisa sencilla la pieza de Palencia nos envuelve en un episodio  de la India en el año 1998 que muy bien podría ser la historia de un pueblo venezolano. El montaje en tono de comedia en donde el elemento lúdico se convierte en un bálsamo para los espectadores. La dramaturgia  va desenvolviéndose paulatinamente  a través de unos nudos dramáticos muy blindados  que permiten un desenlace creíble a pesar de que la ambientación está ubicada en otro hemisferio distinto al nuestro. El hilo conductor de la pieza, que no es más que el sueño de Aru por fabricar una toalla sanitaria económica accesible a todas las mujeres de la India a quien él dice amar, es la excusa para el autor para plantear, primero que un hombre (o mujer), en este caso Aru, no se rinde ante las vicisitudes, si realmente desea alcanzar una meta, segundo, la problemática de la penuria de la mujer india, tercero, el tabú de la menstruación que aún se ve como algo sucio, y por último, el amor de madre que es el más sublime de todos los vínculos del Ser Humano.

La dirección y puesta en escena logra, evidentemente por ser el mismo autor quien la realiza, una comprensión del texto; la escenografía, práctica y funcional para el montaje, el toque humorístico del montaje permite al espectador ir comprendiendo fácilmente el significado y la metáfora del discurso oral, el diseño de vestuario de Raquel Ríos acorde y atractivo  amén de una impecable realización. Interesante el uso del títere de guante reducido a los dedos del medio e índice para lograr simbólicamente el sentimiento de ese momento del personaje Aru.

En cuanto a las actuaciones; pertinentes, bien dibujadas, logran un vínculo entre los tres que traspasa el escenario y llega al público, esa pátina de humor que no rebasa a lo cursi,  más bien elegante que hace que los espectadores mantengan una sonrisa durante la hora y cuarto de montaje. 

Aru, amador de las mujeres” es un trabajo gratificante con una posición política, sublime, pero que está allí y nos invita a trabajar por un mundo distinto y a perseguir nuestras metas y sueños en beneficio de la comunidad.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Entre boleros y frases clichés de amor vive la Señorita Rasch. Crítica de “Las noches celestiales de la Señorita Rasch”

Diana Volpe es la Señorita Rasch

Por Bruno Mateo
@bruno_mateo
@avencrit

La nueva producción de La Caja de fósforos en la  Concha Acústica de Bello Monte, “Las noches celestiales de la Señorita Rasch”, bajo la dirección y puesta en escena de Orlando Arocha, interpretada por Diana Volpe, vuelve a sorprender al público; el  texto es  de Franz Xaver Kroetz, sin decir palabra alguna. Sin oralidad. Sólo la frase “está ocupado” dirigida a un teléfono que suena dando número equivocado se oye a través de la hora y media de espectáculo. El personaje de la Señorita Rasch realiza sus labores metódicamente frente a un público vouyerista que observa lo que hace. El montaje se ubica dentro del teatro hiperrealista. Podemos ver una escenografía funcional y muy de verdad, cuyo diseño de Ricardo Morales con la pintura escénica de Carla Baratta, Daniela Bueno y Evelia Di Genaro nos introduce al mundo, a la ritualidad de la Señorita Rasch.

Arocha logra darnos la esencialidad de un trabajo stanislaskiano; la verdad en escena de Volpe se convierte en  ritual. El elemento de la ritualidad que es la naturaleza misma del teatro como arte.

“La Señorita Rasch” realiza, dentro de una soledad que ella hace patética, las acciones normales de una persona que entra a su hogar en donde  el público se convierte en una especie de observatorio morboso que ve. Solamente el silencio se acaba con el encendido de la televisión, sonido que ella enciende para sentir que hay alguien, pera al cabo de un momento la apaga, acaso porque interrumpe su maniática manera de hacer sus actividades. El ambiente de soledad  que logra reproducir la puesta en escena de Arocha, ayudada por la iluminación del mismo Arocha y Alexander Malinowki, incomoda al público quien intuye que algo va a pasar, sin saber exactamente que será.

Diana Volpe logró una interpretación muy conmovedora a la vez que, sin palabras, nos irradia todas y cada una de las emociones por la que transita el personaje; la manipulación de los objetos del significante escénico detona el tsunami emocional de una persona solitaria y que se siente sola, tal vez, sin escoger dicha soledad. Volpe se desenvuelve por todo el espacio como “pez en el agua”, con una pátina de algo contenido que no puede aguantar. Escuchar su programa de radio “Las noches celestiales” con sus frases clichés sobre el amor aumenta el dolor y el peso de la soledad hasta hacer que ella sienta que su vida no es útil.

Las noches celestiales de la Señorita Rasch” es un montaje estético, muy bien logrado en cuanto a los elementos constitutivos del teatro (actuación, escenografía, vestuario, iluminación y otros), también es un montaje escuela porque los aspirantes a actores y actrices deberían verlo para que “les caiga la locha” de cómo lograr una composición de personaje. Otra vez La Caja de fósforos conquista al público.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Un Fausto anda por la avenida

Un retrato del artista venezolano César Rengifo.
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit


César Rengifo (Caracas, 1915-1980) dio una entrevista a Ileana Azor Hernández  sobre su periplo teatral  para la  cubana Revista Conjunto (No.43/enero-marzo de 1980). Ahí afirmó  que pergeñó  su obra Un Fausto anda por la avenida, una de las últimas que legó, para enseñar como puede ser la destrucción de un hombre por el sistema capitalista al extremo de convertirlo en un monstruo. Ese personaje, Fausto, proviene de la clase popular y no pierde su contacto con ella, logra sustraerse de toda esa podredumbre y tomar conciencia para buscar de nuevo el ser humano que yace en él. “Es decir, es un anti-Fausto porque en el Fausto clásico lo eterno femenino y el amor son las motivaciones que conducen al personaje a la situación final de la obra pero aquí, en mi obra,  se transforma la idea, el amor es la humanidad”.
 
Hemos recordado a César Rengifo tras ver el lúdico espectáculo teatral-circense Un Fausto anda por la avenida, codiciada  creación colectiva liderizada por Marisol Martínez y ejecutada gracias al apasionado  talento de Elvis Chaveinte, Delbis Cardona, Gabriel Agüero, Rossana Hernández y Shakti Maal, quienes hicieron una breve temporada en el teatro Bolívar de Caracas.
 
Está claro que Rengifo no escribió su texto teatral para un montaje de circo de salón, el cual estos artistas  del siglo XXI sí logran plasmar, con sus códigos perfectamente. Ahí está, pues,  ese Fausto, el funcionario que después de años de servicio es desechado por el sistema y  cae en la extorsión, en el chantaje, en la estafa. Y  se muestra  el estafador- estafado, que camina por la avenida con los zapatos rotos acompañado de sus ángeles- demonios, del bien y el mal.  
 
El espectáculo, como lo han glosado ludicamente estos artistas, exhibe al Fausto estafado por el ilusorio plano material y sumergido  en el espejismo del dinero, y entregado al sube y baja de la ambición por el poder que corrompe hasta al más fuerte, en sus convicciones, para llegar al lugar de siempre: la búsqueda de uno mismo, a la eterna pregunta que se hacen cómicos y público: ¿Quiénes somos los hombres? ¿Hasta dónde llegamos?

sábado, 14 de noviembre de 2015

Los justos buscan justicia en Caracas

Albert Camus está de moda en Caracas, al menos para las nuevas generaciones.
Por Edgar Moreno Uribe
@eamorenouribe
@avencrit

Honrar honra y por eso aquí queremos destacar los profesionales trabajos de  Anthony Lorusso, Sahara Álvarez, Abilio Torres, Abel García, Aníbal Cova, Irving Gutiérrez y la primera actriz Virginia Urdaneta. Ellos, bajo la pulcra dirección de Armando Álvarez,  hicieron posible un sobrio y aleccionador espectáculo con el nada fácil texto Los justos de Albert Camus, en el Espacio Plural del Trasnocho Cultural.
Los justos es una densa reflexión, como todo lo que legó Camus, sobre lo que debe ser y hacer un revolucionario o un combatiente por la libertad. Su argumentación descansa en hechos reales de la revolución rusa de 1905, precisamente cuando un puñado de jovenes maquinan la muerte del tirano, realizan un atentado victorioso pero el Poder no es derrotado y el grupo tiene que pagar cara su osadía. Es  una recreación de la historia real del asesinato del Gran Duque  Sergio Aleksandrovich Románov y plasma  una extensa  discusión entre dos revolucionarios: la facción soñadora y la facción de la acción.
 Es un espectáculo  político-social   sobre el terrorismo, es decir, la violencia como el último recurso factible ante la ineficacia de otras acciones más pacíficas durante el proceso revolucionario de un pueblo contra una tiranía. Es, pues, una reposada lección de filosofía política para todos aquellos que sueñan con un procedimiento similar para sacar del poder a una organización política. Camus (Francia, 1913-1960)  no pretende justificar el terrorismo sino describir  las consecuencias que se pueden presentar entre todos los involucrados, y especialmente los conflictos morales subsiguientes entre los integrantes del grupo rebelde.
Nos sorprendió el trabajo del director  Álvarez para obtener las atmósferas de cada una de las situaciones y las caracterizaciones básicas de los convulsos personajes, teniendo en cuenta la poca experiencia de algunos artistas ahí involucrados, gente nueva que se preparó para su oficio. Excelente el soporte que da la señora Urdaneta para la totalidad del montaje.



jueves, 5 de noviembre de 2015

El Diario de un loco

Carlos Sánchez Torrealba en "El diario de un loco"
Por Carlos Herrera
@ceshs1957
@avencrit

Producto del trabajo creador de uno de los grupos teatrales más relevantes del país como lo es el Taller Experimental del Teatro (TET) el público caraqueño pudo tener a su alcance de disfrute en el BOD Cultural, uno de los montajes más emblemáticos de esta agrupación: El diario de un loco, texto homónimo del novelista ruso, Nikolaj Gogol (1809 – 1852) considerado como unos de los representantes más eximios de la escritura clásica de todos los tiempos.

Del autor de textos como Almas muertas o la comedia satírica El inspector general, su producción escrita mostró esa sapiente mezcla de incisivo humor con acento de realismo social, permitiéndole armar una serie de relatos entre 1835 y 1842 bajo el título de Los cuentos de San Petersburgo. Allí se inscribe El diario de un loco donde Gogol apeló a una prosa desenvuelta y poco ortodoxa plena de elementos claves de la existencia que abarca desde la convivencia al amor.

El diario de un loco fue unos de esos relatos. Dentro del mismo, se nos descubre al personaje Axenty Popprischi, un oscuro funcionario atrapado en las madejas burocráticas de la Ucrania del siglo XIX. Medji, lleva un íntimo diario desde el cual no solo permite descubrir al lector/espectador, desde la sorda filigrana de las humillaciones hasta su descolocación psíquica; es un relato y un personaje que nos sabe hablar de lo que ve, siente y sobre todo, armar una profunda cavilación casi desquiciado sobre lo percibía de su entorno.

Esta particular capacidad de mostrar desde lo literario una síntesis entre naturalismo y realismo, hizo que, hacia la década de los años noventa \del s. XX, el maestro Eduardo Gil - fundador del TET - asumiera llevarlo a escena bajo las premisas de una labor investigativa que demandaba exponer con la lucidez de sus trabajo con la línea actoral grotowskiana un sencillo pero a la vez potente montaje que, ha sido emblemático a la hora de saber que representa el TET en estos nuevos tiempos.

Protagonizada por la soberbia actuación del actor Carlos Sánchez Torrealba creó un sintético como afiligranado universo de sensaciones y emociones donde la más pequeñas de las a de las sutilezas externas como internas del personajes, afloraron con crepitante maestría porque este histrión, ha sabido captar y aprehender una técnica depurada donde la voz, el cuerpo, la gestualidad y el mundo interior son uno. Es uno de esos actores capaces de hacernos sentir que el arte de la interpretación es especial y solo dado a los que con voluntad y rigor hace que lo aparentemente fácil termine por ser algo excepcional.

Con un trabajo de puesta en escena que supo respetar lo hecho por Gil, el montaje contó con la solvente escenografía de Rafael Santana, la música original de Sergio Colmenares y el compacto e eficaz acompañamiento de la actriz, Mariela Suárez. Uno de esos trabajos teatrales que nos ayuda a saber que el arte siempre está ahí, dispuesto para nuestro gozo y deleite.